El barítono de origen gallego ha cosechado una larga carrera en la que ha ido alternando ópera y zarzuela en los escenarios nacionales e internacionales más importantes. Tras su reciente debut como Selim en Il turco in Italia en la Ópera de Lausanne, está a punto de debutar como Lescaut en la Manon de Massenet en la Ópera de Tenerife.
Por Ana Nasarre
¿Qué es lo que más valoras de tu carrera? ¿Algún recuerdo especial que quieras mencionar?
Sería muy difícil mencionar solo un recuerdo después de tantos años porque hay muchísimos y todos importantes y especiales en su momento y no quisiera dejarme ninguno en el olvido.
¿Qué es lo que más valoro? Pues que un muchacho de clase obrera haya podido hacer una carrera digna como la que, si me lo permites, creo tener. Nunca me he considerado mejor que nadie y siempre he respetado a mis colegas al máximo y de ello sí me siento orgulloso y me congratulo. Creo que la mía ha sido una carrera de fondo, sin prisa, pero sin pausa, lo que probablemente me ha permitido llevar 36 años sobre los escenarios. Siempre he tenido un nivel de autoexigencia muy elevado, puede que a veces excesivo. Confieso que sigo ruborizándome con los halagos; los acepto, pero considero que tan solo hago mi trabajo y que este siempre puede hacerse mejor. Intento ser humilde, porque así me educó mi madre. Disfruto cada vez que estoy en una producción porque pienso que soy un privilegiado por estar ahí e intento ofrecer al público lo mejor de mí mismo.
¿Qué es lo más difícil de gestionar en una carrera de cantante como la tuya? ¿Has dicho alguna vez no a alguna propuesta que te hayan ofrecido?
Lo más importante es saber qué cantar en cada momento y saber decir que no a ciertos roles si no es el momento adecuado o, simplemente, si el rol no es para ti. En mi caso, tuvieron la temeridad de ofrecerme Scarpia con 23 años. Fui al primer ensayo, en medio de este dije que me iba porque yo no podía cantar eso. Se quedaron de piedra, y no lo debuté hasta 2013 con 46 años. Es ahora cuando lo he hecho mío y me siento plenamente a gusto cantándolo.
El Rigoletto, que debuté con 32 con mucho éxito, sí, pero comprendiendo que no podía cantar el rol de manera habitual por lo que decidí no volver a cantarlo hasta cumplir los 40, pero no fue hasta tres años más tarde cuando empecé a sentirme más cómodo y confiado en el rol.
Recuerdo otra situación, cuando allá por 1999 o 2000, la directora artística de Els Amics de l’ Òpera de Sabadell y gran soprano, Mirna Lacambra, me llamó para cantar el Conte di Luna de Il trovatore. Se trataba de una sustitución y la emoción me hizo decirle que sí en un principio, pero yo tenía otros compromisos y no iba a tener tiempo para ensayar ni para montar adecuadamente un papel que, como bien saben mis colegas barítonos, es endiablado. Así que 24 horas después de decirle que sí, la llamé para declinar su ofrecimiento explicándole mis argumentos, añadiendo que yo quería cantar en Sabadell con éxito y no correr el riesgo de no hacerlo bien. Recuerdo que Mirna me dijo: ‘no es habitual encontrar a un cantante joven que sabe decir que no’. Yo me lo tomé como un cumplido, aunque luego tardé muchos años en cantar finalmente con ellos. Esta anécdota la hemos comentado mucho Mirna y yo, riéndonos por mi valentía y a la vez valorándola.
¿Te queda algún personaje por interpretar que te gustaría en especial y que por algún motivo no has podido todavía representar?
Renato de Un ballo in maschera es un rol que he estado cuatro o cinco veces a punto de cantar, pero luego no ha podido ser. También me hubiera gustado cantar el Ezio de Attila y haber tenido la oportunidad, en su momento, de cantar más Mozart. Me gustaría abordar Gerard en Andrea Chénier, Michele en Il tabarro, Il Doge en I due Foscari, sin olvidarme de conseguir debutar finalmente Gianni Schicchi después de haber sido cover la última vez que se programó en el Teatro Real.
Háblanos de los últimos roles que has interpretado y que hayas disfrutado especialmente.
