Enrique Montesinos Parra es el elegido durante este 2024 para dirigir a la Joven Banda Sinfónica de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunitat Valenciana. Canals el 12 de julio, Macastre el día 13 y una doble cita en Valencia, primero en el Conservatorio Superior el día 15 y un final en el reconocido Certamen Internacional de Bandas de Música que acoge la ciudad el día 20, conforman la intensa ruta de la joven formación. En el programa, Montesinos recalca su compromiso de rescatar obras poco interpretadas, escritas por compositores valencianos, que acercan los sonidos orientales a esta orilla del Mediterráneo.
¿De dónde surge la idea de introducir esa mirada oriental al repertorio de la Joven Banda Sinfónica de la FSMCV?
Soy un director alicantino y Alcoi es la tierra de los Moros y Cristianos. La premisa era elegir autores valencianos que tuvieran ese interés y sensibilidad hacia la música oriental. Decidí abrir el concierto con El Generalife, una marcha compuesta por Evaristo Pérez Monllor, icono de la fiesta, que cumple un siglo este 2024.
En las notas del programa hablas del propósito de divulgar piezas poco interpretadas.
Hemos tenido acceso al extraordinario archivo de la agrupación Música Primitiva Apolo d’Alcoi, que guarda algunas partituras que no han salido de ahí en un siglo. La segunda obra que interpretaremos es En el oasis, de Eliseo Martí Candela, y la tercera forma parte de la trilogía Marco Polo. The Cathay Years, compuesta por Luis Serrano Alarcón. Es un pasaje de 24 minutos que solo se ha tocado una vez y utiliza instrumentos étnicos, algunos de los cuales solo los posee la banda que los interpretó en aquel único recital. En la segunda parte abordamos un pasodoble corto y elegante de Amando Blanquer, María Rosa, y las Impresiones Festeras de Bernardo Adam, que relatan de inicio a fin los Moros y Cristianos de Ontinyent con un lenguaje no exento de complejidad. Acabaremos con otra obra de una densidad muy especial y llena de efectismos, Breathing Bits de Luis Serrano Alarcón, que hace una reflexión crítica con las nuevas tecnologías y se estrenó en 2019, justo antes de que se decretara la pandemia.
¿Cuándo desarrollaste este interés por el orientalismo?
Me ha acompañado toda mi vida. Se podría decir que es mi sello y que surge de los Moros y Cristianos. He estudiado esas joyas escritas desde principios del siglo pasado que van más allá del imaginario popular, que son sinfónicas y complejas. No hay muchas, apenas unas treinta o cuarenta, y pienso que mi labor es hacerlas renacer. No es algo que se haya hecho antes en la Joven Banda Sinfónica de la FSMCV; se trata de romper estándares.
Además de la banda de la Federación, diriges las formaciones de la Societat Musical Primitiva Setabense, la Unió Musical de Quart de Poblet y la Agrupació Artístico Musical El Trabajo de Xixona. ¿Cuándo supistes que quería ser director?
En mi casa había muchos discos, pero en mi familia no había músicos. Mi madre era modista y, cuando era pequeño, cogía su aguja de lana y hacía como que dirigía. Fui muy autodidacta al principio. Después, cuando ya estudiaba música, decidí irme a Berlín a un curso de dirección. Me pedían una prueba por vídeo, pero yo no había dirigido nunca, así que me compré un traje, me puse un fondo negro y me grabé dirigiendo al aire mientras sonaba la Sinfonía núm. 5 de Chaikovski interpretada por una orquesta en YouTube. La prueba, por cierto, salió bien y aprendí mucho en Berlín, aunque fue duro. Ese fue el punto de inflexión.
¿Cómo crees que afrontan los músicos de la Joven Banda Sinfónica de la FSMCV esta semana de conciertos?
Quien viene a esta experiencia es porque quiere darlo todo. Nos encontramos por primera vez días antes de los conciertos y es como el inicio de una cita a ciegas: debo causarles una buena impresión en el primer minuto, ganarme su respeto y ser convincente. En este caso, además, está el factor de presentarles un repertorio muy singular y quiero hablarles del contexto de cada obra, que se metan en el papel, contarles una historia. Sé que estoy ante musicazos y siento que tenemos una oportunidad de dejar algo que permanezca.
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