El caso de Lucrecia Borgia es un tanto atípico. Fue un exitoso melodrama desde el principio, pero con una amplia censura antes y después de su estreno. Una de las primeras controversias previas al estreno fue respecto a la escena final, en la que Lucrecia, ya habiendo envenenado a los jóvenes, les dice que tiene preparados cinco ataúdes para sus víctimas. Esta era de gran interés para Donizetti, pero a la censura italiana no le hizo gracia que esta acción se llevara a cabo en el escenario, así que la decisión fue que la ópera se podía realizar siempre y cuando las víctimas de la duquesa no murieran en escena y no se colocaran ataúdes.
Por Fabiana Sans Arcílagos
Argumento
Prólogo
La escena se ubica en el Palazzo Grimani en Venecia, donde se celebra una fiesta. Gazella, Orsini, Petrucci, Gennaro y otros de sus amigos entran alegremente. Mientras los jóvenes conversan sobre las bondades y la belleza de Venecia, Gennaro se sienta en una silla fatigado. Escucha la conversación de sus amigos, quienes comentan que al día siguiente viajarán a casa de don Alfonso, duque de Ferrara, cuya corte es espléndida y muy alegre. Gubetta nombra a Lucrecia Borgia y Orsini lo interrumpe para relatarle el presagio de un hombre misterioso que les advertía a él y a Gennaro que se cuidaran de ella. Mientras Orsini narra la historia, el joven se retira hasta quedarse dormido. Sus amigos se unen a la fiesta, olvidándose de los Borgia, y Gennaro se queda solo.
Aparece una góndola y sale una mujer enmascarada, es Lucrecia, quien avanza hacia Gennaro y observa mientras duerme; la duquesa contempla al muchacho y, al besar su mano, <este se despierta e inmediatamente queda prendado por su belleza. Él le expresa su amor, pero le advierte de que, a pesar de este enorme sentimiento, él ama a su madre por encima de todo, aunque nunca la ha conocido. Entran en escena los amigos e inmediatamente la reconocen. Cada uno enumera al miembro de su familia que ella ha matado. Gennaro se queda atónito, Lucrecia se desmaya.
Acto I
La acción se sitúa en una plaza de Ferrara y al lado el balcón del palacio de los Borgia. El duque Alfonso y su sirviente Rustighello observan la casa de Gennaro. Creen que Lucrecia es amante del joven y arman un complot para asesinarlo.
Mientras tanto, en la casa de Gennaro se acerca el alba y se acaba la fiesta. Los amigos del muchacho salen a despedirse y ven al joven muy pensativo. Le increpan preguntando si está enamorado de Lucrecia, a lo que él contesta que no quiere escuchar más su nombre; se acerca al palacio y con un puñal elimina la B del blasón de los Borgia, releyéndose en la entrada del palacio ‘Orgia’. La duquesa, que ha visto el blasón, exige la muerte para quien lo haya hecho, ignorando que ha sido Gennaro.
El duque ordena que apresen y coloquen frente a Lucrecia al culpable; así, ante ella aparece Gennaro, quien rápidamente confiesa su “crimen”. Atónita,la duquesa intenta excusar al joven, pero don Alfonso acusa a su esposa de infiel. Ella lo niega todo y el duque solo quiere vengar su honor; pregunta a la mujer cómo quiere que muera el joven, si con la espada o envenenado; ella escoge la segunda opción. El duque le agradece a Gennaro su sinceridad y le ofrece una copa de vino que contiene el veneno. Lo bebe, el duque se marcha, Lucrecia rápidamente le ofrece un antídoto y le suplica que huya de la ciudad y de su esposo.
Acto II
En un pequeño patio de la casa, Gennaro observa a una cuadrilla de sicarios que lo espían. Orsini llama a la puerta para que lo acompañe a la fiesta. Este le confiesa todo lo ocurrido en el palacio de los Borgia y que debe huir. Pero la tentación del festejo hace que ignore el consejo de Lucrecia y se vaya con su amigo al palacio de la princesa Negroni.
Orsini y sus amigos brindan con las jóvenes invitadas. Entra Lucrecia y anuncia que va a vengarse por los insultos que todos le han proferido en Venecia; ella ha colocado veneno en el vino y ha preparado cinco cajas para sus cuerpos, pero se percata de que Gennaro no ha huido y que ha bebido del vino como sus amigos. Todos caen muertos. Mientras, el joven coge un cuchillo de la mesa e intenta matar a Lucrecia cuando esta le confiesa que es su progenitora. Gennaro muere en los brazos de su madre.
