Título: Scaramouche
Director: George Sidney
Música: Victor Young
Cuánta razón tienen nuestros mayores cuando afirman de forma lapidaria aquello de que “ya no se hacen películas como las de antes”; y es que esto, aunque pueda parecer una perogrullada, es tan cierto como que respiro. Scaramouche muy bien podría pertenecer a esa lista de clásicos que en la década de los 40 y 50 hicieron grande el género de aventuras. Scaramouche es posiblemente una de las mejores –disculpen mi osadía– películas de la historia del cine, al menos en lo que a entretenimiento se refiere, ¡y es que nunca me canso de verla! Está basada en la novela del escritor inglés de origen italiano Rafael Sabatini, y no es otra cosa que un best-seller ambientado en la Francia revolucionaria del siglo XVIII que supuso la consagración de su autor. La novela cuenta la historia de André Louis Moreau, un abogado que, tras la trágica muerte en duelo de su amigo Philip de Valmorin, un idealista defensor y adalid de la libertad, se ve arrastrado a una cruzada para vengar la memoria de su fiel amigo. Entre la comedia y el drama la obra conduce al protagonista hasta una compañía de cómicos de la legua donde adoptará para sus propios fines la personalidad bufonesca de Scaramouche, el espadachín y charlatán más famoso del siglo XVIII. Honor, amor, sedición y venganza podrían ser las claves para entender este clásico de la literatura universal.
La película fue dirigida por George Sidney, un montador, coreógrafo y asistente de dirección americano especialista en la comedia musical –Levando Anclas– que tuvo su consagración en el cine de “capa y espada” realizando dos de las mejores películas de este género, Los tres mosqueteros (1948) y Scaramouche (1952). La partitura escrita por Victor Young y la tramoya sutilmente reflejada por Sidney hacen que esta película pueda ser definida como una tragicomedia en tres actos.
(I) De cómo Young describe la aventura
El inicio de la película es espectacular, una gran fanfarria –Prelude/Royal signpost– de idéntica textura a las escritas por Alfred Newman. Levanta el telón de esta tragicomedia presentando por primera vez el leitmotiv principal, una melodía iniciada por las trompetas y seguida por la cuerda que representa el honor y la lealtad del protagonista, Moreau; un motivo muy bien definido que introduce a André en medio de la escena. Las pinturas bucólicas –André arrives on horseback– se suceden a través de los compases más delicados de la obra, donde las flautas y los oboes revisten las bucólicas imágenes de paz y serenidad mostrando el aspecto más humano de los protagonistas. Por otro lado, la música incidental –De Valmorin– incide en los aspectos más sombríos de la historia, generando la tensión y la incertidumbre necesarias.
(II) De cómo Young se disfraza de Scaramouche
Para esta parte de la aventura el compositor crea una música muy teatral, sibilina, diría yo, –Big Show/Magic Box–que contextualiza la parte cómica de la historia dentro de este pequeño teatro de máscaras, otorgando sentido a los llamados “cómicos de la legua”. Por vez primera aparece el tema de amor, una preciosa melodía que se enreda con la mirada de los tres protagonistas, Moreau, Aline y Lenore. Las melodías –Pierrot & Pierrette– se esconden tras la máscara de Scaramouche, jugando con la percepción del espectador. Las miradas son las protagonistas. La música cuasi-circense acompaña a Scaramouche y su pequeña compañía de cómicos en su particular cruzada hacia la venganza.
(III) De cómo Young juega con el amor y la tragedia
Como en toda buena historia, el amor está presente de un modo muy significativo. Para describir este sentimiento Young escribe dos leitmotiv que en realidad son el mismo; el primero, Gavrillac, André and Aline, es una melodía que muy bien podría haber firmado Rozsa, un motivo muy romántico que describe el amor imposible de los protagonistas. El segundo, apoyado en la cuerda, evoluciona hacia la tragedia, Pinned to the Wall-why, hacia ese lugar donde la música entre espadas y arpegios sucumbe ante el perdón y la incomprensión de dos hermanos que sin saberlo sellaron su destino con sangre.
Esta es la historia de Scaramouche, una fantástica música de aventuras…
Por Antonio Pardo Larrosa