Con su nuevo disco, ‘Trobairitz’
Mara Aranda, una de las intérpretes españolas más internacionales de música sefardita y medieval, celebra 30 años de actividad profesional en 2020 con un repertorio pleno de contenido universal. Las canciones contenidas en el disco que acaba de publicar, ‘Trobairitz’, hacen referencia a la vivencia de las emociones, sentimientos y avatares desde la perspectiva de mujeres del medievo llamadas trovadoras o trobairitz.
Mujeres que ‘por un breve tiempo en torno al siglo XI, y en Provenza, disfrutaron de los privilegios económicos que les permitían la educación, el lujo y la libertad para componer y cantar canciones por propio derecho’ pero que, en la mayoría de los casos, hubieron de recurrir al anonimato o seudónimo para dejar la huella de sus pasiones y su relación con aquella sociedad medieval que en la mayoría de los casos las contempló como moneda de cambio en manos de los hombres, en el tablero del juego de poder, o para las que estaba reservada la finalidad de desempeñar roles pasivos: casamiento, gestación, parto y lactancia.
Pero algunas privilegiadas tuvieron la posibilidad de recibir educación elevada sabiendo leer, escribir, versificar, crear música, rimar y cantar, siendo ‘ben enseignada (culta) y saber ben trobar (tener talento para componer música y poesía). En el contexto de la época, y según Robert de Blois, estas cantautoras medievales tuvieron una parte activa en el tablero de juego de la vida cultural y literaria del sur de Francia donde el occitano eran la lengua vehicular de la poesía y que llegó por el norte a Italia y a Alemania y por el sur, más tardíamente, hasta Valencia.
Mara Aranda, acompañada de otras cuatro mujeres músicas, hacen sonar con maestría los instrumentos medievales de la colección de Jota Martínez y Mara Aranda compuesta por 150 piezas reconstruidas a partir de los manuscritos medievales entre las que se incluye la colección completa —por primera vez en la historia— de los instrumentos representados en el Códice Princeps de las Cantigas de Santa Maria de Alfonso X, compuesta por 60 piezas.
Con ellas, tocan las fibras más íntimas de una sociedad que ha variado muy poco en sus maneras de expresar el duelo o la felicidad en este último milenio por lo que la resonancia con los textos y músicas contenidas en este album es automática y completa.
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