La pandemia por coronavirus ha sacudido por completo al mundo y la música no ha escapado a esta realidad. Cuando nos pusimos en contacto por primera vez con nuestra entrevistada de este mes, queríamos visibilizar un hecho importante para ella, pero también para todo el sector musical de nuestro país: entre los días 17 y 24 de mayo iba a convertirse en la primera mujer al mando de la dirección musical del programa pedagógico del Teatro Real, ese que busca formar a los espectadores del futuro. En este momento de incertidumbre no está claro si este debut se producirá, pero estamos seguros de que será igualmente enriquecedor hablar con Lucía Marín sobre música, su experiencia vital, sus logros y los que están por llegar. Se ha ganado por derecho propio su espacio en la escena musical española.
Por Susana Castro
Nos encontramos en un momento muy complicado, con toda la actividad musical afectada por la crisis sanitaria. ¿Cómo ha afectado esta situación a su agenda?
Esta pandemia ha golpeado duramente mi agenda, como la de todos los artistas, generando mucha incertidumbre personal y profesional. Esperamos que estos conciertos sean aplazados a próximas fechas cuando la situación se normalice, como no puede ser de otra manera. Pero, afortunadamente, también han surgido nuevos compromisos que me hacen estar muy ilusionada con el futuro.
¿Qué le han parecido todas las campañas que se han sucedido en la red para llevar la música a los hogares españoles?
Lo que ha quedado de manifiesto es que la cultura —y la música— es parte esencial de nuestra sociedad, es el alimento de nuestra alma y nuestro intelecto. De hecho, hemos visto numerosas manifestaciones espontáneas de arte y cultura, lo que nos da el mensaje de que en situaciones difíciles se necesita más que nunca. Estamos atravesando un tiempo para pensar, reflexionar, aprender, establecer prioridades y darnos cuenta de que la cultura es parte esencial de nosotros.
¿Cree que en situaciones como esta la música (y la cultura) puede reivindicarse como un bien necesario?
Sí, absolutamente. De hecho, muchos artistas están reivindicando medidas gubernamentales para paliar las pérdidas de la industria de la música, una industria muy importante en este país y que genera mucha riqueza. Estas ayudas tienen que venir desde todos los niveles de gobierno, desde el local al estatal. Esta situación de confinamiento nos ha permitido ver claramente que la música es inherente a nosotros, a nuestra sociedad.
Si tuviese línea directa con aquellos que toman las decisiones importantes, ¿qué les diría sobre el sector cultural español en relación a la crisis económica que acarrea esta pandemia?
Les diría que la cultura es la marca de calidad de un país, que es riqueza, y debe de ser tratada como nuestro tesoro más valioso. Cualquier recorte que se le haga se le está haciendo al valor intrínseco del país. Si analizamos la cultura tan vasta que tiene España, nos daremos cuenta de que se puede convertir en nuestra máxima aliada de crecimiento económico y cultural para resurgir como sociedad, como país. Hay que saber que la cultura es riqueza, pero no solamente riqueza espiritual y emocional, sino económica.
Hablemos de su agenda. Entre los días 17 y 24 de mayo usted iba a asumir la dirección musical de ‘¡A la bin! ¡A la ban! ¡A la Ludwig Van! ¡Beethoven, Beethoven y nadie más!’, una nueva producción del Teatro Real para el público más pequeño. ¿Sabe si se mantiene de momento el calendario?
Con franqueza no lo sé. El Teatro Real, como todas las instituciones del mundo de la cultura de este país, está pendiente del devenir de los acontecimientos. Y desde el confinamiento estamos trabajando con la misma ilusión de siempre para que este proyecto se haga ahora o más adelante.
En esta ocasión se pondrá al frente de la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid (JORCAM) para abordar un concierto didáctico con proyecciones que cuenta con guion y presentación de Luis Piedrahita. ¿Qué puede adelantarnos sobre esta producción?
Este proyecto pretende acercar a nuevos públicos la figura y la música de Beethoven, el genio de Bonn, en el año del 250 aniversario de su nacimiento. Sin duda alguna, este genial artista no tiene parangón. Este proyecto va contar con momentos extraordinarios de música del gran compositor, narrados a través del fino, culto e inteligente sentido del humor de Luis Piedrahita, gran melómano, acercando el humanismo y la música que Ludwig van Beethoven atesora en su obra.
El humor produce mucho enganche en ese sector de público…
Sí, efectivamente. Luis Piedrahita es un gran consumidor de cultura, un gran enganche para cualquier público. Luis es un comunicador que toca el corazón de su público a través del sentido del humor. En su propio show dice: ‘dicen de mí que hago humor inteligente’. Pero sinceramente creo que va bastante más allá, es un humor que todo el mundo entiende, muy accesible, y donde al final de cada gagse dicen muchas verdades. Para mí es un orgullo trabajar con un ser humano tan excepcional.
