La mezzosoprano canaria Nancy Fabiola Herrera es una de nuestras artistas más internacionales. Tras más de treinta años de carrera, después de haber cantado más de sesenta roles y de haber combinado la ópera con el repertorio sinfónico, el recital y la zarzuela, se plantea cada nueva producción con la misma ilusión que el primer día, siempre atendiendo a su máxima: alcanzar la excelencia a través del trabajo riguroso.
Por Susana Castro
Su debut profesional tuvo lugar en 1987, y en la década de 1990 obtuvo numerosos galardones que la situaron en el punto de mira. Echando la vista atrás, ¿qué queda de aquella joven que daba sus primeros pasos en la lírica?
La ilusión por cantar. Tengo la misma ilusión que el primer día. Cuando miro hacia atrás, me parece mentira que haya tenido el recorrido que he tenido, pero pienso que es porque una siempre siente que está empezando. Vas acumulando experiencia, pero la historia no es llegar, el reto está en mantenerte y mantener la frescura, la ilusión, en abordar cada proyecto como si fuera el primero. Y eso es algo que he conservado todos estos años y que me hace sentir que no ha pasado tanto tiempo.
Cada proyecto que abordo es un reto diferente, aunque sea el mismo título. También porque estás en diferentes momentos de la vida. Esto es lo bueno de estar siempre colaborando con artistas diferentes. Hacen que cada proyecto se sienta como algo nuevo y fresco. Y eso me gusta, me ayuda a mantenerme motivada. La vida del cantante te obliga a estar yendo al taller constantemente, te tienes que monitorizar, el físico cambia. Las referencias a la hora de cantar también son diferentes, ya que están dentro de nosotros. Es como la maquinaria de un reloj suizo: tienes que ir ajustando las piecitas todo el tiempo. Los cantantes somos estudiantes eternos, sobre todo si te planteas una carrera longeva.
¿Siempre pensó en hacer una carrera a largo plazo?
Sí, siempre tuve claro que mi prioridad era tener una carrera duradera. Mantener la voz fresca a lo largo del tiempo es algo que siempre ha primado por encima de todo y me ha llevado a ser paciente, a tomar riesgos calculados y ser cuidadosa con las elecciones de repertorio. Soy muy curiosa a nivel musical y no me gusta limitarme. Eso no significa que tengo que hacer de todo, pero sí tengo capacidad de abordar diferentes estilos, siempre con respeto y con calidad, buscando la excelencia. Un artista debe explorar diferentes facetas.
¿A qué se refiere con esa búsqueda de la excelencia?
Vengo de una generación en la que el trabajo para conseguir la excelencia era fundamental. Diseccionar una partitura y trabajar con un maestro hasta igualar los timbres de las voces era lo habitual, pero hoy en día no se tiene el tiempo suficiente para hacer esta tarea, vamos muy deprisa, queremos hacerlo todo en el menor tiempo posible, hay una tradición que se va perdiendo. Echo mucho de menos el trabajo de poner a dos voces juntas, que aprendan a escucharse y que empasten sus sonidos. El resultado es mágico, y lleva la música a otro nivel. Siempre abogo, sobre todo con las nuevas generaciones, por la preparación, la investigación y la profundización, por hacerte las preguntas correctas. Y no me refiero solo a la preparación musical, sino también al personaje. No debemos olvidar que somos comunicadores y debemos prepararnos a muchos niveles. Tener una voz no lo es todo, es solo una parte.
A nivel vocal, ¿qué diferencias encuentra en su voz actual con respecto a cuando empezaba?
A mí me gusta más el color de mi voz ahora. Al principio de mi carrera abordaba papeles con más coloratura (ahora menos, aunque la sigo trabajando), pero mi voz ha ido adquiriendo un terciopelo y un color más redondo y homogéneo, que lo va dando el tiempo. Siempre me preocupó, desde el principio, que la voz se mantuviera igual en toda la tesitura, que no hubiera diferentes colores sino homogeneidad. Todos mis maestros y grandes cantantes de otras generaciones a los que he leído siempre le daban mucha importancia a tener una buena técnica para cantar homogéneamente en todo el registro. Mi voz también ha ganado en volumen, es más compacta y el registro sigue siendo amplio.