La Wally que debuté en 2020 en el Teatro Sao Carlos de Lisboa, en plena pandemia, y que fue especialmente significativo por el titánico esfuerzo que supuso para el teatro y el empeño personal de su por entonces directora artística, la gran soprano Elisabete Matos, para que no se cancelaran las funciones.
Recuerdo también el Simon Boccanegra, un rol que adoro, y que acabo de protagonizar en Pozan o el Falstaff que canté la pasada primavera en Brno que me hizo reencontrarme con uno de mis roles favoritos.
Pero, hay dos roles que creo que han marcado un antes y un después en mi carrera: la Poncia en La casa de Bernarda Alba de Miquel Ortega, que fue una propuesta y apuesta personal de Daniel Bianco al frente del Teatro de la Zarzuela, y Agata en Viva la Mamma que canté en el Teatro Real y que fue un regalo de Joan Matabosch. Abordar dos roles femeninos sin traspasar la finísima línea de ridiculizarlos y, además, poder rendir un homenaje a mi madre, a sus gestos, sus poses y sus miradas, es algo inolvidable.
Finalmente, Michonnet de Adriana Lecouvreur, que se ha convertido en uno de mis caballos de batalla sobre los escenarios y que disfruto cada vez que lo canto. Recuerdo con especial emoción las funciones de 2022 en Oviedo junto a la maravillosa Ermonela Jaho y ese último acto donde la química entre ambos alcanzó niveles nunca antes vividos por mí en un escenario y que, creo, llegaron al público con dos artistas emocionados y abrazados en el saludo final.
¿Nos puedes explicar tu personaje en el estreno mundial de la ópera La bella Susona, que se representará en el Teatro de la Maestranza en Sevilla? ¿Cuál es el proceso que sigues para prepararte para un nuevo papel operístico?
Estrenar un nuevo título y, por tanto, dar vida por primera vez a un personaje, requiere de un proceso distinto ya desde el aprendizaje. La dificultad es mucho mayor porque no existe ninguna referencia canora previa que pueda servirte de guía. Estás solo ante el peligro, pero aquí entra la magia de poder estar en comunicación con el compositor, con el creador de la obra. Nadie mejor que él para guiarte, asesorarte y con quien charlar buscando que lo que él ha escrito se adapte a tu vocalidad y tú puedas hacer el mejor servicio posible a su música. Y en ese proceso me encuentro ya con Alberto Carretero, el compositor de La bella Susona, para conseguir el mejor resultado posible y sintiéndome un privilegiado por tener otra vez la oportunidad de hacer un estreno mundial (ya llevo unos cuantos y, entre ellos, varias óperas).
La música clásica y la ópera se perciben, a veces, como géneros elitistas. ¿Qué esfuerzos crees que se pueden hacer para acercar estos géneros a un público más amplio y diverso?
Yo creo que el dar naturalidad a la música clásica pasa por hacerla habitual en la enseñanza en las escuelas. Me viene a la cabeza la labor que se hace en el Wales Millennium Center de Cardiff, que realiza una labor maravillosa de apertura a los niños en las escuelas. Esos niños crecen y sienten el teatro como parte suya y van con la misma normalidad a ver un concierto de rock, una función de teatro clásico o contemporáneo, un concierto de música clásica o una función de ópera, y ello, mientras siguen siendo jóvenes, juegan al rugby o van a una discoteca. Labor parecida la que se hace con los niños en el Teatro Nacional de Brno, en Chequia, del que soy artista invitado dese hace diez años.
Y luego una apuesta decidida de las diferentes administraciones públicas para popularizar la música clásica, dotarla de presupuesto y que los teatros cobren precios asequibles para poder ir a la ópera. Hay precios que se manejan en nuestro país que son inasumibles por la mayoría de la ciudadanía y eso va en contra de captar nuevos públicos simplemente porque no se lo pueden permitir.
Sabemos que eres un gran defensor de la zarzuela. ¿Que aportaría, a tu criterio, si la UNESCO la declarara Patrimonio de la Humanidad?
