Por José Prieto Marugán
El 26 de marzo de 1932, en el Teatro Calderón, de Madrid, se estrenó Luisa Fernanda, comedia lírica en tres actos escrita por Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw con música de Federico Moreno Torroba.
Entre los numerosos personajes del amplísimo catálogo lírico producido por Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, hay tres mujeres que destacan por representar un cierto modelo de comportamiento amoroso y ser protagonistas de tres grandes zarzuelas: Doña Francisquita (1923), Luisa Fernanda (1932) y María Manuela (1955). Doña Francisquita es una habilidosa joven capaz de enredar a Fernando hasta conquistarlo, alejándolo de la comedianta Aurora la Beltrana. María Manuela es una mujer madura que se cree engañada por Gonzalo al descubrir que es Grande de España. Por último, las circunstancias hacen que Luisa Fernanda vaya a casarse con Vidal Hernando, un rico hacendado, aunque este renunciará a ella al darse cuenta de que, a quien en realidad ella quiere, es a Javier, un coronel de húsares fracasado.
Podríamos decir que Luisa Fernanda fue la consecuencia de una inocente maquinación. La confabulación tuvo lugar en el patio de butacas del Calderón. Los empresarios Arturo Cuyás de la Vega y Tomás Mironés, hábilmente, mencionaron el nombre de Moreno Torroba elogiando sus cualidades y diciendo a Romero y a Fernández-Shaw que merecía un buen libreto. Aunque Federico y Guillermo no se comprometieron, enseguida se pusieron manos a la obra y en pocos días quedó establecido el esquema básico de la que había de ser Luisa Fernanda. Como en otras ocasiones, y aunque pudiera parecer innecesario, los libretistas recorrieron el viejo Madrid en busca de lugares donde situar la acción. Y los encontraron en la plazuela de San Javier, cercana a la plaza del Cordón. También fue deliberadamente elegida la Fuentecilla, el monumento del pueblo madrileño a Fernando VII ‘el Deseado’, situado en la calle de Toledo. El tercer acto lo llevarían los autores, con no poca audacia, a una dehesa extremeña en Piedras Albas, pueblo cacereño cercano a la frontera con Portugal.
Para constituir el elenco surgieron algunos problemas. Guillermo los recuerda en su libro La aventura de la zarzuela. Memorias de un libretista, ydebemos reseñarlos. La soprano asturiana Gloria Alcaraz no quiso aceptar el papel de la Duquesa Carolina porque le pareció que no correspondía a su categoría artística; fue sustituida por Laura Nieto. José Luis Lloret tenía asignado el papel de Vidal, pero Moreno Torroba lo había pensado para Sagi Barba, que no había sido contratado, sin que conozcamos la causa. El célebre barítono valenciano parecía mostrar escaso interés y ponía toda clase de trabas; llegó a pedir una cantidad de dinero exorbitada y la exclusiva para la explotación de Luisa Fernanda en Cataluña, con excepción de Barcelona, donde ya se le había concedido al célebre empresario Luis Calvo. A pesar de todo, Sagi Barba fue contratado, estrenó el papel, y el pobre Lloret tuvo que esperar más de 110 representaciones para alternar con él.
También hubo algún contratiempo con los números extremeños del tercer acto: nadie sabía con certeza cómo realizarlos. La solución vino de la familia de Guillermo, concretamente de sus tíos Rafael y María, cuyas hijas bailaron para una de las maestras de baile, el cerandero y otras danzas extremeñas. El conocimiento de estas músicas y bailes tenía su origen en la breve estancia que Carlos Fernández Shaw, padre de Guillermo, tuvo en una dehesa cercana a Trujillo (Cáceres), en diciembre de 1907, por sugerencia de su hermano Rafael, para recuperar su tranquilidad y su salud.
El estreno
En su estreno, la comedia fue interpretada en sus principales papeles por Selica Pérez Carpio (como Luisa Fernanda), Laura Nieto (duquesa Carolina), Emilio Sagi Barba (Vidal Hernando) y Faustino Arregui (Javier Moreno, coronel de húsares). Como papeles secundarios cabe citar los de Mariana, la posadera (Ramona Galindo), Rosita, costurera (Soledad Escrich), Don Florito, padre de Luisa Fernanda (Eduardo Marcén), Luis Nogales, revolucionario (Vicente Carrasco), Bizco Porras (Miguel Pros), Jeromo, criado de Carolina (José Palomo), El Saboyano (Enrique Seva) y Don Lucas (Alejandro Bravo). Fue director musical el propio compositor.
El éxito fue insuperable. Prácticamente todos los números fueron repetidos y la prensa se hizo eco del gran triunfo que, entre otras cosas, suponía la consagración de Moreno Torroba como compositor lírico. Se llegaron a dar 158 representaciones consecutivas.