A medida que la voz va madurando con la edad, exploras otros repertorios para los que antes la voz no estaba preparada; también vas dejando otro repertorio atrás. La gran medicina de la voz es el repertorio belcantista. Si bien realizo incursiones en el repertorio verista, creo que siempre hay que volver al bel canto para poner la voz en su sitio. Esto te da juventud en la voz y longevidad.
Siempre ha buscado hacer su propio camino, sin pensar en los dictámenes del mercado, sino escogiendo proyectos que le apetecen y que encajan con su voz.
Cada ser humano es diferente, así que el artista tiene que agarrarse a su individualidad y potenciar lo que quiere decir. Los artistas que han dejado huella eran personas que tenían algo particular, o que tenían algo que decir de manera diferente, más allá de que fuesen aceptados o no en el mercado. Estamos en un mundo globalizado en el que la tendencia es fabricar un producto que la gente quiera comprar. Pero pienso que tu carrera debe depender de lo que tú quieras en la vida. Nosotros somos cocreadores de nuestra realidad, no debemos ajustarnos a lo que se espera de nosotros. Pero tenemos que saber lo que queremos, y a veces ese es el gran problema, porque no lo sabemos. Lo más importante es hacernos las preguntas correctas desde el principio.
Para mí, la clave de una carrera es prepararse bien, hacerse las preguntas correctas y marcar tu propio sello. Además, siempre hay que trabajar la autoestima, que es una de las cuestiones de las que más padecemos los seres humanos. Los cantantes nos autosaboteamos mucho por el tipo de trabajo que tenemos.
El rol que mayores éxitos le ha reportado en estos años, y que más veces ha encarnado (en torno a 130 funciones), ha sido Carmen, de Bizet. ¿De qué forma consigue que le siga motivando?
Me enamoré de ese rol desde que me lo presentaron. Fue un flechazo. Carmen es una mujer tremendamente vitalista. Cada vez que la abordo encuentro diferentes facetas, siempre hay algún matiz diferente. Depende de cómo la enfoques, se enriquece tu visión sobre ella. Es un rol que me motiva. No tiene edad. Es una forma de ver la vida. Es un rol adorado para mí y continúo dedicándome a él. Tengo un proyecto de grabación próximo y otro proyecto muy bonito basado en Carmen con la bailaora María del Mar Moreno. Estamos trabajando en él y me hace muchísima ilusión.
Ha podido ser Carmen en países tan distintos como Australia, Inglaterra, Japón, Rusia o Estados Unidos, y en todos ellos ha obtenido igual reconocimiento. ¿Hay algún teatro al que le gustaría acudir como Carmen y todavía no lo ha hecho?
Viena. Me hubiera encantado hacerlo allí, o también en Chicago, es un teatro que todavía tengo pendiente… Y me hubiera gustado mucho hacerla en el Teatro Real o en el Gran Teatre del Liceu. Hubiese sido precioso.
Dicen que los españoles a veces tardamos en apreciar lo nuestro, que primero hay que triunfar fuera para que luego se reconozca la valía de lo nuestro aquí. ¿Cree usted que ha sido y es profeta en su tierra?
La mentalidad española es como dices. El español a veces tiene vergüenza de lo suyo. No apuesta por ello. Solo cuando se siente reconocido fuera, se convence de que lo suyo vale. Es una pena, porque eso nos lleva a que, en muchos campos, no seamos los mejores vendedores de lo que tenemos, tanto en talento como en otras cosas que podríamos vender al mundo. Pasa hasta con la zarzuela. Consumimos todos los musicales de Broadway habidos y por haber, ópera alemana, francesa, rusa, italiana, etc., pero ópera española, ¿cuánta consumimos? Somos nuestros peores enemigos.
