La mezzosoprano María José Montiel lleva más de media vida subida a los escenarios más importantes del mundo. En la actualidad se encuentra en un momento de madurez que le está permitiendo abordar personajes difíciles tanto en lo vocal como en lo psicológico. Algunos de ellos son estrenos absolutos, como el que encarnará el próximo 25 de noviembre en el Teatre Principal de Palma: Catalina Homar de L’Arxiduc de Antoni Parera Fons. A esta actividad se suma su dedicación a la Cátedra de Canto en la Universität der Künste de Berlín, una faceta que le permite estar en contacto con jóvenes músicos en busca de su propio camino.
Por Susana Castro
El próximo 25 de noviembre formará parte del reparto de L’Arxiduc, una ópera compuesta por Antoni Parera Fons, con texto de Carme Riera, cuyo estreno absoluto tendrá lugar en el Teatre Principal de Palma, ¿cómo se enfrenta a la preparación de un rol inédito?
Ante todo me gusta indagar en el aspecto histórico, político y cultural del libreto, es decir, intento empaparme del momento que vive el personaje para entender su psicología, ya sea con roles de inspiración literaria o históricos, como es el caso de Catalina Homar, que interpreto en L’Arxiduc.
Curiosamente, años antes de que me llegara esta propuesta, visité junto a mi amigo y gran pianista Miquel Estelrich el Museo del archiduque Luis Salvador de Austria en la Real Cartuja de Valldemossa, visita obligada cada vez que vengo a Mallorca, y ya en ese momento quedé muy interesada por la historia que vivió el archiduque. Desde que visitó la isla por primera vez quedó enamorado de esa tierra y terminó estableciéndose allí; fue el primer gran investigador de su geografía, flora y fauna e hizo cosas muy importantes para Mallorca, pero al mismo tiempo fue una persona muy controvertida políticamente —de quien se decía era espía del emperador—, además de tener una vida personal complicada y llena de claroscuros.
Cuando me ofrecieron participar en el estreno absoluto de L’Arxiduc no dudé en aceptar y me llenó de felicidad, no solo por el hecho de conocer ya las vivencias del personaje, sino también porque ser parte de un evento de estas características es algo maravilloso para un artista. Al tratarse de una obra de un compositor vivo, todo el proceso de creación se vuelve especialmente interesante: he podido ir construyendo a Catalina en varias sesiones de trabajo junto a Antoni Parera Fons, lo que ha supuesto un verdadero lujo. Además, conozco muy bien su creación porque he tenido el privilegio de estrenar varias de sus obras, como la ópera María Moliner —en la que también, al igual que en L’Arxiduc, la escena estuvo a cargo de Paco Azorín— o varias de sus canciones, como el ciclo Empfänger unbekannt que estrenamos en el Ciclo de Lied del Teatro de la Zarzuela, por lo que desde hace años hemos creado con Antoni una complicidad absoluta a la hora de trabajar.
¿Qué aspectos le han resultado más complejos del personaje de Catalina Homar?
Es un personaje interesantísimo: siendo una campesina de tan solo 15 años empezó a trabajar como jornalera en S’Estaca, la finca del archiduque en la que también trabajaba como carpintero el padre de Catalina. Era una mujer fuerte, inteligente y con un gran afán de superación; aprendió pronto a leer y escribir, algo absolutamente extraordinario en una mujer mallorquina de la época. El archiduque no tardó en convertirla en encargada de la finca y en un mundo machista —propio de ese período— ella supo imponerse con autoridad ante hombres y mujeres, ganándose el reconocimiento y respeto de todos al luchar por mejorar las condiciones laborales y salarios de trabajadoras y trabajadores.
Es un placer componer este personaje y tanto la maravillosa música de Parera Fons como el fantástico libreto de Carme Riera y el magnífico trabajo escénico de Paco Azorín me han ayudado a sumergirme de lleno en el personaje. Me siento como pez en el agua interpretándolo.
