Artículo extraído del Trabajo de Fin de Máster: ‘Musicoterapia y salud mental: resultados de las sesiones en la Unidad de Psiquiatría’, presentado en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid en enero de 2016.
Por Beatriz Amorós y Miren Pérez
Qué es
La musicoterapia está cada día más presente en nuestra sociedad. En las últimas décadas ha ido introduciéndose poco a poco en los programas de hospitales, escuelas de música, centros de educación especial, centros de integración, colegios, etc., de todo el mundo. Esta disciplina, joven en cuanto a término científico, pero milenaria en cuanto a origen, se ha presentado con múltiples definiciones durante este tiempo y a día de hoy sigue siendo una gran desconocida para muchos.
En términos generales, la musicoterapia es el uso de la música y sus elementos —sonido, ritmo, melodía, armonía…— como herramienta para facilitar y promover la comunicación, el aprendizaje, la movilización, la expresión, la organización o infinidad de objetivos terapéuticos. Dicho de otra manera, es entender la música como herramienta para ayudar a mejorar la calidad de vida y el bienestar físico, mental o emocional de las personas por medio de las experiencias musicales y las relaciones que se desarrollan a través de esta.
La World Music Therapy Federation (Federación Mundial de Musicoterapia) revisó el término hace unos años y lo actualizó, adaptándolo a la realidad terapéutica del momento: ‘La musicoterapia es el uso profesional de la música y sus elementos como una intervención en ambientes médicos, educativos y cotidianos con individuos, grupos, familias o comunidades, buscando optimizar su calidad de vida y mejorar su salud física, social, comunicativa, emocional e intelectual y su bienestar. La investigación, la práctica, la educación y la instrucción clínica en la musicoterapia están basados en estándares profesionales según los contextos culturales, sociales y políticos’.
Su potencial se debe a que la actividad musical es una de las actividades que mayor impacto tiene en el cerebro humano, afectando tanto a las emociones como al movimiento, a la memoria, al lenguaje, la comunicación y a muchos otros campos de nuestro sistema neurológico, tal y como afirmó el neurocientífico y profesor de psicología de la música, Stefan Koelsch, en una entrevista para RTVE realizada por Eduardo Punset en 2012. De hecho, la música tiene tal influencia en nuestro cerebro que puede llegar a ser incluso una parte intrínseca del desarrollo de la mente, el cuerpo y las relaciones humanas, según Anthony Stoor.
Método
El proceso terapéutico con música se puede abordar con diferentes técnicas, pudiendo utilizar tanto técnicas activas o creativas como técnicas pasivas o de escucha. A día de hoy existen solamente cinco modelos de actuación en musicoterapia reconocidos internacionalmente por la profesión. Estos son: el método analítico, el conductista, el método de musicoterapia creativa, el modelo Benenzon y el GIM (Guided Imagery and Music).
Cada uno de estos métodos tiene diferentes perspectivas a la hora de usar la música y, mientras unos focalizan más la atención en la improvisación, la creatividad y la espontaneidad musical; otros se basan más en el trabajo guiado o la escucha.
En la mayoría de los abordajes en musicoterapia, la comunicación entre paciente y musicoterapeuta se suele hacer a través de los instrumentos y el sonido, y las sesiones pueden ser tanto grupales como individuales, dependiendo siempre del tipo de paciente y sus circunstancias. No obstante, independientemente del método, en todos ellos el musicoterapeuta lo que hace es utilizar la música como medio, no como fin, para cumplir con los objetivos propuestos.
Usos
Una de las preguntas más comunes a las que nos enfrentamos ante esta ‘nueva’ disciplina es: ¿en qué tipo de problemas o patologías está indicada la musicoterapia? La mejor respuesta sería: en casi cualquiera, simplemente hay que tener en cuenta las necesidades de cada uno y trabajar a partir de ellas para, por ejemplo, evitar sobre estimular a un paciente para el que no sea recomendado.
Cualquier tipo de patología o problema se puede trabajar a partir de la música, por ejemplo con actividades que ayuden a la expresión, a la comunicación, a canalizar las emociones, a mejorar la memoria, a la coordinación motora, a la atención o incluso a fomentar la autoestima. De hecho existen sesiones de musicoterapia con personas sin ningún tipo de problema o enfermedad, que buscan trabajar ciertos hábitos o conductas que ayudan a la vida diaria de la persona o a prevenir una futura patología.
