Dirigida por David Afkam, la orquesta interpreta la sinfonía para conmemorar los 50 años de su estreno en España
La Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE), bajo la dirección de su titular, David Afkham, interpretará la Sinfonía núm. 8 en Mi bemol mayor, ‘Sinfonía de los Mil’ de Gustav Mahler como clausura de la temporada sinfónica en Madrid, los días 30 de junio, 1 y 2 de julio en el Auditorio Nacional de Música.
La OCNE rememora con estos conciertos el estreno de la ‘Sinfonía de los Mil’ en España, que tuvo lugar en el Palacio de Carlos V, en el seno del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, el 28 de junio de 1970. Se recupera así el proyecto de celebración de este hito que programó el propio Festival de Granada en el año 2020, pero que no pudo celebrarse por la pandemia.
El porqué del sobrenombre
En el programa del próximo fin de semana participan junto a la OCNE el Coro de la CAM, el Orfeón Donostiarra, el Orfeón Pamplonés, el grupo vocal Antara Korai y los solistas invitados: las sopranos Sarah Wegener, Susanne Bernhard y Serena Sáenz, la contralto Wiebke Lehmkuhl, la mezzosoprano Alice Coote, el tenor Simon O’Neill, el barítono José Antonio López y el bajo David Steffens.
La Sinfonía núm. 8 de Mahler se estrenó el 12 de septiembre de 1910, con una orquesta de ciento cincuenta músicos, un coro de quinientos miembros y un coro infantil con trescientos cincuenta niños (aparte de los ocho solistas).
El sobrenombre de esta obra descomunal deriva de la gran participación en escena. La obra constituyó el éxito más rotundo en la carrera de su autor y que acabó siendo la última en ser estrenada en vida del autor, fallecido menos de un año después.
Las sinfonías de Mahler apuntaron desde el principio a lo trascendental, pero esta tendencia se acentuó, aún más si cabe, en sus obras sinfónico-vocales, desde su segunda sinfonía, ‘Resurrección’, hasta ese testamento sonoro que es La canción de la tierra.
Situada en la cima de este titánico podio, la Octava sinfonía confronta dos facetas de la relación del hombre con lo divino. Para ello se emplean dos textos de filiación medieval que vendrían a recorrer diversos sustratos definitorios de la identidad germánica.
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