Por José María Ortí
La trompeta es un instrumento muy remoto, del cual han llegado datos y testimonios desde la más primitiva antigüedad hasta nosotros. Pero lógicamente, la orientación de este artículo no puede dirigirse a escribir una completa historia de la trompeta, aunque haré unas citas un tanto puntuales, como comentario general, de todos los aspectos que rodean el mundo de este instrumento, sus características y las gentes que en él estamos.
Dentro de los instrumentos de viento-metal hay que distinguir dos grupos:
- Taladro cónico, en los que el conducto se va ampliando desde la embocadura hasta el pabellón.
- Taladro cilíndrico, cuyo conducto no se amplía mas que en el tudel del principio y en el mismo pabellón todos los tubos centrales que forman las bombas y los pasos por los pistones son cilíndricos.
Los primeros se remontan a las caracolas marinas y otros cuernos de animales, el «Schofar», cuerno de carnero, ha conservado hasta nuestros días su uso habitual en las sinagogas. Actualmente la trompa, la tuba, el cornetín y el fliscorno son sus principales representantes.
Por el contrario, los de taladro cilíndrico provienen de conductos sonoros hechos en madera, bambú, caña, etc., provistos de una embocadura gruesa y abultada con un cuerpo de animal a guisa de pabellón, son los principales antecesores prehistóricos de nuestras trompetas y trombones. De todas formas, los instrumentos actuales de los dos grupos no son cónicos o cilíndricos al cien por cien.
La evolución de la trompeta se va produciendo según las distintas civilizaciones junto con la utilización los diferentes metales.
Dios ordenó a Moisés que construyera «dos trompetas de plata forjada». El capítulo 10 de las Sagradas Escrituras (vv. 9 y 10), nos dice cómo se empleaban estas trompetas, para sonar la alarma, anunciar asambleas y acompañar los sacrificios de acción de gracias.
Los griegos construían sus propias trompetas llamadas «Salpinx». En aquella época la trompeta formaba parte de las olimpiadas. Un trompetista llamado Achias fue tres veces campeón y se le hizo un monumento. Actualmente existe un «Salpinx» de finales del siglo V a J.C. y que está en el Museum of Fines Arts de Boston; mide 157 cm. Es más largo que el de los israelitas y se compone de trece elementos cilíndricos, unidos unos dentro de los otros por anillos de bronce. El pabellón es de bronce, igual que la boquilla, la cual es un alargamiento del tubo.
Los romanos las construían de bronce y tenían la boquilla fija. El «Lituus» lo tomaron de los etruscos, trompeta de forma primitiva y parecida a la «Karnyx» de los celtas; tiene forma de J. Tenían otro instrumento con más imprecisión al que llamaban «Buccina». La «tuba romana» es más corta que el Salpinx, de forma recta. Un ejemplar se conserva en el Museo Etrusco de Roma; mide 117 cm. de largo, de forma cónica de una punta a otra, de bronce, con un diámetro de 1 cm. en la parte de la boquilla y en la parte de la campana del pabellón 279 cm. Existía un tercer instrumento, el «Cornu» curvado, de bronce en forma de G, pero éste se encuentra fuera de la definición de trompeta.
Estas trompetas se empleaban en aquella época, fundamentalmente como instrumentos militares. La tuba romana era de infantería; el littus, de caballería.
Los germanos (1500 a J.C) empleaban un instrumento llamado «Lure» de bronce en forma de S, estando la segunda curva sobre otro plano que la primera. El tubo es cónico de punta a punta y no se acaba con un pabellón, sino por una especie de plato decorado normalmente con varias clases de hemisferios. Al principio no tenían boquilla, que incorporarán posteriormente. La más importante colección de «Lures» está en el Museo Nacional de Copenhague.
Como resumen de estos datos históricos, diríamos que, a excepción de las de los judíos que eran de plata forjada, todas las trompetas antiguas eran de bronce y fabricadas según el sistema llamado cera perdida. Alrededor de un anillo fuerte se trabaja la cera según la forma que se quería hacer, y luego se cubría todo con una capa de arcilla. Cuando se introducía el bronce fundido, la cera se fundía. De esta forma el tubo se quedaba con una capa bastante espesa. Al parecer fueron los Sarasinos los primeros en confeccionar trompetas con una capa fina.
