La figura de Antón García Abril es clave en el devenir musical español. Su personal enfoque trasluce valentía, independencia y personalidad. Su inconfundible lenguaje ha configurado un estilo libre de sustancial calado en el desarrollo de las vanguardias musicales españolas.
Por Paula Coronas
Intérprete fiel y experiencia personal con el maestro: mi homenaje
El defensor de la melodía en el siglo XX español musical nos dejó el pasado mes de marzo. Se paró el pulso de todos: jóvenes, mayores, melómanos, aficionados, expertos, anónimos, celebridades, intelectuales, aristócratas y gente sencilla. Difícil imaginar una confluencia histórica así, donde la cultura de un país acapara la primera escena de la prensa, de cabeceras de telediarios en canales nacionales, programas especializados y generalistas de radio y televisión: es que el compositor turolense Antón García Abril nos ha dejado a los 87 años.
Sin embargo, junto a un enorme vacío, una terrible desolación por la pérdida del maestro, del referente musical y humano, nos queda la serenidad de haber disfrutado tanto, y con tan extraordinaria intensidad, de su amistad personal y de su incuestionable carisma artístico. Y, por supuesto, ya para la historia, trasciende su valiosa obra. Autor de impactantes sintonías de televisión y cine, su música caló en los hogares españoles con melodías como las que recordamos en la irrepetible serie de El Hombre y la Tierra, junto a Félix Rodríguez de la Fuente, entre otras muchas. Sin embargo, es por la relevancia de su ópera Divinas palabras, su legado sinfónico, instrumental y camerístico, por lo que García Abril ocupa ya un lugar de honor en la creación musical española de todos los tiempos.
Mis encuentros con los pentagramas garciabrilianos llegaron siendo una niña, una joven ilusionada y deslumbrada por la singular confluencia estética de su música —nexo de unión entre el pretérito y el presente—. García Abril dirigió una mirada hacia el lenguaje de comunicación directo con el oyente para lograr el milagro del mensaje sonoro: conmover al destinatario a través de sentimientos y emociones. Portador de alegría, belleza, espiritualidad, esperanza y libertad, el corpus del maestro se erige en icono de poética musical en pleno siglo XXI. Se fue ‘mi admirado poeta de vanguardia’, título de la primera monografía musical que dediqué al reconocido creador, si bien ahí empezó todo: el vínculo inseparable entre la creación y la interpretación. Llegó entonces mi pasión por descubrir e investigar su obra, y con ella apareció la esencia del hombre y del amigo, la complicidad, las risas interminables, los viajes, aquellas charlas y entrevistas compartidas, las grabaciones, los ensayos inolvidables, las sesiones de trabajo, el regalo generoso de su hermosa composición Alba de los Caminos, que me dedicó, y la alegría infinita vivida junto a Antón y a su inseparable Áurea, esposa y confidente fiel, luz eterna en la vida del compositor.
En medio de esta penumbra, y con el silencio como mejor aliado, me es difícil imaginar el camino en solitario, despojada de su guía artística, de su brillante personalidad, pero los recuerdos por suerte acuden a mí como compañía inextinguible. Y su amada Málaga, mi ciudad, en el escenario de estos recuerdos. Antón García Abril, —premiado y galardonado tantas veces, reconocido ampliamente por su extensa producción musical que abarca todos los géneros musicales sin excepción, programado y aclamado nacional e internacionalmente, querido y venerado por legión de intérpretes y músicos—, sin embargo, continuaba siendo aquel joven ilusionado que un día decidió partir de su Teruel natal para consagrar su vida a la música. Rememoro vivamente su emoción, y la mía, cuando le hice partícipe de la Medalla con que el Ateneo malagueño le premiaba, fue la última vez que nos visitó… ya sin Áurea. El maestro recogió aquel reconocimiento entre una multitud de personalidades que se congregaban en la malagueña sala de conciertos María Cristina. Su desbordante alegría cautivó una vez más al auditorio, pues era fácil conectar con su mirada limpia e inteligente, con su modo de ver y entender la vida. Por eso hoy, más que nunca, García Abril y su preciosa música es de todos.
