Por Anahí Quirós
Junto con Debussy, Ravel es el gran representante de la escuela musical francesa moderna. Conocido de forma universal por su Bolero, su catálogo incluye obras que quizás han pasado más desapercibidas pero que merecen una gran ovación. Gran orquestador y compositor, saboreó las mieles del éxito en vida gracias a sus habilidades técnicas y su fina orquestación, en las que reside una originalidad y una sensibilidad que sentó cátedra para compositores posteriores.
Ravel nació el 7 de marzo de 1875 en Ciboure, localidad francesa perteneciente al departamento de los Pirineos Atlánticos, parte del País Vasco francés. Hijo del ingeniero civil Pierre Joseph Ravel, originario de la Alta Saboya, y de María Deluarte, de origen vasco. Tres meses después del nacimiento de Maurice, la familia se mudó a París, donde nació su segundo hijo, Edouard, en 1878.
El matrimonio Ravel-Deluarte frecuentaba los medios artísticos. Pierre Joseph era aficionado a la música y llegó incluso a ganar un premio como ejecutante de piano en el Conservatorio de Ginebra. No es de extrañar que Maurice mostrase de forma temprana una sensibilidad especial a la música, ya que su padre supo desarrollar sus gustos y estimularle al trabajo. De esta forma, a los 7 años Maurice comienza a estudiar piano y recibe sus primeras lecciones de armonía, contrapunto y composición de la mano de Henry Ghys y de Charles René.
Ingreso en el Conservatorio de París.
En noviembre de 1889 es aceptado en el Conservatorio de París y entra en la clase preparatoria de piano que imparte el compositor Eugène Anthiôme, logrando el segundo y primer premio de la clase en los dos años sucesivos. En 1891 entra a la clase de piano de Charles-Wilfrid de Bériot, hijo del violinista y compositor belga Charles-Auguste de Bériot, y recibe lecciones de armonía del compositor de óperas cómicas y operetas ÉmilePessard.
Durante su estancia en el Conservatorio, Ravel entabla una gran amistad con Ricardo Viñes, quien se convirtió en uno de los más notables intérpretes de su música para piano. Ambos formarían parte del grupo conocido como Les Apaches, formado en torno a 1900 e integrado por músicos, escritores y artistas franceses de renombre, como el compositor Manuel de Falla y el pintor Paul Sordes. En febrero de 1893 interpreta con Viñes Trois valses romantiques de Emmanuel Chabrier ante el compositor, a quien admiraba.
Las primeras composiciones de Ravel datan de este mismo año y ya dan muestra de su gran originalidad. A pesar de que estos trabajos presentan influencias visibles de su maestro Fauré y de músicos a los que admira como Chabrier, en Sérénade grotesque, y de Erik Satie, en Ballade de la reine norte d’aimer, pronto se apartará de influencias ajenas para encontrar su propia vía de expresión.
Con 20 años publica Un grand sommeil noir, el tributo a Chabrier Menuet Antique, y la Habanera para piano, que formará parte de Site sauriculaires junto a Entre Cloches en 1897.A los 21 compone la canción para voz y piano Sainte, sobre un texto de Stéphane Mallarmé, dedicado a la hija del poeta.
Abandona el Conservatorio en 1985, pero vuelve en 1897 para estudiar contrapunto y fuga bajo la dirección de André Gédalge y, un año después, ingresa en la clase de composición de Gabriel Fouré, a la que acudirá como oyente de 1901 a 1905. Ravel abandona definitivamente el Conservatorio en 1900 tras fracasar en el concurso de fuga.
Al finalizar sus estudios compone la Obertura de Shéhérazade y la Pavane pour une infante défunte, obras a las que su autor otorga poco valor. Con Shéhérazade pretendía escribir una ópera inspirada en Las mil y una noches aunque de este proyecto solo quedó la obertura que estrena en 1899 en la Société Nationale de Musique entre los silbidos del público y la crítica. En esta pieza se reconoce la influencia de la música oriental que le cautivó cuando, diez años atrás, visitó la Tercera Exposición Universal de París. En 1899 también estrena la Pavana, que sugiere una recepción en la Corte y el movimiento de una infanta interpretando esta danza procesional, en la que se aprecia su talento para evocar épocas pasadas.
El Gran Premio de Roma.
