Cuando pensamos en música antigua, es inevitable que nuestra atención se vea atraída por los grandes periodos imperantes: el Renacimiento, con sus imponentes polifonías, y el Barroco, considerado ‘cumbre’ de la música temprana.
Sin embargo, la configuración del lenguaje de este último solo fue posible gracias al trabajo de deconstrucción de los paradigmas que se dio en la transición entre estos dos periodos y es, curiosamente, uno de los repertorios a los que menos atención se presta a nivel general, desde el entorno académico a la programación de los festivales. Afortunadamente, comienzan a surgir especialistas de primer nivel que vuelcan todo su esfuerzo en la reconstrucción de este repertorio, del todo determinante para el desarrollo del lenguaje que hoy conocemos. Una de ellas es la violinista Leonor de Lera.
Por Fabiana Sans Arcílagos
Calificada como una de las ‘máximas especialistas en el terreno de la música de inicios del siglo XVII’ y una de las violinistas más relevantes del panorama nacional, Leonor de Lera inicia sus estudios musicales a los 6 años de edad en el Conservatorio Profesional de Música ‘Adolfo Salazar’. En el año 2000 se traslada a Londres, específicamente a la Guildhall School of Music and Drama, donde estudió con el eminente pedagogo y violinista Yfrah Neaman.
En esta ciudad Leonor fue incrementando su interés por la música antigua y decide especializarse en violín barroco con Rachel Podger, directora y violinista británica de gran prestigio. Obtiene su diploma de Bachelor of Music en 2004, y ese mismo año consigue una beca para realizar sus estudios de posgrado en la Royal Academy of Music, recinto en el que continuó como alumna de Podger hasta obtener su diploma en 2006.
En su amplio currículum podemos observar que ha formado parte de agrupaciones como la Orchestre Français des Jeunes Baroque, Le Parlement de Musique, Accademia Montis Regalis, Accademia Bizantina, L’Arpeggiata, Cappella Mediterranea, Ensemble Elyma, Capriccio Stravagante, Orquesta Barroca de Sevilla, Divino Sospiro y Los Músicos de su Alteza.
Pero más allá de esto, Leonor continúa especializándose en música temprana, esta vez de la mano de Enrico Onofri, de quien nos comenta que ‘es un grandísimo violinista, conocedor de todas las épocas y quien me enseñó, entre otras cosas a ahondar sobre el seicento‘.
Y es justo en esta época donde la violinista encuentra su gran pasión: ‘desde el inicio de mis estudios tuve una fuerte conexión con el seicento italiano. Las pocas veces que tuve ocasión de trabajarlo me gustaba muchísimo y en ese momento me propuse hacerlo’. Continúa relatando: ‘es un repertorio importantísimo en la historia de los instrumentos, que estaban hechos principalmente para doblar la voz. Luego llega todo el movimiento de la música instrumental en el que los músicos y compositores empiezan a probar y a evolucionar con un lenguaje muy particular y muy distinto al del Barroco que viene después’.
Con esta idea, De Lera se acerca cada vez más a los tratados de la época para profundizar no solo en la música sino en la estética, conceptos y propuestas de los autores. La madrileña de ascendencia francesa repasa, entre otros, textos como el del flautista Silvestro Ganassi, el compositor y cantante Giovanni Battista Bovicelli y el del instrumentista y compositor Girolamo Dalla Casa. Sin embargo, según sus propias palabras, halla ‘su biblia’ en el tratado Selva de varii passaggi de Francesco Rognoni, que incluye indicaciones técnicas específicas para el violín siendo, además, una fuente esencial para conocer el arte de las disminuciones.
De esta manera, De Lera consolida la práctica y la teoría en la creación de su proyecto musical, el conjunto L’Estro d’Orfeo. Fundado en 2015, el ensemble se especializa ‘en la música instrumental de finales del siglo XVI y principios del XVII. Su propósito es acercar al público todas estas ideas que marcaron el comienzo de una nueva era e introdujo un nuevo concepto en la música: el virtuosismo instrumental’.
