Se cumple el 250 aniversario del fallecimiento del genial violinista Giuseppe Tartini (1692-1770), considerado como la última figura excepcional italiana del siglo XVIII en el arte de tocar el violín y cabeza visible de una escuela que marcó un antes y un después en la técnica del instrumento.
Continuador de la famosa escuela de Arcangelo Corelli (1653-1713), Tartini desarrolló la suya propia, la cual vio nacer a algunos de los violinistas más importantes de la historia de la música. Maddalena Laura Lombardini (1745-1818) escribe su nombre dentro de los instrumentistas dignos de entrar a formar parte de la historia del violín y de la música.
Por Marina Picazo Gutiérrez
Fundación Hispania Música – Concerto Málaga
El talento musical de una niña pobre
Como muchas niñas italianas huérfanas y pobres de la época, Maddalena Lombardini fue educada en los hospicios venecianos, los cuales ofrecían un lugar en donde vivir a niñas pobres o huérfanas, y procuraban a aquellas que mostraban actitudes una educación musical al servicio de la religión.
Sus cualidades y destrezas le otorgaron la posibilidad de tener una vida de mayor comodidad que la que, en un principio, estaba escrita para ella como hija de la pobreza. Pero la vida de esta mujer se erige por encima de muchas otras por la capacidad de superar el anonimato al cual estaban destinadas estas hijas de Dios, para hacer llegar su nombre y sus composiciones hasta nuestros días. El nombre de Maddalena Laura Lombardini se erige como el de una importante figura que desarrolló su labor musical tanto dentro como fuera de los escenarios europeos.
Si bien no se conocen con exactitud todos los datos de su biografía, se sabe que nació en la ciudad de Venecia a mediados del siglo XVIII y murió en esta misma localidad a principios del siglo XIX. Esta violinista, a diferencia de muchas de las niñas que ingresaron dentro de los hospicios italianos, no era huérfana, sino que procedía de una familia pobre. Debido al talento musical que demostró desde pequeña fue aceptada para formar parte como figlia del coro del Ospedale dei Mendicanti en Venecia, de forma que con 7 años entró dentro de los muros de esta institución religiosa italiana recibiendo enseñanzas y lecciones musicales.
Durante su estancia en el hospicio, Maddalena se reveló no solo como destacada violinista, sino que también sobresalió en el dominio del clavicémbalo, el canto o la composición. Parece ser que el caso de esta mujer fue especial pues, aunque no abandonó el hospicio hasta 1767, viajó fuera de los muros de la institución religiosa años antes para recibir lecciones en Padua del maestro Giuseppe Tartini. Así pues, Maddalena Lombardini llegó a alcanzar tal técnica en el violín que se dice que fue la rival musical del también alumno de Tartini y virtuoso violinista, Pietro Nardini (1722-1793).
Después de veinte años dentro del hospicio, se licenció como maestra de la institución y en 1767, cuando contaba con 21 años, decidió dejar la vida en clausura, y con ella el hospicio, para casarse con el también violinista y maestro di cappella de Santa María la Mayor en Bérgamo, Ludovico Sirmen (1738-1812), pasando así a ser conocida con el nombre de Maddalena Laura Lombardini Sirmen o Maddalena Sirmen, nombre con el cual es popularmente conocida hoy día.
Una mujer que superó el anonimato: tras los muros del hospicio
La vida musical femenina durante el siglo XVIII no dejó de estar unida, al igual que lo había estado en siglos pasados, a los conventos y monasterios.Las figle de coro, nombre con el cual eran conocidas las niñas educadas dentro de los hospicios italianos, encontraban en el matrimonio una forma de liberarse de su vida conventual, así como una esperanza de alcanzar un puesto en la sociedad, ya que, en muchas ocasiones, importantes familias, normalmente amantes de la música, no discutían el hecho de que uno de sus descendientes se casase con una muchacha con gran educación y devoción. Era este el único consuelo que les quedaba a las jóvenes con gran nivel intelectual y artístico inmersas en un anonimato obligado, pues su dotes musicales quedaban en la sombra, ocultas dentro de la institución que prohibía la práctica musical fuera de sus muros una vez que se hubieran casado, pues se arriesgaban a perder la dote concedida por la institución para su casamiento. Aunque, como en toda regla, también encontramos su excepción, así pues, contamos con la presencia de grandes voces femeninas del siglo XVIII que, pese a su condición de casadas, lograron seguir su carrera musical. Tal es el caso de Faustina Bordoni (1697-1781), Maddalena Laura Lombardini (1745-1818) o de Isabel Colbrand (1785-1845). Pero no se debe olvidar que esta situación es consecuencia de una excepción que daba la sociedad decimonónica a la figura de la mujer, principalmente en el campo de la ópera, pues este era el género comercial del momento y requería de su presencia.