La música estimula nuestro cerebro y lo hace crecer de manera diferente, despertando ciertas áreas y talentos que serían difíciles de fortalecer de otra manera, lo cual es muy útil por ejemplo con los niños. Hay estudios que han demostrado que el cuerpo calloso que conecta el hemisferio derecho —emociones— y el izquierdo —organización— de nuestro cerebro es más grueso en las personas con experiencias musicales, y más grueso aun en las personas que tuvieron estas experiencias antes de los 7 años de edad. En Estados Unidos fue muy famoso el ‘Efecto Mozart’ cuando se demostró que la música de este compositor era particularmente efectiva para aumentar las capacidades de razonamiento de los más pequeños.
En el caso de la musicoterapia, lo bueno es que se pueden aprovechar y adaptar todo tipo de músicas o recursos musicales que vayan mejor con cada uno, ya sea la interpretación musical, la composición, el movimiento, el baile o la palabra, entre otros. No es necesario saber hacer música para poder asistir a musicoterapia, sino que se trata de aprovechar las cualidades musicales que la persona tenga, sean las que sean.
Musicoterapia y salud mental
Siguiendo estas premisas, dentro del amplio abanico de campos donde la música puede ser muy beneficiosa como terapia,se encuentra el de la psiquiatría o la salud mental. La utilización de actividades musicales en psiquiatría posibilita una mayor motivación, implicación y participación de los usuarios y,gracias la fuerza de la música como herramienta de trabajo, es posible utilizarla para una gran cantidad de objetivos terapéuticos en este área. Diversos autores han trabajado con anterioridad en este campo. En México, una especialista en este ámbito es Esther Murow. Posee varios trabajos en este campo, específicamente, con pacientes con esquizofrenia. Dicha autora realizó con Claudia Unikel en 1997 un estudio en el que alternaron musicoterapia con expresión corporal en pacientes con esquizofrenia crónica y obtuvieron resultados significativos. Posteriormente, realizó más investigaciones en este campo, llegando a apostar, incluso, por la musicoterapia como factor curativo.
En el caso de España, la práctica psiquiátrica y la musicoterapéutica han estado muy ligadas desde su comienzo en la década de los 60 gracias a la labor de Serafina Poch Blasco, quien impulsó en Barcelona los primeros proyectos de intervención en salud mental. Poch registró cambios en el estado de ánimo de los pacientes y categorizando la musicoterapia como herramienta eficaz para impulsar la socialización y la movilización interna y externa del paciente.Además de Poch, otros de los grandes impulsores de la musicoterapia en nuestro país, Aitor Loroño y Patricia Sabbatella, han estado ligados a las investigaciones de musicoterapia y salud mental.
Por otro lado, los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) revelaron un aumento considerable del número de estancias hospitalarias en nuestro país provocadas por enfermedades mentales, suponiendo un 9,7 % del total de ingresos. Esta cifra contrasta además con el escaso número de altas en este colectivo, que representan solamente el 2,5 % debido a que, en la mayoría de los casos, las patologías requieren hospitalizaciones muy largas, rondando los 18,19 días en los centros públicos y los 45,5 en los centros privados (INE, 2015). Concretamente, el aumento de hospitalizados por trastornos mentales fue del 3,4 % con respecto al año anterior y suponen un total de 3.031.658 ingresos durante el 2014 en España.
Tras leer esto, cabe plantearse una vez más la importancia de la musicoterapia como herramienta de mejora para los pacientes ingresados en psiquiatría y la necesidad de demostrar los beneficios que supondrían implantarla de forma normalizada en los hospitales de nuestro país.
Estudio de caso: musicoterapia en psiquiatría
Con el fin de impulsar esta iniciativa, el pasado año se llevó a cabo un registro de la influencia de las sesiones en los pacientes ingresados en una planta psiquiátrica de agudos, la Unidad de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Durante tres meses completos, se recogieron datos en las sesiones de este proyecto de musicoterapia creado por la Fundación Musicoterapia y Salud de la mano del musicoterapeuta Nacho Martínez hace ya más de seis años, buscando identificar los posibles cambios que genera esta disciplina en el ambiente de la Unidad y tratando de conseguir testimonios de los participantes, miembros del personal sanitario y familiares.
