El Grupo Cosmos 21 se fundó en 1988. ¿Qué objetivos perseguía usted en ese momento para tomar la decisión de crear un ensemble instrumental de estas características?
Desde un principio, difundir la música española contemporánea comprometidamente. Tengo que reconocer que, dejando a un lado el placer primordial de interpretar música actual (criterio que ya había hecho efectivo en mi carrera como pianista), en 1987 (cuando técnicamente fundo el grupo en mayo y comenzamos los primeros ensayos en septiembre), acumulaba como joven compositor multipremiado e interpretado por los grupos de cámara más prestigiosos de la época, demasiadas experiencias interpretativas muy frustrantes por la falta de ensayos y de compromiso. Entendí entonces que era necesario ofertar en España una nueva forma de hacer la música actual, con rigor (para ello llamé a los principales solistas de las orquestas madrileñas), interés y seriedad (exigiendo un inusual número de ensayos espaciados) para ofrecer versiones siempre muy maduradas. Se puede imaginar el lector que en esas décadas mi propuesta supuso una confrontación evidente con el modus operandi de intérpretes y programadores.
Este año cumplen 35 años de andadura. ¿Considera que dichos objetivos están conseguidos?
Los números hablan por sí mismos: Cosmos 21 tiene en su haber 316 obras estrenadas de cerca de 200 compositores, en su inmensa mayoría españoles. Y lo que es más importante, todas ellas las hemos reprogramado una media docena de veces como mínimo, sino muchas más. Esto supone un lujo para los autores, ya que en contadísimas ocasiones se reponen nuestros estrenos. Al tiempo, los apoyos necesarios del INAEM, Fundación SGAE, AIE y CAM vienen a reconocer nuestra labor.
¿Van a festejar de manera especial este aniversario?
Las onomásticas especiales las hemos celebrado siempre con la participación de un artista plástico de prestigio que nos ha regalado una obra que hemos mostrado durante todo el lustro siguiente: carpetas de Gustavo Torner, colgantes de Ejthi Stih, vestuario de Manuel Prieto, escultura de Iraida Cano, etc. Este año pedimos a Manolo Rufo unas nuevas carpetas en las que, sobre un mapa estelar, trazase los caminos —a modo de rizomas aracnoides con epicentro en Madrid central— hasta las 48 salas en las que hemos actuado en la capital, las 88 ciudades españolas y los 10 países visitados en las giras de estas 35 temporadas de actividad. Igualmente hemos inaugurado un convenio con la Universidad Complutense de Madrid, que esperemos sea muy fructífero en el tiempo y en la creación de un público joven. Por supuesto, también ha sido un año de nutrida presencia de estrenos de compositores españoles: más de veinte.
En la actualidad, ¿quiénes forman parte del Grupo de manera estable?
Desde la entrada en el nuevo milenio fijé el orgánico en una plantilla estable más rica en colores y posibilidades: violín, Emilio Sánchez; chelo, Raúl Pinillos; flautas, Vicente Martínez; clarinetes, David Arenas; saxos, Joaquín Franco; piano, Jesús Campo; pequeña percusión, Luisa Muñoz. Esta formación funciona como un cuarteto de cuerda y si se indispusiera un miembro antes de una actuación no podríamos dar el concierto. Por fortuna, nunca se ha dado esta situación en el medio millar que hemos ofrecido, lo que también define nuestro compromiso y seriedad. Además, nuestros colaboradores habituales son constantes en estos lustros, como el trombonista Elíes Hernandis el violista Thuan Do Minh, la mezzo Marina Makhmoutova o los improvisadoresJosep Lluís Galiana y Álvaro Barriuso. Imposible obviar el trabajo paralelo de músicos y amigos que, fuera de las luces del escenario, nos ayudan en el proyecto (Ángeles Flores, Nevenka Galán, Inma Calzado o Manuel Rico).
Cosmos 21 ha llevado por todo el mundo su apoyo a la nueva creación española. ¿Qué valoración hace de la recepción del público hacia estas obras inéditas a lo largo de todos estos años de historia?
En mi libro Topologías sonoras detallo con profusión la excelente respuesta que hemos encontrado siempre. La famosa frase de Berio de que ‘hay músicas y músicas y músicos y músicos’ creo que la cumplimos en su máxima expresión. Tanto trabajo de maduración, entrega y energía en el escenario y respeto hacia la música es percibido de inmediato por el público. La crítica igualmente siempre lo ha valorado como un hecho excepcional. Y, sobre todo, lo que más nos habla de la admiración hacia nuestro trabajo es la grandísima cantidad de compositores que todos los años nos confían sus estrenos. Como digo una y otra vez: esto último es nuestro mayor reconocimiento, nuestra principal medalla.
Colaboran estrechamente con los compositores y compositoras a los que les encargan las obras. ¿Qué aporta esta colaboración al resultado final de la obra?
Los compositores son siempre parte activa y participativa en todo el montaje. De hecho, siempre les invitamos a que acudan a cuantos ensayos quieran. Nuestra búsqueda es transmitir fielmente su mensaje y lograr lo que, en cierta ocasión, el compositor italiano Stefano Procaccioli nos escribía: ‘es la primera vez en mi carrera que no tengo absolutamente nada que corregir’.