Si no me equivoco, es usted la primera mujer que va a dirigir uno de los programas pedagógicos del Teatro Real, ¿le sorprende tener que seguir derribando estos muros en 2020?
Tengo entendido que sí pero, francamente, es algo que para mí queda en un segundo plano. Nunca me planteé ir derribando muros, pero me alegra enormemente que la situación vaya cambiando. Cuando una tiene la fortuna de dirigir en este templo de la música interpretando a Beethoven, es tal la pasión y la vocación que se tiene por lo que se hace, que no se plantea nada más. Trabajo cada día para crecer en lo personal y en lo profesional, disfruto del aprendizaje de la partitura y de la suerte de poderla comunicar dedicándome a lo que más me gusta, la música, así que no puedo pedir más.
Me consta que instituciones, orquestas y programadores están haciendo un esfuerzo enorme para aumentar nuestra presencia en las programaciones de las orquestas y teatros de nuestro país. Estoy convencida de que estamos en un proceso cuyos resultados se van a ir viendo poco a poco, y más pronto que tarde. Sin duda alguna estas oportunidades vendrán y está en nosotras en aprovecharlas. Yo trabajo día a día para que así sea.
Entenderá que puede usted ser fuente de inspiración para futuras generaciones de mujeres que quieran seguir su camino.
Ojalá dentro de unos años sea un ejemplo, todavía me queda mucho camino que recorrer. Y entonces, lo que verdaderamente tendría sentido es ser también ejemplo, no solo para las mujeres, sino también para los hombres. Yo desde luego me esmero con mi trabajo diario en hacer mi cometido cada día mejor. Qué duda cabe de que esa tarea requiere de mucha dedicación, de estudio en profundidad, esfuerzo, un sinfín de horas de trabajo y una fuerte vocación por lo que una ama. Pero he de decirle que es muy gratificante. Me planteo un camino de crecimiento que debe ser visto a largo plazo, mi carrera es una carrera de fondo. No obstante, para mí es un orgullo visibilizar esta profesión como mujer, ya que es necesario que haya referentes en todos los ámbitos y en todos los niveles para que las generaciones venideras tengan esas figuras presentes. El tiempo lo dirá todo.
No me gustaría perder el foco en esta entrevista hablando únicamente de sus logros por el hecho de ‘ser mujer’, sino que me gustaría hablar de sus logros, sin añadidos. Desde luego estar al frente de la dirección musical de un proyecto de uno de los principales teatros líricos del mundo tiene que ser para usted todo un hito. ¿Cómo surgió la propuesta? ¿Se va a prolongar en el tiempo esta colaboración?
En la primavera de 2019 Rita Cosentino, que ya conocía mi trabajo en la JORCAM tras haberla dirigido en 2017 en el Auditorio Nacional, propuso mi nombre al Teatro Real para este proyecto. Nos reunimos y me dio a conocer que trabajaría con Luis Piedrahita, con quien Rita ya había trabajado en temporadas anteriores. Así surgió este ‘terceto’, que está siendo sumamente enriquecedor, porque trabajar con Luis y el Teatro Real es maravilloso. La temporada que viene seré directora asistente del maestro Nicola Luisotti en unos de sus títulos y hay algún concierto más en perspectiva. Ciertamente estoy muy contenta, y espero que esta relación con el Teatro Real sea larga, fructífera y duradera.
¿Qué tipo de conciertos ha dirigido a lo largo de su carrera? ¿Cuál es su relación con los programas pedagógicos? ¿Había abordado algún otro con antelación?
Durante mi carrera he hecho todo tipo de conciertos temporada, extraordinarios y pedagógicos y familiares. Debuté en la temporada de la Orquesta Córdoba en 2014 invitada por Lorenzo Ramos y posteriormente he dirigido conciertos extraordinarios, familiares y pedagógicos con muchas de las orquestas de este país. Creo que todo tipo de conciertos son igual de importantes, y deben tener las mismas calidades, solo hay que adaptar el formato según el público al que va dirigido sin bajar un ápice el listón.
Uno de los pilares fundamentales en los que es imprescindible trabajar es en la creación de nuevos públicos. Todo el que ocupa una butaca tiene la misma sensibilidad, tenga la edad que tenga. Por tanto, es necesario hacer este tipo de programas para atraer nuevos oyentes, nuevos públicos con los que luego hay que continuar haciendo un trabajo de fidelización. Así que creo que es una buena idea que los programadores hagan distintos formatos de concierto, según el público al que va dirigido.
