La dirección de orquesta es la máxima expresión del liderazgo bien ejercido, mostrado y disfrutado en público el día del concierto, pero labrado hora tras hora durante los largos ensayos previos
Por Román Rodríguez Curbelo
Un director de orquesta no solo nace: también se hace. Talento, voluntad… Y trabajo, mucho trabajo. Los directores de orquesta deben formarse hoy más que nunca.
Pascual Osa, director titular y artístico de la Orquesta y Coro Filarmonía de Madrid y director académico del Máster en Dirección de Orquesta de UNIR, desarrolla esta idea: ‘A un director se le exigen hoy muchas más cosas que antes. Está al mando de grandes profesionales que realizan su trabajo de la mejor manera. Se le supone unos conocimientos del sector y unas dotes de liderazgo que antes no se exigían’, destaca.
La música clásica, por ejemplo, está mucho más extendida que hace décadas. Hay más profesionales que se dedican a ella y más público que acude a disfrutarla a las salas. Existe entonces mucho más conocimiento sobre ella y, por lo tanto, mucha más exigencia.
En este contexto de mayores exigencias y retos, pero también de recompensas más inolvidables, los directores Fernando Ocaña y Víctor Ferragut cuentan su paso por el Máster en Dirección de Orquesta de UNIR, una titulación de enfoque práctico que no se limita a profundizar en la dirección musical de la mano de maestros en activo.
El posgrado de UNIR también aborda la gestión de cualquier proyecto musical, como conciertos, programaciones de temporada o ciclos, y profundiza en la capacidad de liderazgo, una característica esencial para sacar lo mejor de cada músico y, por lo tanto, de todo el conjunto.
Ocaña y Ferragut hablan sobre la metodología, los contenidos académicos y el potente claustro del Máster, pero también del orgullo que sintieron ante la oportunidad única de dirigir a una organización tan prestigiosa como la Orquesta y Coro Filarmonía de Madrid.
Nuevas competencias
Fernando Ocaña reconoce que ahora dispone de un mayor conocimiento técnico para enfrentarse a la dirección de obras musicales. UNIR le ha brindado la oportunidad de madurar, adquirir y ampliar conceptos sobre la técnica de la escuela de dirección de Celibidache.
‘Además, me ha resultado muy interesante recibir formación en torno a la gestión de proyectos musicales y a las programaciones para diseñar una temporada de conciertos, así como sobre planificación de ensayos con vistas a aprovechar las prácticas presenciales’, asegura el exalumno de UNIR.
Víctor Ferragut también asegura que el posgrado le aportó una visión más amplia de la disciplina de la dirección. En el ámbito musical, un mayor conocimiento del repertorio y cómo abordarlo. ‘Y en el ámbito de la gestión, una visión global de la responsabilidad y las competencias del director de orquesta’, afirma.
Un claustro en activo de prestigio
Ferragut reconoce que a lo largo de todo el plan de estudios valoró la comodidad de la metodología y la facilidad con que podía conciliar la vida profesional y familiar. Y aunque admite que hay momentos de mayor carga de trabajo, tanto en lo laboral como en lo académico, en última instancia superó la presión.
Todos entienden que cursar un posgrado conlleva esfuerzo, dedicación y trabajo. Pero la naturaleza online de UNIR facilita la organización personal y permite compaginar estudios y carrera profesional.
Ocaña hace hincapié, además, en la calidad pedagógica del claustro del Máster y su compromiso con el alumnado. ‘Un aspecto que valoré enormemente desde un principio fue que parte de este profesorado estuviera en activo, a cargo de grandes formaciones nacionales e internacionales. Nosotros como estudiantes nos enriquecimos mucho con sus enseñanzas y experiencias’, recalca el director de orquesta.
Además, la posibilidad de realizar las prácticas del Máster con una agrupación profesional como la Orquesta y Coro Filarmonía de Madrid fue para él una gran fuente de motivación.
Una experiencia única
Ambos fueron los dos escogidos por el claustro del máster para dirigir la orquesta y el coro Filarmonía de Madrid. ¿Por qué? Ferragut recuerda que el cuerpo docente evaluó los mejores expedientes académicos para cubrir esas dos plazas meritorias. Y Fernando Ocaña aún se hace esa pregunta, confiesa con humildad.
‘En esta promoción del Máster he coincidido con compañeros que son unos auténticos profesionales en este sector y, además, viven de la música, por lo que la elección no debió ser fácil. Es cierto que he trabajado mucho durante este tiempo y me he esforzado al máximo‘, explica.