Luisa Fernanda empezó enseguida su andadura por el resto de los teatros líricos españoles, americanos y de otros países. A Barcelona llegó el 4 de mayo de 1932, en el Teatro Novedades, en interpretación de Matilde Vázquez (Luisa Fernanda), Pepe Romeo (Javier), Emilio Sagi Barba (Vidal), Cecilia Gubert (Carolina), Antonio Palacios, Valeriano Ruiz París y Juan Baraja. Sin ánimo de agotar la relación, podemos recordar que esta obra se conoció en el mes de septiembre en Valladolid; en octubre, en Logroño y Zaragoza; en noviembre, en Granada, Murcia, Oviedo, Pamplona y Sevilla; en diciembre, en Bilbao, Málaga y San Sebastián; y, en febrero de 1933, en Huelva y Santander. Tras pasearse por muchos teatros españoles, cruzó el charco y llegó a Buenos Aires, nada menos que al Teatro Colón, feudo tradicional de la ópera. La fecha fue el 27 de octubre de 1934. La pusieron en escena los siguientes intérpretes: Matilde Vázquez (Luisa Fernanda), Gloria Alcaraz (Duquesa Carolina), Carmen Causade (Mariana), María Iglesias (Rosita), Faustino Arregui (Javier), José María Aguilar (Vidal), Ángel de León (Don Florito), Manuel Hernández (Aníbal), Aníbal Vela (Nogales), José Castilla (Bizco Porras) y Miguel García (Jeromo). Dirigió la orquesta Federico Moreno Torroba que era, además, el empresario de la Compañía.
Sinopsis argumental
Luisa Fernanda se desarrolla en un ambiente marcado por las luchas entre dos facciones políticas (realistas y revolucionarios), representadas por dos hombres: Javier Moreno, coronel de húsares y realista, y Vidal Hernando, hacendado extremeño que milita entre los revolucionarios. Ambos se interesan por una mujer, Luisa Fernanda, y son objeto de las intrigas de otra: la duquesa Carolina.
Acto I. Plazuela de San Javier. Vidal Hernando se interesa por Luisa Fernanda, que le rechaza porque ama a Javier, un coronel de húsares, quien, a su vez, es acosado por la duquesa Carolina y se deja querer, lo cual encela a Luisa Fernanda.
Acto II. En la verbena de San Antonio, Carolina trata de atraer a Vidal a su bando político, pero este la rechaza; al tiempo, Javier importuna a Luisa Fernanda. Al verlo, Vidal defiende a la mujer y se enfrenta al militar al que humilla delante de todos. En la subsiguiente batalla, cada uno formará en un bando. En el Parador del Bizco, frente a la Fuentecilla de la calle de Toledo, los revolucionarios traen prisionero a Javier. Luisa Fernanda, al verlo desvalido, sale en su defensa. Javier acusa a Vidal de ser el cabecilla de los sublevados. Pero, en realidad, son los realistas quienes han ganado. Vidal y Luisa, al quedar solos, se abrazan.
Acto III. En la dehesa extremeña de Vidal se prepara su boda con Luisa Fernanda. Allí llega la llega la noticia de que Javier ha sido vencido en la batalla de Alcolea. El coronel aparece en la finca para despedirse de Luisa Fernanda, a la que pide clemencia. La mujer le rechaza, pero Vidal, viendo que Luisa Fernanda sigue enamorada del militar, renuncia a ella y la entrega Javier, porque contra el amor, nada se puede.
Los personajes
Aunque el reparto es muy numeroso, los personajes principales de esta comedia son cuatro: dos hombres y dos mujeres.
Luisa Fernanda es ‘una señorita de veintitantos años, pobre de bienes y opulenta de gracias y de sentimientos’, capaz de llevar su amor hasta los límites, aun en silencio y en contra de todas las circunstancias. Carolina, duquesa de Dalias y camarera de Su Majestad, es aristócrata, manipuladora y hasta oportunista, capaz de intentar atraer a los dos hombres hacia su bando político.
Ellos son Javier y Vidal. El primero, coronel de húsares, es algo bravucón, presumido, y ambicioso; está enamorado de Luisa Fernanda, aunque no desdeña la compañía de otras mujeres. Vidal Hernando es un labrador rico, hombre de palabra y de honor, capaz de ceder a Luisa Fernanda a su rival cuando se da cuenta de que ella sigue enamorada del militar, porque sabe que contra el amor no se pude luchar.