Lo que coincide a propósito del empleo de la trompeta desde la prehistoria hasta los romanos, es que ésta era de uso militar o religioso. De todos los pueblos civilizados, los israelitas son los que tenían diferencias en cuanto a poder tocar este instrumento, que era reservado a aquellos que detentaban una posición social elevada, o bien a los sacerdotes.
Una vez que se llegó a la fabricación de los instrumentos en forma de chapa fina, construyendo los tubos, todos los elementos se unían con soldaduras.
Poco antes de 1400 los fabricantes descubrieron una nueva técnica: curvar los tubos ellos mismos. Los germanos del norte, los etruscos y los romanos emplearon esta técnica para sus instrumentos. Los fabricantes de la Edad Media se beneficiaron de sus conocimientos sobre la fundición de los metales. Por ejemplo, lo que más se utilizaba era el cobre, que fundía a 1083 ºC. Un metal con 70 % de cobre y 30 % de cinc, el latón, funde a 900 ºC, y el plomo a 327 ºC. De forma que cogiendo un tubo y llenándolo de plomo fundido, éste se podía doblar con facilidad. Naturalmente con mucha precaución para que no se rompiera por la parte exterior de la curva y evitar arrugamientos en la parte interior. Para ello martilleaban con mucha suavidad el metal al doblarlo. A continuación volvían a fundir el plomo y tenían la curva libre para su adaptación.
Esta técnica de fabricación fue en su momento una verdadera revolución, por muy elemental que ahora nos parezca, ya que gracias a ella se construyeron trompetas con tubos rectos y con curvas para las trompas tal como las tenemos actualmente. Instrumentos que eran muy largo pudieron reducir sus tamaños por el sistema de curvas.
El primer dato de una trompeta de estas características, en forma de S, aparece en 1397, y se conserva en la Catedral de Worcester. Y la otra trompeta, recta con curvas, aparece en la Cantaoria de Luca della Robbia, situada detrás de las dos trompetas rectas. Esta forma de instrumento se fue imponiendo cada vez más en el año 1500 y sirvió de base en todo lo que se construyó a partir del barroco.
Como consecuencia del arte de doblar los tubos, pronto apareció la trompeta de varas, que al principio no tenía la forma de doble vara, o sea de U. Se trataba de un alargamiento del tubo o tudel de la boquilla en el interior del primer tubo del instrumento, de forma que la boquilla era fija en su propio tubo y el resto del instrumento era lo que se desplazaba. Por este procedimiento, y tomando como base las notas parciales, ya era posible tocar más sonidos.
Llegamos a la Trompeta Natural. Era el instrumento del barroco y su esplendor se extendió entre 1600 y 1750. Con las curvas correspondientes su tubería medía 224 cm. de largo y tenía alrededor de 12 mm. de diámetro. Los trompetistas con este instrumento tuvieron que practicar la forma de afinar los parciales (recordemos que la escala de la época no era la temperada), lo que se conocía como técnica de «corrección labial», puesto que la técnica de agujerear se descubrió con posterioridad, en 1760. Lógicamente, los primeros trompetistas que empezaron a formar parte de la Orquesta tuvieron que estudiar mucho las emisiones y la práctica de tocar piano, encontrando los niveles con los demás instrumentos.
Un elemento muy importante para todos los instrumentos de metal (y actualmente sigue conservando ese privilegio) es la boquilla. Las primeras que se utilizaron fueron como una adaptación del propio tubo del instrumento que pudiesen colocar los labios. Con el desarrollo de los propios instrumentistas hasta 1600 se van sucediendo distintas formas de boquillas, compuestas de diferentes elementos de hierro batido para llegar a hacerlas fundidas. En 1578 Jacob Steiger fabricó una boquilla que constaba de siete elementos para la ciudad de Bâle. Lógicamente esto se ha desarrollado mucho hasta nuestros días, la boquilla es hoy una pieza vital que tiene que ser de alta precisión, que cada instrumentista elige con mucha atención según sus características, medidas, tipos de música y diferentes instrumentos.
En la historia de la trompeta, tiene lugar un acontecimiento muy importante en el siglo XVII, que es la incorporación a la música de concierto. Desde este punto hasta la actualidad, la historia es tan larga, la cantidad de compositores que poco a poco van dándole más protagonismo a la trompeta, naturalmente a medida que las posibilidades, tanto técnicas como musicales, van aumentando, también van apareciendo mayores cometidos dentro de la Orquesta como instrumento solista y en la música de cámara.
