La producción, que se estrena hoy en Pamplona, se realiza en colaboración con el Museo Universidad de Navarra y el Colectivo E7.2
Una piedra suspendida, dos muros pétreos y una luz tenue comprenden parte del escenario, en clave onírica, en el que se desarrollará Oteiza, la ópera de Juanjo Eslava que el Museo Universidad de Navarra, Ópera de Cámara de Navarra y Colectivo E7.2 estrenarán este jueves 9 de mayo en el Teatro del Museo.
El pensador y ensayista Ramón Andrés ofrecerá las claves de la obra en una conferencia abierta al público antes del evento.
Pablo Ramos, director de escena, asegura que la ópera va a resultar «corta porque va a generar al espectador tantas preguntas que deberá tener tiempo para contestarlas. Se puede asumir ese reto o solo quedarse con la cuestión estético-musical, porque también va a disfrutar».
Por su parte, el director musical, Nacho de Paz, apunta algunas particularidades de la pieza, como el papel de los altavoces instalados: «Son seis canales que generan un sonido envolvente, como en un cine, a través del cual va cada uno de los instrumentos. El oyente sentirá que los instrumentos hablan a su alrededor».
Asimismo, sobre la interpretación vocal afirma que es algo que «solamente Nicholas Isherwood y muy pocos más a nivel mundial podrían hacer. Tiene cuestiones técnicas tan complejas como es el canto difónico, poder cantar dos voces simultáneamente. No es un barítono, un bajo o un tenor, sino todo a la vez. Tiene sonidos graves que parecen casi electrónicos. La obra es extrema, como probablemente lo era el pensamiento estético y la propuesta artística de Oteiza».
En este sentido, el compositor Juanjo Eslava señala que «más allá de su ubicación histórica en las vanguardias y el trabajo experimental de Oteiza, lo que se aprecia desde la perspectiva de hoy es un compromiso estético y ético de una profundidad y honestidad inmensas. Resulta sobrecogedor. Un proyecto de este tipo es de gran complejidad y una experiencia increíble».
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