Quizá este aspecto haya sido clave: la evolución y el aprendizaje adquiridos durante el Máster, porque todos los conocimientos había que plasmarlos posteriormente en el ámbito profesional, dirigiendo nada menos que a toda una Orquesta y Coro Filarmonía en un concierto de temporada.
Un concierto para el recuerdo
Los dos directores lideraron la orquesta el pasado 7 de enero en el Auditorio Nacional de Música, dentro de la temporada de conciertos de Filarmonía.
‘Verme dirigiendo a esta orquesta fue una experiencia inolvidable’, sentencia Fernando Ocaña. Agradece la calidad artística y humana de los todos sus miembros, que le hicieron muy fácil el trabajo y, también, muy amenas las horas de ensayo dedicadas a la preparación de los movimientos musicales que le fueron asignados.
‘Asumir la dirección musical de parte de ese concierto fue un gran reto personal, y más aún haciéndolo desde la tarima del Auditorio Nacional de Música, uno de los escenarios emblemáticos de la música. Fue un sueño hecho realidad. En el patio de butacas estaba parte de mi familia, apoyándome y mandándome toda su energía positiva. Es algo que recordaré y guardaré en mi corazón durante toda mi vida‘, sostiene.
Ferragut también disfrutó mucho. El concierto contó con un repertorio centrado en la música de la saga cinematográfica de Harry Potter y el público, entregado, fue muy agradecido aquella noche. Pero el exalumno de UNIR valora igualmente otro detalle: el trabajo previo en los ensayos.
‘Durante el Máster tuvimos varias prácticas presenciales con músicos de Filarmonía, pero el hecho de poder trabajar y preparar un repertorio para después interpretarlo en directo fue una experiencia muy enriquecedora. Además, el trato de los músicos y del personal fue exquisito en todo momento’, dice.
Las responsabilidades de un director de orquesta
¿Se puede decir que una orquesta está bien dirigida o mal dirigida? ¿Y hasta dónde llega en este aspecto la responsabilidad del director? Para Ocaña, la diferencia radica en el conocimiento y la preparación previa de la obra y en la capacidad de comunicación no verbal de quien se sube a la tarima. Dos aspectos que considera básicos para conseguir de cada intérprete discursos musicales expresivos y significativos, dándole sentido al mensaje musical de la obra.
‘Los ensayos permiten detenerse y explicar la intención artística de cada fragmento, aunque en el directo es responsabilidad del director crear el ambiente musical idóneo, transmitir la energía específica de la pieza a dirigir y obtener la sonoridad expresiva concreta de cada interpretación’, explica.
Aunque admite que cada intérprete tiene también una responsabilidad concreta que asumir que ya no depende del director, sino del propio compromiso que cada músico adquiere en la interpretación individual de su particella, en su aportación musical al grupo. Ahí lo complicado es que cada músico de la orquesta entienda de la misma manera el objetivo a alcanzar y, sobre todo, que todos compartan la motivación por querer lograr ese objetivo común: aportar cada uno al resultado conjunto.
Eso conlleva esfuerzo y motivación, condiciones sobre las que el director también puede (y debe) hacer algo: ‘Es nuestra responsabilidad motivar la implicación de cada intérprete y desarrollar sentimientos de pertenencia al grupo y de trabajo en equipo’, añade.
Víctor Farragut destaca otra responsabilidad que puede solventarse con una característica esencial: la capacidad para guiar a un grupo, el liderazgo. Prefiere hablar de una orquesta con interpretaciones bien o mal construidas antes que de mal o bien dirigidas.
En eso coincide con Ocaña: ‘Al fin y al cabo, una orquesta es un equipo integrado por diferentes músicos con criterios seguramente divergentes, pero a la vez perfectamente válidos. Estos criterios deben unificarse para crear una interpretación sólida y coherente, de forma que todos trabajen de una manera cooperativa y coordinada. Un director debe inspirar, no imponer‘, finaliza.
Elena Menor, coordinadora académica y docente del Máster en Dirección de Orquesta de UNIR, coincide con Ocaña y Ferragut, y añade: ‘Un liderazgo que se demuestra con resultados’. De hecho, la dirección de orquesta es la máxima expresión del liderazgo bien ejercido, mostrado y disfrutado en público el día del concierto, pero labrado hora tras hora durante los largos ensayos previos.
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