Las escuelas de música y los conservatorios elementales conforman la base de la pirámide del sistema educativo musical. Una de sus funciones es facilitar la formación inicial de los estudiantes que aspiran a continuar sus estudios en los niveles superiores, pero no es esta la única y, a la vista de los datos, tampoco la principal.
Por Juan Mari Ruiz
Según los datos de la encuesta que realizamos en abril de 2022 y de las opiniones expresadas por las personas que participaron en ella, con el trascurso de los años se ha producido un cambio importante en lo que respecta a las etapas iniciales de la enseñanza musical. Hace unas décadas podía pensarse que la mayoría de quienes empezaban sus estudios elementales deseaba continuar al menos hasta llegar al entonces denominado Grado Medio, pero en la actualidad el porcentaje de alumnado de las escuelas que manifiesta que su intención inicial era continuar más adelante en el Grado Profesional apenas sobrepasa el 15 %, si bien aumenta ligeramente hasta casi un 24 % entre quienes ya están cursando sus estudios elementales en la actualidad y, por otra parte, algo más de un tercio de estos aún no ha decidido qué va a hacer. La sensación expresada por los profesores es muy similar, lo que parece indicar que tienen un buen conocimiento de lo que los alumnos esperan de su centro.
Por otra parte, el nivel de estudio personal declarado por el alumnado se sitúa en una media de 3,45 sobre 5, mientras que esta percepción desciende drásticamente entre el profesorado, que lo califica con un 2,64 —recordemos que en la escala del 1 al 5 el aprobado se sitúa en el 3—. Desde esta perspectiva, cabe preguntarse cuáles son las formas en que las escuelas pueden adaptar su oferta educativa a las aspiraciones reales de su alumnado y a sus posibilidades e intenciones de dedicación.
Las escuelas tienen que hacer frente a retos de diverso tipo, de entre los que el más mencionado es la competencia que representan las múltiples actividades extraescolares que se ofrecen al posible alumnado, muchas de las cuales ofrecen una recompensa más inmediata y no precisan de tanto esfuerzo. Por otra parte, el estudiantado que desea compaginar esas otras actividades con la música y sus estudios en el colegio se encuentra con que no disponen del tiempo necesario para estudiar su instrumento. Además, muchas de esas actividades, como las deportivas, están más fomentadas desde los medios de comunicación que la música, y muchos estiman que se ha perdido la percepción del valor social de la música y que crece la idea de que al ser una actividad no obligatoria no es necesario dedicar tiempo al estudio. Seguramente esa sensación cambiaría si se volviese a pensar en la música como parte de la educación, no solamente como una actividad de ocio.
Un comentario dice que ‘[…] actualmente los alumnos realizan múltiples actividades extraescolares y en ocasiones se sienten más atraídos por continuar con las que no son de música debido a que esta disciplina es exigente. A raíz de esto, veo difícil a veces que los niños dediquen tiempo al instrumento ya que se encuentran muy atareados con la escuela y las demás actividades que, en muchas ocasiones, pienso que son idea de sus padres para mantenerlos entretenidos mientras trabajan […]’.
Frente a esto, alguno propone ‘renovar el enfoque de enseñanza en las aulas para motivar a los alumnos. No se trata de abandonar la enseñanza tradicional, sino de adaptarla a las nuevas herramientas digitales y a las demandas sociales’, ampliar la oferta de la escuela a ‘las nuevas y viejas músicas’, o ‘romper con el hilo de una sola rama de estudio y dar la opción de conocer los diferentes estilos de música que hay, no solamente la enseñanza del clásico’.
También se menciona con frecuencia la desproporción entre el número de alumnos que se inscriben en algunos instrumentos como el violín, el piano o la guitarra, y los pocos que lo hacen en ciertos instrumentos, ante lo que hay quien sugiere ofrecer ventajas como una matrícula reducida para los que escojan estos instrumentos, pero debemos tener en cuenta que esto podría suponer un agravio comparativo entre el alumnado de las distintas especialidades.
Varias de las opiniones describen una pérdida general de nivel en las escuelas de música, ante lo que probablemente la solución sea, como dice uno de los comentarios, encontrar ‘el equilibrio entre una enseñanza de calidad y la inmediatez que demanda el alumnado’.