A comienzos del siglo XX Maurice Ravel comenzó a gozar de gran popularidad entre el público y suscitó comentarios entre los principales críticos y compositores del momento. En 1900 se presenta por primera vez al Gran Premio de Roma, aunque fracasa en las pruebas preliminares. Vuelve a intentarlo en 1901, poniéndole música a Myrrha, una cantata de Beissier, con la que consigue el Segundo Premio. Se presenta en 1902, con Alcyone, y en 1903, con Alyssa, pero es eliminado en ambas ediciones.
En la última tentativa, en 1905, le expulsan por haber superado la edad límite para participar. Este hecho desata un escándalo mediático que enfrentó a conservadores y defensores del modernismo que culmina con la renuncia del entonces director del Conservatorio de París, Théodore Dubois. El conocido como “L’affaire Ravel” pone definitivamente el nombre del joven compositor en boca de todos.
Primeros éxitos (y fracasos) de su juventud.
En 1901 aparece Jeuxd’eau, el origen de todas las novedades pianísticas contenidas en su obra. Inspirada en el rumor del agua y los sonidos musicales de surtidores, cascadas y arroyos, se considera uno de los primeros ejemplos de impresionismo musical en el trabajo de Ravel.
Compone los cuatro movimientos de Cuarteto para cuerdas en Fa mayor entre 1902 y 1903 tomando como referencia el Cuarteto en Sol menor, op. 10 de Claude Debussy. En marzo de 1904 el cuarteto Heyman estrena esta obra en un concierto de la Société Nationale de París. A pesar de no gozar de una buena acogida por parte del público, Debussy escribió a Ravel para decirle que cambiar una sola nota del Cuarteto sería un tremendo error. Incluso Fauré, a quien iba dedicada, criticó la obra con dureza, pero el tiempo ha dado la razón a Debussy y ha convertido este cuarteto en una de las obras maestras de la música clásica.
La serie de piezas para piano Miroirs (1905) marcan la evolución armónica del compositor. Ricardo Viñes estrena en 1906 esta obra compuesta por cinco movimientos, dedicado cada uno a un miembro de Les Apaches.
Después llega la Sonatine (1906) para piano, un tributo al estilo clásico, e Histoires naturelles (1907), basado en poemas de Jules Renard. El propio Ravel explica que el texto le imponía una declamación particular, estrechamente vinculada a las inflexiones del idioma francés. La innovación del tratamiento prosódico que empleó en las cinco canciones sorprendió al público parisino y provocó un escándalo que inundó la prensa musical de la época.
Histoires sirvió para comenzar a trabajar, en 1907, en la partitura vocal de L’heure espagnole, estrenada en 1911 en la Opéra-Comique de París. Se trata de una comedia lírica con libreto de M. Franc-Nohain, y que por sí misma es una especie de conversación en música. A pesar de los frescos efectos orquestales y del humor que desprende el libreto, ni el público ni la crítica dieron una buena acogida a la obra.
En 1908 muere su padre, Pierre Joseph, pero a pesar de todo fue un año muy productivo para Maurice, inmerso en la composición de algunas de sus obras más célebres: Ma Mèrel’Oye, Gaspard de la Nuit, Valses nobles et sentimentales y Rhapsodie espagnole.
El objetivo que se plantea con las piezas infantiles para piano a cuatro manos Ma Mèrel’Oye era evocar la poesía de la infancia, lo que le llevó a simplificar su forma de componer. En 1912 la amplió a un ballet, añadiendo nuevos movimientos y preludios. Dedicó esta suite basada en la célebre historia infantil de Mamá Ganso a los hijos de sus amigos Ida y Cipa Godebski.
Ricardo Viñes fue el encargado de estrenar en 1909 Gaspard de la Nuit, la obra maestra para piano de Ravel. Estos tres poemas románticos se basan en un poema de Aloysius Bertrand y presentan a una gran dificultad técnica, por lo que se consideran una de las piezas más complicadas del repertorio para piano.
Si el virtuosismo es la base de Gasparad de la Nuit, Valses nobles et sentimentales presenta una escritura mucho más clara. Estos ocho valses se estrenaron en 1911 en medio de protestas y abucheos en un concierto que ofrece Louis Aubert, a quien están dedicados, en una reunión privada. En 1912 Ravel presenta una versión orquestada de este homenaje a los valses de Schubert a la que titula Adélaïde ou le Langage des fleurs.