Tal como digo al principio, referente a este capítulo haré algunas citas puntuales, ya que por razones de espacio no es posible desarrollar todos los acontecimientos evolutivos ocurridos.
En «Orfeo», Monteverdi dispuso hasta cinco trompetas en la toccata.
Girolano Fantini, nacido hacia el 1600, fue a partir de 1630 trompetista de la Corte del gran duque de Toscana Fernando II. Escribió ocho sonatas para trompeta y órgano, y numerosas danzas para trompeta y bajo continuo, que editó en 1638 en su método Modo per imparare a sonare di Tromba.
Las arias acompañadas por la trompeta se pusieron de moda, una mayor parte son de Sartorio. También escribieron Pallavicino y Legrenzi arias en las cuales la trompeta y la voz realizaban un alarde de virtuosismo. En la época preclásica, Baldassare Galuppi escribió un aria que tituló Alla tromba della Fama. Arcangelo Corelli compuso una sonata para trompeta; Alessandro Melani algunas cantatas; Alessandro Scarlatti una cantata célebre y numerosas arias; Giuseppe Torelli escribió bastantes obras para trompeta; también el Padre G. B. Martini; M. Antoine Charpentier el Te Deum, etc.; una suite de Jeremiah Clarke; Henry Purcell es uno de los compositores que utilizó mucho la trompeta y muy bien.
Haendel utiliza las trompetas en los coros, en dieciocho oratorios, de 1720 a 1751, entre las que destaca El Mesías (1742) que solían interpretarlo los trompetistas John Shore y su sucesor Snow, quienes tenían fama de muy buenos en el aria del bajo. También podemos citar a Georg P. Telemann, Leopold Mozart, Johann W. Hertel y por supuesto Johann Sebastian Bach, con su famoso Concierto de Brandenburgo nº2.
Alrededor de 1775 empiezan las primeras experiencias de la trompeta de llaves. El experimentador más afortunado, y también un gran virtuoso de este instrumento fue Anton Weidinger. Dedicado a él escribió Haydn en 1796 su magnífico Concierto en Mib Mayor, que ocupa en la actualidad un lugar preferente para los trompetistas. Se calcula que en su interpretación empleó Weidinger tres llaves.
En diciembre de 1802 presentó su trompeta de llaves en Leizpig, en varias obras, y tuvo unas magníficas críticas, tanto para el instrumento como para su interpretación con gran musicalidad.
Un año más tarde, Johann Hummel, que acababa de ser nombrado compositor de la corte en el castillo de Esterházy, escribió para Weidinger el otro gran concierto del repertorio clásico. Este concierto fue estrenado el día de año nuevo de 1804. A pesar del éxito de Weidinger y de todo lo que el repertorio de trompetistas le debe, esta trompeta sólo subsistió hasta 1840.
La invención del pistón significó un segundo acontecimiento que transformó radicalmente el arte de la trompeta sobre el año 1815. La facilidad en el cromatismo mejoró mucho el instrumento y así es actualmente.
Heinrich Stolzel y Friederich Bluhmel trabajaron en la creación del pistón, aunque después se separaron. François Perinet creó el pistón en 1839 en París y Joseph Riedl, en la Viena de 1832, hizo el pistón de cilindro actualmente en uso.
A partir de entonces la trompeta empieza a tomar la personalidad que ya mantiene hasta hoy. En primer lugar, el instrumento se convertía en completamente cromático. Además, todas las notas mantenían el mismo timbre, consiguiendo mayor dominio y agilidad. Mientras en la trompeta de llaves el tubo se acortaba, la de pistones se alarga, el primer pistón baja un tono, el segundo un semitono y el tercero un tono y medio, independientemente de las combinaciones entre ambos. Igual que las trompetas naturales, las de pistones fueron hechas en principio en Fa, y con tonos de recambio se podían tocar en Mi, Mib, Re, Do, Si, Sib y a veces La grave.
A pesar de todo, el nuevo sistema tuvo una fuerte oposición, principalmente en los trompetistas de cierta edad, tal vez por conservadurismo o por cierta pereza de trabajar algo nuevo. Ello hizo que determinados grandes compositores de la época no nos legaran conciertos, porque tardaron o incluso no llegaron a conocer las extraordinarias posibilidades de la nueva trompeta, no obstante se fue imponiendo, siendo aceptada en la música sinfónica poco a poco.
