En términos generales, los músicos no tenemos formación sobre factores como la precariedad laboral en el sector musical clásico, la temporalidad, qué demandas hay hoy en día, qué buscan las empresas y los programadores musicales en los músicos, los requisitos de estos o incluso si nosotros cumplimos con las exigencias. Es importante conocer e investigar sobre si se han cumplido los deseos de los músicos durante su trayectoria profesional y descubrir cómo estos se integran en el mercado laboral tras un camino tan largo y duro de estudios. Por todo ello, considero fundamental la necesidad de investigar y escribir sobre este tema, que, por otra parte, es innovador y aún está poco explorado por las personas que se dedican a la música, ya sea como intérpretes o como gestores.
Por Melissa Ferraj
Fundadora de la consultoría Amuzarte
Los músicos desconocen los requisitos del mercado laboral
Los músicos, en general, no tenemos ningún tipo de formación sobre qué buscan las empresas y los programadores musicales en los intérpretes, cuáles son los requisitos para acceder a buena parte de las opciones laborales —especialmente aquellas de carácter performativo— y tampoco sabemos si nosotros mismos cumplimos con esos requisitos.
Durante nuestra trayectoria académica, siempre nos enseñan que la música ayuda en el rendimiento individual y en el desarrollo de nuestras capacidades, pero muy pocos llegamos a reflexionar sobre cómo podemos utilizarla en nuestro favor y sacar provecho de las posibilidades y las capacidades adquiridas gracias a la música a lo largo de nuestra vida.
En términos generales, no tenemos ningún tipo de formación sobre factores como la precariedad laboral en el sector musical clásico, la temporalidad, qué demandas hay hoy en día, qué buscan las empresas y los programadores musicales en los músicos, los requisitos de estos o incluso si nosotros cumplimos con las exigencias.
La gran mayoría no concibe, a priori, más opciones que la interpretación
Es importante conocer e investigar sobre si se han cumplido los deseos de los músicos durante su trayectoria profesional y descubrir cómo estos se integran en el mercado laboral tras un camino tan largo y duro de estudios. Por todo ello, considero fundamental la necesidad de investigar y escribir sobre este tema, que, por otra parte, es innovador y aún está poco explorado por las personas que se dedican a la música, ya sea como intérpretes o como gestores.
Todo pasó mientras estaba practicando mi instrumento, el piano. Durante la interpretación de algunos pasajes, me surgieron algunas dudas, como, por ejemplo: ¿qué pasará al finalizar mi carrera?, ¿qué salidas laborales tendré?, ¿qué oportunidades encontraré para hacerme visible como intérprete? Todas estas cuestiones me asaltaron porque en los conservatorios nos preparan para ser excelentes, pero, ya en la vida real, todos nos enfrentamos a la dura realidad de que esa excelencia adquirida no es suficiente.
Vivimos en un mundo que va muy rápido, en la era de la multiplicidad, y parece que los músicos clásicos nos hemos quedado muy anclados en el pasado, donde solo prevalece la ejecución de la obra, sin contar con otros factores necesarios para el desarrollo y el éxito.
Podemos comprobar que la gran mayoría no concibe, a priori, más opciones que la interpretación o la docencia, la mayor parte de ellos en escuelas de música. Sin embargo, existen numerosas instituciones a las que el joven músico, desde una perspectiva interdisciplinar, puede acudir y donde puede desarrollar su labor profesional.
El panorama actual del mercado laboral
Con la intención de conocer el funcionamiento del mercado laboral, durante meses me dirigí hacia las instituciones más importantes en España. Sin embargo, no todas ellas accedieron a concederme una entrevista. A pesar de ello, logré conocer el funcionamiento de dos de los organismos más importantes de la capital.
