Por Salvador Navarro
Historia y evolución
Este maravilloso instrumento musical es uno de los que más cambios ha tenido a través de la historia, así como uno de los que más rápidamente han evolucionado.
En un principio se nos habla de caracolas utilizadas por los hebreos, romanos, griegos y la gran mayoría de pueblos antiguos, al igual que cuernos y huesos vaciados de animales, empleados en ceremonias religiosas.
Más adelante se fabricaron instrumentos con diversos materiales como metales, maderas, vidrio etc., imitando la forma de cuerno de un animal y utilizándola para las ceremonias religiosas, anunciar sacrificios, reunir a los pueblos y en las guerras. Con estos artilugios transmitían por medio de los sonidos las señales de batalla.
Podríamos citar el «Karnyx» celta, cuerno de buey, los «kenet», los «keren» etíopes, los «schofar» de los hebreos, los «nursing» indios y los «kegas» de los griegos hechos de marfil. También debemos citar aquí el famoso «Luur» de las edades de bronce y muy especialmente el «Cornu» de los soldados romanos y etruscos. En estos instrumentos podemos encontrar un alto grado de perfección artística y técnica. Posteriormente encontramos las trompas de asta, fabricadas a menudo de precioso marfil, que se llamaban «Olifantes». Estos instrumentos llegaron al continente europeo procedentes de Bizancio hacia el siglo XI. Estaban construidos a partir de un colmillo de elefante y adornados con metales preciosos. Este hermoso instrumento es el utilizado por el personaje de Sigfrido en la famosa opera de Wagner del mismo nombre, mientras el trompa en el palco interpreta el famoso y difícil solo.
Hacía el año 1000 D.C. aparece un instrumento con el nombre de «krummezink», que es un derivado del «olifante». Era un tubo de madera recubierto de cuero y con varios agujeros.
Me gustaría mencionar el «corno alpino» o trompa de los Alpes, utilizada en la zona centroeuropea por los pastores, y las «trompas tibetanas» utilizadas por los «lamas del Tibet».
En el siglo XVII tenemos la trompa de caza, instrumento más perfeccionado, con tubos de metal enrollado capaz de producir varios armónicos naturales. De esta manera se podían ejecutar fanfarrias y toques de caza. Posteriormente llegó la trompa a la orquesta, como un instrumento más refinado y perfeccionado, y que posee una bomba de afinación colocada en el centro de la trompa y unos tornillos que le permitían cambiar de tonalidad, siendo a mediados del siglo XVIII cuando Anton Hampel, trompista bohemio de servicio en la Corte de Dresden, desarrolla la técnica del tapado que constituyó el primer gran cambio. Para este instrumento escribieron los clásicos, Haydn, Mozart y Beethoven.
Pronto se observaron las limitaciones de la trompa natural para tocar una melodía con el mismo tono tímbrico debido a la utilización de los sonidos tapados. El ruso Kölbel diseñó un nuevo instrumento al que llamó «amorfone», dispuesto de llaves y agujeros. A este invento le siguieron otros como la trompa «omnitónica» construida por Joseph Sax en Bruselas en 1824. Ésta era una trompa natural con todos los tubos de recambio incorporados y que permitía el cambio a cualquier tono con bastante rapidez.
La solución definitiva, de la que tenía que resultar un instrumento apto para todas las necesidades de la técnica moderna, fue hallada al ser inventado el sistema de pistones. Dos famosos personajes fueron los que se disputaron el honor de tan importante invento; uno fue el inglés Lagget, y otro el alemán Silesiano Bluhmel.
Pero fue Henry Stolzel quien realmente dio a conocer este instrumento. La nueva trompa de Stolzel tenía solo pistones, así que no poseía la escala cromática completa, sino en las dos octavas más altas. Las posibilidades de la trompa con este nuevo invento eran inmensamente superiores a las hasta entonces utilizadas, y en cuanto a sonoridad era mucho mejor.
En 1830, Muller de Maguncia, junto a Fesattlerde de Leipzig, añadieron a la trompa un tercer pistón, gracias al cual el instrumento tuvo tres octavas completas de la escala cromática.
El francés Meifred, excelente trompista, inventó en 1836 el mecanismo para regular la longitud de las piezas del tubo de los pistones, al cambiar de tonalidad.
Cabe decir que los pistones más antiguos eran rodillos y que los posteriores inventados por Adolfo Sax en 1824 eran cilíndricos. La diferencia radicaba en que los cilíndricos dejaban el camino más libre al aire, así como facilitaban el manejo de los mismos.
