Con ‘Galdosiana. Orchestral Works’, Laura Vega presenta un viaje sonoro que combina tradición y modernidad. Este ambicioso proyecto, liderado por la directora Lucía Marín y grabado con la Orquesta Sinfónica de Navarra, plasma emociones universales como el amor y la melancolía, ofreciendo una música que conecta profundamente con intérpretes y público.
Por Susana Castro
El pasado 10 de diciembre veía la luz tu disco ‘Galdosiana. Orchestral Works’, editado bajo el sello IBS Classical. ¿Cómo surgió la idea de este proyecto?
La idea surgió de la directora de orquesta Lucía Marín. Tras escuchar mi Galdosiana por la Orquesta Nacional de España contactó conmigo interesándose por mi música. Me contó su idea de realizar un proyecto discográfico y meses después nos embarcábamos juntas en esta aventura. Sin su visión, confianza y empuje constante este proyecto nunca hubiese visto la luz.
Para poner en pie estas obras has contado con la Orquesta Sinfónica de Navarra, dirigida por Lucía Marín. ¿Cómo ha sido el proceso de trabajo con ellos?
La OSN no fue elegida al azar, fue resultado de la magnífica relación que Lucía ya tenía con ellos. La gerencia de la Fundación Baluarte, inicialmente con María Antonia Rodríguez y después con Rubén Jauquicoa, apostó fuerte por este proyecto poniendo a nuestra disposición el formidable equipo humano que forma la OSN. Además, el proceso de grabación fue ágil y eficaz porque Lucía conoce mi escritura a la perfección. Realiza un estudio minucioso y profundo de mis obras, no se queda en lo superficial, sabe exactamente lo que quiere obtener de la orquesta y tiene el conocimiento, las habilidades y herramientas necesarias para conseguirlo.
El trabajo se desarrolló en el Auditorio Barañain durante tres intensos días que fueron realmente productivos y transcurrieron en un ambiente muy agradable, algo que no siempre ocurre en procesos de grabación por la presión que ejercen los micrófonos. Se notaba que los músicos estaban involucrados, disfrutando del proceso y muchos de ellos compartían sus impresiones conmigo.
Cuando compongo ‘me pongo en la piel’ de los intérpretes porque ellos son quienes darán vida a mi música. Durante años fui oboísta y formé parte de diversas bandas y orquestas. Eso me dio un aprendizaje irremplazable, me enseñó a escuchar y sentir la música ‘desde dentro’ y saber cómo funciona una agrupación a nivel musical y humano. Para mí componer es crear un vínculo, una conexión, un diálogo constante conmigo misma, con los músicos y con el público. La experiencia de tener a tantas personas que, en comunión, hacen sonar tu música es algo mágico. La energía que se siente es indescriptible.
La primera de las obras contenidas en el disco es Caelum in terra, creada originalmente para piano y ensemble de cuerda, pero transformada posteriormente para este proyecto. ¿Qué rasgos de tu estilo musical contiene esta partitura?
En general, describo mi música como un viaje a través de paisajes cambiantes. Mis obras suelen tener un discurso narrativo, presentan numerosos contrastes de carácter, agógica y textura buscando un equilibrio entre intuición y técnica. Quizá lo que me caracteriza es la libertad para escribir, sin prejuicios, lo que me nace como una fuerza interior que está en mí y sale a través de los sonidos.
La solista de la obra es Marta Zabaleta, ¿habíais trabajado juntas anteriormente? ¿Cómo ha sido la experiencia?
Nunca antes había trabajado con Marta. Fue Paco Moya, de IBS Classical, quien me la sugirió. Es una pianista poderosa, meticulosa y rigurosa en su trabajo, de mucha solidez, dominio técnico, gran fuerza interior y enorme expresividad. La experiencia ha sido espectacular.
A continuación, escuchamos la obra que da nombre al disco, Galdosiana, y que homenajea al escritor canario Benito Pérez Galdós. ¿Cuáles son las características distintivas de esta obra?