Felix Mendelsohnn, Robert Schumann, y Johannes Brahms utilizaron la trompeta de pistones según la forma clásica, teniendo preferencia a la serie de parciales. Entre los años 50 y 90 del siglo pasado, los principales compositores para trompeta fueron Richard Wagner, Anton Bruckner y Giuseppe Verdi. En el período 1890-1915 sobresalieron en Austria y Alemania Gustav Mahler y Richard Strauss; en Francia lo hizo Claude Debussy y en Rusia Piotr Tchaikowsky y Nicolai Rimski-Kosakov.
Strauss fue muy exigente en su escritura para trompeta y las pretensiones de Mahler no eran menores. A partir de entonces existe unanimidad en utilizar trompetas en Sib y en Do, Mib-Re y las pequeñas Sib-La agudo, cornetín y fliscorno.
Tampoco debemos dejar de nombrar a los tres compositores de la «Segunda Escuela de Viena»: Arnold Schönberg, Anton Webern y Alban Berg. Igor Stravinsky utiliza la pequeña trompeta en Re en La Consagración de la Primavera de 1913 y en la Sinfonía de los Salmos de 1930; Maurice Ravel hace lo propio en el Bolero. Citemos algunas obras importantes para el instrumento que nos ocupa: Cuadros de una Exposición de Mussorgsky (con orquestación de Ravel), Petrouschka de Stravinsky, Falla y su Amor Brujo, Turina y la Sinfonía Sevillana… Sería interminable la cita de compositores contemporáneos tanto españoles como extranjeros que han escrito para la trompeta.
Aportemos como final algunos conciertos para trompeta y orquesta: Concerto (1848) de Henri Tomasi, Concerto para trompeta (1848) y Segundo Concierto (1954) de André Jolivet), Incantation, Thréne et Danse (1953) de A. Desenclos. El compositor español Claudio Prieto me dedicó el Concierto Mediterráneo que estrené con la Orquesta Nacional de España. También hoy en día se han escrito muchas composiciones para trompeta sola y conciertos con orquesta.
Es importante comentar el protagonismo que la trompeta ha tenido y tiene en el jazz, puesto que técnicamente la ha hecho evolucionar sobremanera, con todo el juego de sordinas y gran variedad de sonidos que hoy se emplean en todo tipo de música.
Las fábricas de trompetas han tenido un papel muy importante en la evolución de los instrumentos, mejorando las técnicas de fabricación en colaboración con los instrumentistas. En el mundo hay muchas y algunas muy buenas, pero sería injusto no citar que en España está la casa Stomvi, de la cual soy director técnico, con un programa muy serio de investigación, aportando innovaciones como cambios de tudeles, de pabellones en plata y metal y codos de afinación; por tratarse de materiales desmontables cada músico puede seleccionar a su gusto y necesidad su propia trompeta y sus boquillas. Es la primera casa en el mundo que hace este trabajo y sus resultados de calidad han sido altamente reconocidos por muchos trompetistas tanto en España como fuera de nuestro país.
Como comentario final relacionado con la enseñanza, cuando se empieza a estudiar la trompeta es importante despertar la ilusión en el alumno, y facilitarle las dificultades que se va a encontrar, evitando el aburrimiento que a veces aparece en algunos niños, e incluso en los mayores. Muchas veces surge la impotencia de no poder hacer algo que sería posible con las técnicas adecuadas y con trabajo. Tengamos paciencia y consigamos que aprendan a disfrutar de la música, y sean capaces de amar el instrumento que han elegido. Si consiguen divertirse al tocarlo, llegarán a sentirlo como si fuera una parte más de su cuerpo, de forma que sin él no podríamos transmitir lo que llevamos dentro.
En mi opinión, enseñar debe consistir en decir: «Así hago yo esto». A veces los alumnos necesitan escuchar qué es lo que no hacen bien, y por supuesto, cómo deben hacerlo correctamente. En el caso de la trompeta es necesario analizar la respiración, la formación de la embocadura, la columna del aire, la formación del sonido, afinación, emisiones, tesitura y resistencia, desarrollo de la musculación adecuada, etc.
Creo que así se debe construir la relación profesor-alumno, para que el trompetista que empieza dedique todo el tiempo posible a estudiar y sienta que algún día llegará a la meta deseada.