En marzo de 1908 la Orquesta de los Conciertos de Colonne estrena la Rhapsodie espagnole, su primer gran trabajo orquestal, incluso alabado por Falla, que refleja la influencia del patrimonio musical español en su obra.
En abril de 1909 viaja a Londres, junto a Ralph Vaughan Williams, para ofrecer su primera gira de conciertos en el extranjero. Ravel comienza a ser consciente de que su trabajo es reconocido y apreciado fuera de Francia, lo que le lleva a programar más conciertos en Inglaterra y en Escocia en enero de 1911.
Primeras colaboraciones con Diaghilev.
El ballet en tres partes Daphins et Cholé comenzó a pincelarse en 1909. El empresario ruso Serguei Diaghilev, que trabajaba con los artistas más importantes de la época, encarga a Ravel esta visión de la Grecia Antigua inspirada en las pinturas de los artistas franceses de finales del siglo XVIII, con argumento de Fokin. El 8 de junio de 1912 el Ballet Ruso de Diaghilev estrena esta “sinfonía coreográfica”, como la denominaba el compositor, en el Théâtre du Châtelet. Vaslav Nijinski y Tamara Karsavina ocupan los papeles protagonistas y Pierre Monteux dirige la orquesta. En 1914, Daphnis se produce en Londres.
En 1913 trabaja con Stravinski para cumplir otro encargo de Diaghilev: la orquestación de Jovánchina, una ópera inconclusa de Musorgski y el arreglo de algunas partes. Gracias a Stravinski Ravel conocerá Pierrot Lunaire, de Schoenberg, y apoyará incondicionalmente a su amigo en la batalla que acoge a su obra maestra, La Consagración de la Primavera.
Este mismo año compone Trois Poèmes de Stéphane Mallarmé, para canto, piano, cuarteto de cuerdas, dos flautas y dos clarinetes.
La Primera Guerra Mundial no paraliza su obra.
En agosto de 1914 estalla la Gran Guerra, que sorprende a Ravel en plena composición del Trío en La menor para piano, violín y violonchelo, que estrenará en enero del año siguiente.
Desde el inicio de la Guerra Ravel planea alistarse y marchar al frente, pero debido a su corta estatura le rechazan. Finalmente logra enrolarse en 1916 como conductor de camiones y le destinan a Verdún. Víctima de la disentería y tras una operación quirúrgica, regresa con un permiso de convalecencia hasta que es licenciado en otoño de 1917. En enero de 1917 muere su madre lo que, junto al horror de la Guerra, le sume en un profunda depresión.
Su delicado estado de salud frena su actividad musical, por lo que en 1918 solo trabajará en la orquestación de la Alborada de gracioso y del Menuet pompeux de Chabrier. Pese a todo, el mes de enero de 1919 concluye Le Tombeau de Couperin, iniciada en 1914, un homenaje a la música francesa barroca que no se estrena hasta abril. Un año después Ravel orquesta estas seis piezas para piano, dedicadas a sus amigos muertos en el frente, para los conciertos de la Orquesta Pasdeloups y para los Ballets suecos de Rolf de Maré.
Con los éxitos cosechados hasta el momento, y tras la muerte de Debussy en 1918, Maurice Ravel pasó a ser considerado el más grande compositor francés vivo, por lo que en enero de 1920 se le postula para la Orden de la Legión de Honor, distinción que rechaza no sin polémica. En honor a su admirado Debussy compone la Sonata para violín y violonchelo que estrenan Hèlène Jourdan-Morhange y Maurice Maréchal en 1922.
Obras de madurez y éxito mundial.
Su primera obra de posguerra, La Valse, se estrena en diciembre de 1920 interpretada por los Concerts Lamoureux bajo la dirección de Camille Chevillard. Un año antes, Diaghilev encargó a Ravel que trabajase en este poema coreográfico homenaje a Johann Strauss y el vals. Tras la experiencia de la Gran Guerra, el compositor cambió su perspectiva sobre la romántica y fastuosa corte vienesa por la apoteosis del vals a través de una gran violencia expresiva y la desconsolada búsqueda del orden anterior a la barbarie. Diaghilev se negó a llevar a escena la obra, lo que supuso el principio del fin en la relación entre ambos.