Otro tipo de trompa que estuvo temporalmente de moda a principios del siglo XIX fue la trompa baja, parecida al serpentón. Era de madera y de forma similar al fagot. Tenía un cuello en forma de «s», provisto de una boquilla y un pabellón de metal.
Hasta hace un tiempo eran utilizadas en la orquesta trompas de todas las afinaciones, desde la trompa alta en Do hasta la trompa grave en Si bemol. Actualmente los trompistas se limitan a la trompa en Si bemol y en Fa, por su noble sonido y por su gran seguridad en la emisión.
Fueron los constructores Gumbert y Kruspe los que construyeron la llamada trompa doble. Por medio de un pistón el trompista puede intercalar un tornillo en el tubo de la trompa en Si bemol, quedando así, convertida en un instrumento en Fa.
El famoso constructor alemán Alexander aplicó ingeniosos procedimientos a esta trompa doble que permitían afinarla en todos los tonos. La trompa actual tiene una extensión de tres octavas, y un sonido bastante igual en toda su extensión. Actualmente tocamos con la trompa doble, en Fa y en Si bemol. Por medio de este mecanismo se consigue una mayor extensión. Además el trompista puede, con la afinación de Fa, corregir los sonidos defectuosos de Si bemol y conseguir un mayor seguridad y facilidad en el registro agudo.
¿Por qué suena como suena?
La trompa, al igual que toda la familia de los instrumentos de metal, es un tubo abierto, y por lo tanto responde a las leyes físicas de aquellos. Los instrumentos de metal no se denominan así por estar construidos de metal sino por la manera en que se produce el sonido. Nosotros, colocamos los labios dentro de la boquilla, y al soplar, pasa por entre los labios y hace que estos vibren y produzcan una especie de «pedorreta» que, amplificada por el tubo del instrumento, produce su particular sonido. Dependiendo de la cantidad de aire que expulsemos de nuestros pulmones y la presión con el que lo expulsemos, el instrumento sonará más o menos fuerte.
Una de las características de la trompa, es la colocación de la mano derecha dentro del pabellón, con lo que podemos cambiar tanto el color del sonido (más claro o más oscuro), como la afinación. También tapando por completo la campana obtendremos los típicos sonidos tapados, llamados «bouches», que tanto gustan a los compositores actuales.
Solo recordar que, cuanto más largo es el tubo más largo es el sonido.
¿A partir de qué momento tiene sitio en la orquesta?
Las primeras partituras donde aparecen trompas datan del siglo XVII; sin embargo es a principios del XVIII cuando se empiezan a utilizar las trompas más asiduamente. En la ópera «Octavia» (1705) de R. Keiser ya aparecen trompas.
Los autores más importantes del barroco, Haendel, Bach, Vivaldi y Telemann también utilizaron las trompas en muchas de sus composiciones.
Bach empleó las trompas en algunas de sus misas, cantatas y en el famoso «Concierto de Brandenburgo nº 1», donde las dos trompas hacen el papel de solistas. Haendel escribe para las trompas en gran parte de sus partituras, entre las que cabe destacar su «Música para los Reales fuegos de artificio» (1749), y su «Música Acuática» (1717. Pero, de toda su producción para trompa, hay que mencionar muy especialmente el aria «Va Tacito» de su opera «Julio Cesar» (1724).
Ya en la época clásica se introduce definitivamente en la orquesta y más especialmente con J. Haydn, y W. A. Mozart. Con estos compositores empezó una nueva etapa para la trompa; desapareció el registro clarino por el descubrimiento de J. Hampel de la «técnica de mano» con la cual por fin se podían ejecutar pasajes melódicos en el registro medio.
Dentro del papel que los autores clásicos dieron a la trompa, hay que destacar a Beethoven. En las sinfonías primera y segunda, emplea dos trompas. Sería bueno señalar la gran dificultad para el primer trompa en el segundo movimiento de la segunda sinfonía.
Más tarde, con la aparición de las trompas cromáticas, se abren nuevos caminos para este instrumento y compositores como Richard Wagner no tardaron en explotar las mayores posibilidades técnicas que ofrecía, e incluso utilizando hasta ocho trompas a la vez. Su inquietud y el carácter de grandiosidad que siempre buscaba en la orquesta le llevó a inventar un nuevo instrumento que se denominó «tuba wagneriana». Lo utiliza siempre en cuartetos, dos tubas tenores en Si bemol y dos tubas graves en Fa.
Las tubas wagnerianas no eran más que trompas con el tubo más ancho aunque con la forma de una tuba pequeña, de ahí su nombre. Los mismos trompistas son los que se encargan de tocar estos instrumentos ya que utilizan la misma boquilla que la trompa.