Pero la vida del matrimonio no era la única opción para estas muchachas, sino que una vez llegaba el fin de su estancia dentro de las instituciones religiosas, tenían también la posibilidad de elegir la vida religiosa y así poder seguir ejerciendo su actividad musical dentro de los muros que les proporcionaba la vida religiosa. Muchas de ellas optaron por quedarse dentro de los hospicios, y la docencia se convirtió en un campo abierto para estas mujeres.
Pero la decisión tomada por Maddalena discurrió por un sendero poco habitado y no muy común en la época: decidió abandonar el hospicio y casarse, pero sin renunciar a su vida musical. Para ello le fue necesario pedir permiso a la Junta de Gobernadores de Venecia, la cual le concedió continuar con su carrera musical después de contraer matrimonio. Debemos de tener en cuenta que, sin este permiso, Maddalena no hubiera podido desarrollar una actividad pública fuera de la institución.
Pocos meses después del casamiento de Maddalena podemos leer las primeras noticias de la actividad musical desarrollada por la violinista. Maddalena realizó una gira de conciertos que la llevó a adquirir gran fama tanto dentro como fuera de su país. Así pues, las actuaciones de esta violinista se pudieron escuchar tanto en la Península Itálica como fuera de ella. Pero parece ser que Maddalena, además de como violinista y compositora, también triunfó como cantante. Esta actividad la llevó a actuar en la ópera dentro de compañías italianas, de manera que se tiene constancia de sus conciertos tanto dentro como fuera de Europa. Los logros alcanzados por esta mujer fueron tales que se hace posible escuchar su nombre como primera voz del Teatro Imperial de San Petersburgo en la primavera de 1783, en donde además de cantar también se conocen sus apariciones interpretando el violín.
Su obra compositiva
Se conoce que, en muchas actuaciones, Maddalena Lombardini tocaba al violín sus propios conciertos, los cuales mostraron entre sus páginas el alto dominio de la composición que esta mujer había adquirido, ganándose así el respeto de sus contemporáneos. Leopold Mozart (1719-1787), padre del compositor Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791), hablaba de sus obras para violín como partituras de gran belleza compositiva y de acierto en el trato de la instrumentación, siendo estas publicadas en Europa.
Un total de treinta y cinco composiciones son las encontradas hasta el momento, algunas de las cuales fueron editadas estando Maddalena todavía viva, entre las que se pueden encontrar dúos, tríos y cuartetos para cuerdas, además de seis conciertos compuestos para violín y orquesta.
Parece ser que sus seis conciertos opus 3 se escribieron mientras Maddalena era alumna del gran maestro Giuseppe Tartini (1692-1770), es decir, en la década de 1760. Tanto en estos conciertos como en toda su obra camerística, Maddalena Lombardini demuestra su talento para la creación musical e igualmente deja ver un estilo compositivo de gran calidad. Cabe decir que en todas sus partituras la parte del violín se presenta de forma bastante virtuosa con rasgos propios del nuevo estilo compositivo del periodo clásico que comenzaba a inundar el mundo musical.
Giuseppe Tartini, Maestro delle Nazioni, su maestro…
Tartini fundó la escuela de violín de Padua, a la cual llegaron músicos procedentes de diferentes partes del mundo para aprender el perfeccionamiento y habilidades de la técnica del violín, así como el estudio de la teoría y composición de la música. Antonio Capri, biógrafo italiano de Tartini, nombra a más de setenta de los alumnos de Tartini como personajes dignos de entrar a formar parte de la historia del violín. Entre ellos encontramos a Filippo Manfredi, Pietro Nardini, Francesco Salieri, Pierre Lahoussaye, Pieter Hellendaal o Maddalena Lombardini, entre muchos otros.
Las enseñanzas dejadas por Tartini se ven reconocidas en la marcada individualidad artística de Pietro Nardini, Maddalena Lombardini o Domenico Ferrari, entre otros, que dejan ver a un maestro sensible, de gran talento, instruyendo a su alumnado en los principios estéticos y pedagógicos de su escuela. El maestro confirió a cada uno de ellos la forma de desarrollar su propio talento artístico. De esta manera, los numerosos alumnos de Tartini dieron nombre a su escuela y formaron una sola tendencia en el arte de tocar el violín. Autor de muchos trabajos musicales que todavía retienen su importancia, fue profundamente honrado no solo por sus contemporáneos, sino también por generaciones de profesores y violinistas.
El arte de Giuseppe Tartini comprende una página importante en la historia del violín. Muchos de sus principios metodológicos de cómo impartir lecciones están adaptados a nuestros días, y sus composiciones todavía prosperan tanto en clases de música como en programas de conciertos.
Lezione di violino por Giuseppe Tartini
La literatura y pedagogía musical violinística le deben a Maddalena Laura Lombardini el poder contar con la preciada carta que el eminente violinista Giuseppe Tartini le escribió en una forma de seguir contribuyendo a mantener la instrucción musical de su alumna. La carta que lleva por nombre ‘Lezione di violino‘,fechada el 5 de marzo de 1760, describe los principios pedagógicos y recomendaciones para la práctica diaria del instrumento, al igual que deja ver cierta información de la forma de interpretar el violín durante el Barroco.
