Antonio Pardo Larrosa nos habla sobre la Obssesion de Bernanrd Herrmann en la banda sonora película homónima dirigida por Brian de Palma. Pardo Larrosa tambien nos habla de otras BSO menos destacables como las de las películas Creed (Ludwig Göransson) y Risen (Roque Baños). Por último, comenta el nuevo fracaso de Michael Giaccino al frente de la BSO de la película de animación Zootropia.
Herrmann compusó la BSO de Obssesión, una gran obra sobre las pasiones humanas
Director: Brian de Palma
Música: Bernard Herrmann
Si tomamos el lenguaje en un sentido aristotélico es fácil encontrar la ambigüedad que presenta el título de esta hitchcockiana producción dirigida por Brian de Palma en 1976. Tanto el termino fascinación, como el de Obssesion, tomado del original, pueden ser entendidos como la evolución del uno hacia el otro, es decir, como el tránsito de “la atracción inicial al asedio final”.
Esto que a priori puede parecer un galimatías no lo es tanto si tomamos como primer motor de esta idea la música de Herrmann, pues es en ella donde está implícita la evolución psicológica del personaje principal, de ahí que sea a través de su lenguaje donde el espectador halla las claves necesarias para entender la compleja personalidad de los protagonistas.
La filosofía musical de Herrmann va más allá de lo convencional, intentando que el espectador experimente emociones cercanas a la psicosis. Su música hace pensar, algo que hoy día brilla por su ausencia en la música cinematográfica de nuestra época. Psicosis (1960) o Taxi driver (1976) son dos ejemplos que muestran esa gnosis herrmanniana usada para violentar un estado que habla de la ruptura del espectador, un proceso emocional que rompe con la distancia que separa la imagen del individuo.
De esta ruptura da buena cuenta el director Brian de Palma, con quien Herrmann colaboró en dos ocasiones. Fue una relación tortuosa que, lejos de mermar la creatividad de ambos, propició que sus respectivos trabajos fueran más interesantes. Herrmann entendió las peculiares características de los personajes diseñados por el director creando melodías que respondían a las necesidades dramáticas de cada uno. En ocasiones estos vivían inmersos en fuertes conflictos psicológicos que Herrmann describía con precisión potenciando con su música sus atormentadas personalidades.
Herrmann escribió la música para Fascinación (Obssesion, 1976), un score espectacular que una vez más relegó a un segundo plano el trabajo del director. Herrmann confeccionó una obra que destaca por la brillante utilización de todos los recursos de la orquesta. Obssesion supuso un gran desafío, un cambio drástico en su forma de componer y orquestar.
La partitura es más luminosa, a pesar de ser una película de suspense, donde la tensión marca el tempo de la narración. Esta comienza con una solemne introducción –Main titles– protagonizada por los timbales y el órgano, que anticipa el fatal desenlace.
Este recurso narrativo fue usado por Herrmann en numerosas ocasiones mostrando de una forma premonitoria las claves argumentales de la historia. Como reseñé con anterioridad, la música transita de “la atracción inicial al asedio final”, articulándose en derredor de dos bloques temáticos muy distintos que definen, por un lado, la relación de amor desmedida de los protagonistas, contemplada a través de la presencia y ausencia de dicha relación, y por otro, la compleja trama urdida por su socio para quedarse con su imperio económico.
Para el primero de los bloques el músico escribió un vals –Valse lente– que abre y cierra la historia, una melodía que describe el movimiento cíclico que define la doble relación de Cliff Robertson y Geneviève Bujold. Ahora bien, esta relación utiliza el arpa, la flauta o el oboe para describir el amor hacia Sandra –Bryn Mawr/Bryn Mawr walk-, y las voces femeninas –Portrait of Elizabeth/Sandra at monument– para el recuerdo de su esposa Elizabeth.
Es entre estas dos realidades donde la música sirve de nexo para describir la evolución emocional del personaje principal que transita de la Fascinación inicial a la Obssesion final. El segundo bloque temático se desarrolla a través de la tensión que Herrmann imprime a la historia utilizando sonoridades violentas e inquietantes -The Ferry/Breakout– que proporcionan a la narración ese halo de suspense tan característico que posee su lenguaje.
Por tanto, el prólogo –Valse lente-, utilizado sin las voces, y el epílogo –Airport-, ahora sí, con ellas, convergen en una inquietante felicidad donde los tres personajes de la historia bailan como una sola realidad.
