Miguel Ángel Gómez-Martínez es uno de los directores de orquesta españoles más reconocidos y respetados dentro y fuera de nuestras fronteras. Desde este temporada 2016-17 es el director titular de la Orquesta Sinfónica y Coro RTVE.
Por José Ramón Tapia
Desde el período 1984-1987 en el que usted fue titular de la Orquesta RTVE, ¿cómo ha evolucionado el mundo de las orquestas sinfónicas?
Si la pregunta está referida a las orquestas sinfónicas en España, la evolución fue muy positiva hasta hace unos años. En España se han creado orquestas sinfónicas nuevas de alta calidad o se han reestructurado orquestas sinfónicas ya existentes, cuya calidad dejaba bastante que desear en el pasado y que hoy en día están a una altura muy digna o incluso mantienen una calidad indudable. El problema de muchas orquestas españolas surgió, de nuevo, con la crisis económica del país. Es bien sabido que, cuando llegan momentos económicos difíciles, en lo primero que se recorta es, desgraciadamente, en Artes y Cultura. Por esa causa, hay orquestas en España que, a pesar de tener una alta calidad, están soportando apuros económicos que, naturalmente, redundan en que dicha calidad pueda disminuir o incluso perderse. Considero un grave error esta forma de proceder, ya que la cultura es el alimento fundamental de la humanidad, dicho en todos sus sentidos. Espero que quienes tienen que decidir en estos momentos no disminuyan o renuncien a este ámbito esencial para el ser humano.
¿Cómo ha encontrado usted a la Orquesta Sinfónica y Coro RTVE?
La Orquesta Sinfónica y Coro RTVE ha sido siempre un referente en el panorama sinfónico español desde el momento de su creación en el año 1965. Si bien sus principios fueron difíciles, muy pronto se convirtió en una de las mejores orquestas españolas. Sus directores titulares, a lo largo de la historia, no regatearon nunca en esfuerzos para que su calidad fuese evolucionando continuamente, hasta el punto de que en mi primera etapa como Director Titular pudimos conseguir un prestigio internacional que, hasta ese momento, no había alcanzado ninguna otra orquesta española. Tras mi marcha, el progreso de la formación ha avanzado en continuo aumento, pero su repercusión internacional ha disminuido un tanto. Lo que encuentro ahora es una orquesta muy rejuvenecida, con nuevos miembros de gran calidad, y susceptible de una continua mejora, objetivo al cual vamos a dedicar todos nuestros esfuerzos, no dándonos nunca por satisfechos con los resultados que vayamos alcanzando.
No olvidemos al Coro RTVE, cuyo número de miembros ha disminuido, también a causa de la crisis económica, pero que cuenta con voces de gran calidad, por lo que disponemos de un conjunto a la altura de la propia orquesta y que ha recibido alabanzas muy notables por parte de directores invitados de prestigio internacional, como también ha sucedido con la orquesta y sus directores invitados. Por otra parte, se trata de una orquesta a la que siempre he tenido un gran cariño, en la que cuento con muchos amigos entre sus miembros y a la que siempre he estado dispuesto a ofrecer mi apoyo, sobre todo en los momentos de mayores dificultades para la formación.
¿Qué plan de trabajo, qué compositores y qué géneros tiene proyectados en el futuro inmediato?
Las orquestas de radio/televisión deben ser muy versátiles, así como ser capaces de interpretar todo tipo de repertorio. Está claro que para la “salud” de una orquesta el repertorio básico se fundamenta en el Clasicismo, el Romanticismo y el Neoclasicismo, pero esto no quiere decir que se descuiden otro tipo de repertorios, tales como el contemporáneo, el español… Existe un repertorio que esta orquesta ha abordado en muy pocas ocasiones, según mi criterio: el repertorio de ópera. Interpretar ópera aporta a cualquier orquesta una flexibilidad mucho mayor, a causa del continuo “tener que adaptarse” a las características interpretativas de los cantantes, tanto en cuestiones dinámicas como agógicas. Por tanto, nuestros planes para el futuro son aquellos que no descuiden ninguno de los apartados antes mencionados e introducir algunos títulos de ópera en concierto, de esos que rara vez se programan en teatros de ópera del mundo, por diversas causas, pero que poseen un valor musical de primer orden. Esta inclusión ofrecerá ópera en RTVE, lo que tampoco es nada habitual hasta el momento. También considero muy importante dar protagonismo a los compositores actuales de calidad.
