Miguel Franco es desde octubre de 1988 miembro titular de la Orquesta Sinfónica RTVE, ocupando plaza de contrabajo solista desde 1991 hasta la fecha, actividad que compagina con la composición, siendo autor de más de cien obras sinfónicas, concertantes y camerísticas estrenadas tanto en España como en diversas ciudades de Europa.
Su labor pedagógica se resume en la colaboración como tutor en distintas orquestas jóvenes y en la docencia en Enseñanza Musical Katarina Gurska y en el Conservatorio Profesional de Música ‘Jacinto Guerrero’ de Toledo. Asimismo, es autor del libro El contrabajo bien afinado (Mundimúsica), una colección de piezas para contrabajo y piano basadas en el folclore español destinadas a jóvenes contrabajistas
Por Benjamín Núñez
Los días 16 y 17 de febrero interpretarás con la Orquesta Sinfónica RTVE el poema sinfónico Así habló Zaratustra, de Richard Strauss, en el que los contrabajos tienen un papel importante al principio de la obra. ¿En qué consiste?
Se trata de un recurso bien conocido. La primera parte de la obra de Strauss, titulada ‘Introducción, o Amanecer’, comienza con el sonido más grave del contrabajo (C1, que equivale a 32,70 Hz) como una nota tenida en trémolo, apoyado por el bombo, a los cuales se suman el contrafagot y el órgano en la misma tesitura. Este sonido de base sugiere el estado de penumbra que precede a las primeras luces del día, ilustradas por los metales en un inocente juego mayor-menor que concluye con una afirmación rutilante en Do mayor para ilustrar al fin la plenitud del día. Como es sabido, este breve y emblemático fragmento de apenas minuto y medio de duración ganó gran popularidad al ser utilizado con gran acierto y precisión por el cineasta Stanley Kubrick en su conocida película 2001: Una odisea del espacio (1968).
Además de este interesante y célebre comienzo, ¿qué es lo que más te atrae de esta obra maestra de Richard Strauss?
Parece que la maestría de Strauss a la hora de describir con música textos literarios de toda índole es, hoy en día, insuperable. Lo amantes de la música sinfónica pueden llegar a ver a Don Quijote enfrentado a los molinos, el ceremonioso juicio de Till Eulenspiegel al borde del patíbulo o a un intrépido Don Juan finalmente enamorado, por citar alguno de los más famosos poemas sinfónicos de Strauss.
El caso de Así habló Zaratustra representa en la historia de la música un nuevo reto, al ilustrar con armonía y contrapunto conceptos filosóficos de difícil aprehensión. Aunque, más allá del original universo nietzscheano, y por encima del superhombre y el eterno retorno, aún muerto Dios, a los amantes de la música nos quedan las bellas melodías, la consistente estructura y el formidable desarrollo de las ideas musicales del genio muniqués.
El contrabajo, como es habitual en la obra de Strauss, y al igual que la gran mayoría de instrumentos sinfónicos, goza de una escritura a la par expresiva y virtuosística, lo que requiere un esfuerzo extraordinario por parte de los intérpretes. Es de destacar como un pasaje insólito hasta ese momento el ambiente intrigante y sombrío creado por una fuga lenta en pianísimo de los contrabajos al comienzo de la sexta parte, titulada ‘De la ciencia’, donde se recrea, ingeniosa y conceptualmente, el tema de la introducción.
En ese mismo concierto se interpretará la Sinfonía núm. 4 opus 60 ‘Sinfonía concertante’, de Karol Szymanowski, cuya parte solista estará a cargo uno de los pianistas españoles con más proyección internacional en la actualidad, Javier Perianes. ¿Crees que este compositor polaco es menos conocido de lo que se merece y que se programa poco en las salas de concierto?
Es verdad que la música de Szymanowski no suele abundar en los escenarios españoles, como es el caso de tantos otros grandes compositores que no son considerados en justa medida. Se sabe que, junto con Chopin, Karol Szymanowski representa la restauración de la música polaca tras un periodo oscuro iniciado a finales del siglo XVIII, cuando Polonia se convierte en un país prácticamente borrado del mapa. Cualquier manual de historia de la música nos dirá que su estilo pasa de estar relacionado con el romanticismo alemán a situarse en el misticismo oriental y en el impresionismo, terminando con una vuelta al folclore polaco. Obra tan meritoria como lo puedan ser la de Paul Hindemith, Alfredo Casella o Albert Roussel, por citar algunos de sus contemporáneos, que tampoco gozan del gusto de programadores o directores de orquesta. Elección acertada, en mi opinión, por parte de nuestro director titular, la de incluir en nuestra temporada de abono esta Sinfonía núm. 4 de Szymanowski, contando a su vez con la feliz participación de Javier Perianes, este sí, al parecer de muchos, justamente asiduo en nuestros escenarios.