Las prohibiciones a Lucrecia
Una de las parejas musicales más importantes de la historia de la ópera sin duda alguna ha sido la formada por el compositor Gaetano Donizzeti y el libretista Felice Romani. Su relación profesional se inicia con la producción Chiara e Serafina, ossia I Pirati, estrenada en Milán en 1822 y, tras ocho años, Anna Bolena, primera ópera internacional del compositor, a la que le siguen Ugo, conte di Parigi, L’elisir d’amorey Lucrezia Borgia, entre otras. Pero esta dupla no siempre tuvo el triunfo de su lado, especialmente si eso era referido a las prohibiciones que vivieron sus creaciones.
Cuando Donizetti inicia su carrera operística, el bel canto italiano domina la escena, las líneas melódicas claras, con abundante decoración y ornamentación, formaban parte del estilo imperante de la primera mitad del siglo XIX. Pero, con Lucrecia no era sencillo introducir la fórmula cavatina y cabaletta, ya que el drama tal y como estaba estructurado no se prestaba especialmente a esta última. A pesar de esto, al compositor se le presentó un inconveniente con la soprano que eligió para representar a la hija de Rodrigo Borgia. Henriette Méric-Lalande (francesa de nacimiento pero con una gran carrera en Italia), consciente de los problemas vocales que la venían aquejando desde 1829 y de que ya había pasado el mejor momento de su carrera, advirtió al músico que en su primera aparición en la ópera no saldría con la máscara de Carnaval del prólogo, ya que correría el riesgo de no ser reconocida y, por ende, no la aplaudirían como merecía. El compositor cedió ante la primera petición y permitió que la soprano entrase a escena con la máscara en la mano. La segunda fue una exigencia más contundente: Méric-Lalande quería una cabaletta en la escena final. Donizetti intentó convencerla de que eso no era posible, pero la cantante no cedió, así que Romani tuvo que escribir ocho líneas más y Donizetti ponerle música, pero se dice que ‘se vengó’ componiéndola con tanta dificultad que la soprano no pudo realizarla de manera brillante y destacada; esta —hoy día— es la conocida cabaletta ‘Era desso il figlio mio!’ de la versión de 1833.
Finalmente el melodrama basado en la obra homónima de Victor Hugo se estrenóel 26 de diciembre de 1833 en el Teatro alla Scala de Milán con Francesco Pedrazzi como Gennaro, Henriette Méric-Lalande como Lucrecia, Marietta Brambilla como Orsini y Luciano Mariani representando al duque de Ferrara. Años más tarde, y ya con una serie de revisiones, Donizetti escribió un aria para el tenor, suprimiendo la cabaletta final.
Pero aquí no quedaron los problemas. En 1839 se estrenó en Londres y posteriormente en París (1840), ciudad en la que Victor Hugo interpuso una querella reclamando los derechos de autor por su obra, a la que respondieron Donizetti y Romani reescribiendo parte de la ópera, situándola en Turquía y denominándola La Rinnegata; para su estreno en Versalles fue llamada Nizza de Grenade. Pero estos no fueron los únicos cambios de nombre que sufrióla ópera, ya que la censura italiana, aupada por las quejas de los descendientes de la familia Borgia, se impuso ante Donizetti y este tuvo que renombrar la ópera como Eustorgia da Romano para Florencia, Alfonso, duca di Ferrara en Trieste, Giovanna I di Napoli en Ferrara y como Elisa da Fosco en Roma.
Lucrecia Borgia, historia de una duquesa
Hemos dicho que Donizetti no solo tuvo problemas por su exigente soprano o por los derechos exigidos por Victor Hugo, sino que además la familia Borgia llegó a interponer una querella que llegó hasta el Vaticano y, por ende, el compositor y su libretista tuvieron que hacer diversas revisiones de la ópera. Pero, ¿cuál es la importancia de la familia Borgia? ¿Corresponde la historia de Lucrecia con la verdadera?