Asimismo creo que, junto a figuras importantes internacionales, debemos cuidar a los intérpretes españoles que, por muy desconocidos que sean, tengan la calidad suficiente para estar presentes en nuestras programaciones, tanto instrumentales como vocales.
Otro de los pesos pesados de nuestra programación debe ser el cuidado de los directores de orquesta invitados. Mi deseo es conseguir que quienes dirijan la orquesta sean los mejores directores al alcance. Espero que a partir de la temporada 2017-18, para la que ya estamos trabajando, podamos conseguir atraer a directores de gran categoría internacional y nacional para la orquesta.
En su anterior etapa, la Orquesta RTVE hizo con usted giras internacionales. También fue muy valorada en Alemania y en otros países su grabación para TVE de la Sexta Sinfonía de Mahler. ¿Va a ser posible potenciar de nuevo la presencia de la Orquesta RTVE en salas de concierto y festivales de máximo nivel fuera de España?
No cabe duda de que haré todo lo posible para que esto suceda. Por suerte tengo bastantes contactos entre quienes pueden promover giras por ciertos países europeos de importancia en el ámbito musical. Para esto se necesita algo de tiempo, puesto que la organización de una gira de conciertos importante requiere varios años de planificación con antelación. Con todo, haremos lo que esté en nuestras manos. Considero muy importante que la Orquesta y Coro RTVE puedan ser escuchados también fuera de nuestras fronteras, y no solo a través de la radio o la televisión, también en directo.
Usted nació en Granada. ¿Cómo empezó con la música? ¿Cuándo decidió dedicarse a la dirección de orquesta?
Creo que quería ser director de orquesta incluso antes de poder hablar. No recuerdo haber deseado otra cosa nunca en mi vida. Mis padres eran músicos, mi madre una muy conocida concertista granadina, que siempre se negó a impartir clases de piano. Sin embargo, a la petición de una amiga suya para que diera clases a sus hijas no pudo negarse, pero con la condición de que abandonaría esas enseñanzas en cuanto su amiga encontrase otro profesor para ellas. A esas clases yo asistía escuchando “a hurtadillas”, sin que mi madre lo advirtiese. Cuando su amiga encontró otro profesor, mi madre dejó de impartir esas clases, pero yo insistí en que las continuara para mí. Entonces tenía 4 años. Ya se sabe cómo insisten los niños pequeños. Al principio mis padres se negaron, pero a fuerza de llantos conseguí que pensaran: “de acuerdo, ya se cansará”. Pues bien: aún no me he cansado.
Más adelante todo fue paso a paso. A pesar de que cuando tenía 7 años dirigí a la Banda Municipal de Música de Granada (concierto para el que realicé los preceptivos ensayos y correcciones, e incluso descubrí faltas de escritura en las particellas de los músicos no corregidas por el Director Titular), mis estudios continuaron sin prisa, pero sin pausa. Mis padres se negaron totalmente a que me “explotaran” como niño prodigio haciéndome dirigir el mismo programa por todo el mundo a diferentes orquestas internacionales, a lo que varias agencias artísticas internacionales estaban muy bien dispuestas. Creo que fue una muy buena decisión por su parte, ya que mi preparación se hubiera interrumpido, no llegando a ser lo suficientemente sólida, y, como la gran mayoría de los “niños prodigio”, me hubiera quedado a mitad de camino. Así pues, continué con calma mis estudios. Obtuve mi diploma de pianista a los 13 años, el de virtuosismo del piano y composición a los 17 y el de director de orquesta y director de coro a los 21 en la Universidad de Música y Arte Dramático de Viena, con Premio Extraordinario del Ministerio de Ciencias e Investigación de Austria.
¿Cómo definiría usted la música, qué es música para usted?
Para mí, la música es uno de los componentes más importantes de la vida. Yo siempre digo que he tenido en mi vida tres grandes amores. Cronológicamente, el primero, la música, a la que amo desde siempre, a continuación, mi madre, a quien quise desde que nací. Realmente, la cronología de estos dos amores no puede estar exactamente delimitada; y en tercer lugar (y aquí la cronología sí es clara) mi esposa Alessandra. Lo único que es idéntico es la intensidad de esos tres amores.