¿Recuerda de manera especial alguno de estos estrenos?
Por norma, todo estreno siempre es un acontecimiento, un alumbramiento. ¿Existe algo más grande? Resaltar alguno sería injusto dentro de las más de las trescientas primicias mundiales, bien porque solo hemos hecho un estreno de un autor o porque se trata de un monográfico entero. Algunos destacan por nunca haberse subido al escenario (las divertidísimas músicas visuales de Mestres Quadreny), sus dimensiones escénicas (la presencia del grupo en el Teatro de la Zarzuela en mi monumental ópera a·Babel, Historias de un manicomio, entre un centenar largo de artistas), o por la carga dramática de unos textos demoledores (mi propio Cantico de amor del suicida con Pura María Martínez, en la Residencia de Estudiantes o el Auditorio Nacional de Música o Cosmogonía de Gabriel Fernández Álvez, con el magnetismo de Jesús Aladrén como recitador).
Desde sus orígenes, consideran el concierto como un espectáculo integral en el que unen diversas disciplinas. ¿Qué cree que aportan estos intercambios a la música?
Son absolutamente esenciales para transmitir la viveza del lenguaje actual. Fuimos pioneros en Europa, y sin discusión en España, del tocar de pie, cuidar los movimientos escénicos, protocolo de saludos, los juegos de luces y el vestuario… En la actualidad muchos grupos nos han seguido y las salas ofrecen unos medios acordes a una puesta en escena propia del siglo XXI, pero en su momento, nos supuso muchas incomprensiones y hasta vetos. Es el peaje que hay que pagar por estar en la vanguardia. En Topologías sonoras lo detallo en el capítulo de las ‘Diez singularidades de las propuestas cósmicas’.
Dentro de sus ciclos propios, organizan en Madrid y diversas ciudades españolas ‘Músicas del Cosmos’. ¿Cuál es el hilo conductor de esta programación?
Cada concierto siempre es original por tener una propuesta temática. Nunca un programa es una gavilla de obras inconexas pues existe un tema que las aúna (‘El humor en la música’, ‘Música especular’, ‘Microvisiones de la muerte’, ‘Los cuatro elementos’, ‘El flamenco y la clásica’, ‘Lecturas del tango o del jazz’, un largo etcétera, ya que cada año ofrecemos cuatro o cinco propuestas nuevas). Eso sí, en el intento de que cada concierto resulte muy vivo y dinámico, buscamos un máximo contraste entre obras y autores programados.
Asimismo, también mantienen un ciclo de conciertos anual que se llama ‘Conciertoencuentros.cosmos’. ¿En qué se diferencia del anterior?
Es evidente que entre los conciertos temáticos están los conciertos monográficos de autor, una ocasión única para acercarse de forma intensa y comprometida a nuestros creadores, muchos de los cuales reconocen que sus obras más transcendentales han sido escritas para el grupo. Destacan por su intencionada carga pedagógica las 28 entregas de los ‘Conciertoencuentros.cosmos’. En ellos se escucha una obra que, seguidamente, se disecciona con ejemplos en vivo, completándose el encuentro con algunas piezas más breves de su catálogo y un coloquio. En el decir del gran pedagogo Manuel Angulo: ‘nunca asistí a un acto tan formativo, informativo, entretenido y espectacular’.
Toda esta actividad se completa con la programación de ‘Solistas del cosmos’. ¿Qué tipo de espectáculo ofrecen bajo esta denominación?
Cosmos 21 siempre ha contado con extraordinarios solistas en su plantilla, que han puesto su virtuosismo manifiesto al servicio de defender los siempre complicados solos de cada partitura actual. Pero el trabajo de empaste del grupo no ha sido óbice para que, al tiempo, estrenáramos dos concerti grossi precisamente de mi autoría (por desgracia, el fallecimiento de Ramón Barce y Gabriel Fernández Álvez impidió otros propuestos) y la creación de un ciclo (ya van 16 entregas) en las que uno de nuestros músicos o algún solista internacional invitado asuma el rol principal, lo que es también una ocasión excelente para ofrecer las grandes obras del siglo XX para su instrumento.
¿Cuáles son las metas que se han planteado para el futuro?
John Cage afirmó que la música contemporánea no es la música ni del pasado ni del futuro, sino la música del presente. Obviamente quiero creer en la persistencia de nuestro lenguaje más comprometido, aunque los programadores y las corrientes sociales de la actualidad tiendan cada vez más a una música de consumo y entretenimiento, muy alejada de esos fines. Con todo, la sentencia del escritor californiano nos emplaza en la evidencia de que nuestro futuro pasa necesariamente por seguir manteniéndonos fieles a al compromiso de apoyar la música de los creadores, lo que incluye seguir editando discos (en la actualidad 22, incluyendo este año el lanzamiento de nuestra Colección ‘Infrecuentes’ con Liquen Records), facilitar el acercamiento a este lenguaje de prometedores intérpretes (Sotha Nakabayashi, Lucía Elías, Alberto Serradilla, Alejandro González, Marta Leiva, etc.) o seguir publicando nuestros librillos anuales de ‘Músicas del Cosmos’, con entrevistas a los creadores.
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