Se trata de una producción de la Orquestra Simfònica de les Illes Balears, que tiene al frente a Pablo Mielgo y Paco Azorín, con los que ya ha trabajado anteriormente, ¿cuál cree que puede ser el resultado de este montaje?
Me siento muy feliz de volver a compartir escenario con la fantástica Simfònica de les Illes Balears y con el maestro Pablo Mielgo, con quienes he tenido la fortuna de haber cantado en tantas ocasiones. Hace más de veinticinco años que actué junto a esta orquesta por primera vez, invitada entonces por el maestro Luis Remartínez —su primer director titular y artístico y que lamentablemente falleció en 2015—, y después he seguido colaborando con ellos en repertorios muy diversos; obviamente también junto al maestro Mielgo. Al igual que con el gran talento de Paco Azorín, con sus ideas y visión de esta apasionante historia, no puedo dejar de nombrar a mis fantásticos colegas en esta producción, todos fabulosos artistas. Estoy segura que el resultado final en el estreno de será de un gran nivel y el público lo va a poder disfrutar muchísimo.
Como nos recordaba, no es la primera vez que usted estrena una obra de Parera Fons, hay que recordar el éxito de María Moliner, la ópera, que vio la luz en 2016 en el Teatro de la Zarzuela, ¿qué es lo que más le atrae de la escritura vocal del mallorquín?
Parera Fons es un compositor que conoce el instrumento vocal perfectamente; su escritura siempre ayuda al cantante y en mi caso, además, como hemos trabajado juntos tantas veces, cuando canto su música la siento como un guante. De hecho, la ópera María Moliner la escribió para mí —al igual que otras de sus obras y de otros compositores que pensaron en mi voz para el estreno— y me siento absolutamente afortunada por ello.
María Moliner vio la luz en el Teatro de la Zarzuela, después viajó al Teatre Principal de Palma y al Teatro Campoamor de Oviedo y el año que viene volverá a representarse en otro teatro, pero más no puedo decir. No es fácil que una obra contemporánea gire por tantos teatros y eso es, sin duda, producto de la calidad de la música y en este caso del óptimo equipo que forman Parera Fons y Paco Azorín, así que espero que suceda lo mismo con L’Arxiduc.
En esta temporada también intervendrá en la Sinfonía núm. 2 de Mahler que interpretará la Orquesta Sinfónica Portuguesa, bajo la batuta de Antonio Pirollo, en el Teatro Nacional de Sao Carlos, ¿qué es lo que más le interesa del repertorio sinfónico, que tanto ha cantado en su vida profesional?
Adoro el repertorio sinfónico porque es como estar inmersa en un gran poema junto a la orquesta. Sentirte rodeada de esa maravillosa atmósfera poética creada por el compositor es algo único y me transporta a un mundo onírico y bellísimo que disfruto enormemente.
Recuerdo tantos conciertos en los que he disfrutado cantando obras maestras como la Segunda, Tercera y Octava sinfonías de Mahler o sus Lieder eines fahrenden Gesellen, pero también la belleza del Poème de l’amour et de la mer de Chausson o de Shéhérazade de Ravel, Les nuits d’eté y las Escenas de Fausto de Berlioz, la Rapsodia para contralto de Brahms o la fuerza y dramatismo de Alexander Nevsky de Prokófiev, cuando caminaba por el campo de la muerte.
La música sinfónico-vocal ha sido siempre una parte muy importante de mi vida y no entendería mi carrera sin ella, por lo que estoy feliz y agradecida de volver esta temporada a Lisboa para interpretar la Segunda de Mahler con la Orquesta Sinfónica Portuguesa —con la que he actuado varias veces—, ahora dirigida por el maestro Pirollo.
Mahler es uno de sus autores predilectos y, de hecho, es uno de los compositores más presentes en su agenda actual, ¿por qué se siente tan cómoda en el repertorio alemán?
El repertorio alemán lo conozco bien porque estudié en Viena en los inicios de mi carrera y después he ido volviendo durante toda mi vida profesional, ya sea a cantar o a perfeccionarme. Viena es parte importante de mi vida, y esto me ha acercado mucho al repertorio sinfónico alemán.