En 1921 se traslada a “Le Belvédère”, la que será su residencia oficial hasta su muerte en 1937, convertida hoy en casa-museo. Hombre solitario y pudoroso, se refugia en su música y encuentra una vía de escape en su actividad creativa y en una nueva gira de conciertos que le lleva a viajar, entre 1922 y 1926, por Inglaterra, Holanda, Italia, Ámsterdam, Venecia y Londres, Bélgica, Escandinavia, Alemania, Escocia y Suiza. En 1924 viaja a España para asistir en Barcelona al concierto que la soprano Marcelle Gerar dedica a sus obras.
En estos años continúa trabajando en obras de diferente índole: orquesta Sarabande de Debussy y Danse (1922); compone Ronsard à son âme (1924), canción dedicada a Marcelle Gerar; Tzigane (1924), pieza de virtuosismo para violín y piano que orquesta más tarde; Chansons madécasses (1926) sobre poemas de Evariste Parny; y en L’Enfant et les sortilèges, fantasía lírica en dos actos con libreto de la escritora Sidonie-Gabrielle Colette. Esta última obra se estrena en Monte-Carlo bajo la dirección de Vittorio Sabata en marzo de 1925 y en París en febrero de 1926, con dirección de Albert Wolff, con una pobre acogida por parte del público. En 1927 concluye la Sonata para violín y piano, en el que se acusa la incompatibilidad entre los dos instrumentos y sus contrastes.
Después del éxito conseguido en Europa, inicia en 1927 una gira por Canadá y Estados Unidos en la que conoce a George Gershwin, interesado en recibir lecciones del compositor francés. En cada ciudad visitada Ravel conoce un éxito inmenso.
El Bolero y sus últimos trabajos.
De regreso a Francia, recibido el Doctorado Honoris Causa en Música de la Universidad de Oxford. Al poco tiempo, la coreógrafa y bailarina Ida Rubinstein le encarga un ballet con carácter español. Utilizando un patrón rítmico de 2 compases y una melodía de 32 compases que se repiten una y otra vez en una tonalidad que solo modula al final, Ravel compone una danza de movimiento muy moderado y siempre uniforme en el crescendo orquestal aporta el único elemento de diversidad. Bajo estos parámetros crea la obra por la que será recordado para la eternidad, el Bolero. Estrenada el 22 de noviembre de 1928 ante un público asombrado, su difusión fue inmensa. Este triunfo le llevó de nuevo a una gira por el extranjero. España, Inglaterra, Suiza y Francia le reciben con los brazos abiertos entre 1928 y 1929.
Compone de forma simultánea sus dos últimos conciertos para piano, el Concierto para la mano izquierda y el Concierto en Sol mayor, que estrena en 1932 en Viena y París, respectivamente. Inmediatamente Ravel emprende una gran gira por Europa Central, con la pianista Marguerite Long, para tocar, siempre con un enorme éxito, el Concierto en Sol. De vuelta a Francia presenta Don Quichotte à Dulcinée (1933), sobre textos de Paul Morand, para canto y piano.
Entre sus últimos proyectos figuran una obra lírica a partir de la Juana de Arco de Joseph Delteil; Morgiane, una pieza inspirada en el cuento de Alí Babá; y un oratorio. Pero estos proyectos se verán truncados cuando, durante el verano de 1933, comenzaron a manifestarse los primeros síntomas de la severa afección neurológica que acaba con su vida. Alteraciones en el habla, la escritura y la coordinación motora impedían a Ravel plasmar su música en papel pautado o tocar una sola nota al piano.
En 1935 Ida Rubinstein le propone un último viaje por España y Marruecos junto a su amigo Léon Leyritz, con la intención de ofrecerle un consuelo ante su enfermedad, aunque fue inútil. En 1936, debido al lento deterioro de su salud, Ravel se retira definitivamente a Montfort, donde contó hasta su muerte con el apoyo de sus amigos y Madame Révelot, su ama de llaves. En un acto desesperado por aliviar su dolor se somete a una intervención quirúrgica el 19 de diciembre de 1937 en París, pero tras una fuerte recaída moriría el 28 de diciembre en la Clínica de la Rue Boileau.
[…] académica tripartita y aires llenos de “charme” muy francés, respirando aromas de Debussy, Ravel o Fauré con toques de jazz (como Rampal en la Suite de Claude Bolling). Gran lucimiento técnico y […]