Por Salvador Astruells Moreno
La trompa, junto con la flauta y la percusión, se pueden considerar los instrumentos más antiguos utilizados por el hombre. Surgió de una larga tradición de instrumentos de llamada que se remonta incluso más allá de las civilizaciones de Grecia y Roma. Según Las metamorfosis de Ovidio, la caracola marina en la cual soplan los tritones neptunianos de la mitología griega es la más antigua prefiguración de este instrumento.
El primer paso evolutivo del instrumento de viento fue cuando comenzaron a emplearse los cuernos de animales para el mismo fin que las caracolas marinas, es decir, para dar señales de llamada. Estas trompas solo producían dos o tres sonidos. Quizá sea el Shophar hebreo el cuerno más antiguo existente todavía en nuestros días, con el cual, según describe la Biblia, a través de sus sones se derrumbaron las murallas de Jericó.
Los etruscos y, por consiguiente, los romanos y los celtas, ya dominaban una técnica que les permitía doblar los tubos cilíndricos y cónicos de los instrumentos metálicos. Este conocimiento se perdió durante la migración de los bárbaros y hubo que descubrirlo de nuevo. La primera ilustración del instrumento con el tubo enrollado figura en un grabado alemán de principios del siglo XVI. En él se puede apreciar una trompa enrollada tres veces, así como una trompeta larga natural con un enrollamiento oblongo que se le parece a la Felttumet.
La trompa de caza
La utilización musical del instrumento no comenzó, sin embargo, hasta finales del siglo XVII, después de que se asociara a la vida cortesana y a las cacerías reales a caballo. Los toques de llamadas y fanfarrias para el instrumento fueron cada vez más musicales en las lujosas cacerías de las cortes francesas y el conde Franz Anton Sporck (1662-1738) las trasplantó a las cortes bohemias (austríacas) hacia 1681.
Este conde estuvo de viaje en la corte de Versalles invitado por el rey Sol (Luis XIV), cuando el joven conde abandona Francia la decisión estaba tomada; en lo sucesivo él tendría en su casa de Bohemia la música de caza del mismo género que la francesa, pues envió a dos de sus mejores cazadores para que fuesen iniciados en el arte de tocar la trompa, de la mano de los maestros franceses más renombrados. Estos cazadores, llamados Wenzel Sweda y Peter Rolling, fueron en seguida los percusores del arte de tocar el instrumento tanto en Alemania como en Bohemia.
Allí, debido a la riqueza de Sporck, a su amor por la caza y por la música, la trompa de caza o trompa del bosque se utilizó cada vez más en veladas musicales y en recintos cerrados.
La adhesión del instrumento a la orquesta
La adhesión del instrumento de viento a la orquesta se produce en la segunda mitad del siglo XVII. No se puede citar una fecha o composición exacta a partir de la cual fuese utilizada la trompa en la orquesta, pues en un principio solamente era empleada con fines escénicos para evocar cacerías. Quizá fuese Michelangelo Rossi (1602-1656) el primero que usó trompas de caza en su ópera Erminia sul Giordano, estrenada en Venecia en 1637. Después, el compositor Lully introduce trompas de caza en su ópera La princesse d’Elide, ópera que data de 1664. De todas formas el primer uso de trompas como parte integral de la orquesta sucede en la ópera Octavia de Reinhard Keiser, escenificada en Hamburgo en 1705.
El uso del instrumento en el Barroco
El uso que se hacía de la trompa por lo general en el período barroco era en el registro clarino. La palabra clarino es de origen italiano y designa un instrumento que permite tocar claro y muy agudo. Este término designa de hecho una técnica que consiste en utilizar esencialmente las notas agudas y sobreagudas del instrumento; se trata de notas a partir del armónico 10 o 12 y que es posible subir en semitonos por grados conjuntos.
Esta técnica se aplicaba sobre cualquier instrumento de viento-metal aunque, claro está, tenía que haber en el instrumento un mínimo de longitud indispensable y unas proporciones que con una boquilla apropiada permitiesen tener una buena emisión en el registro agudo. Para el registro clarino del instrumento solían escribir en el Barroco diversos compositores como Bach, en sus cantatas, Haendel, en sus óperas y oratorios, Vivaldi en su concierto para dos trompas, etc.
La trompa natural
Llamada indiferentemente trompa natural, trompa de mano o trompa de armonía, es el sucesor de la trompa de caza. Hacia 1760 se produjo un descubrimiento que cambió por completo la técnica y la interpretación de este instrumento: la técnica de las notas tapadas. Este hecho consistía en cerrar total o parcialmente el pabellón del instrumento con la mano derecha; se desarrolló como una técnica para afinar y para conseguir notas que no se podían obtener en la serie armónica natural. El descubrimiento se le atribuye a Anton Joseph Hampel, el cual era segundo trompa en la Orquesta de la Capilla Real de Dresde.
Este hecho tan importante tuvo dos grandes consecuencias en la historia del instrumento de viento: la primera fue la de abrir nuevos recursos en la interpretación trompística y convertir su registro agudo en cromático. La segunda consecuencia, fue la de inspirar a Mozart y a otros compositores de la época a componer música para el instrumento de insuperable belleza, y que hoy por hoy aún siguen siendo la base del repertorio de la mayoría de los concertistas.
La necesidad de mantener la mano en el pabellón no solo determinó un cambio en la posición del instrumento, volviéndolo hacia abajo, sino que abrió nuevas sonoridades, timbres y recursos; según se tapase más o menos el pabellón con la mano o se variase la intensidad del sonido.
Aparte de esto, habría que decir que el ejecutante tenía a su disposición el cuerpo del instrumento y trece tonos o tonillos de recambio para insertarlos entre la boquilla y el cuerpo del instrumento; según la tonalidad de la pieza a interpretar.