Si me permite el símil, cuando uno va a un restaurante se puede pedir el ‘menú degustación’, ‘una tapa’ o un ‘plato combinado’, la calidad es la misma, lo que varía es el contenido y ‘el emplatado’. Creo que es de suma importancia enriquecer las programaciones para tener abierta la ‘carta de menú’ para todo tipo de gustos, por seguir con este ejemplo cotidiano.
Respecto a los conciertos familiares, no me quiero olvidar de mi debut con la Orquesta Nacional de España el pasado mes de noviembre, una experiencia inolvidable y de crecimiento que ha significado un gran paso adelante en mi carrera. Sobre los conciertos pedagógicos, por ejemplo, recientemente he dirigido la Orquesta Sinfónica de Euskadi con un programa de Grieg y Sibelius titulado Maitasun epikoak (Amores épicos), un proyecto ideado por Mikel Cañada que ha hecho las delicias de alrededor de tres mil niños. También he hecho una versión de La flauta mágica con la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, y un programa de zarzuela para todos los públicos junto a la Orquesta Sinfónica de Galicia que también está pendiente de hacerse con la Oviedo Filarmonía.
¿Por qué es tan difícil que las directoras de orquesta españolas sean programadas en conciertos de temporada de las orquestas?
Más que difícil, lo que requiere es más lucha por nuestra parte. Hay que tener en cuenta que las orquestas españolas son colectivos de altísimo nivel técnico e interpretativo, de reconocido prestigio nacional e internacional. De hecho, los grandes directores del mundo las frecuentan en su ciclo de temporada. Así que comprendo que los gerentes y directores musicales pongan alto el listón de los directores invitados que pasan por sus temporadas. En mi caso, me esfuerzo a diario para seguir creciendo y por mostrarme cada vez más preparada ante este tipo de retos. Espero que más pronto que tarde las temporadas de las orquestas sinfónicas españolas y de otras se abran a esta posibilidad. No me cabe la menor duda de que todo está cambiando y las oportunidades van a venir, importantísimas instituciones como el Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela tienen verdadero interés en que estos cambios vayan sucediendo.
Asimismo, iba usted a inaugurar el Festival Internacional de Música y Danza ‘Ciudad de Úbeda’, al frente de la Orquesta Ciudad de Granada, junto al guitarrista Tomatito, pero ha tenido que ser aplazado. ¿Cree que este tipo de fusiones musicales pueden ayudar a ‘enganchar’ a nuevos públicos?
En este caso no es exactamente fusión de músicas. Estamos hablando de una obra muy conocida del repertorio clásico interpretada por una leyenda del flamenco. Tomatito ha grabado este célebre concierto recientemente para la casa de discos de música clásica más famosa con la ORCAM y el maestro Víctor Pablo Pérez, abordando extraordinariamente esta partitura. Sin duda alguna, Tomatito, excepcional guitarrista flamenco, tiene un gran tirón y es un grandísimo intérprete, por ello es una suerte contar con él para este repertorio.
Usted ha estado al frente de algunas de las formaciones más importante de este país, así que tiene una amplia perspectiva sobre nuestro tejido orquestal. ¿Cuáles creen que son sus principales virtudes y qué cree que tiene que mejorar?
Lo que ha sucedido en España desde la fundación de la Orquesta Nacional de España en 1937, y especialmente durante los últimos cuarenta años de historia, ha sido increíble. Lo primero que hay valorar es que España cuenta con un número muy importante de orquestas, unas veintiséis, aunadas sólidamente en la AEOS y que cuentan con un enorme prestigio a nivel nacional e internacional. Nuestras orquestas son conocidas dentro y fuera de nuestras fronteras, ofreciendo giras nacionales e internacionales. Músicos, directores y solistas de primerísima fila llenan sus temporadas y auditorios, siendo un orgullo para quien se acerca a escucharlos. En España hay una gran cantidad de auditorios excelentemente preparados para disfrutar del repertorio y realizar grabaciones, dejando una huella imborrable de excelencia y calidad.
Sin duda alguna hay que seguir apostando por las orquestas profesionales, y también por las orquestas jóvenes, que en la actualidad están lideradas por el extraordinario nivel de la JONDE, y cómo no, apoyar proyectos extraordinarios como la Camerata Infantil de la ORCAM. Hay muchísimos proyectos en este país donde se hacen trabajos realmente extraordinarios y que nos hacen mirar al futuro llenos de ilusión y optimismo.
Su carrera lleva una progresión claramente ascendente y cada vez son más las entidades que apuestan por usted. ¿Cuál diría que es la clave de ese éxito? ¿Qué valores cree que tiene usted que la pueden diferenciar de otros colegas?