Ciertamente no toda la trama del melodrama se corresponde con la historia de Lucrecia, hija del papa Alejandro VI (el valenciano Rodrigo Borgia). La joven Borgia siempre vivió bajo la sombra de sus hermanos. De una belleza indescriptible, su vida estaba teñida de un ambiente corrupto, de chismes y sexualidad. Entre tantas historias, se comenta que tuvo como amante a su propio hermano Cesar, y que ayudó a este y a su progenitor a cometer delitos inhumanos. Todo esto es incierto, ya que no se conoce la vida de Lucrecia; pero una de las informaciones contrastadas es que en su tercer matrimonio contrajo nupcias con Alfonso d’Este, duque de Ferrara, y con él tuvo siete hijos hasta su fallecimiento, a los 39 años.
Lo que sí sabemos es que Victor Hugo basó su relato en la leyenda de la mujer y que, a su vez, Romani suprimió ciertas partes para la ópera, ya que le parecían inapropiadas, como por ejemplo la relación incestuosa entre Lucrecia y su hermano, que se deja ver cuando ella le confiesa que su padre es Juan Borgia y en la última frase le dice que es su madre.
Victor Hugo describe la idea con la que concibe a Lucrecia en el prólogo de su obra: ‘Apoderaos de la deformidad moral más vergonzosa y más repugnante, colocadla donde pueda resaltar mejor, esto es, en el corazón de una mujer, con todas las condiciones de belleza física y de grandeza real, que dan más brillo al crimen, y mezclad con esa deformidad moral un sentimiento puro, el más puro que la mujer puede sentir, el sentimiento maternal, y ese monstruo que sea una madre; y el monstruo interesará, y el monstruo hará llorar, y el ser que aterraba os dará compasión, y el alma deforme llegará a ser casi hermosa a vuestros ojos’.
Lucrecia es hermanada por el autor con su obra el Rey se divierte, que para Victor Hugo refleja ‘la paternidad santificando la deformidad física’, mientras que Lucrecia es ‘la maternidad purificando la deformidad moral’. Él comenta que, a pesar de las críticas, el teatro está hecho para cumplir con una misión social, nacional y humana, y que él como creador carga con la responsabilidad para que el público salga del teatro con alguna reflexión moral. El escritor asume con su relato —inspirado en la leyenda más oscura de Lucrecia— el papel de mentor de una sociedad que debe aprender a reflexionar en su rol de humano dentro de la sociedad.
Las arias de Lucrecia
Lucrecia Borgia fue creada por Donizetti en una etapa más madura, en la que ya se separaba de sus principales maestros para crear su propio estilo, destacando su belleza melódica, una orquestación sencilla pero muy hábil y unas líneas vocales exquisitas. Sobre este antecedente se construyó Lucrecia Borgia, ópera para la que el compositor tuvo poco tiempo de creación desde que el director del teatro le encargara una ópera para la apertura de la temporada de Carnaval.
En Lucrecia abundan las arias y dúos con grandes saltos interválicos, dinámicas de difícil ejecución y abundante ornamentación. Una de las primeras arias a destacar es con la que aparece Lucrecia en el prólogo: ‘Com’è bello’. Es una de las arias más reconocidas de la ópera, con en una tesitura muy amplia, pero lo que debe destacar es el legatofirme de la soprano que lo ejecute. Otro de los pasajes de enorme calidad es la romanza de Orsini ‘Nella fatal di Rimini’ del prólogo y la destacada canzonetta ‘Ilsegreto per esserfelice’ que abarca desde el do4 al fa5 de la mezzosoprano, en 6/8, que se destaca tanto por su ritmo como por los finales tenidos.
El aria ‘Era desso il figlio mio!’, de gran virtuosismo, es diferente al resto de la ópera, con un tesitura entre fa#4 a sol#5, es una de las más virtuosas de la ópera, pero no se ejecuta en todas las versiones. El aria que se coloca en su lugar es la realizada para el tenor en 1840 “Madre, se ognor lontano” que, compuesta en Sol Mayor, presenta una ambigüedad en el modo, debido a la utilización de una quinta aumentada en su tiempo fuerte que resuelve en una sexta por grado conjunto.
Donizetti resplandece en esta ópera por su maestría en el trabajo vocal y por el dominio que tenía de la unificación emocional entre el texto y la música. Destacó en Lucrecia las escenas de aria, ya utilizadas como recurso en Anna Bolena, y una orquestación un tanto predecible, de ritmos regulares, con sonoridades similares y figuraciones largas, que dejan al conjunto orquestal supeditado a la expresividad y el virtuosismo de las voces.
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