Mariana Todorova es concertino de la Orquesta Sinfónica RTVE. Juan Reque es licenciado en Educación Física y diplomado en Fisioterapia con más de 25 años de experiencia tratando lesiones. Además es el creador del método Thimblex, para el tratamiento de lesiones crónicas.
Una visión actual de la relación entre los músicos profesionales y las lesiones que padecen en el día a día. Las causas, los diferentes tipos de lesiones, sus tratamientos y el punto de vista de un fisioterapeuta.
Por Mariana Todorova y Juan Reque
Estamos acostumbrados a ver a deportistas profesionales recibir tratamientos o realizar ejercicios terapéuticos en gimnasios y centros deportivos. Cada lesión de Cristiano Ronaldo o Pau Gasol es descrita no solo por médicos y fisioterapeutas, sino también por medios de comunicación. Las lesiones deportivas se han convertido en algo cotidiano, algo que no hay que esconder y que no tiene que provocar sentimiento de culpa en el atleta.
Pero esta situación es diferente en otros ámbitos profesionales. Concretamente en el mundo de la música, mucho menos mediático y menos lucrativo, la situación es diferente. La música es una actividad profesional que requiere del mismo tiempo de práctica o más que el deporte profesional. Guitarristas, violinistas, pianistas, etc., pasan horas y horas ensayando en solitario en casa. No hay cámaras de televisión ni reporteros de la prensa deportiva. Solo el instrumento, los tendones, los músculos y el esfuerzo del músico.
Como media, un músico ensaya cuatro o cinco horas diarias; horas en las que su cuerpo está en tensión. No una tensión dinámica, como la de los atletas, sino una tensión estática, en la que el músico realiza pequeños movimientos con los dedos y las manos. Sentado al frente del piano, sentado en una silla encorvado hacia delante o de pie con el violín al hombro, los músculos se fatigan. La fatiga muscular no aparece de repente. Es después de una acumulación de días, años, cuando un día el músculo trapecio superior, el flexor de la muñeca o el cuadrado lumbar dicen: «¡basta!».
Mariana Todorova es un ejemplo de ello. Fuera del mundo especializado de la música es una ciudadana más. Pero, como mínima carta de presentación, decir que lleva veintidós años como concertino de la Orquesta RTVE. Su rutina incluye cuatro a cinco horas diarias de dedicación exclusiva al violín. Y esto desde hace treinta años. Todo ello con una altísima exigencia añadida: la tensión de los conciertos en directo. Estos han sido los ingredientes necesarios para que la violinista desarrollara la llamada «fatiga crónica por sobreuso». La fatiga llega a ser tal que causa dolor con solo coger el violín. El síndrome de sobreuso muscular, trauma acumulativo o fatiga crónica, se da en músicos por la acción repetitiva de movimientos con una postura comprometida frente al instrumento. Surge cuando un tejido, músculo, hueso, ligamento o tendón recibe una exigencia más allá del límite. Este sobreesfuerzo provoca pequeños traumatismos y rupturas con sangrado y edema que a medida que transcurre el tiempo se repiten y rara vez llega a percibirse una curación por completo.
Contrariamente al deporte profesional, donde los atletas calientan, estiran, van al gimnasio y se dan masajes, los músicos no crecen con una cultura de «cuidarse» como los deportistas. Al no ser considerada una actividad deportiva, la creencia errónea es que no hace falta cuidar el cuerpo para tocar un instrumento. Más que una creencia es desconocimiento, y esto lleva a multitud de lesiones crónicas. Los músicos a lo largo de su carrera desarrollan lesiones. Según un estudio realizado en Australia en 2012, el 84 % de los músicos había experimentado dolor o lesiones que habían interferido al tocar su instrumento o al participar en ensayos y actuaciones orquestales normales. El 50 % manifestó tener dolor o lesión en el momento de la encuesta, principalmente con trastornos que los músicos perciben como relacionados con el trabajo. El 28 % había necesitado tomarse al menos un día libre del trabajo por ese dolor en los últimos 18 meses. Este estudio proporciona una fuerte evidencia de que las lesiones entre músicos son muy comunes en el mundo de las orquestas profesionales.