Elementos comunicativos en la obra pianística garciabriliana: sobre el proceso creador
En la totalidad del corpus garciabriliano —cerca de doscientas obras—, las piezas que conceden un papel importante al piano son más de ciento veinte: es decir, un 60 % de toda su composición. Este dato manifiesta la importancia del piano en el cómputo general de su inventario y la necesidad compositiva del músico de apoyarse constantemente en este instrumento como protagonista indiscutible de su creación.
El piano es, para nuestro creador, un vehículo de comunicación que garantiza la expresión de su lenguaje. Supone el medio más amplio y más efectivo para canalizar su discurso musical. Su profundo conocimiento de la técnica pianística ha contribuido al desarrollo y perfeccionamiento de su parcela compositiva en este apartado.
Nuestro enfoque analítico sobre la obra pianística garciabriliana parte del estudio de la pieza musical entendida como mensaje. Por eso abordamos el análisis formal y estructural de la producción pianística descrita a continuación.
Antón García Abril compone siempre pensando en el oyente. El maestro se posiciona como primer oyente de su propia obra, lo que le hace crear un sistema de comunicación directo y eficaz.
Tres Baladillas: una referencia en el repertorio garciabriliano del siglo XXI
En el mes de octubre de 2006 ven la luz las Tres Baladillas para piano, dedicada a su nieto Antón. Son estrenadas por el pianista Leonel Morales el 31 de enero de 2007 en la Fundación Juan March de Madrid y representan un homenaje a su ciudad natal, Teruel.
Este tríptico se compone de los siguientes títulos: I. Baladilla del río blanco, donde la emergente melodía emula el discurso del agua que fluye por el río Guadalaviar; II. Baladilla de las tres torres,una sugerente página dotada de inspiración y contemplación ante el impactante estilo mudéjar de las monumentales Torres de Teruel; y III. Baladilla de la estrella perdida,delicioso número basado en una leyenda popular situada en la típica plaza del Torico en Teruel, con que se cierra la composición.
Planteamiento y estructura
Presentan una estructura muy cercana a la forma clásica de sonata: A-B-A, correspondientes a los movimientos Allegro moderato–Adagio–Leggero. Aunque el formato elegido se ciñe a un esquema muy concreto, la escritura garciabriliana presenta variedad: efectos armónicos a partir de bajos y notas-pedales, flexibilidad melódica, amplitud y densidad en la textura de la pieza, intercambio de secuencias contrapuntísticas y lineales, prolongación de sonoridades, progresiones agógicas, variedad en las dinámicas y rubatos expresivos.
García Abril aporta un planteamiento de aprendizaje progresivo en cuanto a flexibilidad y libertad interpretativa. Este es uno de los principales objetivos del compositor, quien logra conciliar técnica, expresión e intimismo en estas Tres Baladillas. Es aconsejable la interpretación integral de las tres piezas del ciclo, debido al carácter unitario que poseen y a la madurez compositiva que encierran. Por eso, la ejecución de las Tres Baladillas demanda serenidad, fruto del estudio pormenorizado de la obra. En suma, advertimos una página muy colorista, en la que el intérprete se siente cómodo y al mismo tiempo puede encontrar nuevas propuestas y retos. Nuestro autor invita, desde estos compases, a la búsqueda y al descubrimiento de nuevos hallazgos en el lenguaje.
Alba de los Caminos: paradigma de entendimiento entre el piano solista y la cuerda
Orígenes de la composición
En el año 2006 el Festival Internacional de Música de Villanueva del Rosario (Málaga) realiza un encargo a García Abril: componer una obra como símbolo representativo de dicho Festival, ‘que pueda tener continuidad, sea el primer emblema musical del Festival y dé paso a las obras de otros compositores’ (Antón García Abril en La obra pianística de Antón García Abril: paradigma de comunicación musical, Tesis doctoral defendida en 2009 por Paula Coronas Valle en la Universidad de Málaga, pp. 289-290). ‘Alba de los Caminos fue compuesta en un momento en el que el significado de ‘Alba’ ejerce sobre mí un magnetismo especial y es portadora de sutil fascinación. Amanecer, nacer, surgir, fluir, abrir caminos de esperanza, de amor, de libertad, de diálogo, quiere ser, al mismo tiempo, una proclama en contra de la violencia, sea cual sea su procedencia’ (Ibídem).