Tras lograr una entrevista con un miembro del personal de dirección de la Orquesta y Coro Nacionales de España, pudimos constatar que es el prestigio de un intérprete especializado en un programa determinado el que determina su contratación, enfatizando su colaboración con diferentes agencias de artistas. Sobre las bases laborales de la contratación de los instrumentistas, se realizan mediante concurso público y están publicadas en sus canales de difusión.
En relación con el otro organismo entrevistado, la Fundación Juan Marcha, la asistente del director de la programación musical nos dibujó una situación un tanto más aperturista, de acuerdo con su naturaleza.
A tenor de sus respuestas, extraemos como conclusión que los músicos que quieran formar parte de la programación pueden enviar sus proyectos a través de su página web, donde publican sus convocatorias, y que también es posible tener un contacto profesional con ellos a través de otros organismos colaboradores, con los que mantienen una relación estrecha.
Conviene señalar también que, tras la entrevista, pudimos comprobar la importancia de los buenos curriculums, de ahí la necesidad de contar con los conocimientos adecuados para enfatizar nuestras fortalezas y saber comunicar mejor sobre nosotros mismos.
También es fundamental haber participado en diferentes concursos y haber obtenido premios, ya que son aspectos importante a la hora de elegir los intérpretes que forman parte de sus ciclos.
Para ello, por tanto, además de contar con una trayectoria artística , desde el punto de vista práctico, considero que sería importante tener un buen dosier, que es, básicamente, el historial de nuestra carrera profesional y una excelente carta de presentación para ir a la búsqueda de diferentes programadores y tener la oportunidad de ser elegido por las diferentes entidades encargadas en la industria de la música clásica.
Otra de las conclusiones extraídas sobre la programación de los ciclos en la capital tiene que ver con la fragilidad del fomento del talento joven, pues la potenciación de este depende mucho de los factores económicos y sociales del país y, por consiguiente, del apoyo de las instituciones estatales a diferentes organismos culturales.
Esto no quiere decir que el éxito sea un camino imposible para los jóvenes, pero es importante tener en cuenta esta realidad como circunstancia externa, ajena a lo artístico, y, ante esta situación, es importante que cada músico sea capaz de identificar todos sus puntos positivos y negativos y convertirlos en innovación y en oportunidades para poder tener éxito en nuestra carrera profesional.
Las empresas de la industria creativa buscan multiplicidad
Las exigencias del siglo en que vivimos están más cerca de la figura del músico polifacético, el que está en la búsqueda continua en un entorno lleno de retos y culturalmente competitivo.
Hasta ahora, de acuerdo con las respuestas ofrecidas desde la Orquesta y Coro Nacionales de España y l Fundación Juan March no podemos llegar a una conclusión exacta sobre si el mercado tiene unas reglas determinadas. Aun así, las respuestas de estos profesionales sobre el funcionamiento del mercado nos permiten obtener una imagen positiva de los conocimientos globales de los músicos sobre marketing, branding, estrategias para redes socialesante los que los jóvenes músicos se muestran poco conocedores desde el punto de vista teórico.
Cambio de paradigma
Tengamos en cuenta que, antiguamente, a los músicos los gestionaban las empresas de las industrias creativas, pero en la última década podemos ver, de forma habitual, el nuevo concepto del músico clásico del siglo XXI, que da importancia a la multiplicidad en la personalidad artística.
De esta forma, además de ser artista, un músico debe tener habilidades como gestor y vemos cada vez más una fusión entre dos mundos: una habilidad dependía de la otra, pero ahora para poder tener una carrera sostenible en el tiempo, un artista puede elegir ser solista, enseñar, investigar, y todas pueden ser perfectamente compatibles entre sí.
Ahora bien, tras mis pesquisas he sacado en conclusión que faltan respuestas sobre si realmente hay un mercado formado sobre los músicos jóvenes emergentes, si sus años de carrera —junto con la excelencia adquirida— son suficientes para poder involucrarse dentro del mercado; si hay una base de conocimientos y requisitos que las empresas culturales musicales buscan en los músicos clásicos, o si siempre se encuentran con ellos en los músicos.
