
La violinista y directora Lina Tur Bonet ha publicado el disco ‘SE4SONS’, grabado junto al grupo MUSIca ALcheMIca y en el que contrapone Las cuatro estaciones de Vivaldi con las Cuatro estaciones porteñas de Piazzolla. Hablamos con ella sobre las similitudes entre ambas obras, el proceso de seleccionar y preparar un repertorio, y sus proyectos futuros
Por Manuel Pacheco
Acabas de publicar el disco ‘SE4SONS’, en el que pones a dialogar Las cuatro estaciones de Vivaldi con las Cuatro estaciones porteñas de Piazzolla. Partiendo de que son obras de épocas y estilos muy distintos, ¿cómo se aborda en cada una de ellas ese viaje temático por las estaciones del año?
La obra de Vivaldi, tan conocida y representativa, está llena de referencias a los fenómenos de la naturaleza, a los animales y a la relación con el hombre, que permanece humilde ante su grandeza. Es muy hermoso, aparte de las imitaciones de todo tipo, escuchar también cómo en los segundos movimientos suele reinar una atmósfera en la que el ser humano, de una forma tan lírica, expresa sus más íntimas emociones (confianza, temor, goce) en relación con ese mundo natural. En Piazzolla, las pasiones y la expresión, con un lenguaje completamente distinto, van directas al corazón sin pasar por el intelecto. Eso es algo que siempre me sorprende en este compositor: su fuerza expresiva, el poder del ritmo, la cadencia del tango, que tan bien supo reinterpretar y hacer suyo y a la vez universal.
¿Existen similitudes de carácter, líricas, etc., entre ambas?
Es muy interesante el hecho de que, a pesar de que a estos dos compositores les separe un océano y trescientos años, aunque pertenezcan a dos hemisferios diferentes y a dos culturas, a ambos les hermane una honda expresividad a la hora de representar las estaciones y nuestra relación con ellas. Las obras tienen los mismos arrebatos, las mismas inseguridades y anhelos, los mismos deseos. Son además dos creadores que se reconocen de inmediato, y que consiguieron alcanzar un lenguaje propio y muy personal.
Cuando se interpretan juntas, la tarea se suele llevar a cabo con orquesta de cámara e instrumentos modernos, con una unidad acústica e instrumental. Sin embargo, nosotros hemos decidido optar por la versión original en ambos casos: la orquesta barroca con instrumentos originales, cuerdas de tripa, clave y tiorba, por un lado, y el piano, el bandoneón, el contrabajo y el violín moderno con sus cuerdas metálicas. A pesar de tratarse de conceptos sonoros completamente distintos, y para mi propia sorpresa, funcionan muy bien colocadas en esta especie de díptico, porque dialogan ofreciendo las dos caras de una misma moneda.
Se trata de partituras muy interpretadas y queridas del repertorio. ¿Qué elementos dirías que caracterizan vuestra versión de estas obras?
Es muy difícil hablar o juzgar lo que uno hace desde fuera, pues cuando afronto un nuevo proyecto me sumerjo tanto en él que soy incapaz de ‘ver el bosque por ver tantos árboles’. Sobre lo que sí puedo contestar es sobre el feedback que recibo cuando lo he interpretado, o lo que dicen quienes ya han escuchado la grabación. Estos primeros oyentes coinciden, en el caso de las obras de Vivaldi, en que acaban de escuchar de una forma completamente nueva algo que sin embargo les resultaba tan conocido. Para mí era muy importante resaltar la poesía de la primavera, el ardordel verano, el goce del otoño y el temor del invierno, combinado con la esperanza de un nuevo renacer en la primavera siguiente Seguramente, Vivaldi aludía con ellos a las estaciones de la vida, a los periodos de cualquier biografía: la infancia, la juventud, la madurez y la vejez. Al menos eso es lo que nos lleva a deducir ciertas relaciones armónicas entre los conciertos. Sobre todo, estas obras nos manifiestan los resultados del contacto de un hombre urbano de aquella época (recordemos que vivía en Venecia, un lugar que en realidad está alejado de los campos), con el medio natural. Vivaldi pasó un tiempo en Mantua con una pequeña orquesta como la nuestra, y con unos músicos estupendos. Allí, sin duda, la cercanía con las cosechas y las estaciones fue para él mucho mayor y, por ello, seguramente inspirador.
En el caso de Piazzolla, en nuestra versión se deja sentir el enorme disfrute que me ha proporcionado encontrarme entre expertos de tango y la forma en la que nos hemos dejado llevar todos por lo que la música nos ofrecía, que era muchísimo. De hecho, lo grabamos todo en apenas un par de horas y de manera muy fluida. Por eso, para mí, y gracias a mis compañeros, estas han sido unas jam seasons.