Para De Lera, ‘el seicento italiano se toca con un lenguaje distinto a lo que viene después. Un ejemplo específico se encuentra en la forma de realizar lo que hoy llamamos vibrato. En Rognoni se indica que debe ser realizado con dos dedos, la nota tiene que subir y no bajar’, por ello, continúa relatando la intérprete, ‘no podemos estar alejados de los tratados’, debemos tomar en cuenta la diferencia entre ‘el significado de la música antigua y el significado de la práctica historicista. Aunque es cierto que no podemos saber con exactitud cómo sonaba, tu trabajo es intentar acercarte lo más posible a lo que se hacía entonces, es tu obligación ir a las fuentes, ver, leer, entender y poner en práctica lo que lees. Eso es lo que se hace en la práctica históricamente informada, si no, uno lo que está haciendo es repertorio de música antigua, que, en mi opinión, es distinto a hacer música antigua’.
Para Leonor, es muy importante que se pueda comprender el valor de la música del seicento italiano ‘porque es una especialidad que debe tratarse como tal’. Ella no solo defiende el valor de la música instrumental y ‘la grandísima importancia que tiene toda la ornamentación de las disminuciones’, sino que crea una atmósfera en la que logra que el oyente conecte con la música del seicento, rompiendo con algunos paradigmas y abriéndonos paso a un nuevo lenguaje del sonido, de la música y del estilo. ‘Lo bonito de esta música es que tienes un canvas limpio para ornamentar. Esta música, la puedes hacer distinta todas las veces que quieras, tienes libertad (y obligación) para aportar, siempre estás jugando con el cerebro’.
Uno de los elementos más característicos de este periodo es la ornamentación y muy especialmente las citadas disminuciones, eje central en el trabajo de Leonor: ‘las disminuciones son la práctica de la ornamentación improvisada (…). Era un tema importantísimo, como lo demuestran los muchísimos tratados que fueron escritos y dedicados exclusivamente a ese tema’. Según acota la violinista en las notas de su programa Le sentiment de la musique d’Italie, ‘el arte de disminuir e improvisar era, asimismo, altamente valorado, siendo un talento que se ganaba el respeto y la admiración tanto del público como de otros músicos profesionales’.
Y es con esta concepción con la que Leonor conduce a L’Estro d’Orfeo, agrupación que ha realizado conciertos en los festivales más representativos de Europa y que cuenta con dos grabaciones: Altri canti d’Amor (2017) y L’Arte di diminuire (2020), ambos bajo el sello discográfico holandés Challenge Classics. En estas grabaciones, al igual que en sus conciertos, se plasman todos los planteamientos musicales con los que trabaja la violinista, en los que muestra ‘las distintas maneras en las que se pueden utilizar las disminuciones’.
Así, en L’Arte di diminuire, nominado a los International Classical Music Awards 2021, se pueden encontrar tres ejemplos de disminuciones: ‘el primero son las obras que se encuentran al final de los tratados, que se escribieron tomando como base madrigales o motetes de compositores conocidos del siglo XVI como Rore, Palestrina, Arcadelt o Verdelot’ y que consistían en escribir una nueva melodía compuesta de disminuciones sobre una o varias voces del madrigal. El siguiente ejemplo corresponde a las obras llamadas sonatas, que están basadas en temas populares de la época y en el que el compositor crea una serie de variaciones sobre ese tema compuestas a base de disminuciones. Finalmente, De Lera, junto a Javier Núñez (clave y órgano), Rodney Prada (viola da gamba) y Josep María Martí (tiorba y guitarra barroca), dejan plasmada su libertad creativa al crear sus propias disminuciones, siendo esto lo que ‘constituye la parte más personal del disco’, ya que han ‘querido hacer un retrato del músico de la época, el cual habría escrito sus propias disminuciones’.
Agradecemos a Leonor de Lera por la entrevista y facilitarnos el material que ha hecho posible este artículo.
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