Esta obra es especial en mi trayectoria por varias razones, entre las que destacaré aquí el momento en el que nació. El Gobierno de Canarias, junto a la OCNE, me encargó la obra a principios de 2020 para conmemorar el centenario del fallecimiento de Pérez Galdós. Nadie esperaba lo que sucedió dos meses después. El confinamiento lo viví en soledad. Normalmente mis trabajos se nutren de mi entorno y mis vivencias. Con la situación que estábamos sufriendo no lograba conectar con la obra de Galdós hasta que empecé a pensar que, en aquellas extrañas circunstancias de encierro, lo que da sentido a nuestra existencia es el amor, la necesidad de amar y ser amado y, sobre todo, poder expresarlo con palabras, gestos, besos, abrazos… En esos momentos, mi forma de expresión musical se vuelve aún más expresiva y comunicativa, es el afianzamiento de una necesidad vital.
Finalmente hallé inspiración en la correspondencia que Benito (el hombre y no el genio de la literatura) dirigió al último amor de su vida, Teodosia Gandarias. Utilicé este material como excusa para imaginar el sentir de Galdós y así trazar mi obra musical. Un breve fragmento de una de sus cartas me sirvió para crear la atmósfera melancólica distintiva de Galdosiana: ‘El mar con su brisa constante, con su cantar grave que todo lo dice sin decir nada, ayuda a nuestra reparación orgánica. ¡Gran amigo de los melancólicos es el mar!’. Relacioné esa melancolía con el sentimiento de muchos emigrantes canarios que marchan con la sensación de perder su paraíso. Esto me llevó a tomar mi obra de cámara Paraísos perdidos como punto de partida, una pieza que ha ido evolucionando a modo de work in progress.El motivo del arrorró canario, presente en muchas de mis composiciones, surge entre melodías nostálgicas y amorosas que se enmarcan en un lenguaje consonante y tradicional con gestos cargados de romanticismo que simbolizan el amor de quien verdaderamente ama.
El disco se cierra con Luz, Amor y Éxtasis para guitarra y orquestacon María Esther Guzmán como solista. La obra presenta unos interludios que están a cargo de la guitarra a solo. ¿De dónde surge esta forma tan curiosa? ¿Qué impacto tuvo en el público cuando se estrenó en el 39º Festival Internacional de Música de Canarias?
La forma fue surgiendo a medida que escribía la obra y evolucionó poco a poco hasta tener tres grandes partes enlazadas por dos interludios a cargo de la guitarra sola:
I. Luz – Interludio
1. Elogio a la Eternidad
II. Amor – Interludio
2. Elogio a la Vida
III. Éxtasis
El estreno fue muy aplaudido por el público. María Esther Guzmán hace una versión impecable, de enorme precisión técnica. En los interludios es, precisamente, donde mejor se puede apreciar la belleza y calidad de su sonido, así como su exquisita sensibilidad. Es una guitarrista impresionante, de altísimo nivel.
Para un compositor o compositora actual no es habitual recibir encargos sinfónicos y mucho menos tener la oportunidad de grabarlos. ¿Cuáles son tus sensaciones cuando te enfrentas a la escucha de este álbum?
Cuando Paco Moya me envió el montaje y realicé la primera escucha me emocioné. ¡Son tantas las sensaciones que brotan en segundos! Y es que escribir obras orquestales requiere de tanto esfuerzo, constancia y disciplina, son tantas horas en soledad… Y después de tantos sacrificios, es tan difícil conseguir que una orquesta profesional incluya en su programación obras de compositores actuales. Cuando un álbum como este se hace realidad, con un sello discográfico tan prestigioso como IBS Classical, resulta casi increíble. Me siento muy afortunada y agradecida.
Si tuvieses que animar a alguien que todavía no conoce tu obra a descubrir este disco, ¿qué le dirías para que no dudase en hacerlo?
Me resulta difícil, así que usaré palabras del pintor Juan Jaime Marqués Mayol acerca de lo que descubrió en mi obra tras asistir al concierto-presentación de mi anterior disco Luz de tinieblas: ‘No pude evitarlo, la música de Laura me había emocionado. No soy músico, así que me tiré al río de la filosofía heideggeriana para expresar mi emoción. Laura es una creadora explosiva, de gran intensidad. Si hubiera dicho que Laura es un volcán todos habrían entendido mi elogio, sin embargo, dije ‘río’. El río del que habla Laura es la vida misma, su vida, y las estaciones donde se detiene no son más que una inquietud de cambio constante, quiere ser su ‘río’ desde otra perspectiva y dar un giro, poco tiempo después sus partituras así lo reflejarán’.
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