Has grabado ‘SE4SONS’ junto a MUSIca ALcheMIca, el ensemble que diriges desde 2004 y con el que girarás por Australia en noviembre. ¿Soléis interpretar este tipo de repertorios temáticos, u os centráis en la música de alguna época en concreto?
MUSIca ALcheMIca es un ensemble de solistas en el que reúno algunos de los músicos más interesantes que he ido conociendo en mis viajes y giras. Justo en este disco mostramos que tenemos un repertorio muy amplio, aunque es verdad que una parte muy importante de la actividad es la música de los siglos XVII y XVIII.
Este es tu 18.º álbum. como solista. ¿Cuál es tu motivación a la hora de iniciar un proyecto discográfico?
En realidad, me dejo llevar por mis intuiciones y mis pasiones, y elijo autores y obras que me fascinan. Ya sea en el caso de primeras grabaciones mundiales, música desconocida o bien música muy célebre. En este caso, mi productor llevaba años pidiéndome que grabara las estaciones de Vivaldi, y finalmente accedí porque es una obra que siempre he disfrutado mucho, por transitada que esté. La idea de añadir Piazzolla en versión original de cuarteto de tango me ilusionaba especialmente y me alegro de esa dupla, ese cuadro doble resultante en esta grabación.
¿Cómo eliges los repertorios?
Soy una persona muy curiosa y es verdad que a lo largo de una temporada tengo la enorme suerte de pasar por muchos y muy variados repertorios. Un interés me lleva al siguiente, siempre tengo ideas nuevas en la cabeza y estoy metiéndome en nuevos jardines. Sobre todo, soy una hedonista y siempre elijo aquello que me seduce. Aunque suene cursi, elijo con el corazón.
En junio viajarás a Praga para grabar los conciertos de violín de Paul Wranitzky. A pesar de tener un catálogo amplio de música escénica, sinfonías y conciertos, su obra no es muy conocida en España. ¿Cómo describirías su música para alguien que no ha oído hablar de él?
Tengo que decir que la música de este compositor me está sorprendiendo. Trabajó en Viena en la época de Haydn, y fue muy reconocido entonces. Tiene varios conciertos para violín solista, y el hecho de sacar esta música a la luz, tras tantos años esperando en silencio en un cajón, me emociona especialmente. Su escritura es audaz y virtuosa, muy elegante y creativa. Tiene un estilo clásico que no envidia a los grandes compositores entre los que vivió.
A lo largo de este último curso has sido la concertino de Le Concert des Nations, la orquesta fundada por Jordi Savall, en conciertos en toda Europa. ¿Cuáles han sido las principales paradas de esta gira?
Son ya varios años los que llevo como concertino de Le Concert des Nations, y solemos girar dos veces al año por la Philharmonie de Paris, L’Auditori de Barcelona, Elbphilharmonie de Hamburgo, Dresde, Toulouse y un largo etcétera. Fue muy especial para mí grabar e interpretar la Missa Solemnis de Beethoven en estos lugares, con su maravilloso solo de violín del ‘Benedictus’, hace un año. Fue grabado en disco y también se puede ver en un concierto en vivo del canal Mezzo.
También en este curso has dirigido orquestas como la agrupación barroca Tafelmusik de Toronto, la Orchestre de Chambre de Toulouse o la Orquesta del Festival Styriarte de Graz. ¿Qué preparación requiere esta labor, en contraste con el estudio de tu instrumento?
Al final se trata de la misma preparación. Me da igual si soy solista, músico de cámara o directora, siempre intento tener un conocimiento global de la partitura. Dado que cuando dirijo casi siempre toco también como solista, la parte de estudio violinístico es la misma. Dirigir me encanta, disfruto mucho del intercambio, y a través del contacto con orquestas suelo recibir sensaciones de vuelta muy gratificantes. Es algo para lo que cada vez me llaman más, y que está empezando a ocupar una parte muy importante de mi calendario. Además, con repertorios que van desde el siglo XVII hasta la música de nuestros días.
¿Cómo compaginas esta intensa actividad concertística y discográfica con tu cátedra en la Musikhochschule de Weimar?
Con muchas horas de tren y avión. Y con la ilusión de estar ocupando una cátedra en el corazón cultural de Alemania, a unos metros de donde vivió y trabajó Bach durante años, y de compartir con mis alumnos lo que poco a poco voy entendiendo de la música en mis conciertos y estudios.
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