Publicada en el periódico veneciano L’Europa Letteraria en 1770, con el nombre de ‘Lettera del defonto signor Giuseppe Tartini alla signora Maddalena Lombardini, inserviente ad una importante leziones per i suonatori di violino‘ (‘Carta del difunto señor Giuseppe Tartini a la señora Maddalena Lombardini, utilizada como una importante lección para sonar el violín’), posteriormente fue traducida y publicada a diferentes idiomas, lo cual ha provocado que el nombre de Maddalena Lombardini llegue hasta nuestros días, en un principio unida al nombre de su maestro y, posteriormente, como referente musical.
Si bien las primeras investigaciones realizadas sobre esta violinista llevaron a la errónea conclusión de fechar este hecho cuando Maddalena contaba ya con cierta edad, posteriormente se ha desvelado que la carta fue escrita cuando ella solo tenía 14 años. Parece ser que a esta edad ya se había consolidado como talentosa violinista, hecho que se demuestra tanto en el sustancial contenido de la carta, así como en la forma en que el maestro Tartini se dirige a ella. En este sentido hay que apuntar que el título de signora era solo otorgado a aquellas mujeres que dentro del hospicio poseían el nivel de maestra. Todo ello nos lleva a pensar en la distinción que el maestro italiano hace de Maddalena ya no como alumna, sino como maestra.
Como ya se ha mencionado anteriormente, a lo largo de toda esta carta escrita por Tartini se puede observar cómo el maestro guía a su alumna a través de los ejercicios que se deben desarrollar diariamente con el instrumento, es decir, describe en ella una lección de violín. Si se analiza el escrito, se observa cómo Tartini centra su lección en tres temas fundamentales de estudio: la mano derecha, la mano izquierda y los trinos.
El arco es el punto principal, al cual dedica una importante sección de su redacción. Tartini considera su estudio como complicado trabajo a la vez que importante ejercicio que se debe practicar diariamente. Así pues, aconseja a Maddalena prestar una hora diaria de atención a esta labor mediante la realización de diversos ejercicios enfocados a conseguir un buen sonido que no tenga brusquedad. Es aquí donde podemos observar cómo Tartini expresa su pensamiento sobre el estudio del sonido, parte fundamental de su pedagogía y punto que hoy día sigue ocupando un lugar importante dentro de la escuela moderna del violín. Los ejercicios de arco sobre las cuerdas al aire, en la propia opinión del maestro, proporcionan al intérprete el dominio del arco. Además, Tartini invita a Maddalena a interpretar algún movimiento rápido de entre las doce sonatas opus 5 escritas por Corelli para adquirir la ligereza en la muñeca derecha. Con sus consejos, el maestro de Padua logró cubrir todos los componentes y elementos principales de la técnica del arco.
En la segunda parte de esta carta, el maestro se centra en la mano izquierda y en el control de esta, recomendando a Maddalena practicar cualquier partitura sobre diferentes posiciones fijas de la mano hasta conseguir una seguridad absoluta de la partitura en cada una de las posiciones.
Finalmente, en la tercera sección del escrito, el maestro se detiene en el estudio de los trinos como práctica necesaria para el dominio técnico de la mano izquierda.
Maddalena Laura Lombardini y la presencia de la mujeres en la historia del violín
Sin lugar a duda, el número de mujeres que durante este periodo y posteriores consiguieron tocar el violín de forma profesional no es muy extenso o, al menos, tan extenso como el de sus compañeros, y así queda reflejado en la historia de la música. Las dificultades encontradas por las mujeres no fueron pocas ni en el seno familiar, ni en el personal o social. Si prestamos un poco de atención al hecho de que se haga difícil encontrar un corpus considerable de mujeres violinistas, encontramos la palabra prohibición entre las causas que se han empleado, hasta bien entrado el siglo pasado, para negar la participación de las mujeres en las orquestas profesionales. Hecho este que ha marcado la historia de las mujeres violinistas, a la vez que ha traído, a lo largo de los siglos, grandes consecuencias en su participación dentro del mundo profesional, pues solo las que consiguieron despuntar como solistas de mayor talento han podido realizar una carrera violinística, mientras que las demás se han visto obligadas a dejar apartadas sus inquietudes musicales.
Dentro de este contexto, se hace indudable que el número de mujeres que pudieron desarrollar su talento musical mediante la interpretación del violín durante el siglo XVIII sea escaso, pero eso no quiere decir que no exista una importante participación femenina, no por el número, sino por la calidad de su aportación al conocimiento de la interpretación y del estudio de este instrumentos durante dicho periodo. Y es así como el nombre de la famosa violinista italiana Maddalena Laura Lombardini surge con luz propia dejando constancia de su talento musical y capacidad creadora.
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