
María Luisa Chevallier fue una de las pianistas más brillantes de su tiempo, aplaudida en los escenarios españoles y europeos y elogiada por la crítica. Alumna destacada, compositora y docente, su carrera prometía un futuro brillante, pero, como tantas mujeres de su época, su talento quedó en segundo plano tras contraer matrimonio.
Para dar a conocer la trayectoria y la obra para piano de esta destacada compositora, el próximo 23 de abril tendrá lugar la conferencia-concierto ‘María Luisa Chevallier (1869-1951): de la sala de concierto al salón familiar’, a cargo de la investigadora Nieves Hernández Romero y la pianista Carmen Martínez-Pierret en la Biblioteca Musical Víctor Espinós de Madrid.
Por Nieves Hernández Romero
Mujeres en la música: una historia invisibilizada
Durante siglos, las mujeres han tenido un papel clave en la música, pero sus logros han sido opacados por la historia oficial. María Luisa Chevallier (1869-1951) es un claro ejemplo: una pianista brillante, compositora y docente que alcanzó gran prestigio en su época, pero cuyo nombre quedó en el olvido. Su historia nos permite redescubrir el talento femenino en la música de los siglos XIX y XX.
Infancia y formación: un talento precoz
María Luisa Chevallier nació en Madrid en 1869, en el seno de una familia de origen francés. Creció rodeada de arte y cultura, en una casa donde se reunían músicos, pintores y poetas. Desde pequeña mostró un talento excepcional para la música y comenzó a estudiar piano con gran dedicación.
A los 7 años ya participaba en conciertos benéficos y, poco después, ingresó en la Escuela Nacional de Música y Declamación (hoy Real Conservatorio Superior de Música de Madrid), donde tuvo como maestros a José Reventós, Eduardo Compta, Antonio López Almagro, Emilio Arrieta o Jesús de Monasterio, y, ya fuera del centro, a Carlos Beck. Allí destacó de inmediato: con apenas 13 años ya había ganado primeros premios en solfeo y piano. Posteriormente también ganó primeros premios en armonía y armonio, además de matricularse en las clases de composición, órgano y música de cámara.
Sus extraordinarias aptitudes (por ejemplo, su capacidad para interpretar fugas de Bach de memoria en cualquier tonalidad) impresionaron a sus maestros, de quienes recibió los mayores halagos, convirtiéndose en una de las alumnas más prometedoras de su generación.
Una pianista de prestigio internacional
Su talento la llevó más allá de las fronteras españolas. En 1882 fue invitada a tocar en la Exposición de Burdeos, donde su interpretación causó tal impacto que la prestigiosa casa Pleyel la llevó a París para tocar ante profesores del Conservatorio. Aunque le ofrecieron quedarse en la capital francesa para seguir formándose, decidió regresar a Madrid junto a su familia.
En España continuó cosechando éxitos y actuó en importantes escenarios, ganándose el respeto de la crítica y el público. También actuó en varias ocasiones para la infanta Isabel. En 1889 se incorporó como pianista a la Sociedad de Cuartetos de Madrid, dirigida por Jesús de Monasterio, agrupación de gran prestigio en la interpretación de música de cámara. Su nombramiento fue todo un hito, ya que sustituyó a pianistas de renombre y se convirtió en la única mujer en ocupar este puesto.
Mantuvo una excelente relación con personalidades de la época, como Isaac Albéniz, quien le dedicó uno de sus estudios, y de quien María Luisa Chevallier estrenó varias obras.
La creación musical
Durante los años que mantuvo una actividad pública, no solo actuó como intérprete, sino que compuso varias obras que en ocasiones incluía en sus conciertos. Una de las más conocidas fue su Sonata en Do menor, dedicada a Carlos Beck, que recibió elogiosas críticas y fue muy bien recibida por el público. Otras obras de este periodo son Cordouan. Valses para piano, dedicada a Emilio Arrieta, Melodía para piano, a Rafael Hernando, o Romanza sin palabras, a la infanta Isabel de Borbón.
