En los últimos cien años ha habido pocos fenómenos vocales y entre ellos es preciso citar a la sueca Birgit Nilsson, con una increíble resistencia a la fatiga gracias a una voz de acero templado, con una tremenda extensión que le permitía moverse entre una gama de graves perfectamente emitidos, junto a un ancho centro y un registro agudo de gran potencia y poderío hasta un impresionante Re5. Estas características vocales hicieron posible que la cantante se mantuviera en activo y en magnífica forma hasta 1984, ya cumplidos los 66 años. Ya con 78 años, en el homenaje a James Levine en su veinticinco aniversario al frente de la dirección musical del Metropolitan, llegó a cantar un fragmento de Brünnhilde de La Walquiria, exhibiendo un magnífico fraseo y unos agudos aún resplandecientes.
Por Diego Manuel García
Birgit Nilsson nació en una granja en un pueblo llamado Västra Karup, situado a 100 kilómetros al norte de Malmöe, el 17 de mayo de 1918. Su debut se produjo ya tardíamente en 1946 cuando la cantante tenía 28 años, en la Ópera Real de Estocolmo, cuando sustituyó a una cantante indispuesta en el papel de Agathe de El cazador furtivo de Carl María von Weber (ver sección La ópera del mes de este mismo número). En 1947 interpretó también en Estocolmo la Lady Macbeth del Macbeth verdiano cantada en sueco. Al cabo de los años, este rol, ya cantado en italiano, se convertiría en una de sus grandes creaciones en el repertorio en la lengua de Dante. Su primer compromiso importante a nivel internacional tuvo lugar en el Festival de Glyndebourne en 1951, con Idomeneo re di Creta de Mozart. De gran importancia en su carrera fue su debut norteamericano en la Ópera de San Francisco, en 1956, en uno de los roles que iban a darle más justa fama: Isolda, que también sería el personaje para su debut en 1959 en el Metropolitan, teatro al que Nilsson estaría tremendamente ligada hasta 1984, fecha de su retirada de los escenarios. Sin embargo, su espaldarazo definitivo se produciría en el renacido Festival de Bayreuth, de la mano de Wieland Wagner, quien para la reapertura del Festival creado por su abuelo ficha a una serie de voces fundamentales del nuevo Bayreuth: Wolfgang Windgassen, Ramón Vinay, Sandor Konya, Elsabeth Grummer, Gre Brouwenstijn, Leonie Rysanek, Elinor Steber, Astrid Varnay, Dietrich Fischer-Dieskau, Ernest Blanc, Christa Ludwig, Rita Gorr, Hans Hotter, Hermann Uhde y otros muchos cantantes, además de Nilsson, que harían esta lista interminable. La soprano canta en Bayreuth, en 1954, una Elsa de Lohengrin autenticamente antológica, dirigida musicalmente por Eugen Jochun.
Una gran cantante wagneriana y straussiana
La Nilsson puede ser considerada la mejor soprano wagneriana de la segunda mitad del Siglo XX, recogiendo el testigo que le dejaba otra gran soprano: la noruega Kirsten Flagstad, quien durante muchos años y en compañía del gran tenor danés Lauritz Melchior estuvo en el pináculo de este repertorio. Aunque Nilsson en un principio cantó papeles wagnerianos de carácter más lírico, -y me refiero a Elsa de Lohengrin o Sieglinde de La Walquiria- en pocos años va a afrontar el rol de Brunilda, el más dramático de todos los personajes wagnerianos. Ello se materializa en diferentes montajes de El anillo del Nibelungo, preservados afortunadamente en disco a través de retransmisiones radiofónicas de excelente calidad de sonido. Cuando Georg Solti se embarca en el proyecto de grabar El anillo para DECCA, en Viena, en el largo período que va de 1958 a 1964, cuenta con Birgit Nilsson para el papel de Brunilda, convirtiéndose, sin duda, en lo mejor de esa grabación. Nilsson también creará una antológica Isolda, que paseará durante bastantes años por todos los grandes teatros del mundo y que comentaré en profundidad, más adelante. También afrontó como nadie papeles de Richard Strauss: Salomé, Elektra y la Emperatriz en La mujer sin sombra, todos ellos grabados en disco, que atestiguan el nivel que Nilsson otorgó a estos personajes, como en el caso de Elektra, mantenidos hasta el final de su carrera. Resulta imprescindible visionar el DVD de una Elektra representada en el Metropolitan neoyorkino en 1980, junto a la Crisotemis de Leonie Rysanek, bajo la dirección de James Levine.