En cuanto a Mahler, es una verdadera delicia cantar su música tan descriptiva y llena de emociones porque me transporta a otro mundo; sus sinfonías las he interpretado muchísimas veces y en ellas me siento como parte de la naturaleza. Compuso algunas de ellas encerrado en una cabaña, en la montaña, y yo cuando las interpreto oigo el viento, el agua, veo las nubes y una belleza infinita que me arropa. Además, Mahler fue un hombre que durante toda su vida investigó sobre el ser humano, porque sufrió mucho en su vida y porque se planteó constantemente cómo transmitir con su música algo tan intangible como el alma.
Desde 2019 compagina su faceta de intérprete con la docencia, ya que es usted catedrática de canto de la Universität der Künste en Berlín y desde 2021 Profesora de Canto en los Cursos Universitarios Internacionales Música en Santiago. ¿Qué ha supuesto para usted poder tener su propia aula de canto en universidades tan prestigiosas como estas?
Cuando en 2017 me llamaron para ofrecerme la Cátedra de Canto de la Universität der Künste, considerada uno de los centros culturales de más prestigio a nivel mundial, la verdad es que fue una gratísima sorpresa que me alegró el corazón. Fue un reconocimiento a mi carrera internacional y es para mí una gran satisfacción formar parte del equipo de una universidad con tanta historia y prestigio, por cuyas aulas han pasado personalidades como Clara Schumann, Arnold Schoenberg, Kurt Weill, Joseph Joachim y un largo etcétera.
Más tarde, en 2021, inicié mi colaboración como profesora, al frente de la Cátedra de Canto, en los Cursos Universitarios Internacionales Música en Compostela, un curso tan longevo como prestigioso. Es un privilegio ser parte de este proyecto porque me permite promover y dar a conocer la música española, ya sea en un aula, en un concierto o haciendo llegar la música al alumnado que aún no la conoce.
Tomé el relevo de mi gran amiga y gran cantante Ana María Sánchez, un extraordinario ser humano con una voz de oro, que me llamó para que continuara en la Cátedra de Canto.
¿Siempre le interesó el mundo de la docencia? ¿Qué cree que le puede aportar en este momento a su carrera como intérprete?
Antes de iniciar la cátedra en la UDK en 2019, esporádicamente tenía alumnas en Madrid o en París, donde pasaba temporadas largas cantando, y daba algunas clases particulares. Mi carrera estaba centrada sobre los escenarios y tenía poco tiempo para la docencia. Pero al abrirse la posibilidad de tener mi propia aula de canto en la Universidad de Berlín alternando esta actividad con mi carrera como solista —requisito para el profesorado de la UDK—, pude iniciar una maravillosa etapa que nunca podía haber imaginado antes; nació en mí una gran vocación que me llena profundamente, con la que puedo transmitir mi conocimiento y experiencia a las nuevas generaciones de cantantes de todo el mundo, que rebosan talento y entusiasmo.
Estar en contacto con intérpretes jóvenes en busca de su camino en el arte y poder acompañarlos en el proceso es algo increíble. Siempre he querido tardar en dar clases porque considero que se necesita un gran conocimiento y experiencia del canto, y el destino me puso en el camino esta posibilidad justo en el momento en el que me he sentido absolutamente preparada para ello. La voz es única y tener en tus manos las voces de otras personas es una tarea de una gran responsabilidad. Cuando firmé el cargo en la UDK estaba feliz, pero en ese momento no sabía qué me iba a aportar este enorme enriquecimiento a mi vida personal y musical.
¿Qué otros compromisos de la temporada 2022-23 puede adelantarnos?
Compaginándolo con mi actividad en la UDK de Berlín, este año ofreceré recitales en Múnich y Berlín, además de regresar al Teatro de la Zarzuela con Luisa Fernanda, un concierto de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, la Segunda Sinfonía de Mahler en el Teatro Nacional de Sao Carlos de Lisboa, una serie de conciertos en Donostia y en Bilbao y otros compromisos que no puedo todavía nombrar al no haber sido anunciados.
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