Fritz Wunderlich, tenor y Hubert Giesen, piano
Orfeo C 432 961 B Mono ADD
Habrá lectores que conozcan ya el contenido habitual de esta sección, no sujeta a las novedades del mercado, en la que les hablo de discos que, simplemente, me gustan mucho. Pues bien, acaba de reeditarse un disco que me gusta mucho, de modo que por primera vez una novedad discográfica (en la medida en que lo es una reedición) ocupará esta página.
Se trata de un disco protagonizado por uno de los grandes tenores del siglo; una voz, una sensibilidad, una técnica, en definitiva, una manera de cantar seguramente irrepetible: la de Fritz Wunderlich.
Aunque este nombre estará en los «altares» de muchos aficionados, seguramente para otros muchos Wunderlich es un desconocido.
Su corta carrera, su corta vida, propician que así sea.
Fritz Wunderlich nació en Kusel el 26 de septiembre de 1930. Hijo de músicos -su padre era director de orquesta y su madre violinista- pensó en dedicarse a la trompa y dirigió una orquestina de baile para poder pagarse los estudios antes de encauzar su carrera como tenor. Quizá ese contacto con todo tipo de música favoreció la elección de un repertorio que va desde la opereta alemana a la ópera italiana pasando por Wagner o Mozart.
Precisamente con Mozart, con Tamino de «La flauta mágica», hizo su presentación en la Opera de Stuttgart en 1955 y el destino quiso que ese fuese también su último papel.
A finales del mes de agosto de 1966 la compañía de la Opera de Stuttgart (la misma de su debut) interpretó La flauta mágica en el Festival de Edimburgo. Wunderlich era Tamino. Tras esa actuación decidió tomarse unos días de vacaciones en Heidelberg, en la casa de campo de un amigo, para poder disfrutar de una de sus aficiones favoritas: la caza. Solía decir que en medio del bosque, agazapado esperando la presa, recuperaba la energía necesaria para volver al trabajo. Durante esas vacaciones, el 16 de septiembre, sufrió el accidente que le costó la vida. Tropezó con un escalón, perdió el equilibrio y se golpeó en la cabeza al caer. Una intervención quirúrgica no consiguió salvarle. Murió el 17 de septiembre, nueve días antes de cumplir los treinta y seis años.
La calidad de sus interpretaciones, la fuerza de su expresividad, que le convirtieron en uno de los más cotizados tenores de su generación, se mantienen hoy vivas en grabaciones como la que ahora nos ocupa. Este disco recoge una actuación en el Festival de Salzburgo, en el Mozarteum, el 19 de agosto de 1965. La ORF (Radiodifusión Austriaca) registró aquel recital en el que Wunderlich cantó el ciclo Amor de poeta, de Schumann y una selección de lieder de Beethoven y Schubert.
Para quienes no conozcan a Wunderlich baste decir, que la naturalidad podría definir su estilo, que nunca resulta afectado o amanerado y que escucharle emociona hasta el llanto.
Compruébenlo, por ejemplo, en el Ich will meine Seele tauchen del Dichterliebe, de Schumann.