Sin embargo, definir la música es para mí algo imposible. La música es el arte más universal que existe, no limitado por espacio, tiempo, idioma, ni ninguna otra circunstancia. Creo que la definición tradicional escolástica (algo así como “la combinación de las notas en el espacio y el tiempo”) se queda muy corta para describir sus características. Verdaderamente, creo que no hay definición para la música, porque es un arte tan absolutamente espiritual, que habría que inventar palabras nuevas que se correspondieran con su esencia. Así que, como digo antes, definirla es algo imposible para mí. Es muchísimo más difícil que “producirla”.
¿Entonces no le gustan los musicólogos?
Eso es mucho decir. Los musicólogos que verdaderamente lo son cumplen con un cometido realmente importante para el ámbito del arte y de la ciencia, por lo que ocupan un necesario lugar dentro de la cultura. Pero la musicología se presta a mucho “camelo”. Hay personas que, de repente, deciden ser “musicólogos” y estudian algunos años asignaturas teóricas, sin siquiera saber leer la notación musical (no hablemos ya de una partitura, o del dominio de algún instrumento), y con ello se creen en posesión inmediata del conocimiento artístico, pretendiendo enseñar a los verdaderos músicos cómo deben interpretar las obras de los maestros. Este tipo de musicólogos, que abunda especialmente en España, debo reconocerlo, no me parecen dignos de credibilidad. Por supuesto que, en cambio, aquellos que se acerquen a la musicología desde el conocimiento de la música tienen mi total respeto.
¿Quién ha influido en mayor medida en su concepto de lo que debe ser un director de orquesta?
Sin lugar a duda Hans Swarowsky. Sus enseñanzas en la Universidad de Música y Arte Dramático de Viena marcaron absolutamente mis ideas técnicas e interpretativas. Antes de conocerle, yo admiraba muchísimo a los directores famosos de aquel tiempo (años 60) y me gustaba enormemente comparar las diferentes versiones que ejecutaban de las diferentes obras. Consideraba geniales a algunos de ellos por los efectos que añadían a esta o aquella obra musical. No me fijaba entonces en que muchos de esos efectos consistían en falsificaciones de las intenciones de los compositores, ni percibía cómo empeoraba la obra con tales adulteraciones. Swarowsky me enseñó a “leer correctamente” una partitura y reconocer en ella las verdaderas ideas de los auténticos “propietarios” de esas obras: sus autores. Desde entonces me he dedicado a devolver a los compositores la originalidad de sus obras, tal y como ellos las han llevado al pentagrama, sin añadir ni restar nada de lo que ellos, siempre con toda claridad para quien sepa “leer correctamente”, han determinado para sus creaciones. Y esto ha sucedido así durante toda mi carrera, con la maravillosa experiencia de que el público, cuanto más entendido ha sido, más ha apreciado la enorme diferencia existente entre una interpretación falsificada, por muy famosa (“de referencia”) que esta sea, y una interpretación fiel a las intenciones del compositor.
A este importante respecto, mi esposa acaba de dedicar su última tesis doctoral, que será publicada próximamente, en la que se muestran y demuestran, mediante procedimientos científicos, cuántos procesos intervienen en una correcta interpretación y ejecución de la obra musical, basados en una muestra de casi doscientas interpretaciones/ejecuciones de los más prestigiosos directores de orquesta sobre treinta obras del repertorio clásico, desde mediados del siglo XVIII hasta mitad del siglo XX. Animo a su lectura, por ser enormemente esclarecedora, tanto de la técnica Swarowsky, cuyo testigo recojo, como de los errores, falsificaciones y adulteraciones realizados por la mayoría de directores de orquesta al interpretar/ejecutar la obra musical.
Para usted, ¿cuáles son los mejores directores de orquesta de la historia?
No he podido presenciar en directo las actuaciones de quienes se consideran, generalmente, los mejores directores de la historia. De algunos de ellos incluso no existen grabaciones. Entre los que he podido escuchar a través de grabaciones, o incluso ver en algún video, destaco sin duda a Gustav Mahler, Richard Strauss, Paul Hindemith, Bruno Walter, Arturo Toscanini y Clemens Krauss. Por otra parte, yo distingo entre las cualidades técnicas y las cualidades interpretativas de cualquier músico, también en el caso de los directores de orquesta. Directores de cualidades técnicas extraordinarias han sido Herbert von Karajan (excepto en sus últimos años), Lorin Maazel, Claudio Abbado, y Zubin Mehta.
