El contratenor Philippe Jaroussky presenta un nuevo disco en el que ha grabado una selección de lieder de Schubert junto al pianista Jérôme Ducros. El dúo realizará una gira de presentación que incluye tres paradas en España: el 4 de noviembre en el Auditorio Nacional de Música, el 11 en el Palau de la Música Catalana y el 13 en el Kursaal de San Sebastián.
Por Manuel Pacheco
¿De dónde surge la inquietud por revisitar la música de Schubert?
Schubert siempre ha sido parte de mi vida como músico, desde el principio. Toqué algunos de sus cuartetos cuando tocaba el violín y, ahora que estoy tocando mucho el piano, sus sonatas e impromptus están todo el tiempo sobre el atril. Los lieder, sin embargo, son algo diferente. He hecho, por ejemplo, dos álbumes con canción francesa porque, al ser francés, es algo que me resulta familiar y con lo que me he formado. Pero los lieder de Schubert son algo nuevo para mí. No es que lleve poco tiempo con ellos, llevo estudiándolos desde hace cinco años. Hay que preparar el estilo, entender profundamente lo que quiere decir la poesía…
Indicas que sus lieder son ‘un Everest que todos los cantantes quieren escalar’. ¿A qué te refieres con esta afirmación?
Todos los grandes cantantes han abordado ciclos como el Winterreise. En mi caso, es todavía demasiado pronto para estos ciclos, pero curiosamente hay lieder de Schubert con los que me siento mejor que con un aria barroca compuesta para Farinelli. Puedo dar lo mejor de mí en un lied sencillo, puro, que en un aria que quizá es demasiado grande para mí. Me gusta cuando la gente se olvida de que soy un contratenor y simplemente escucha la música. Canto mucho la música de los castrati, con virtuosismo y coloraturas, pero quiero pensar que puedo hacer viajar al público con mi musicalidad, y no solo con mi color de voz. Además, también quiero abrir el repertorio de los contratenores más allá de la música que tradicionalmente solemos interpretar.
Por otro lado, esto supone un gran reto. Al hablar de Schubert la gente piensa en los grandes cantantes alemanes, Dietrich Fischer-Dieskau, Christian Gerhaher, Elisabeth Schwarzkopf. En el primer recital que hice con estas canciones, hace cuatro años en la Staatsoper Berlin, salí al escenario pensando ‘pero ¿qué estoy haciendo?’. Al final, cantar en alemán al público de Berlín fue importante para profundizar y para justificar que puedo hacerlo. La gente fue muy agradable, me dijeron que se entiende muy bien el texto, aunque se note el acento francés.
Tus interpretaciones más célebres se mueven en el repertorio barroco o del primer Clasicismo. Por contraste, ¿qué matices o enfoques requieren las canciones del compositor alemán?
La importancia del texto es lo primero. Si voy a cantar un aria con muchas coloraturas, el texto es menos importante que cuando tengo una poesía de Goethe. No es solo una cuestión de articulación, sino entenderlo de una manera profunda. También es interesante que el repertorio barroco suele hacerse con orquesta, pero estas canciones se hacen solo entre dos. Es más fácil influenciarse con el juego del otro, las reacciones son mucho más rápidas durante los conciertos… La parte de piano es fundamental en la mayoría de los lieder, casi todo está ya hecho en el piano. Como cantante, también tengo que conocer el acompañamiento. Tengo la suerte de tocar el piano y a veces, cuando estoy ensayando en casa, toco esa parte para familiarizarme.
Con el pianista Jérôme Ducros grabaste en 2009 un disco de canción francesa de los siglos XIX y XX. ¿Cómo ha surgido esta nueva colaboración para abordar a Schubert?
Con Jerôme Ducros trabajo desde hace más de veinte años. Igual que yo debo familiarizarme con la parte de piano, Jérôme conoce muy bien el texto, y por eso nos compenetramos bien desde hace tanto tiempo. Siempre me he sentido bien cantando en recitales, haciendo música con piano, me hace ser yo mismo. Este repertorio me resulta más fácil que la ópera, para mí interpretar un papel es menos natural.
El nuevo álbum incluye una recopilación de lieder pertenecientes a diferentes colecciones y periodos de la vida de Schubert. ¿Qué criterios se han seguido para configurar esta selección?
En el disco hay una mezcla de canciones que ya conocía, como ‘Die Forelle’ o ‘Nacht und Träume’ (que es una obra maestra), y otras que no, como ‘Nachstück’, que cierra el álbum y que me parece un Winterreise en miniatura. Hay mucho repertorio, más de seiscientos lieder. Tenía claro que no quería hacer un ciclo, prefería seleccionar las canciones que le venían bien a mi voz. Hay algunas que he grabado pero que no han entrado en el álbum porque creo que no estaban suficientemente bien. Y en las que sí forman parte del disco, hay cosas que ya quiero hacer diferentes. Un repertorio como este es un trabajo de toda una vida.
Entre todos los que habéis grabado, ¿hay algún lied que te resulte especial?
La primera canción del álbum, ‘Litanei auf das Fest Allerseelen’, me gusta muchísimo porque me parece que el tiempo se detiene. En unas pocas notas el tiempo cambia y se transmite una emoción. Saber hacer esto con muy poco es parte del genio de Schubert. Ocurre lo mismo con el principio de ‘Du bist die Ruh’, la introducción de piano es increíble. Hay algo de metafísico en esta música, creo que se puede sentir una aceptación de la muerte que es importante para un mundo como el nuestro, que se mueve tan rápido y no se detiene para nada.
Además de Schubert, ¿qué repertorio interpretaréis en los tres conciertos que vais a ofrecer en España a lo largo de noviembre?
Proponemos un viaje más largo, no solamente Schubert. Toda la primera parte está en alemán, comenzando con Haydn, Mozart, Beethoven, canciones suyas que quería cantar desde hace tiempo, y después hay una sección de Schubert, claro. En la segunda parte vuelvo a mi primer álbum con Jérôme, con melodías francesas de Fauré y Debussy.
No es un programa de virtuosismo. Me parece interesante proponer un viaje en el que poder desconectar, olvidar los teléfonos, disfrutar de los silencios entre canciones. Estoy en un momento de mi carrera en el que empiezo a hacer balance. Hace veinticinco años que canto. He tenido una vida privilegiada, con muchos viajes, proyectos, música, amigos, amor, salud… Ahora, con 46 años, quiero tomarme todo como un regalo. Por ejemplo, estoy disfrutando más de la acogida del público, soy más consciente de esos momentos de conexión. Quizá por eso estoy interpretando a Schubert.
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