Para este tipo concreto de instrumento Mozart compuso sus cuatro conciertos para este instrumento: KV412, KV447, KV417 y KV495; una sinfonía concertante para flauta, oboe, fagot, trompa y orquesta, KV297B; un quinteto para trompa y cuerdas, KV407; y mucha música de cámara en la que aparece este instrumento como protagonista. Beethoven también compuso Sonata para trompa y piano, opus 17; aparte del protagonismo que le da a la trompa en sus sinfonías.
Podríamos citar una larga lista de compositores los cuales escribieron partes solistas para la trompa natural o de mano, y que no cito porque haríamos una lista interminable.
La invención de los pistones o cilindros
La trompa natural, pese a su sonoridad y a sus tonos de recambio, tenía en la práctica algunas incomodidades que naturalmente no pasaban desapercibidas ni a los constructores de instrumentos, ni a los virtuosos, y menos aún a los compositores.
La primera tentativa para convertir la trompa natural en cromática sin necesidad de hacer uso de los sonidos tapados, fue dada a conocer en el año 1770 por un trompista de la Capilla Imperial de Rusia llamado Kölbel, quien construyó un nuevo tipo de trompa llamado Amorchall. Lo consiguió transformando la trompa natural en un instrumento cromático al dotarla de unos agujeros que cerraba por medio de llaves, como en los instrumentos de madera. Pero este tipo de trompa, muchos inconvenientes prácticos.
Podríamos definir diversos intentos como este, pero aunque representaron una gran mejora en el instrumento, esta no adquirió su perfeccionamiento definitivo hasta aproximadamente 1813. En la patente de la invención de los pistones, en la cual figura la fecha de 1818, se define un tipo de válvulas inventadas por el trompista sajón Heinrich Stölzel y como coinventor figura el oboísta silesiano Friedrich Blühmel.
Fue uno de los primeros instrumentos a los que se le aplicaron el uso de los pistones; pero tuvieron que pasar varios años antes de que los refinamientos constructivos hicieran que los pistones resultaran prácticos y aceptables para los trompistas.
Concretamente los virtuosos franceses de la época reprocharon en un principio la trompa de pistones por su monotonía y su sonoridad, pues decían que los sonidos tapados era una cosa típica y natural del instrumento, la cual precisamente se caracterizaba por esto.
Como curiosidad, podría decir que la primera obra escrita para la trompa cromática de pistones fue el Adagio and allegro para trompa y piano opus 70 de Richard Schumann. A mediados del siglo XIX, la trompa de pistones ya había dado muestras de su potencialidad y de su valía; y pasó a ocupar un lugar destacado en las obras de varios compositores, especialmente en las de Richard Wagner.
Cuando los compositores posteriores, especialmente Richard Strauss, incorporaron al repertorio partes de trompa cada vez más exigentes, se consideró que su afinación en Fa/Si bemol, introducida por Fritz Kruspe en 1898, constituía la mejor solución de compromiso a los problemas de tonalidad, tesitura, timbre y cromatismo. La práctica totalidad de la música para trompa se toca hoy en las orquestas con este instrumento, al margen del tono que requiera la parte original; ya que el intérprete realiza el transporte mental correspondiente.
La creciente utilización de instrumentos auténticos en la interpretación de la música del siglo XVIII ha contribuido, sin embargo, a un resurgimiento de la trompa natural.
El instrumento hoy en día
La trompa es un instrumento de metal circular, de unos 35 centímetros de diámetro, con la boquilla y las palancas en la parte superior y un extremo muy acampanado o pabellón en la parte inferior. La parte central la ocupan tres o cuatro válvulas generalmente giratorias (cilindros), que se manejan con la mano izquierda. El instrumento suele construirse con latón y en ocasiones se platea o se niquela. También existen trompas hechas de plata alemana y cobre.
La trompas más comunes son instrumentos dobles en Fa/Si bemol, que incorpora una trompa en Fa de una longitud aproximada de 3’92 metros con una trompa contralto en Si bemol de unos 2’92 metros. El instrumento más largo o más corto se selecciona mediante una válvula que maneja el pulgar de la mano izquierda. Tres válvulas o cilindros dobles en la mano izquierda aportan a ambas trompas las habituales longitudes de tubo adicional. También se encuentran trompas simples en Fa o en Si bemol.
La trompa y los compositores españoles
Tomás Bretón compuso una Pieza concertante para trompa y piano; Hilarión Eslava compuso un Solo original para trompa y piano; José Muñoz Molleda, Concierto para trompa y orquesta; Rafael Talens, Concierto para trompa y orquesta; Adam Ferrero, Piezas antiguas para dos trompas y órgano; y cómo no, el compositor que más nos ha enriquecido en la literatura trompística es Amando Blanquer, quien ha compuesto Sonata para trompa y piano, Tres interludios para trío de trompas, Piezas heráldicas para dos trompas y piano, Concierto para trompa y orquesta y el Concierto para cuatro trompas y orquesta.
Importancia de la trompa en las orquestas y en las bandas
El lugar que ocupa la trompa en la orquesta es importantísimo, pues es la cuerda de trompas el puente de unión entre las cuerdas, maderas y el metal. Esto le da un lugar imprescindible en la orquesta. Puede sonar débil y cantar con las cuerdas y maderas, y también puede sonar metálica y agresiva junto con las trompetas y trombones.
En la banda también ocupa la trompa un lugar importante, pues junto con los fagotes, clarinetes bajos, fliscornos, bombardinos y tubas, son los instrumentos que dan el color oscuro a una banda. Esto es solo una pequeña introducción a lo que es la historia de la trompa, pues podríamos escribir un largo libro sobre su historia y evolución.