Es francamente complicado responder a esta pregunta porque, si le soy sincera, no lo sé. Más que la clave del éxito podríamos hablar de cuál ha sido la clave de mi progresión. Y respecto a esto le puedo decir que siempre trabajo con pasión, rigor y generosidad. La pasión como fuerza que lo mueve todo; el rigor en el minucioso y perseverante trabajo de la partitura; y generosidad a la hora de dar, de trasmitir, dirigiendo siempre con el corazón abierto a escuchar qué está sucediendo.
En cualquier músico es imprescindible su forma de trabajar y abordar el estudio de las obras, pero en el caso del director, parece que esto está más expuesto todavía, ¿cómo definiría su estilo de dirección?
En mi opinión lo más valioso, y tal vez lo más difícil, es llegar a ser quien uno es encima del podio. Solo así se puede llegar a entender la partitura y compartirla con los demás desde la sinceridad vital. Creo en la dirección de orquesta como una profesión absolutamente creativa en el estricto sentido de la palabra ya que cuando se dirige se crea la obra de nuevo. Dirigir es crear una escultura hecha de material sonoro, una obra de arte que está viva y se desarrolla en un espacio y un tiempo determinados. De esta forma, el director, a través de la palabra y el gesto, durante los ensayos y el concierto, da forma al sonido para que la escultura sonora pueda vivir de nuevo en un tiempo y forma infinitos.
Como tal, posee volúmenes, formas, texturas, colores, balances, alturas, densidades, tensiones, luz y oscuridad, un sinfín de parámetros que el director debe ‘cincelar’ para que lleguen al oyente en su máximo grado de expresión, según se intuye de la voluntad del compositor transmitida en la obra, y así transcender hacia lo más profundo de la emoción del que escucha. Dirigir es transmitir ‘el alma de la partitura’, es decir, el espíritu que sustenta la obra musical de un compositor. Esta emoción intangible se puede descubrir mediante la intuición, estudiando en profundidad el sonido, la forma y el estilo.
¿Cree que es posible encontrar en su trabajo la huella de sus maestros, como Enrique García Asensio?
Durante mi carrera he tenido muchos maestros a los que les debo haberme dado las herramientas para haber llegado hasta aquí. Y, sin duda alguna, Enrique García Asensio es una gran influencia para mí. De él aprendí el oficio del director y la técnica de dirección de Sergiu Celibidache, de la que él es su más insigne pedagogo. Para mí es un orgullo que se reconozcan sus enseñanzas en mí, ya que son la base sobre la que he construido la directora de orquesta que soy en la actualidad. También la experiencia procedente de mi trabajo con los músicos de las orquestas ha sido enormemente enriquecedora. Y cómo no, aprender de grandes directores asistiendo a ensayos y conciertos, y viendo cómo directores abordan los desafíos que se encuentran en las partituras, ha sido muy estimulante para nunca dejar de crecer. Pero no solo eso, pienso que un artista debe aprender y enriquecerse de todo lo que pasa alrededor. Toda experiencia vital puede llegar a ser una experiencia de aprendizaje y crecimiento, y yo intento ser permeable a todo ello. Para mí el contacto con otras artes es fuente inagotable de inspiración, yo veo música en un cuadro de Velázquez, una escultura de Antonio Canova o en la poesía de Machado y García Lorca. Qué duda cabe, toda experiencia artística y vital siempre deja huella.
Aborda usted repertorio sinfónico y lírico. ¿En cuál de los dos escenarios se encuentra más cómoda? ¿Quiere seguir combinando ambas facetas?
Déjeme que le desvele mi pasión, no solo por el repertorio sinfónico, sino también por la ópera y la zarzuela. Me siento muy cómoda haciendo tanto sinfónico como lírico y, si de mí depende, me encantaría seguir abordando ambos repertorios. Y tampoco me quiero olvidar del ballet, tan importante en la música española, especialmente en el siglo XX.
Le puedo decir que una de las grandes experiencias que me llevé durante mi etapa en EE. UU. fue la posibilidad de realizar numerosas producciones escénicas, incluyendo el ballet, que me hicieron crecer, sin duda alguna, de manera exponencial. Afortunadamente, debido a mi relación con el Teatro Real y con otros teatros, la lírica y la música escénica van a estar muy presentes en mi repertorio. Siento un enamoramiento profundo por la música escénica y el enorme abanico de emociones que permite comunicar.
A pesar de la incertidumbre que impera en estos días, ¿tiene compromisos cerrados para la próxima temporada?
Sí, los hay. Una vez que todo esto vaya pasando, las perspectivas son muy buenas. Hay proyectos con varias orquestas españolas, alguna del panorama internacional, teatros líricos españoles, Teatro Real, Fundación Juan March y algunos festivales internacionales. Pero ahora toca esperar, y estoy segura de que la música resurgirá con más fuerza que nunca.
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