Las lesiones de los músicos, unas más llevaderas que otras, suelen ser crónicas y aparecen poco a poco. Los músculos, articulaciones y tendones van acumulando tensión y llega un día en el que aparece el dolor. Si en este momento no se toman medidas y se actúa con rapidez, la lesión se puede hacer crónica y será mucho más complicado deshacerse de ella. Unas veces las tensiones aparecen por una mala técnica, pero simplemente el hecho de tocar un instrumento muchas horas puede crear molestias y dolores. Entre las lesiones más comunes en los músicos de orquesta se encuentran:
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- Tendinopatías de hombro, codo o muñeca.
- Tenosinovitis de De Quervain.
- Síndrome del túnel carpiano.
- Bursitis subacromial de hombro.
- Cervicalgias (dolores de cuello).
- Lumbalgias (dolores de espalda).
A partir de aquí, una vez que el dolor está establecido en su cuerpo los músicos comienzan a buscar soluciones. Pero existen muy pocos especialistas en músicos. Lo normal es que los médicos recomienden reposo cuando muchas veces es lo contrario lo que necesita el cuerpo. Según Mariana: «el reposo no era suficiente para recuperar la musculatura a corto plazo y, poco a poco, el problema se ha ido agravando. Después de varios meses sin apenas tocar, entendí que el reposo no era el camino». Explica Todorova: «el primer fisioterapeuta que me dijo que la fatiga crónica no se cura con reposo fue Juan Reque. Al contrario de lo que había hecho hasta ahora, había que fortalecer los músculos, movilizar los nervios y liberar la fascia muscular. Me recomendó varios ejercicios para realizarlos todos los días en casa aparte del tratamiento en consulta».
Una de las realidades cuando se tratan lesiones musculares asociados a la sobrecarga de los músicos es que el reposo no suele ayudar. Lógicamente no se debe realizar la actividad si hay dolor, a no ser que sea estrictamente necesario. Sería tirar piedras sobre nuestro propio tejado. Lo que hay que hacer es analizar y ver cómo podemos seguir haciendo la actividad sin la presencia de dolor. Unas veces la solución es reducir el tiempo de práctica o intercalar la práctica con descansos. Otras veces es adaptando o modificando la técnica con el fin de reducir el dolor. Hay que pensar, ser creativos.
Continuar con la actividad es muy importante, ya que si se deja de practicar la musculatura se va a debilitar y ahí existe el riesgo de caer en una espiral negativa que conlleva dolor y debilidad. Por lo tanto, una de las claves del éxito es no dejar de tocar. Lo siguiente es fortalecer la musculatura que está contracturada después de tantas horas de práctica. Un músculo tenso puede parecer que está más fuerte. Pero es lo contrario. Las contracturas musculares y las lesiones provocan que los músculos cercanos a la lesión se debiliten. Hay que cortar esta línea de tensión y debilidad y la mejor forma es con actividad. El ejercicio provoca aumento del flujo sanguíneo, elasticidad y, con el tiempo, funcionalidad. Los ejercicios deben de ser indoloros y adaptados a cada músico. Un análisis de los gestos que realiza cada músico y un esquema corporal del dolor que padece nos ayudan a definir cuáles son los músculos o grupos musculares que no están funcionando a la perfección. Los ejercicios tienen que estar dirigidos a fortalecer dichas estructuras. Los planes generales que nos puede mandar un monitor de gimnasio pueden ser hasta negativos para la lesión.
Por último, el tratamiento manual es imprescindible. Cuando el tejido muscular se irrita por sobreuso forma adherencias que comprometen el funcionamiento de la fascia, limitan la circulación a través del tejido subyacente e inhiben la función debido a la isquemia. La consecuencia es dolor e incapacidad de realizar correctamente la actividad. Las técnicas manuales como Thimblex deben aumentar y liberar el espacio entre la fascia superficial y profunda, lo que mejora el flujo linfático y sanguíneo. Este proceso llevará a una «limpieza» de la zona lesionada. Los tratamientos también consiguen mejorar el deslizamiento de la fascia profunda, lo que activará a los músculos implicados y provocará un reclutamiento adecuado de las fibras.
