Por Miguel Moreno
Evolución
La evolución de la tuba en el aspecto físico va totalmente en contra de las tendencias actuales de la moda: cada vez se construyen más «gordas» si cabe.
Las primeras tubas fueron construidas en Fa, tonalidad que se sigue empleando en la actualidad, pero tanto el diámetro de la tubería como el de la campana era mucho menor que ahora, al igual que ocurría con los diámetros de los trombones de esa época. Esto conlleva un cambio de sonoridad, haciéndose más amplia y profunda, a la vez que gana en redondez. La posterior construcción de las tubas en Do y Si bemol también hizo que los instrumentos fueran más grandes y pesados, consiguiendo una voz en los metales de la orquesta, hasta entonces inexistente, reclamada especialmente por compositores como Wagner, que escribió los pasajes orquestales para tuba más graves hasta ese momento.
Los cambios en las aleaciones de los materiales empleados no han sido muy grandes, pero sí ha habido evolución en los acabados, pudiéndose encontrar en la actualidad tubas lacadas doradas (metal amarillo), plateadas (baño de plata o a veces níquel), de metal solo pulido (se ponen feas muy pronto y tiene un aspecto de muy viejas) y lacadas rojizas (con una aleación más rica en cobre). En mi opinión, esto afecta muy poco a la sonoridad del instrumento y es algo más psicológico por parte del instrumentista, que se encuentra más cómodo tocando con uno u otro instrumento. En la construcción de las campanas se ha empleado la fibra de vidrio y diferentes tipos de plásticos para aligerar el peso del instrumento, especialmente para aquellos que van a ser utilizados en bandas para desfilar. También se han construido «sousaphones» completamente en fibra de vidrio, a excepción de los pistones y sus tuberías, siendo estos instrumentos realmente ligeros, pero perdiendo mucha calidad sonora.
Algo que sí afecta más al sonido son las diversas formas, el diseño de la tuba. Se construyen tubas con la campana hacia la derecha (generalmente en Mi bemol o Si bemol) y otras, la gran mayoría, con la campana a la izquierda. Las primeras son empleadas casi en exclusiva por los tubistas de orquestas inglesas. También las hay de un aspecto más alargado y otras más anchas y bajas. Estas distintas características influyen de manera bastante acentuada en la sonoridad.
Las válvulas, que nos permiten producir las distintas series de sonidos y poder tocar una escala cromática completa, se denominan pistones o cilindros. Los primeros se emplean cada vez más, ya que permiten un mejor aprovechamiento del aire y son los más utilizados por constructores americanos o ingleses. Los cilindros tienen un recorrido más corto pero utilizan peor la columna de aire. Son utilizados, en mayor medida, por los fabricantes alemanes y centroeuropeos, aunque los primeros están empezando a construir muchos modelos con pistones en la actualidad. Aquí tienen mucho que ver los gustos personales de cada instrumentista y, sobre todo, la costumbre.
Cómo es
La tuba es el instrumento más grande y pesado de la familia de los metales. Es un tubo enrollado de unos cinco metros de longitud (tuba en do) que se ensancha progresivamente para terminar en un gran pabellón o campana.
Las partes desmontables de la tubería se denominan bombas y sirven para modificar ligeramente la afinación de los pistones o cilindros, y en una de ellas, denominada bomba general (se llama así porque afecta a la afinación total del instrumento), hay una llave para expulsar el líquido (agua en el argot de los músicos) que se produce dentro del instrumento al condensarse el aire que soplamos.
Otra de las partes desmontables del instrumento es la boquilla, que es, sin lugar a dudas, la más personal de todas, al estar íntimamente unida al instrumentista a través de sus labios. Dentro de ella se produce el sonido (vibración de los labios) que luego será amplificado por el instrumento produciendo esa voz tan característica.
¿Por qué suena como suena?
La tuba es un tubo abierto que responde, de igual manera, a las leyes físicas de los instrumentos de metal. Los instrumentos de metal no se denominan así por estar construidos en este tipo de material (también lo están el saxo y la flauta y pertenecen a la familia de las maderas) sino por la manera en que se produce el sonido. Los labios se introducen dentro de la boquilla y, al soplar, el aire hace que estos vibren y produzcan una especie de zumbido que es amplificado por el instrumento. Esto es igual en la trompeta, el trombón, la trompa, el bombardino o la tuba y lo único que cambia es la presión y cantidad de aire necesaria para hacer sonar a cada uno de ellos. Cuanto más largo es el tubo, más grave es el sonido y viceversa.
¿Qué lugar ocupa en la distribución espacial de los instrumentos de la orquesta?