Muchos artistas hemos sido reconocidos antes fuera de España que en nuestro país. No me quejo, he sido profeta en mi tierra. Pero hasta cierto punto, ya que en muchas cosas me han valorado más fuera, aunque no tengo resquemor por ello porque siempre pensé que, si en mi tierra no me querían o no me valoraban, yo no dependía de ello.
A mí esto no me ha parado. Mi valía no puede depender de lo que piensen los demás. La autoestima tiene que estar en su sitio. Debes saber quién eres y qué puedes aportar, porque después lo de fuera responderá en positivo. Este es un mensaje que me gusta dar a las nuevas generaciones.
Ahora comienza la temporada 2023-24 en el Teatro Real encarnando a Néris, de la ópera Medea de Luigi Cherubini. ¿Cómo se enfrenta a la preparación de un nuevo rol?
Como decía antes, somos eternos estudiantes. Debutar un rol es maravilloso ya que te estás retando a ti misma todo el tiempo y eso es importante, porque mantiene la motivación, exploras aspectos tuyos que cada rol te exige. He tenido la fortuna de realizar varios debuts en estos últimos años, recientemente con Trato de favor en el Teatro de la Zarzuela, y me parecen retos bonitos e interesantes.
Nunca he interpretado a Cherubini y me encanta. Empecé cantando mucha ópera barroca, pero después no lo he hecho tanto como me hubiese gustado. En este momento de mi carrera abordar este rol es precioso, además volviendo al Teatro Real, donde hace muchos años que no canto, y de la mano de Paco Azorín, a quien quiero mucho y sé que su propuesta será fantástica.
Después volverá al Metropolitan Opera de Nueva York, escenario que ha sido una constante desde que en 2005 interpretase allí a Carmen. En este caso prestará su voz a Paula de Florencia en el Amazonas de Daniel Catán. ¿Cuál es su relación con la nueva creación?
Daniel Catán se nos fue muy pronto pero sí fue profeta en su tierra y sus óperas son de las que más se programan en los últimos tiempos, tanto Florencia en el Amazonas como Il postino. Desde el principio de mi carrera tuve relación con la creación contemporánea. El primer título que canté fue Luz de oscura llama, de Eduardo Pérez Maseda y Clara Janés, y también estrené alguna obra de compositores del conservatorio, como Carlos Galán. Es muy importante para un cantante ser un vehículo para la nueva creación. Tiene que ser una de nuestras prioridades. Se aprende muchísimo. A veces conlleva mucho trabajo porque únicamente se programa una vez. Pero eso es parte de la experiencia musical, todos tenemos que estar preparados para abordar diferentes géneros.
Siempre le ha gustado cultivar las distintas facetas posibles de su carrera, y ha alternado la ópera con el repertorio sinfónico y los recitales. ¿Cómo consigue combinar repertorios tan distintos? ¿Afecta esto a la técnica?
La técnica es una, pero tienes que adaptarla a los diferentes estilos, ya que cada uno tiene su propia forma de abordarse. Es un reto como músico y como artista que cada estilo suene auténtico. Tuve la inmensa fortuna de formarme en Estados Unidos tanto en canción de concierto, como el lied y otros idiomas, como en el repertorio sinfónico. Son diferentes maneras de vivir la música y cada una tiene su magia particular, los adoro, siempre he querido abordar todos estos géneros y sentía que podía hacerlo, que la comunicación con el público funcionaba.
Cuando creo un recital, diseño un viaje de emociones para el público. Son microhistorias con las que yo vibro y creo que, si yo lo hago, el público lo hará conmigo. Hay que ser muy verdadera y honesta con las historias que cuentas. Es la única manera de llegar a las personas. Somos comunicadores y nuestras misión es mover esas emociones. Y lo mismo con el repertorio sinfónico: vibro con Mahler, Berlioz, Granados, Falla, el repertorio ruso, etc. No me gusta ponerme límites ni que me los pongan. No podemos pretender gustar a todo el mundo, pero lo que hago lo hago con convicción, pasión y preparación.