En una unidad de agudos de psiquiatría, cada semana varía el número de personas ingresadas en la planta y sus características. Los pacientes entran temporalmente en esta unidad con todo tipo de patologías relacionadas con la salud mental, entre las que suele ser habitual encontrar diagnósticos de esquizofrenia, trastorno de la personalidad, depresión, trastorno de ansiedad, psicosis, trastorno de la conducta alimentaria, etc., así como pacientes sin un diagnóstico determinado.
Los resultados del estudio demostraron un cambio considerable en el estado de los pacientes encuestados antes y después de la sesión de musicoterapia: tras las sesiones, había una amplia mayoría de pacientes alegres, tranquilos, motivados, atentos, relajados, animados…
Por otro lado, las opiniones de los pacientes que más se repitieron tras las sesiones fueron las que hacían hincapié en lo bien que se encontraban los participantes después de la musicoterapia, lo mucho que les había ayudado a sentirse mejor o, incluso, tal y como decía Miriam, que ‘la musicoterapia es lo único que tiene de especial el hospital, ¿sabes?, lo único que te hace estar tranquilo y a gusto’.
Algunos también destacaban la motivación y la mejora de la autoestima tras las sesiones. En palabras de Gema, tras la experiencia: ‘hacía tiempo que no me sentía tan bien. No me veía capaz de hacer nada y mira ahora… Con la musicoterapia, sí se puede’.
Entre los comentarios de los familiares, destacaba la satisfacción de la gran mayoría de los encuestados al ver el cambio en la persona a la que acompañaban, así como la creencia de que el proyecto de musicoterapia en psiquiatría ayuda a mejorar a los pacientes durante su estancia en el hospital —idea que apoyaron el cien por cien de los encuestados—.
Finalmente, se consideraron de gran importancia las opiniones del personal sanitario, trabajadores del hospital que acompañan diariamente a los pacientes durante su estancia y que acudieron a las sesiones de musicoterapia. Una de las auxiliares de enfermería dijo: ‘la musicoterapia ayuda a los pacientes a desbloquear su mente. Se relajan, mejora su autoestima y les ayuda a relacionarse mejor. También son más expresivos y su relación conmigo es más cercana. Al estar los pacientes en las sesiones de musicoterapia, proyectan su optimismo y alegría a los demás pacientes’.
Por otro lado, uno de los enfermeros dijo que ‘cuando [los pacientes] salen de las sesiones de musicoterapia parecen otros. Noto cambios a largo y corto plazo, están más comunicativos, con mejor ánimo y mejoran sus relaciones’.
Conclusiones
Los resultados analizados determinaron una influencia considerablemente positiva de las sesiones de musicoterapia en la Unidad de Psiquiatría estudiada. Los cambios registrados fueron satisfactorios en todos los casos y se ratificaron desde varios puntos de vista. Los testimonios de tres colectivos diferentes, los pacientes, sus familiares y el personal hospitalario, dejaron constancia de una misma realidad que parece apreciable desde cualquier perspectiva.
El hecho de que los pacientes valoren las sesiones de musicoterapia como ‘lo único bueno que tiene el hospital’ o que lo elogien frente a terapias e intervenciones experimentadas en otros centros, no solo confirma el potencial de la musicoterapia en el campo de la salud mental sino que, a su vez,puede ser una pequeña muestra de la necesidad de ampliar la atención hospitalaria estandarizada a un enfoque más interdisciplinar en el que se aprovechen íntegramente los recursos.
El aumento de estancias hospitalarias en España por enfermedad mental refleja una clara necesidad de cambio y de nuevas medidas que mejoren la situación. Sin embargo, uno de los principales problemas que se encuentra hoy en día en este tipo de proyectos es la falta de apoyos y recursos. El hecho de que la musicoterapia siga siendo una ‘gran desconocida’, tal y como se comentaba al principio, imposibilita los avances en el campo.
Sin duda, la musicoterapia en España está aun poco desarrollada con respecto a otras zonas del mundo, como Estados Unidos, América Latina o Alemania, donde se introdujo como licenciatura hace ya más de tres décadas, en 1979. Desde entonces, cada vez han sido más los países y centros que han ido incluyendo la disciplina en todo tipo de programas, pero es innegable que sigue existiendo una desigualdad apreciable de la situación de la disciplina a nivel internacional, algo que, a la vista de los resultados, hay que empezar a cambiar.