En este trabajo Herrmann dio prioridad a instrumentos como el oboe, la flauta, el arpa o el clarinete creando una atmósfera inquietante donde predominaba la cuerda y el metal. Herrmann demostró que no solo sabía interpretar los personales fotogramas de Brian de Palma, sino que también podía componer obras muy distintas a las que había realizado con anterioridad.
Dirección: Ryan Coogler
Música: Ludwig Göransson
Género: Acción, Drama
Duración: 132 minutos
Año: 2015. Estados Unidos
Tras la sombra de… Bill Conti. Más o menos esta podría ser la definición que más se ajusta a la realidad que define la partitura de esta nueva entrega de Rocky –Creed-, séptima producción que ha contado con la música del joven compositor sueco Ludwig Göransson, un desconocido y sorprendente talento que ha aprobado con nota este exigente examen.
Sustituir a Conti en estas lides no es tarea fácil cuando en la retina se tienen las notas de una de las fanfarrias más conocidas de la historia del cine, melodía que siempre acompañará a los golpes del boxeador más mediático de todos los tiempos, Rocky Balboa.
Göransson toma prestada la misma estructura y esencia que hizo grande al trabajo de Conti allá por los años 70 aportando a la historia un sonido más actual que utiliza los sintetizadores como elemento diferenciador.
Un tema emotivo –First day– utilizado para ahondar en la melancolía del protagonista y una espectacular fanfarria asociada al boxeador –Adonis/If I Fight You Fight (Training Montage)-, con los vientos, la percusión y las voces como protagonistas, son algunos de los elementos utilizados por Göransson para dar vida a este nuevo héroe del celuloide. Como si de un gancho se tratara, Göransson golpea con firmeza al saco de la mediocridad.
Dirección: Byron Howard, Rich Moore, Jared Bush
Música: Michael Giaccino
Género: Animación
Duración: 97 minutos
Año: 2016. Estados Unidos
The zoo horror picture… Otra gran oportunidad desperdiciada -no sé cuántas van- por el músico estadounidense Michael Giacchino, que una vez más evidencia su falta de talento a la hora de afrontar un proyecto tan atractivo como Zootopia. Producida por los estudios Disney, la película reúne todos los elementos narrativos y visuales necesarios para la elaboración de una sólida partitura que describa con imaginación y originalidad las aventuras de tan simpáticos personajes.
Lejos quedan las producciones animadas realizadas en las décadas de los 80 y 90 que tan bien musicalizaron compositores como Menken o Horner, maestros que renovaron el género con sus impresionantes obras.
Para Zootopia Giacchino compone una partitura previsible, anodina y en ocasiones tediosa, que se desarrolla en derredor de un dinámico y urbano leitmotiv -Jumbo pop hustle- que utiliza el xilófono, el bajo y el órgano hammond -el mayor acierto de la obra- para describir ese aire indiferente de la metrópoli.
Instrumentos como el sitar, la guitarra, el violín o la mandolina -Mr. Big, el mejor tema- forman parte de la instrumentación que, a la postre, resulta ser lo más interesante y original de la obra. Como digo, una nueva oportunidad desaprovechada por el músico más sobrevalorado del momento.
Dirección: Kevin Reynolds
Música: Roque Baños
Género: Intriga, drama
Duración: 107 minutos
Año: 2016. Estados Unidos
Sin milagros… Y es que de esos ya quedan muy pocos. Trabajos con oficio, solventes y sin riesgo alguno es lo que abunda en la industria cinematográfica estadounidense. Un ejemplo de esto es la última composición del murciano afincado en Los Ángeles Roque Baños. Risen, o El resucitado, que así se llama la criatura, es una historia ambientada en el siglo I de nuestra era que narra la investigación que un centurión agnóstico lleva a cabo sobre la muerte y resurrección de Jesucristo.
Con este tópico y típico argumento bíblico, Roque Baños escribe una partitura sin demasiada chispa que cae en la repetición deliberada de clichés –Capturing Mary Magdalene– que el músico toma prestados de los mediaventures.
Aun así, cabe destacar el elegante y sugerente uso que el músico hace de las voces y los instrumentos étnicos –The sea of Galilee-, elementos que dan forma a la parte más interesante del score. Sin embargo, las últimas ideas de la partitura –Ascension/Farewell– muestran la gran capacidad que el músico tiene para adaptarse a cualquier circunstancia, demostrando que hoy por hoy es uno de los compositores con mayor capacidad melódica de la industria. Como dijo el poeta, “adaptarse o morir.”
Antonio Pardo Larrosa