Hoy día, no digamos en la ópera, pero así mismo en la música sinfónica, se pueden leer en las críticas comentarios como “la excepcional grabación de las sinfonías de… según la versión del director…”, ¿a qué cree que es debida tal situación?
Desde luego a una grave influencia de los falsos musicólogos a los que he aludido antes sobre el inocente público en general a través de medios de comunicación que cada vez obtienen más influencia. Y ello debido a que, como es lógico, el público no puede leer directamente lo que los compositores han plasmado en sus partituras y debe “fiarse” de lo que los intérpretes le transmiten. Como la mayoría de estos no están lo suficientemente preparados cultural e históricamente, ni conocen con detalle las características interpretativas de ciertas épocas, o bien no se atreven a “contradecir” a otros intérpretes anteriores muy famosos, o simplemente no se toman la molestia de realizar las obras como es debido para ahorrarse trabajo y explicaciones, y podríamos añadir un sinfín de causas más, sus versiones son, a veces falsas, a veces adulteradas y a veces todo lo contrario de lo que el compositor había imaginado, ante lo cual el público, inocentemente, acepta esas “versiones” como válidas. NO LO SON, se lo puedo asegurar. Lo único válido es lo que el compositor nos ha legado en sus partituras, sin añadidos, tergiversaciones ni eliminaciones.
Usted, que también es compositor, ¿por qué cree que el público actual renuncia a la música contemporánea y prefiere la barroca, clásica o romántica?
El público no renuncia a la música contemporánea, cuando esta tiene calidad. Lo lamentable es que hay tanta música contemporánea de una calidad bajísima…Y alguna de ella compuesta por autores que saben componer, pero les resulta más “cómodo” escribir ese otro tipo de música, o bien buscan efectos pretendidamente contemporáneos a merced de la moda del momento, entre otras muchas causas. Si la música es de calidad, el público la acepta con gusto. He tenido el placer de asistir, y en ocasiones dirigir, enormes éxitos de estrenos absolutos. El problema es que, ante lo que se espera escuchar como música contemporánea, el público “se asusta” cuando encuentra en el programa una obra actual. Tengo que recomendar al público que asistan a todos los estrenos con el corazón y la mente abiertos. Aunque la mayoría de las veces no les guste lo que oigan, habrá ocasiones en que se vean muy gratamente sorprendidos. Este descubrimiento, cuando ocurre, merece la pena.
¿Qué compositores son más difíciles de interpretar para una orquesta?
Ningún compositor es fácil de interpretar. Unos son difíciles por cuestiones técnicas, otros por cuestiones interpretativas, otros por cuestiones de estilo, otros por todas estas causas reunidas… Yo hago hincapié siempre en las dificultades del Clasicismo, un estilo en el que el más mínimo error de ejecución técnica puede ser advertido por cualquiera.
¿Y aquellos que son más complicados de dirigir?
Técnicamente aquellos autores que escriben más cantidad de rubati, ya que se trata del efecto dinámico/agógico/expresivo de mayor dificultad. En la música sinfónica destacaría a Chaikovski y Gustav Mahler. En la ópera, a Puccini y todos los veristas.
¿Cuál es el compositor que dirige con más agrado?
Muchos. No puedo elegir solo uno. Me encanta dirigir a Beethoven, Brahms, Bruckner, Chaikovski, Mahler, R. Strauss, Falla, Ravel, Puccini, Hindemith… Observe que no he citado a Bach, a Haydn ni a Mozart. No lo hago, porque en su época la figura del director de orquesta, tal como hoy la conocemos, batiendo el compás ante la orquesta, no existía, por lo que dirigir Bach, Haydn o Mozart es una acción característica de nuestro tiempo, en el que la mayoría de las orquestas son totalmente dependientes de sus directores, y sus músicos no son capaces de tocar juntos si no se les marca el compás. La música de Bach, Haydn y Mozart es una música sublime, pero no los he mencionado en principio por el motivo que acabo de explicar. Sin embargo podrá observar que sobre todo Mozart y Haydn ocupan una parte significativa de mis programaciones. Además, los considero magníficos para la “salud artística” de una orquesta.