Una de las propuestas para mejorar el funcionamiento de las escuelas y ganar en alumnado es acercar en ellas la enseñanza musical a los adultos, aunque en ocasiones se puedan presentar problemas de adaptación del currículo y para compatibilizar los horarios de la escuela con los del trabajo, que según algunos es la causa de que estén pensando en dejar sus estudios. Al respecto, un comentario dice que ‘los centros han de entender que si queremos favorecer que en España las personas valoren y conozcan mucho mejor el mundo de la música debemos prestar atención a aquellos cuyo propósito es disfrutar y ampliar sus conocimientos. En mi experiencia, a los adultos que deciden estudiar de cero en centros privados se les trata como a tontos; no se les enseña de forma adecuada por la mala formación de los docentes o porque, entendiendo que no serán profesionales de la música, se les desprecia y engaña para que sigan dejando el dinero. Es muy triste y descorazonador […]’.
Otra opción para captar y mantener el alumnado sería ampliar el rango de los niveles que se ofertan y que no estuviese limitado el número de años de permanencia en el centro ni su oferta dedicada en exclusiva a la iniciación en la música. Uno de los encuestados manifiesta que le ‘gustaría encontrar alguna escuela que permita continuar estudios medios sin que sea un conservatorio. Veo una falta de oferta de estudios medios. En el conservatorio no se nos permite entrar por no cumplir el perfil que buscan (personas que busquen dedicarse de manera profesional a la música en un futuro). ¿Qué opciones tengo para seguir formándome al acabar con los estudios elementales?’.
Pero a pesar de que la mayoría del alumnado de las escuelas no tenga pensado continuar en el Grado Profesional no se debe olvidar que también los hay que sí quieren hacerlo, y que estos necesitarán una formación encaminada a ello que les proporcione los contenidos y el nivel técnico suficiente que les ayuden a superar una prueba de acceso.
Las actividades que fomentan los centros para captar y mantener su alumnado son, principalmente, semanas de puertas abiertas, intercambios con otros centros, celebración de conciertos pedagógicos y muestras de instrumentos, actividades conjuntas para alumnado y familias, sacar la música a la calle con conciertos al aire libre, crear agrupaciones para las distintas edades incluyendo grupos de adultos, organización de talleres en colegios e institutos, y utilizar la cartelería tradicional, los medios de comunicación locales y las redes sociales para publicitar las actividades que se realizan.
Por su parte, algunos profesores proponen flexibilizar las programaciones y adaptar el currículo a cada alumno, organizar conciertos con participación mixta del alumnado y el profesorado y la formación de agrupaciones de cámara, además de las recogidas dentro del currículo. Uno de ellos propone organizar clases colectivas con un contenido atrayente para los alumnos y pequeñas audiciones al estilo de las Schubertiadas en las que los alumnos se escuchen entre sí y comenten sus impresiones en un ambiente distendido, pero no deja de constatar que cuando lo hace ‘el centro pone todas las pegas del mundo pese a que cada día más alumnos solicitan participar’.
Otro profesor propone que ‘los chicos pudieran ver las posibilidades de la música en la vida real, no solo dentro del aula, utilizar Internet, […] hacer un mejor uso de las redes sociales —realización de vídeos promocionales, retransmisión de conciertos de alumnos y profesores y de otras actividades realizadas en el centro—, implicación del centro en el resto de actividades, musicales o no, desarrolladas en la ciudad y un mejor uso de las nuevas tecnologías en las clases […]’.
Por último, algún comentario ofrece una visión más general sobre el entorno general de la música, no solamente centrada en el ámbito educativo que nos ocupa, afirmando que ‘[…] hay territorios en los que no hay prácticamente ninguna actividad musical aparte de las que organiza el propio centro’.
Esta es otra importante faceta de los centros de enseñanza musical a tener muy en cuenta, porque son muchas las posibilidades que tienen las escuelas de música no solamente como centros educativos, sino también como polos de dinamización social y lugares donde difundir la cultura musical entre alumnado y público de todas las edades y con intereses muy diferentes.
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