Músicas en los salones y teatros del Madrid del siglo XVIII | Reseña

El valor artístico de la tonadilla del siglo XVIII tanto atañe a la música como a los textos, reflejo de un teatro divertido, pícaro y hasta frívolo, asentado en el quehacer cotidiano de las gentes. Una música quepasa de los teatros del Príncipe y de la Cruz a los salones privados, donde era eran interpretada por miembros de la élite social para su propio entretenimiento. El título de este disco lo expresa claramente. Son dieciocho pequeñas joyas (seguidillas, tiranas, canciones de amor o patrióticas) del Manuscrito de Berlín (música de Blas de Laserna) y del de Narciso Paz, afrancesado que al salir de España llevó consigo una serie de melodías acompañadas de guitarra.

A pesar de su simplicidad, solo aparente, no es fácil interpretar esta música. No basta con cantar las notas; es necesario dar al texto el sentido que tiene, mediante las inflexiones de voz y toda suerte de recursos expresivos que eran las “armas” de las grandes tonadilleras de hace doscientos años; de aquellas cantantes que arrastraban multitudes rodeadas de fans absolutamente entregados como los “chorizos” y los “polacos”.

Ingartze Astuy, mezzosoprano de coloratura, es una excelente intérprete de este repertorio, porque a sus cualidades técnicas, a la belleza de su voz y a la solvencia de su técnica virtuosística, une una gracia en la interpretación que encanta, especialmente en las canciones con “intención” tanto pícara como “patrióticas”.Destaquemos, además, su perfecta dicción, que hace que el texto “se entienda” sin dificultad, a pesar de ser cantado. Adecuado el acompañamiento de la guitarra y oportuno el del cheloen los números que interviene.

Un disco para saborearlo tranquilamente.

Por: José Prieto Marugán