Si miramos desde el podio del director o desde el patio de butacas, la tuba suele estar colocada arriba a la derecha, sentada a continuación de los trombones, concretamente al lado del trombón bajo, con el que forma un equipo inseparable. Esto es lo más habitual, aunque en algunas obras su colocación es distinta a requerimiento del compositor. Un ejemplo de esto puede ser «El sueño de una noche de verano» de Mendelssohn, en donde no hay trombones y suele estar sentado al lado de las trompas, si bien hay que decir que esta obra fue originalmente escrita para «oficleido», aunque ahora se toca con la tuba. Pocas veces podemos encontrar obras donde haya dos o más tubas, por lo que es de los pocos instrumentos de la orquesta que suelen estar solos. Concretamente Berlioz («Sinfonía Fantástica», «Requiem», «Gran Misa de Difuntos», etc.) y Richard Strauss («Así habló Zarathustra», «Sinfonía Alpina») son dos de los pocos compositores famosos que emplearon dos o más tubas (más de dos, concretamente seis, sólo en el «Requiem» de Berlioz). Cuando es así se colocan uno al lado del otro en su mismo emplazamiento habitual, a excepción del Réquiem, donde están distribuidas en diversas fanfarrias que se tocan desde los palcos del teatro.
¿En qué estilos musicales podemos encontrar a la tuba fuera de la orquesta sinfónica?
En la actualidad, este instrumento se puede encontrar en todos los campos de la música y en las más diversas agrupaciones. Su papel dentro de las bandas es fundamental, ya que en las transcripciones asume el rol de los contrabajos, además de tener su propio trabajo como tuba. Dentro de las «brass bands», que tanta tradición tienen en los países anglosajones, todavía tiene más importancia si cabe.
Dentro de la música de cámara su formación por excelencia es el quinteto de metales, en el que el instrumento cobra un mayor protagonismo, asumiendo otros papeles distintos a los de la banda o la orquesta, pero conservando el fundamental, que es el de ser soporte rítmico y armónico del grupo en el que se haya encuadrado.
Dentro de la música popular lo podemos encontrar en el jazz, en cuyos inicios tuvo un papel fundamental (New Orleans, «Dixieland»,…). En la actualidad hay grandes interpretes de la tuba dentro del mundo del jazz, como Bob Stewart, Jon Sass, Michel Godard, Sam Pilafian, Howard Johnson y un largo etc.
También ha sido utilizada por las grandes estrellas del rock, como Pink Floid («The wall»), Peter Gabriel, Alan Parsons Proyect («Pirámide»), Supertramp («Breakfast in America»), etc., aunque solo aparece de una manera muy testimonial y buscando algún efecto muy especial.
Obras del repertorio orquestal donde aparecen sus más famosas intervenciones
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- Berlioz: «Sinfonía fantástica» (Dies Irae)
- Músorgski-Ravel: «Bydlo» («Cuadros de una exposición»)
- Wagner: «Los Maestros Cantores de Nuremberg», «Lohengrin», «La Walkiria»
- Gershwin: «Un americano en París»
- Mahler: «Sinfonía nº1, «Titán»
- Stravinski: «Petruchka»Silvestre Revueltas: «Sensemayá»
¿Por qué la elección de este instrumento? ¿Lo volvería a elegir?
La tuba es un instrumento que, en general, más bien te elige a ti. En las bandas, a los niños más grandes, o a los que «no pueden tocar otro instrumento», se les intenta convencer para que toquen la tuba. El rechazo de los padres es casi siempre general, pues no se resignan con ver a su niño «cargado con eso toda la vida», pero la constancia y la necesidad de los directores, consiguen convencer, tanto a los niños (a veces fácilmente), como a los padres (algo bastante más complicado).
Este no fue mi caso. Siempre me ha interesado mucho menos el aspecto físico que el interior de las personas, y esto también se podría aplicar a mi historia de amor con la tuba. Dentro de ella se esconde un montón de melodías, ritmos y sonidos diversos, que hay que saber sacar con gran esfuerzo a veces, o con delicadeza otras. Es un reto personal poder hacer llegar tus sensaciones con un instrumento tan peculiar y poco conocido como es este. Cuando en la Banda Primitiva de Lliria, donde empecé a estudiar, me preguntaron qué instrumento quería tocar, yo respondí que uno de metal. Pero en ese momento no estaban disponibles y me dieron un clarinete. Nunca lo estudié más de dos minutos seguidos, porque entonces no me gustaba. Así estuve un año, hasta que Francisco Ramos Rioja (mi primer profesor) me dijo que si quería tocar el bombardino. Inmediatamente dije que si y lo empecé a soplar con muchas ganas. Pero a los tres meses, le dije que para tocar ese instrumento, que no era ni muy grande ni muy pequeño, prefería tocar la tuba. Creo que fue la primera vez en su vida que alguien le decía eso. Yo pienso que tiene algo que ver la genética, pues mi bisabuelo por parte materna, Salvador Navarro Brell, tocó la tuba como aficionado en la misma banda en la que yo empecé, y uno de sus nietos, Salvador Navarro Más, es en la actualidad tuba de la Banda Municipal de Barcelona. Por lo tanto, pienso, que no de la misma manera que a otros, pero, en definitiva, también la tuba me eligió a mí.