Rehabilitar a un músico es como completar un puzle. Hay muchas piezas que deben encajar. Una buena terapia manual, rehabilitación, corrección postural y adaptación de las cargas permite la recuperación del músico y, lo que es más importante: evita tener que dejar de tocar y ensayar, lo que nos posibilita seguir disfrutando de la magia y el encanto de la música.
La fórmula mágica o el menú del éxito: la rutina diaria
Todos entendemos que para evitar averías en nuestro coche debemos ser cuidadosos con la revisión periódica del mismo. Para prevenir esas temibles lesiones que tanto conocemos, debemos incluir en nuestra rutina diaria pequeñas acciones para evitar posteriores «averías».
Desde nuestro punto de vista no hay que hacer un trabajo intenso, no hay que pasarse largas horas en el gimnasio. Lo que hay que hacer son lo que llamamos «microsesiones» varias veces al día. Por ejemplo, realizar una rutina de movilidad de cinco minutos nada más despertarse, calentar con una goma elástica durante cinco minutos antes de ponerse a tocar o estirar por la noche viendo la televisión. Consideramos que esto tiene más sentido que ir al gimnasio dos veces por semana.
Con esta idea en mente hemos creado un «menú» que todo músico puede realizar diariamente. En el «menú» hay ejercicios para lubricar las articulaciones, ejercicios para fortalecer los músculos que tienden a debilitarse, ejercicios para estirar los tendones y, en general, una guía de actividades que nos ayudarán a estar lejos de las lesiones.
1. Ejercicios de movilidad
La movilidad es la capacidad de movimiento de las articulaciones, en el sentido más amplio y dinámico de la palabra. Está muy relacionada con la soltura o libertad que presentan las articulaciones en estado óptimo. Para que este ejercicio tenga los resultados esperados, es necesario encontrar el equilibrio entre todos los músculos que rodean la articulación, de ahí su precisión. El mejor momento para estimular la movilidad articular es en la fase de calentamiento, es decir, antes de empezar a tocar o incluso por la mañana nada más despertarse. Existen infinidad de ejercicios de movilidad para cada articulación pero para este artículo hemos seleccionado cinco:
a) Movilidad de hombro. Las sobrecargas musculares en el hombro afectan negativamente a muchos músicos y, a la larga, pueden incluso crear lesiones en el codo. Para prevenir lesiones de hombro en general los movimientos de elevación y rotación tienen que realizarse sin restricciones.
b) Movilidad de cuello. De la columna cervical parten los nervios braquiales, que son los que regulan la actividad de los brazos. Un cuello con sobrecargas musculares puede crear dolores de cabeza, dolores de cuello e incluso sensación de cosquilleo o debilidad en antebrazo y mano. El trabajo de movilidad de cuello debe realizarse con mucha cautela y suavidad pero es importante conservar los movimientos en todas las direcciones.
c) Movilidad de cadera. Cada vez más músicos sufren acortamientos en la articulación de la cadera que pueden influir negativamente en la rodilla. Mantener una buena movilidad de cadera, tanto en la flexión-extensión como en la rotación, puede ayudar a prevenir lesiones en los músculos y tendones relacionados con la cadera.
d) Movilidad de espalda baja. La columna lumbar está estrechamente relacionada con la cadera y consecuentemente con la rodilla. Mantener todos los movimientos de la espalda en buenas condiciones puede ayudar a prevenir muchas lesiones de cadera y rodilla.
2. Estiramientos y flexibilidad
La flexibilidad se describe comúnmente como el rango en el que podemos mover una articulación, de un lado a otro. O, en términos simples, hasta dónde podemos llegar, doblar o girar. Cuando el objetivo es mejorar la flexibilidad, los músculos y la fascias que los recubren deben ser el foco principal del entrenamiento de flexibilidad. Si bien los huesos, las articulaciones, los ligamentos, los tendones y la piel contribuyen a la flexibilidad general, tenemos un control limitado sobre estos factores. Aunque hay muchas formas diferentes de realizar un estiramiento, los estiramientos estáticos son los que se recomiendan para músicos.