Sus obras muestran una personalidad musical rica y versátil. Aunque no muy numerosas, poseen una gran calidad y hacían vislumbrar una prometedora carrera como creadora, suscitando la pregunta de hasta dónde hubiera podido llegar si hubiera seguido componiendo. Si bien nunca dejó de escribir, con piezas frecuentemente dedicadas a sus hijos o nietas, esta producción quedó limitada al ámbito doméstico.
Matrimonio y retiro de la vida pública
Como ocurría con muchas mujeres de su tiempo, su carrera pública como intérprete y compositora se vio en gran medida interrumpida tras su matrimonio en 1897 con Eduardo del Palacio, hijo del célebre poeta Manuel del Palacio. La relevancia de ambas figuras hizo que su compromiso y su boda aparecieran en prensa, destacándose la actividad musical de María Luisa Chevallier.
Tuvo cinco hijos, todos los cuales aprendieron a tocar algún instrumento. La hija mayor, Asunción, destacó como pianista y docente, en unión con su marido el violinista Antonio Piedra, alumno predilecto de Enrique Fernández Arbós.
Pese a su retiro de los escenarios, su pasión por la música nunca desapareció. Siguiendo la costumbre familiar, en su hogar se realizaban veladas literario-musicales, donde Chevallier tocaba el piano e interpretaba composiciones propias.
Una segunda vida
En 1920, María Luisa Chevallier obtuvo una plaza como profesora de solfeo en el Real Conservatorio de Madrid. Durante años, formó a nuevas generaciones de músicos con la misma pasión que había mostrado en su propia formación. Se mantuvo en su puesto hasta 1940, cuando se retiró oficialmente.
En la década de 1920 realizó algunas interpretaciones en la radio y en 1932 se interpretó una de sus canciones en un homenaje a su suegro.
En sus últimos años perdió la vista, pero aprendió braille para poder seguir leyendo música, demostrando una vez más su inquebrantable amor por el arte.
Un legado que merece reconocimiento
María Luisa Chevallier falleció en 1951 a los 81 años. A pesar de su importancia en la música española del siglo XIX y XX, su nombre fue cayendo en el olvido, como el de tantas otras mujeres compositoras.
Hoy, su historia nos recuerda el talento y la determinación de aquellas mujeres que, pese a las limitaciones de su tiempo, lograron dejar una huella en la historia de la música. Recuperar su legado no es solo un acto de justicia, sino también una invitación a redescubrir el enorme talento femenino que ha quedado oculto en la historia.
Gracias a la inestimable colaboración de los descendientes de María Luisa Chevallier, a quienes agradecemos el interés y apoyo que nos han brindado, hemos podido acceder a obras inéditas de la compositora. Este proyecto incluye la edición digital, la interpretación en concierto y la grabación de sus obras. Carmen Martínez-Pierret, pianista comprometida desde hace muchos años con la recuperación y difusión de las mujeres compositoras con su proyecto Rasgando el silencio, es la responsable de la interpretación y grabación de la música para piano.
Esta recuperación es resultado del proyecto DEePMusic. Digitalización del Ecosistema del Patrimonio Musical (ref. TED2021-131738B-I00) financiado por MICIU/AEI/10.13039/501100011033 y por la Unión Europea ‘NextGenerationEU’/PRTR y liderado por el Instituto Complutense de Ciencias Musicales.
Para dar a conocer la trayectoria y la obra para piano de esta destacada compositora, el próximo 23 de abril tendrá lugar Conferencia-Concierto ‘María Luisa Chevallier (1869-1951): de la sala de concierto al salón familiar’, a cargo de la investigadora Nieves Hernández Romero y la pianista Carmen Martínez-Pierret en la Biblioteca Musical Víctor Espinós de Madrid.
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