La Isolda de Birgit Nilsson y el Tristán de Wolfgang Windgassen
Aparte de su extraordinaria Brunilda, el rol wagneriano que más justa fama a dado a Nilsson es Isolda, que durante más de veinte años llegó a cantar en casi doscientas representaciones. Ya se ha señalado que su debut estadounidense en 1956 en San Francisco fue con este personaje. Ese mismo año lo debutó en París, con un éxito arrollador que la convertía en la Isolda ideal, de la mano del legendario Hans Knappertsbusch, a quien el malogrado Ángel Fernando Mayo llamaba en sus magníficos trabajo sobre Wagner “Kna”. Al año siguiente de este evento parisino Wolfgang Wagner estaba preparando una nueva producción de Tristán e Isolda, donde iban a cantar juntos esa ópera por primera vez Birgit Nilsson y Wolfgang Windgassen. Aquella producción del más joven de los Wagner, aún entre nosotros y ya casi nonagenario, no despertó grandes elogios desde el punto de vista escénico pero sirvió para lanzar a la fama al joven director de orquesta Wolfgang Sawallisch y convertir a un gran cantante-actor, Wolfgang Windgassen, en el Tristán ideal desde el punto de vista vocal y escénico. Junto a la extraordinaria Isolda de Birgit Nilsson ambos iban a convertirse en los Tristán e Isolda indisociables durante más de diez años, en el transcurso de casi cien funciones y con abundantes grabaciones en directo e incluso en vídeo. Wieland Wagner preparó en 1966 una nueva producción de Tristán donde no contaba en principio con la pareja Nilsson-Windgassen, ya que quería promocionar a la pareja formada por Gerhard Stolze y la entonces muy joven Anja Silja, amante del mayor de los Wagner. Sin embargo Karl Böhm, que iba a ser el encargado de dirigir musicalmente la producción, convenció a Wieland Wagner de contar con la pareja Nilsson-Windgassen como garantía de éxito de esta nueva producción, que marcó una cima estilística del nuevo Bayreuth y de su estética, a base de una iluminación abstracta. La formidable Nilsson, de voz de acero y temperamento un tanto frío, se convirtió en la más dulce heroína: “la Isolda amorosa”. En cuanto a Windgassen, es un auténtico regalo escucharle mostrando su excepcional sabiduría; su capacidad de orden superior para mostrar al Tristán sufriente del Acto III; y, en suma, su categoria de gran músico. Sólamente se dieron en Bayreuth aquel año de 1966 tres funciones de Tristán, de cuyas tomas sonoras en directo se plasmó una grabación que, al cabo de más de cuarenta años, sigue siendo un referente de esta ópera. Además de nuestra pareja protagonista, se contó con una Brangania de lujo, Christa Ludwig. También resultaron excelentes el Kurwenal del barítono Eberhard Waechter y el Rey Marke del bajo Martti Talvela. La dirección de Karl Böhm no era excesivamente personal ni demasiado refinada, pero resultaba dramática, huyendo de los espacios muertos y de momentos en exceso místicos. De los muchos documentos sonoros que existen de la Isolda de Nilsson, cabe señalar su grabación de estudio DECCA de 1960 con Georg Solti dirigiendo a la Filarmónica de Viena. Muy recientemente, el sello GOLDEN MELODRAM ha editado otro Tristán de la pareja Nilsson-Windgassen, tomado en directo en la Scala de Milán, con dirección de Herbert von Karajan. En la entrevista que realicé a Lorin Maazel, publicada en nuestra revista el pasado febrero, el director norteamericano afirmaba “una de mis grandes experiencias wagnerianas fue dirigir en la Scala de Milán un Tristán e Isolda, protagonizado por Nilsson, Windgassen y Rita Gorr”. En tiempos circuló en video otro Tristán –ignoro si se ha editado en DVD- de nuestra pareja, escenificado en Tokio en 1967. Merece la pena reproducir el comentario que Birgit Nilsson hizo en una entrevista publicada en 1981: “Mi Tristán preferido fue Wolfgang Windgassen, lo cantamos tantas veces que cuando lo hacía con otro compañero tenía la impresión de traicionar a Wolfgang. Los dos nos pertenecíamos, ya que era un hombre notable, desbordante de conocimientos, un colega maravilloso aunque sólo fuera por su gran sentido práctico y tremenda sensibilidad. Su repentina muerte en 1974 con sólo sesenta años fue una irreparable perdida”. Windgassen ha sido el último tenor wagneriano a la altura musical y dramática exigida por Wagner para su Tristán. La Isolda de Birgit Nilsson, marca cotas inaccesibles, por vocalidad y construcción dramática del personaje.