El término «estiramientos estáticos» se refiere a estiramientos que se realizan sin movimiento. En otras palabras, el individuo se coloca en la posición de estiramiento y mantiene el estiramiento durante un período de tiempo específico. Este tipo de estiramientos se utiliza después de tocar o en casa por la noche como sesión de relajación.
3. Ejercicios de fuerza
Para prevenir lesiones tener una musculatura fuerte y equilibrada es fundamental. En músicos se debe prestar especial atención a la musculatura del tren superior y la espalda. Los ejercicios deben fortalecer todos los músculos que intervienen en cada articulación, sobre todo, deben ser ejercicios que trabajen todos los grupos musculares en colaboración, no aisladamente.
a) Ejercicios con gomas. Son los ejercicios más fáciles de realizar, pero también muy efectivos. Basta con llevar una banda elástica en la mochila o bolso y se podrán realizar los ejercicios antes de tocar como calentamiento o después como parte de la preparación física.
b) Ejercicios funcionales. Los ejercicios funcionales entrenan a varios músculos para trabajar juntos y prepararse para gestos deportivos. Son combinaciones de ejercicios, normalmente sin peso ni aparatos, que utilizan el propio peso corporal.
c) Ejercicios con banda o TRX. Otra buena forma de fortalecer las piernas sin tener que ir al gimnasio. Hay tres o cuatro ejercicios muy efectivos que se pueden realizar con estas bandas y son, sobre todo, los que combinan el fortalecimiento piernas y brazo.
El tratamiento una vez que aparece el dolor
El tratamiento manual, una vez que notamos molestias, es imprescindible. Cuando el tejido muscular se irrita por sobreuso forma adherencias que comprometen el funcionamiento de la fascia, las cuales limitan la circulación a través del tejido subyacente e inhiben la función debido a la isquemia. Los músculos del cuello, hombro, brazos y espalda son muy propensos a estas adherencias. La consecuencia es dolor e incapacidad de realizar correctamente la actividad y mayor riesgo de padecer lesiones. Los tratamientos deben de ir encaminados a aumentar y liberar el espacio entre la piel y la fascia superficial y a mejorar el deslizamiento entre la fascia superficial y profunda. Este proceso llevará a una «limpieza» de la zona lesionada. Un tratamiento bien realizado mejorará el flujo linfático y sanguíneo y, consecuentemente, provocará un reclutamiento adecuado de las fibras de los músculos implicados.
Existen varios tipos de tratamientos que consiguen estos efectos. Entre ellos se encuentran los siguientes:
a) Automasaje con foam roller, palo o stick: esta es la mejor manera de relajar los músculos de la espalda y hombros. También es un ejercicio adecuado como trabajo preventivo. Los movimientos longitudinales que podemos hacer desde el cuello hasta la columna lumbar van a ayudar a relajar los músculos a la vez que eliminan la toxinas producidas durante el ejercicio. La musculatura dorsal y los hombros también se pueden trabajar con el rodillo.
b) Thimblex: es una técnica manual que trata de abrir las líneas de comunicación en todo el cuerpo al borrar la memoria somática del tejido, elimina sustancias tóxicas que han quedado atrapadas en la malla de fibras y resuelve el dolor de los tendones. Todo esto permitirá que los vasos sanguíneos y los vasos linfáticos se dilaten (se abran), lo que aumentará la circulación de ambos fluidos.
Francisco dice
Gracias por el magnífico articulo y consejos. La verdad es que los músicos nos acordamos de santa Bárbara cuando truena. Hay que moverse!
Froilán dice
Muy bueno el artículo, lástima que los ejercicios son fotos, porque la ilustración de este modo también puede llevar a cometer errores a la hora de poner en práctica los ejercicios. Existe algún material didáctico o videos para consultar? .Gracias