En tu libro El contrabajo bien afinado incluyes piezas para contrabajo y piano basadas en el folclore español. ¿Hay algo de folclore en esta sinfonía de Szymanowski?
A mi parecer, el folclore, considerado como la expresión cultural sencilla, natural y espontánea que habla de las raíces de un pueblo, debería tenerse siempre en cuenta en nuestra educación y, en cierta medida o en algún lugar, en la obra de todo creador. Con esta premisa escribí una obra didáctica para jóvenes contrabajistas considerando todas las tonalidades y recreando un buen puñado de canciones tradicionales bien conocidas por nuestros antepasados que, hasta hace no mucho, eran transmitidas de forma oral de generación en generación. Algo así debió de sentir Szymanowski en alguna de sus etapas creativas, una sentida reivindicación de lo propio desde una aparentemente inexorable vuelta a las tradiciones.
Dentro de tu faceta como compositor, tienes varias obras concertantes. ¿Hay alguna similitud de tus composiciones con esta sinfonía de Szymanowski o con la forma de componer de este compositor?
No creo haber tenido a Szymanowski como referente en mi época de formación, lo que no significa que no lo haya tenido en cuenta. Al final, la obra de uno surge como consecuencia de una síntesis personal de todo lo aprendido, consciente o inconscientemente. Sí que comparto con él haber escrito una sinfonía concertante de tres movimientos, la mía para violín y orquesta, interpretada con éxito años atrás por Miguel Borrego y nuestra Orquesta Sinfónica RTVE, donde la expresión del solista no rebasa apenas las lindes del virtuosismo y en la que el papel de la orquesta adquiere, por momentos, funciones sinfónicas propias. Además, ambas sinfonías coinciden en que en el tercer movimiento se percibe, indefectiblemente, un retorno a nuestras respectivas raíces populares.
Hablando de tus composiciones, el 18 de marzo, en el Ciclo de Música de Cámara de la Orquesta y Coro RTVE, también llamado Los conciertos de Radio Clásica, está programado tu Concierto de cámara opus 77. ¿Cuáles son las claves de esta obra?
El Concierto de cámara opus 77 plantea un singular reto interpretativo a cada uno de los quince solistas en juego en la partitura, quienes han de destacar tanto en sus intervenciones individuales como en su labor de conjunto en un grupo tan numeroso, a medio camino entre el repertorio camerístico más extendido y la forma sinfónica.
Esta obra, compuesta para el grupo Modus Novus en el año 2003, vio truncado su estreno por diferentes circunstancias, que había sido programado al año siguiente en el Teatro Monumental, y no fue hasta 2007 cuando pudo llevarse a cabo por un grupo de solistas de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia dirigidos por José Miguel Rodilla.
La composición de esta obra adquiere su primer impulso tomando como referencia la Sinfonía de cámara opus 9 (1906), de Arnold Schoenberg, tanto por su instrumentación como por ciertas ideas estilísticas, aunque posteriormente se vinculó más al discurso intuitivo y menos sofisticado desplegado por Britten en su Sinfonietta opus 1 (1936). A pesar de todo ello, el Concierto de cámara pretende ser una obra original de cuyas influencias más notorias solo queda un cierto aire de la tarantela de Britten y una más que leve referencia a las cuartas de Schoenberg.
En ese concierto de cámara estás al frente del contrabajo. ¿Cómo es tu trabajo con tus compañeros de la orquesta cuando además eres el compositor de la obra?
Considero que soy más amante de la música que contrabajista o compositor, por muy paradójico que esto pueda parecer. Me confieso un melómano empedernido que tiene el privilegio de asistir al fenómeno musical desde el mismo origen del sonido, los intérpretes, con quienes comparto mi mayor afición y de quienes me dejo contagiar por su talento. Desde mi atalaya del contrabajo contemplo y admiro a todos y cada uno de mis compañeros y me maravillo por merecer estar entre ellos y ser parte activa en la ejecución de las obras sinfónicas más significativas del repertorio que tanto amo, así como de ser protagonista de la nueva creación musical a través de los numerosos estrenos que propicia nuestra orquesta.
Por otra parte, la composición ha sido una necesidad y un reto a lo largo de mi carrera. La necesidad de canalizar mis emociones a través de la obra musical y el reto de encontrar un lugar propio y original entre mis contemporáneos. Si la vida ideal consistiera en aunar profesión con vocación, podría decirse que soy realmente afortunado.
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