Su gélida Turandot, junto al insuperable Calaf de Franco Corelli
Indudablemente, el gran papel italiano de Birgit Nilsson fue la gélida y terrible princesa Turandot. La voz de Nilsson era la ideal para este personaje que, a pesar de su relativamente corta presencia escénica, es de una tremenda intensidad vocal y dramática. Sin embargo, una Turandot de tales dimensiones precisaba a su lado de un Calaf no menos extraordinario. Nilsson encontró en Franco Corelli el Calaf ideal. Posiblemente, desde que nuestro Miguel Fleta estrenara esta ópera, con dirección de Arturo Toscanini, ningún tenor había logrado desarrollar plenamente la estatura vocal y dramática de este personaje. Tienen que surgir una Nilsson como Turandot y un Calaf como Corelli para que, durante más de una década ambos cantantes, no sólo interpretasen a sus respectivos personajes, sino que en una rara identificación vocal y dramática fuesen realmente Turandot y Calaf.
Nilsson y Corelli cantaron juntos por primera vez esta ópera en una sola función el 17 de diciembre de 1958 en el Teatro alla Scala. De hecho, la Nilsson había sido contratada para interpretar ocho funciones de Turandot, compartiendo reparto con Giuseppe Di Stefano y Pier Miranda Ferrero. Sin embargo, un ya decadente Di Stefano, metido en la piel de un personaje como Calaf, que le sobrepasaba vocalmente, huyó despavorido, propiciando que Corelli cantase esta ópera por primera vez con Nilsson.. Ya en 1960, y de nuevo en la Scala, volverán a cantar juntos esta ópera en el transcurso de cinco representaciones y en febrero de 1961 de nuevo coincidirán en ocho representaciones en el Metropolitan neoyorquino, con las Liù alternadas de Anna Moffo, Teresa Stratas, Lucine Amara y Licia Albanese, y la dirección musical de Leopold Stokowsky. La función inaugural fue retransmitida por radio, existiendo una grabación en CD. Turandot no se representaba en el Metropolitan desde 1931. Los extraordinarios resultados conseguidos por la pareja Nilsson-Corelli, propiciaron que esta ópera –siempre interpretada por ellos- se convirtiera en un título habitual de este teatro. Nilsson y Corelli cantaron esta ópera en el transcurso de cuarenta y cinco representaciones, hasta una última coincidencia durante tres funciones en Macerata, los días 4, 8 y 11 de julio de 1970. Cabe señalar que entre las cuatro grabaciones de esta ópera disponibles cantadas por esta pareja es importante reseñar la de estudio en 1965, dirigida por Francesco Molinari-Pradelli, con la magnífica Liù de Renata Scotto y el Timur de Bonaldo Giagiotti. Quizás el momento más extraordinario de los Turandot y Calaf de Nilsson y Corelli son las diez representaciones en el Teatro alla Scala, entre el 7 diciembre de 1964 y el 17 de enero de 1965, con la magnífica dirección de Gianandrea Gavazzeni y la extraordinaria Liù, tanto desde el punto de vista vocal como dramático, de la soprano rusa Galina Vishnevskaya. Existe una grabación en directo comercializada en la actualidad por MYTO RECORD, de la función del 7 de diciembre que posiblemente sea el mejor Turandot de toda la Historia. También está disponible una cuarta grabación (G.O.P) de la pareja, tomada en directo desde el Metropolitan, dirigida musicalmente por un joven Zubin Mehta y con la patética Liù de Mirella Freni. Obviamente, tanto Corelli como Nilsson cantaron Turandot con otros compañeros de reparto. En 1959 RCA realizó una grabación de estudio, donde Nilsson compartía reparto con otro gran Calaf, su compatriota Jussi Björling y la Liù de Renata Tebaldi, dirigidos por Eric Leinsdorf, también considerada una referencia de esta ópera. Björling moriría al año siguiente, con sólo 49 años. Dados los resultados artísticos de esta grabación, cabe pensar que, de haber vivido más años, el Calaf de Björling habría competido con el de Corelli. Lamentablemente, ¡no pudo ser!
También Nilsson y Corelli tenían sus celos profesionales: al final de la impresionante entrada en escena de Turandot cantando “In questa reggia”, ella cantaba la frase “Gli enigmi sono tre, la morte una!” y él le respondía: “No! No! Gli enigmi sono tre, una è la vita!” . El aria concluía fundiendo ambas frases y las voces, en unos sonoros y contundentes Do4, cantados al unísono pero perfectamente diferenciados, para mostrar quien lo hacía mejor.
También Corelli y Nilsson coincidieron en otros dos títulos: una Aida, dirigida en 1964 por Zubin Mehta, y Tosca dirigida por Lorin Maazel, con sendas grabaciones discográficas de estudio, respectivamente, de EMI y DECCA. Hay que señalar, también, que Birgit Nilsson interpretó con asiduidad otro personaje italiano: Amelia de Un ballo in maschera , que grabó en estudio para DECCA en 1960, con dirección de Georg Solti y el gran Carlo Bergonzi como Riccardo.
Birgit Nilsson murió en el mismo lugar donde había nacido, Västra Karup, el 25 de diciembre de 2005. Siempre estará en nuestro recuerdo.