La música
De entre los números musicales de esta amplia partitura, han quedado entre lo más selecto del repertorio un buen número de ellos. Del primer acto podemos recordar la delicada y deliciosa ‘Habanera del saboyano’, entonada por un personaje secundario. El número siguiente, ‘Dúo de Mariana y Javier’, es, en realidad la presentación del militar, cantando la romanza: ‘De este apacible rincón…’. La aparición de Vidal se produce en otro dúo, esta vez con Luisa Fernanda (‘En mi tierra extremeña’). Un tercer dúo, ligero y juguetón, lo protagonizan Carolina y Javier: ‘Caballero del alto plumero’.
En el segundo acto se incluye quizá el fragmento más conocido, la ‘Mazurca de las sombrillas’, coqueta, elegante, distinguida y acariciadora. Vidal y Carolina vuelven a cantar un dúo vigoroso, un enfrentamiento entre ellos en el que Vidal muestra su desconfianza. Un amplio cuarteto pone fin al primer cuadro de este acto; en él se produce el reencuentro de Luisa Fernanda y Javier, y destaca con gran intensidad la escena de la subasta, en la que Vidal se hace con el derecho de bailar con Carolina para luego humillar a Javier regalándole el baile. El segundo cuadro contiene la ‘Romanza de Vidal’ (‘Luche la fe por el triunfo’), partitura apasionada y esperanzadora.
El tercer acto es de inspiración popular. Se abre con el ‘Coro de vareadores’: música festiva y vibrante con aires de jota, en el que se inserta una enamorada melodía de Vidal. Sigue el Dúo del reencuentro entre Javier y Luisa Fernanda, música de reflexiva aceptación y de perdón. Se cierra la obra con la alegría desbordante de las ‘Coplas del cerandero’, que contrastan con el drama amoroso que han protagonizado los personajes.
Comentario
No parece necesario aclarar que Luisa Fernanda no es un alegato político; basta con ver una representación o leer su libreto para poder advertirlo: Luisa Fernanda es una historia de amor.
Como era de esperar, la crítica de Julio Gómez en El Liberal, no tuvo inconveniente alguno en afirmar que:
‘Doña Francisquita es hija legítima de Pan y toros y de El barberillo de Lavapiés. A la misma familia pertenece Luisa Fernanda, no solo por su música, sino por su libro sentido, lírico, hablado con la elegancia y discreción magistral que procede directamente del teatro de nuestro Siglo de Oro y ha pasado, tomando su perfume romántico, por López de Ayala y Tamayo’.
Pero en la referencia musical reside el mayor interés de la crónica de este compositor:
‘El maestro Moreno Torroba ha dado ayer otro paso de importancia en su brillante carrera, afirmando su personalidad destacada y eminente en el género teatral. Como la formación de Torroba no es la puramente práctica de otros maestros de la zarzuela, sino que ha llegado a ella después de muy brillantes y merecidos triunfos en la música sinfónica y de cámara, su música teatral tiene una distinción que no es frecuente en los escenarios. Pero por fortuna, si la música sinfónica le ha servido para realizar un aprendizaje de altura, no le ha engañado, como a tantos otros, en cuanto a lo que en la composición es sustancial y accesorio: sabe que la construcción melódica es lo principal y no sustituye nunca con monerías de instrumentación o extravagancias armónicas la falta de inspiración y de habilidad en la formación de una línea de belleza sustantiva’.
Víctor Ruiz Albéniz, utilizando el seudónimo de ‘Acorde’, en Informaciones (‘En el Calderón: Luisa Fernanda‘. Informaciones,Madrid, 28/03/1932),resumió la música:
‘Moreno Torroba es, más que un genio de la inspiración melódica, un artista que sabe construir sus obras con verdadera finura, con insuperable exquisitez de gusto. Eso más que otra cosa es Luisa Fernanda. Una colección de números diestramente colocados para servir bien la acción, y en los que la forma alcanza grados de verdadera perfección atractiva. En algunos momentos alcanza la partitura, además, alturas de verdadera inspiración española y entonces el público se siente doblemente cautivado por la grandeza artística de las ideas y por la factura inmejorable de la exposición de los temas’.
Luisa Fernanda fue objeto de deseo de los productores cinematográficos, pero ninguno de los proyectos llegó a cuajar. La primera propuesta data de 1936: se firmó el correspondiente contrato, pero no llegó a filmarse; el guion lo realizó Alfredo Miralles. Hacia 1950 Cesáreo González se interesó por el personaje; también se firmó el contrato, pero tampoco se llegó a filmar por desavenencias entre Manuel Mur Oti, que había de hacer el guion y dirigirla, y Benito Perojo, que sería el productor. Los problemas terminaron en los tribunales, que fallaron a favor de Mur Oti en primera instancia, aunque solo en lo relacionado con sus emolumentos percibidos a cuenta.
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