Como bien sabéis, uno de los asuntos que más interés nos suscita es el estudio del papel de las mujeres en la música en Latinoamérica, no solo por su relación histórica con nuestro país, sino por los interesantes e importantes trabajos de recuperación que se están llevando a cabo en los diferentes países del continente americano.
Hoy dedicaremos nuestras líneas a Bolivia, tal vez uno de los más inexplorados, a través de una de sus más importantes mujeres y primeras compositoras. Hablaremos, pues, de Modesta Sanginés Uriartey Sagárnaga.
Por Fabiana Sans Arcílagos & Lucía Martín-Maestro Verbo
Como bien sabéis, uno de los asuntos que más interés nos suscita es el estudio del papel de las mujeres en la música en Latinoamérica, no solo por su relación histórica con nuestro país, sino por los interesantes e importantes trabajos de recuperación que se están llevando a cabo en los diferentes países del continente americano. Hoy dedicaremos nuestras líneas a Bolivia, tal vez uno de los más inexplorados, a través de una de sus más importantes mujeres y primeras compositoras. Hablaremos, pues, de Modesta Sanginés Uriartey Sagárnaga.
‘Primera compositora musical en Bolivia, iniciadora de la investigación folklórica y del movimiento feminista’. Así es descrita Modesta Sanginés Uriarte y Sagárnaga en la placa conmemorativa expuesta en el auditorio que lleva su nombre y que forma parte de la Casa de la Cultura Franz Tamayo en la ciudad de La Paz.
Modesta nace el 26 de febrero de 1832, siendo la más pequeña de la familia de doña Antonia María Uriarte y Sagárnaga y don José Indalecio Calderón y Sanginés. La pequeña Modesta, proveniente de un linaje de importantes representantes en el proceso de independencia de Bolivia, recibió una educación propia de las familias de su entorno en donde la religión, la política y las artes en general tenían gran valor. Así, la niña recibió estudios musicales centrados sobre todo en el piano, aunque el canto también estuvo presente. Según relata Mariana Alandia, autora de varios textos dedicados a la compositora, en la educación musical de Sanginés se distinguen distintos contextos de enseñanza: por un lado, el de los profesores locales que daban clases privadas, a los que se les sumaban los músicos extranjeros que llegaban a la ciudad ofreciendo sus servicios como maestros. Por otro lado, la formación que recibía en la escuela de las religiosas y posteriormente en el colegio de la señora Dámasa Cabezón, docente argentina que dirigió ‘la Normal para señoritas desde julio de 1846’, recinto en el que Modesta sobresalió por su excelente facilidad para los idiomas, destacando en italiano y francés y, por supuesto, en la música.
Finalizados sus estudios, la joven paceña se centró en el piano y en la composición. José Macedonio Urquidi recoge en su libro Bolivianas ilustres (1919) un apunte de Felipe de la Barra sobre la impresión que se tenía de Modesta como intérprete: ‘sentada al piano era cuando se la podía juzgar… Perdónenme los artistas, discúlpennos las tocadoras de piano; pero creemos que Modesta Sanjinés [sic] era la mejor de todas ellas, por su dulzor, sentimientos y ejecución’.
El mismo Macedonio Urquidi rememora las veladas que se llevaban a cabo en los salones de la alta sociedad boliviana y en salas de concierto. Entre ellas, se recuerdan las que ofrecían Modesta y Adolfo Ballivián, quien fuera compositor y presidente de Bolivia entre 1873 y 1874, quienes, según el biógrafo, ‘se exhibían juntos en el piano, revelando un temperamento esencialmente artístico, ejecutado con inspiración y verdadera maestría, las arrobadoras piezas de su selecto repertorio. Sentían lo que interpretaban con esa intuición y esas excepcionales condiciones que abrillantan a los artistas de verdad, dejando, por eso, en el público inteligente, indelebles recuerdos’.
Uno de los acontecimientos que más se rememora en las escasas biografías de Sanginés son los conciertos celebrados en el Teatro Municipal de La Paz, dedicados a la beneficencia, organizados por la Sociedad Filarmónica (fundada en 1863, entre otros, por Modesta) y por iniciativa de la primera dama, Lindaura Anzoátegui de Campero. La finalidad de estas presentaciones era recaudar fondos para los afectados por la Guerra del Pacífico. Se llevaron a cabo cuatro conciertos, el primero de ellos el 19 de septiembre de 1880 en beneficio de los Hospitales de Sangre y el segundo, el 25 de octubre del mismo año, esta vez a beneficio de las ambulancias; en ambas presentaciones se interpretaron fragmentos de óperas y reducciones para piano. Para el tercer y cuarto conciertos, que mantuvieron un formato similar a los anteriores, los fondos se destinaron a los expatriados y a los prisioneros peruanos. Modesta y una veintena de particulares de la alta sociedad boliviana se implicaron personal y musicalmente en este evento.