¿Cuál ha sido su relación con la zarzuela en todos estos años? ¿Sucede lo mismo que con los artistas españoles, en España no se le da el valor que debería tener?
La zarzuela es un género maravilloso y único, pero es cierto que el propio español no lo valora. Primero, por desconocimiento, y segundo, porque se asocia históricamente con la dictadura. El género habla de nuestra historia y de nuestras tradiciones. Yo he aprendido muchísimo sobre España estudiando zarzuela. Cuando cantamos zarzuela fuera de España la gente la adora, la música les conmueve, les encanta su pasión.
A día de hoy, las producciones bien hechas, como las del Teatro de la Zarzuela, pueden competir con la ópera sin ninguna duda. Montajes como La del manojo de rosas de Sagi han dado la vuelta al mundo cosechando mucho éxito. El último montaje que realicé con Plácido Domingo fue El gato montés en Los Ángeles y llenábamos todos los días. La gente brama al final de las funciones.
Mi marido, Marcelo Pérez, creó en 2019 la asociación ‘Zarzuela por el mundo’ con la idea de hacer más zarzuela, y de más calidad, en el mundo. El primer encuentro internacional fue en México, el país apoyó la iniciativa (no así España). Al lanzar la pregunta de por qué no se programaba más zarzuela, la respuesta unánime fue que por desconocimiento de los programadores.
La labor que está realizando el Teatro de la Zarzuela con su acercamiento al público joven es magnífica. Hay que darles a conocer el género, que lo consuman, y hay que adaptarlo a su propio lenguaje. Creo que esto es fundamental y los cantantes latinos debemos seguir comprometidos con ello. Para mí, la clave de la pervivencia del género está en la formación, ya que es mucho más difícil formarse como cantante de zarzuela que como cantante de ópera. Las formaciones de Estados Unidos ya incluyen este tipo de contenidos en sus programas y ese es un paso enorme.
Precisamente la formación es la faceta que nos queda por explorar de su vida profesional. Imparte habitualmente clases magistrales, y entiendo que se irá volcando cada vez más en la docencia. ¿Cómo entiende usted la enseñanza?
La enseñanza no la abordé hasta hace relativamente poco por el respeto que tengo a la técnica vocal. Es una responsabilidad muy grande. Me encanta trabajar con los jóvenes, sobre todo el rigor de la preparación, ya que no tienen una metodología de trabajo para afrontar el estudio de una obra. Me planteo la docencia de una manera holística: trabajamos al mismo tiempo la parte musical, la técnica vocal y las cuestiones actorales, ya que el cantante es más que una voz y tiene que ser capaz de meterse en la psicología de los personajes. Hago hincapié en el trabajo psicológico, espiritual y emocional, en las herramientas que hay que ir aprendiendo en el camino para que la carrera funcione.
Con ‘Zarzuela por el mundo’ impartimos en diferentes partes del mundo un seminario para jóvenes cantantes que se llama ‘Zarzuela XXI’. Contempla todas las facetas: trabajo emocional, trabajo actoral, dicción, trabajo corporal de conciencia física, interpretación, historia de la zarzuela, etc. Se trata de un trabajo global para poder realizar una carrera de forma exitosa, en el que también incluimos educación financiera, ya que en la pandemia el mundo artístico padeció mucho.
En el futuro me planteo impartir seminarios motivacionales. Hablando a los cantantes desde la práctica, contarles todo lo que me ha servido en mi carrera y las cuestiones que sigo desarrollando a día de hoy y que son herramientas muy valiosas para enfrentar este trabajo de la mejor forma posible y poder disfrutarlo. Se trata de que cada uno se empodere y sepa hacia dónde va para que se abran los caminos necesarios.
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