¿De dónde surge la idea de crear L’Esperança Coronada?
La idea surgió entre un grupo de activos melómanos en una atmósfera tan propicia como fue la del año Mozart y el centenario del nacimiento del tenor dianense Antonio Cortis. Nuestras frecuentes visitas al Palau de la Música de Valencia, y a otros escenarios y festivales de nuestro país, nos ayudaron a concebir un proyecto que fuera capaz de dinamizar la vida musical en Dénia y la Marina Alta.
Eran tiempos complicados y un reto difícil, pues las infraestructuras culturales eran casi inexistentes, pero la sociedad dianense mostraba signos de cambio que permitieron ya entonces la consolidación de algunas actividades musicales, así como la aparición de asociaciones en otros campos artísticos.
En la primavera de 1992, pues, nacía la Sociedad Filomusical L’Esperança Coronada como sección del Ateneu de Dénia. Su nombre, una idea de Francisco Rueda Bisquert, nuestro primer presidente, homenajeaba al genio de Salzburgo y a las ideas ilustradas de su tiempo encarnadas en el espíritu de la masonería. Esta denominación causó no poca perplejidad en nuestros primeros años ‘de galeras’, a la que contribuimos con bonhomía, humor y cierta dosis de sorna al añadir aquello de ‘filomusical, filomasónica y semisecreta’.
¿Cuáles son sus principales actividades?
Como nuestras posibilidades son modestas, intentamos casi desde sus inicios hacer de la dificultad virtud, de modo que nuestra programación ha estado compuesta fundamentalmente por conciertos a cargo de solistas o pequeñas formaciones. Anteponiendo la calidad y la cuidada organización en todos los aspectos, el tiempo nos ha dado la razón. Junto a ellos se incluyen charlas o actividades didácticas a cargo de músicos, etnomusicólogos, antropólogos y comentaristas musicales de primer nivel, así como la proyección de audiovisuales de tipo documental o de creación. Durante estos años hemos organizado más de un centenar de conciertos, a los que habría que sumar otras tantas actividades divulgativas con el fin de familiarizar a nuestro público con diversos aspectos de la música.
¿Qué objetivo fundamental es el motor de su asociación?
Desde sus inicios nos propusimos una meta arriesgada: acercar a la ciudadanía, huérfana de tradición en este sentido, a un repertorio comprometido y exigente, alejado de los lugares comunes. Cuando la tradición no existe, hay que crearla. Solo así, creíamos, sería posible consolidar un público en el futuro. Hoy en día nuestra vida cultural dista mucho de lo que fueron aquellos primeros años, aunque la situación en Dénia y la Marina Alta no se pueda considerar óptima, precisamente.
Nuestras propuestas, siempre ajenas a conmemoraciones y otros compromisos ‘alla moda’, continúan siendo reconocidas por su sello inconfundible.
Hasta la fecha, ¿cuáles son los artistas más destacados que han visitado Dénia gracias a ustedes?
No sé si en el marco de esta entrevista sería posible enumerar a tantos virtuosos como han pasado por nuestra asociación dejando huella. Pero sí me gustaría recordar, de modo general, a todos aquellos jóvenes músicos que a principios de los 90 nos visitaron y, con su ilusión y generosidad, fueron el soporte de su desarrollo posterior.
A bote pronto, momentos memorables, objetivo primero de toda actividad concertística, nos dejaron el Trío de Barcelona; el violinista Andrew Manze; el compositor norteamericano Frederic Rzewski; los violonchelistas Rohan de Saram y Christina Meissner; el laudista canadiense Michel Cardin interpretando obra de Silvus Leopold Weiss; Juan Carlos Garvayo, quien realizó el estreno en España de Makrokosmos de George Crumb en una versión que superaba con creces cualquier registro de la obra conocido por nosotros hasta el momento; el contrabajista lamentablemente desaparecido Stefano Scodanibbio; el clarinetista Joan Enric Lluna; el pianista y pedagogo Luca Chiantore; nuestro querido amigo Josu de Solaun, que nos ha visitado en cuatro ocasiones; Musica Ficta; Andrew Lawrence-King; Llorenç Barber, con su recreación de la Ursonate de Kurt Schwitters; Kakizaki Kaoru y Horacio Curti tocando piezas para shakuhachi; aquel Guinjoan a cargo del Trio Kandinski; el gran Carles Santos…
Y, si nos limitamos a las tres últimas temporadas, qué decir de Lina Tur Bonet; del jazz de Moisés P. Sánchez; del dúo de Anna Petrova y Anna M. Nilsen en un concierto Bartók/Grieg; del incisivo Trío Vibrart tocando al límite; de las Variaciones Godberg del clavecinista Dani Espasa; del dúo formado por el violonchelo de Fernando Arias y el piano de Noelia Rodiles con obras de Janácek, Dohnanyi y Shostakóvich…
Sí, momentos memorables los ha habido, y muchos. Como suele ocurrirles a todos los melómanos, su recuerdo nos vertebra como asociación.
¿Cuál es el criterio fundamental a la hora de seleccionar a los artistas que forman parte de su programación?