Pero si como pianista destacó, como compositora fue aplaudida y elogiada. Sus composiciones, tal como comenta Alandia, se conforman, en su mayoría, en obras para piano ‘que incluyen polcas, mazurcas, galopas, valses, una danza […] dos Temas con Variaciones’. Relata la también pianista que ‘en sus mazurcas, Modesta incursionó en un lenguaje más íntimo, más personal que en el resto de sus obras’, encontrando en ‘cada una de ellas una propuesta formal única’ y ‘el uso de topónimos locales para titular sus obras’. Además de estas obras, destacan las composiciones de música religiosa de uso doméstico en la que se deja ver ‘el enorme fervor católico que Modesta profesaba, especialmente hacia la Virgen María y el Niño Dios’, destacando entre sus composiciones ‘la serie de villancicos con melodías alegres y sencillas, en ocasiones a dos voces y con acompañamiento de piano’.
Las dificultades para editar sus creaciones en su país natal la condujeron a hacerlo en París. Así, Sanginés realizó dos publicaciones de sus obras en la capital francesa, la primera en 1858 y la segunda se estima que fue en 1881. En estas impresiones se encuentran las piezas Alto en la Alianza, mazurca ‘referida a la batalla de Tacna […] con la que Bolivia puso fin a su intervención en la Guerra del Pacífico’. Sobre esta obra, explica Alandia: ‘este título lo utilizó para dos obras; una mazurca en Fa menor de la que tenemos dos versiones, una en manuscrito al parecer para ser interpretada por ella misma […] y otra versión, publicada, mucho más elaborada, y con la dedicatoria a su hermano Bernardino’.
Otras piezas que se encuentran en estas ediciones, de las que se dijeron ‘se demuestran el grado de sus conocimientos y su alma de artista’, son: Variaciones para piano sobre el tema de la canción nacional, la polka mazurca La brisa del Uchumachi; otras tres mazurcas, una dedicada a su madre y las otras dos a amigos cercanos como son Un arroyuelo, Recuerdo a la memoria del Dr. Rigoberto Torrico y Recuerdo de los Andes; y, entre otras, Un pensamiento y Zapateo indio, composición que se enmarca como uno de los dos ejemplos de obra nacional con motivos musicales autóctonos.
Más allá de las obras que Sanginés publicó en vida, el legado de esta compositora se mantuvo protegido por Carlos Ponce Sanginés, quien reveló, según recoge en su trabajo Patricia Montaño, ‘que, en manos de un músico en La Paz, desapareció un grueso volumen con sus composiciones [de Modesta] desde 1864 hasta 1880’. A pesar de esta lamentable incidencia, en el año 2015 Mariana Alandia Navajas y Javier Parrado Moscoso fueron los musicólogos encargados de una importantísima labor: investigar, editar y publicar las obras de la compositora boliviana que recién había adquirido Michela Pentimalli, exdirectora del Espacio Patiño de la ciudad de La Paz.
La adquisición de este importante legajo se realizó gracias a la oferta de la venta de los originales de Modesta por uno de sus herederos. Ludmila Zeballos, responsable del Centro de Documentación de esta entidad, expone que entre los documentos obtenidos ‘se encuentra un cuaderno de su obra y algunas otras partituras impresas en París’. Fue Zeballos quien contactó con los responsables del proyecto, quienes, gracias a su encomiable labor, han realizado una publicación de 172 páginas que contiene el catálogo de las obras de Sanginés y la edición de sus piezas, entre ellas, algunas inéditas.
Cabe destacar que Modesta Sanginés no solo se dedicó a la música, de hecho, su faceta como periodista y poetisa fue muy importante. Los aportes de esta mujer se centran, sobre todo, en el acercamiento que tuvo con la cultura y las costumbres bolivianas. ‘Ella era una entusiasta y profunda observadora del carácter del indio’, recoge Montaño. Modesta es reconocida como una de las precursoras del periodismo femenino en Bolivia, participando en el boletín el Jardincito de María, en el que se publicaron algunas de sus obras. Años más tarde esta revista cambió de nombre y se convirtió en el Semanario Católico, espacio donde Sanginés se mantuvo durante cinco años en la dirección. Por otra parte, la obra poética de nuestra homenajeada se publicaba en la Lira Boliviana, aunque, según reseña su biógrafa, ‘no fue una buena poetisa pero sí una buena prosista, como se evidencia en sus leyendas y en la generalidad de los artículos del Jardincito de María y del Semanario Católico‘.
Modesta Sanginés muere en Pau, Francia, el 5 de febrero de 1887, con solo 55 años de edad. En ese momento, esta mujer ya se había posicionado como una de las principales representantes de la vida musical y política de Bolivia. Tras décadas de silencio, sus obras suenan de nuevo en conciertos por todo el mundo gracias a la loable labor de Mariana Alandia, aunque no todo está en sus manos. El legado de Sanginés nos pertenece a todos aquellos quienes nos dedicamos a la recuperación del papel de las mujeres en la música y en la historia. Miremos más hacia otros espacios del globo terráqueo, potenciemos los recursos económicos, sociales y políticos para compartir, difundir e interpretar a todas aquellas que aún, están en riesgo de volver a silenciarse.
En distintas referencias bibliográficas se puede encontrar el nombre de nuestra compositora escrito de dos maneras, Sanginés o Sanjinés. Hemos elegido el primero para nuestro artículo.
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