Bienvenida sea que, por fin, se haya decidido desde un gobierno en este país que nuestro género lírico sea candidato a ser considerado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Siempre diré que la zarzuela está más valorada fuera de nuestras fronteras que dentro de nuestro propio país, donde muchas veces hasta a la hora de programar siempre está uno o dos escalones por debajo de la ópera tanto en recursos como en cachés para los artistas o en número de funciones.
Es cierto que en los últimos años la labor realizada desde el Teatro de La Zarzuela ha sido inmensa, pero no menos cierto es que han ido desapareciendo temporadas y festivales de zarzuela en nuestro país, y no por ausencia de público, sino por falta de apoyo de los políticos de turno que no la consideran de interés, y algunos hasta la han tildado de casposa, mostrando un desconocimiento histórico ya que, precisamente, la zarzuela ha sido un género revolucionario y de crítica social.
Confío que pronto podamos celebrar esta declaración y que ello suponga un aumento de las funciones, de los presupuestos, de escuelas que formen a nuestros artistas en nuestro género lírico nacional y que sirva para apoyar a los nuevos creadores y a continuar con la labor de dar a conocer títulos olvidados de su enorme repertorio.
Aparte de tus múltiples compromisos, dedicas una parte de tu tiempo al Sindicato de Artistas Líricos de España (ALE) del que eres secretario general. ¿Te queda algún tiempo para dedicarlo a tus aficiones?
Tiempo, no queda mucho, porque estar al frente de un Sindicato requiere mucha dedicación, pero intento encontrar momentos para estar con mi familia, con mi pareja y mis amigos.
Me encantan los planes improvisados que pueden llevarte a descubrir una cala, un bosque o un riachuelo en nuestra Galicia, de la que soy un defensor a ultranza, de sus parajes y de su gastronomía. Me gusta también el cine o ver una buena serie. A veces una hora frente al mar, escuchando la melodía de las olas, oliendo ese mar gallego único, me cargan las pilas en esos momentos en los que necesito un impulso extra.
Hablando de ALE, ¿puedes explicar qué logros se han conseguido desde su creación hace tres años? ¿Te sientes satisfecho? ¿Queda algo muy importante por lo que tengáis que seguir luchando?
Satisfecho, nunca lo estoy, forma parte de mi ADN, pero creo que nuestro trabajo y nuestro nivel de implicación durante la pandemia para conseguir mejoras generales, nuestras aportaciones y contribución al Estatuto del Artista, nuestra apuesta decidida y pública para que la zarzuela sea declarada Patrimonio de la Humanidad o la consecución de los cursos exclusivos para Artistas Líricos en el SEPE o la declaración de la Cultura como Bien Esencial por el Senado, es para sentirse orgulloso porque hace poco más de tres años ALE no existía. Pero, sí, queda mucho por conseguir y el esfuerzo ahora ya debe centrarse en mejorar las condiciones laborales y profesionales de nuestros artistas líricos y que cada vez sean más considerados y, por ende, programados, en los teatros de nuestro país. Para ello será fundamental que artistas, teatros y agentes entendamos que estamos en un mismo barco y tengamos capacidad para negociar y cambiar cosas y que los poderes públicos doten de mecanismos y leyes que lo posibiliten.
Finalmente, ¿qué proyectos emocionantes tienes en el horizonte y qué te motiva a seguir explorando y compartiendo la música clásica con el público?
Acabo de debutar un rol, Selim de Il turco in Italia, en Lausanne, que espero me acompañe en el futuro. Estoy a punto de hacer lo propio en Tenerife con Lescaut de la Manon de Massenet. Veo con mucha ilusión, por ejemplo, mi regreso al Liceu con Adriana Lecouvreur o el Juan José de Sorozábal que protagonizaré en el Teatro de la Zarzuela.
Hay muchos proyectos ya apalabrados e incluso algunos firmados hasta 2027, pero soy de los que respeta los tiempos de los teatros y no anuncio nada hasta que cada teatro no presente su temporada.
Por lo demás, me motiva seguir teniendo ese gusanillo especial que se siente cuando vas a salir al escenario. Creo que el día que ya no lo sienta, note que no disfruto o que incluso sufro, habrá llegado el momento de decir ‘hasta aquí’. Espero que aún quede mucho tiempo para ello y poder seguir haciendo un buen servicio a la música desde la humildad y la profesionalidad.
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