Como comentaba al inicio, somos un colectivo de personas interesadas en la actualidad musical. Tenemos una amplia experiencia como oyentes de concierto, para nada una actividad pasiva, y accedemos a los diversos medios de comunicación escrita y revistas especializadas. Por supuesto, la retransmisiones radiofónicas e internet son medios necesarios para conocer el trabajo y el desarrollo de los músicos. Nos interesan también las entrevistas y, muy en particular, conocer las reflexiones de los artistas sobre su propia labor. Para nosotros todo esto constituye un buen punto de partida a la hora de establecer contactos.
Como no podría ser de otra manera, sentimos interés por los llamados valores emergentes, conscientes del gran cambio protagonizado por un plantel de músicos excelentes formados en nuestro país, tanto solistas como formaciones camerísticas.
Otro aspecto muy importante es el de los programas, que han de ser repertorios comprometidos y sólidos. Nos gustan aquellos programas que muestren una visión atenta y general de un compositor no suficientemente escuchado, o una obra extensa, o un programa coherente que ponga de relieve las posibilidades del instrumento.
Entendemos la música como un trabajo, como una elaboración y recelamos de la idea convencional del músico como médium, de la idea de artista, de la visión historicista. Todo concierto es un acto de creación presente. En ese sentido, nuestras imágenes promocionales, a cargo del diseñador gráfico Dani Sanchis, ilustran esta idea general.
¿Con qué entidades musicales tienen acuerdos para poder desarrollar su actividad?
Una entidad como la nuestra, que carece de espacios propios, trabaja con un presupuesto reducido y depende del trabajo desinteresado de sus componentes. Cada una de nuestras propuestas es el resultado de la coincidencia de diversas circunstancias. Sincronizarlas parece a menudo un milagro. Esto ha limitado nuestra relación con otras entidades musicales o festivales. Aun así, en la actualidad somos entidad colaboradora del Concurso Internacional de Piano de Santander ‘Paloma O’Shea’, por lo que hemos contado con los pianistas galardonados en su XIX edición, y esperamos en el futuro ampliar estas posibilidades.
Respecto a nuestra ciudad, me gustaría señalar nuestra excelente relación con el Conservatorio de Música y Danza ‘Tenor Cortis’, y en particular con el profesorado y el alumnado de piano, a los que facilitamos localidades de nuestros conciertos, así como los proyectos didácticos que hemos materializado con la Escuela de Música ‘Manuel Lattur’ de la Agrupación Artística Musical, que esperamos tengan continuidad cuando todo esto pase.
¿Qué otro tipo de apoyo, público o privado, está detrás de L’Esperança Coronada?
Desde sus inicios hemos contado con la colaboración de la Regidoria de Cultura de nuestro municipio, así como con la de la Conselleria de Cultura y, ocasionalmente, la Diputación de Alicante. Con todo, la agrupación se sostiene fundamentalmente con las cuotas trimestrales de sus socios y las aportaciones de los asistentes.
En los últimos tiempos, y con mayor o menor periodicidad, hemos contado con la colaboración económica de las diversas fundaciones que se han ido creando en nuestra ciudad desde los primeros años del nuevo siglo y que convocan ayudas o colaboración para actividades artísticas. La Fundación Balearia, la Fundación Rafael Chirbes, la Fundación Dénia o la Fundación Salom Sabar, con la que en los últimos años hemos mantenido una estrecha relación de confianza.
Y con el apoyo promocional e informativo de La Marina Plaza, el medio de comunicación online más leído en nuestro ámbito de actuación.
¿Cómo ha sido para ustedes el 2020? ¿Pudieron seguir adelante con su programación?
Imagino que no mejor que cualquier otra entidad como la nuestra. De las seis actividades previstas, solo salieron adelante dos entre octubre y la primera quincena de diciembre: el concierto de Dmytro Choni, ganador de la pasada edición del ‘Paloma O’Shea’, y el de la formación de música antigua Dolce Rima. A pesar de seguir a rajatabla las condiciones anti-COVID, pesaba el temor al contagio y, por supuesto, se notó en la afluencia de público.
¿Qué planes de futuro tiene la asociación?
Con la pasada crisis, L’Esperança cerró su actividad en el periodo 2012-2015, parón del que no sabíamos si podríamos salir. Desde ese momento, y con la misma exigencia de calidad, aumentamos la audiencia en una relación más comprometida por parte de los socios y, sobre todo, en un afianzamiento de nuestro trabajo como propuesta artística ineludible. Sin embargo, encontrar soporte económico, que nunca fue fácil, resulta complejo. Para ello resulta necesario sembrar confianza en la sociedad y ampliar las posibilidades de colaboración con otras entidades.
¿Qué conciertos tienen programados para 2021?
A día de hoy, y dadas las actuales circunstancias, sería aventurado anunciar nuestras actividades. La situación actual y la de los próximos meses va a condicionar nuestra programación. No sabemos si de aquí al verano próximo sufriremos alguna nueva escalada, o si asistiremos de nuevo al cierre de las salas.
En cualquier caso, continuaremos trabajando y espero que podamos compartirlo desde estas páginas con todos los lectores de Melómano.
Deja una respuesta