También falta información sobre si los jóvenes músicos tienen conocimientos reales para acceder a nuestro mercado, si están informados sobre los requisitos que los programadores buscan en ellos o si conocen los nuevos términos del mercado como el marketing, branding y management, que, en otros países, como Estados Unidos, se conocen y emplean desde hace más de una década
Notamos una cierta insatisfacción general en los artistas clásicos debido a la precariedad del sector, la temporalidad de la contratación y la poca regularización de los servicios prestados por los músicos en sus conciertos.
Lo que nos lleva a reflexionar sobre la cruda realidad de jóvenes, que cada día se enfrentan a la nueva esclavitud de este siglo y de la poca sensibilidad de parte de los organismos competentes en combatir estos fenómenos y tratar de conseguir una empleabilidad segura para la nueva generación de artistas en este país.
El artista del siglo XXI
Por eso, las exigencias del siglo en que vivimos están más cerca de la figura del músico emprendedor, el que toma las riendas de su vida y carrera laboral conociendo todas las herramientas necesarias en la gestión de su carrera.
Hay que saber comunicar de manera correcta nuestra idea y proyecto delante de los programadores, como por ejemplo gracias al marketing, asimismo tener conocimientos de management para proyectar nuestras capacidades y valores añadidos y formular un buen dosier de nuestra vida artística y los objetivos que queremos conseguir.
Es importante ser músico y emprendedor, porque es una forma de involucrarse en conseguir y desarrollar tus propios proyectos musicales, aportando tus propias ideas y conseguir conciertos a los promotores.
Estrategias del futuro
Imaginemos Apple sin Steve Jobs, Microsoft sin Bill Gates, es increíble la capacidad de una figura humana para la creación de una relación con su público potencial, compartiendo su historia personal, y cómo ese ejemplo repercutirá positivamente en las futuras generaciones. Los encargados de las empresas creativas podrían compartir su metodología, su estilo de liderazgo y atraerían diferentes fuentes de financiación, hasta crecería su colaboración con diferentes organismos estatales.
La preocupación para el futuro de nuestro sector es real, para ello tenemos que, entre todos, trabajar para encontrar nuevas formas de financiación, y justificar mejor el papel de la música clásica en la sociedad, ya que esta última impactaría en los músicos, bailarines, profesores, los proyectos educativos, en definitiva, en todos nosotros. Tengo confianza en que a la larga habrá muchas mejoras en la calidad de la empleabilidad y la sostenibilidad de la carrera de los artistas.
Como todos sabemos, para la supervivencia de todas las especias de este planeta dependemos de la capacidad de adaptación a los cambios del entorno. Nosotros, que formamos parte del sector del género clásico, no somos diferentes y, para evitar la extinción, debemos desarrollar diferentes habilidades para sobrevivir en nuestra sociedad multicultural, nuestra cambiante economía, cada vez más tecnológicamente dependiente.
La mayoría, cuando estudiamos, no sabemos casi nada de quiénes son los directores de las diferentes organizaciones de las que nos gustaría formar parte, cuáles son sus requisitos, las demandas, la visión y los valores que les guían. Los conservatorios no deberían ser la única forma de educar a los jóvenes artistas, las empresas de la industria creativa, los programadores, los CEO de las grandes orquestas deberían crear nuevos puentes de comunicación con los artistas, haciéndose más visibles, comunicando más abiertamente su perspectiva para el sector.
La pandemia de la COVID-19 nos enseñó que se debe ayudar a los profesionales y estudiantes de música clásica a hacer frente a sus habilidades para salvar la brecha entre sus estudios y su entorno profesional.
Siempre me ha gustado seguir los consejos de los grandes maestros, por lo que me encantaría conocer y hacer entender a los jóvenes músicos, como yo, que, aunque no todos hemos nacido con una estrella sobre nuestra cabeza, sí somos capaces de construirnos un futuro.
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