Por José Luís González Sanchis
Empecé con la percusión casi antes que a caminar. Mis padres siempre me han contado muchas anécdotas acerca de mis inicios como percusionista: que si aprovechaba cada tambor de detergente vacío para confeccionar mis set-ups; que si mi primera caja profesional me la colgaban con un collarín de saxofón de lo pequeño que era; que me enfadaba mucho cuando no me dejaban asistir a algún ensayo o desfile de la banda (el A. M. de Rafelguaraf), aunque no tocara… Se podría decir que el instrumento me eligió a mí y que me tenía reservado el premio de ser músico.
Secundarios en la tradición occidental, los instrumentos de percusión han tenido un auge tremendo, bien porque se han perfeccionado los materiales, bien porque se han importado de otras culturas o porque se han creado nuevos. Fueron los primeros instrumentos musicales utilizados por el hombre desde una época podríamos decir casi pre-histórica. La escuela impresionista y los nacionalistas (Debussy, Ravel, Falla, Rimski-Kórsakov, etc.) abrieron el paso a la percusión moderna. En el siglo XX, estos instrumentos fueron tomando importancia dentro de la orquesta gracias a compositores como Stravinski, Bártok, Shostakóvich, etc., y hoy en día, cada vez más compositores buscan nuevas posibilidades a través de los instrumentos de percusión. Por todo esto, me atrevo a asegurar que la percusión es el gran instrumento del siglo XXI y este honor me lleva a evolucionar, a experimentar y a mejorar mi técnica interpretativa y musical para estar a la altura de las exigencias.
En la Orquesta nos podemos encontrar en una semana normal de trabajo instrumentos tan diferentes como un juego de timbales, un bombo de concierto, diferentes tipos de platos, un tam-tam, varias cajas, una lira, crótalos afinados, una pandereta, un triángulo, castañuelas y una máquina de viento, por ejemplo, si esa semana interpretamos las Suites núm. 1 y núm. 2 de Daphnis et Chloé de Maurice Ravel. Todos dais por hecho nuestra calidad para tocar perfectamente cualquiera de los instrumentos mencionados, lo que posiblemente no sepáis es que realmente lo que hacemos en la sección es elegir con exactitud las pulgadas y los modelos de los instrumentos que vamos a utilizar, el tipo de cajas, las panderetas exactas, qué castañuelas y triángulos son los adecuados de entre todos los que tenemos, etc. Todo para encontrar con la máxima precisión el sonido, la potencia, el color, la textura y el empaste que la orquesta, con el director al frente, necesita. Apasionante y enriquecedor a la vez. Todo un lujo para mí el hecho de realizar este trabajo con Enrique Llopis, Rafael Más y Raúl Benavent.
También es verdad que en otras ocasiones tenemos que estar durante toda la semana pendientes de los ensayos para tocar un solo golpe de platos y triángulo a la vez de la mejor calidad, ¡claro! Como es el caso de la Sinfonía núm. 7 de Bruckner, y es entonces cuando escuchamos bromas de todo tipo y me acuerdo de lo que dice un buen amigo: “Estamos en la orquesta no por lo que hacemos, sino por lo que podemos llegar a hacer”. Bromas aparte, por estos motivos creo que me gusta tanto hacer música de cámara. Me encuentro muy cómodo, me permite conocer otros lenguajes, llevar las posibilidades del instrumento al límite, mejorar mi técnica individual e interactuar directamente con otros músicos y compositores. Uno puede trabajar de forma más específica aspectos como el ritmo, el fraseo, tipos de golpes, respiraciones, etc. Una manera directa de romper con el papel de secundario que nos acompaña involuntariamente.
A día de hoy, en la Orquesta y Coro RTVE tenemos la gran suerte de contar cada año con un ciclo de cámara en colaboración con Radio Clásica, donde podemos disfrutar de algún que otro concierto con formaciones propuestas por nosotros mismos. Para los que participamos cada año supone una oportunidad más de saborear este tipo de actividad.
Otra faceta que me gusta llevar a cabo siempre que puedo por los beneficios musicales que aporta, es la de interpretar conciertos de percusión como solista. Se necesitan condiciones especiales y una preparación específica, pero el nivel al que uno llega es altísimo. Ahora mismo tenemos un número muy elevado de conciertos a nuestra disposición para marimba, timbales y percusión en general.
Me gustaría remarcar a Ney Rosauro (Concierto para marimba y orquesta núm. 1), Darius Milhaud (Concierto para marimba, vibráfono y orquesta), Emmanuel Séjourné (Concierto para marimba y orquesta núm. 2) y Ramón García Soler (Concierto para marimba y orquesta). Son conciertos referentes para mí, he tenido la oportunidad de interpretarlos en diferentes momentos de mi carrera y todos ellos han dejado huella en mi forma de tocar.
Conviviendo con los conciertos para alguno de los instrumentos de percusión, hoy en día tenemos infinidad de estudios y obras escritas para cada uno de los instrumentos que forman nuestra sección. Todos ellos esenciales y necesarios para sentirnos actualizados, activos y mantener el nivel que se nos exige en la orquesta.
¿Qué significa estar en la Orquesta y Coro de RTVE para mí? Un sueño realizado. Yo, como muchas de las personas que me rodean, he crecido viendo y escuchando a esta orquesta por televisión y radio mientras estudiaba para ser músico, por eso formar parte de ella es uno de los placeres de mi vida. La Orquesta RTVE es para mucha gente un referente en la música clásica. Un espejo para futuros músicos. Para mí, un deleite y una gran responsabilidad.
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