Brahms, Tchaikovsky, Mahler, Bruckner y Richard Strauss, son los compositores que explotaron las grandes cualidades tímbricas y sonoras de este instrumento. Alguno, como Mahler, llega a escribir en alguna de sus sinfonías hasta para diez trompas y los pasajes orquestales son en algunas ocasiones endiabladamente difíciles.
Como anécdota trompística me gustaría citar una que sucedió en el estreno de la «Sinfonía Doméstica de Richard Strauss. En uno de los ensayos dirigidos por el propio compositor, los trompistas le recriminaron indicándole que era imposible ejecutar un pasaje de su obra. Strauss sin inmutarse dijo ¡tranquilos déjenlo, si ustedes no pueden tocarlo ya lo harán sus sucesores!.
¿Qué lugar ocupa en la distribución espacial de los instrumentos de la orquesta?
Si miramos desde el podio del director, las trompas suelen estar colocada en la parte superior izquierda, justamente delante de la percusión, y al lado el primer trompa del primer trompeta. Algunos directores las prefieren en la parte derecha junto a los fagotes, seguramente por la sonoridad y por el conjunto. Hay que recordar que la trompa, como dijo Schumann, es el alma de la orquesta, pues es la que se encarga de unir, los sonidos metálicos y algunas veces estridentes, con la dulzura del viento madera.
Como caso curioso de colocación podríamos citar la famosa obra de Messiaen, «De los cañones a las estrellas» donde la cuerda de trompas esta situada justo a la derecha del director, dónde normalmente están los violonchelos de la orquesta.
¿En qué estilos musicales podemos encontrarlo fuera de la orquesta sinfónica?
La trompa por sus características sonoras, podemos encuadrarla sobre todo en la música clásica, tanto en la sinfónica como en la de cámara. Sus virtudes tímbricas y sonoras, hacen de la trompa la compañera ideal para cualquier grupo de cámara, ya sea de viento cuerda o piano. Actualmente, y dentro de la música de cámara, su formación por excelencia es el quinteto de metales donde el sonido intenso y romántico hace de la trompa el instrumento fundamental para mantener la base sonora del grupo.
Dentro de la música popular la podemos encontrar cada vez más dentro del jazz.
Cabría destacar también la importancia que tiene la trompa como instrumento solista.
Obras del repertorio orquestal donde aparecen sus más famosas intervenciones
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- Beethoven.- 2ª, 3ª, 6ª y 9º Sinfonías
- Brahms.- 1ª, 2ª, 3ª Sinfonías
- Tchaikowsky.- 2ª, y 5ª Sinfonías
- Wagner.- Sigfrido
- Bruckner.- 4ª, 7ª y 9ª Sinfonías
- Mahler.- Todas sus sinfonías
- Strauss.- La vida de héroe, Till Eulespiegel, Sinfonía alpina, Sinfonía domestica, Don Juan
- Ravel.- Pavana para una infanta difunta, Concierto Para piano en sol
- Haendel.- Julio Cesar
- Bach.- Misa en Si menor
- Schumann.- 3ª Sinfonía
- Dvorak.- Sinfonía nº9 (del Nuevo Mundo), Concierto de violonchelo
¿Por qué la elección de este instrumento? ¿Lo volvería a elegir?
Cuando en mi época de niño empecé a estudiar este enigmático mundo de la música, ni por lo más remoto de mi mente pasaba el que iba a elegir como instrumento favorito: la trompa. A mí, lo que realmente me gustaba era la trompeta, pero la casualidad se alió a mi favor, y resultó que cuando el que esto escribe estaba en disposición de optar a un instrumento, según mis gustos, debería de ser la trompeta, pero en mi banda, la Banda Primitiva de Lliria, no quedaban, por lo que mi gozo en un pozo y a elegir otro instrumento. La verdad es que no sabía qué hacer, pero he aquí que un tío y amigo mío, Don Cristóbal Martínez, me aconsejó que eligiese la trompa, ya que él pensaba que era el instrumento más bello y que era el que más futuro tenía. Para ser sincero acepté más por el tema familiar que porque a mí me dijese algo este instrumento.Con el paso del tiempo me di cuenta de que mi tío había tenido razón, y que la trompa era el instrumento más maravilloso que existía. ¿La suerte, la fortuna? Quién sabe, pero la verdad es que me alegro de que en mi banda no quedasen trompetas.
Después de tanto tiempo, me encanta escuchar el sonido de la trompa, pero seguramente no volvería a elegir este instrumento. Por desgracia la trompa es un instrumento bellísimo, pero también dificilísimo, por lo que seguramente me dedicaría ha escuchar y disfrutar de las bellas melodías que los compositores han escrito para él.