Alba de los Caminos, para piano y cuarteto de cuerda en su primera versión, es estrenada en el Antiguo Real Conservatorio María Cristina de Málaga el 22 de julio de 2007 por el García Abril Quartett y la pianista Paula Coronas, a quien está dedicada. Posteriormente el compositor realiza una segunda versión para piano y orquesta de cuerda que se da a conocer por primera vez en el VI Festival de Música Española de Cádiz, el 28 de noviembre de 2008, por la Orquesta de Córdoba y la pianista Paula Coronas, bajo la dirección del maestro Manuel Hernández-Silva. La localidad malagueña de Villanueva del Rosario, históricamente conocida como ‘cruce de caminos’, es el germen inspirador de la partitura, al que hace alusión el título de la página.
Filosofía de la obra
Metafóricamente estos ‘caminos’ representan la fusión de líneas y tendencias estéticas diferentes: ‘La partitura se interpreta en un solo impulso, nace, se transforma, y llega a su cauce final. Su fluir se desarrolla transitando, incesantemente, por una serie de caminos que nos ofrecen una sucesión de paisajes musicales, en donde se entrecruzan visiones en permanente evolución, dibujando panoramas hacia un horizonte lleno de variantes y contrastes. El transitar por los diversos caminos nos proporciona múltiples perspectivas y sensaciones’ (Antón García Abril en notas al programa de mano del concierto celebrado en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Auditorio 400 de Madrid, el 19 de noviembre de 2007. Ensemble Instrumental de Granada y Paula Coronas (piano), pp. 4-5).
El maestro García Abril ha permanecido durante un largo período de tiempo inmerso en la búsqueda de fuentes inspiradoras para la obra. Tras el hallazgo del material compositivo, decide dotar a la pieza de aspectos sonoros muy cercanos a la naturaleza. Para ello, recurre a la elaboración de atmósferas intimistas, donde predominan el agua de los ríos y de las fuentes, la luz del alba, el reflejo de la luna sobre los prados al anochecer. Con esta imagen lírica en la descripción de los ‘caminos’ nos aproximamos a esta labor de creación que alcanza su máximo nivel de depuración. El compositor describe con precisión el fraseo de líneas expresivas y melismas fugaces que garantizan la calidez de su mensaje.
‘Muy en el estilo de García Abril, con sinceridad melódica y arranques rítmicos bien definidos, es clara asimismo en la forma y tiene interés por lo que dice y cómo lo dice; no hurta virtuosismo al piano, con auténtico rango solístico’ (Manuel del Campo en Diario Sur, 24 de julio de 2007, crítica de música ‘Estreno de García Abril’).
Análisis formal
Alba de los Caminos está concebida en un solo impulso, aunque está estructurada en cinco partes o secciones: I. Tranquilo, II. Allegro brioso, III. Andante fluido, IV. Casi cadencia, V. Con júbilo. El maestro ha optado por desarrollar la obra de forma continuada, aportando modernidad al conjunto. Ha logrado unidad y equilibrio en estos compases. Por otra parte, observamos una vez más una de las constantes garciabrilianas: el bello tratamiento de la cuerda en diálogo con el piano, bien resuelto en combinación con los timbres de cada uno de los instrumentos componentes.
‘Los tempi se alargan o aceleran, la métrica adquiere las máximas velocidades, al mismo tiempo surgen puntos de relajación y sosiego y, sobre todo y ante todo, presente una propuesta musical en la cual lo que más me ha importado ha sido escribir una obra en la que la técnica y la estética confluyan en un espacio de equilibrio, en donde conviven unas ideas que nacen de intuiciones artísticas rigurosamente controladas y desarrolladas por una técnica precisa, cercana a los planteamientos de una ciencia exacta’ (Antón García Abril en notas al programa de mano del concierto celebrado en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Auditorio 400 de Madrid, el 19 de noviembre de 2007. Ensemble Instrumental de Granada y Paula Coronas (piano), pp. 4-5).
Conclusiones
Estamos ante una obra de carácter eminentemente poético, desde su inspirado comienzo, descrito con dulzura y suavidad, hasta el fortísimo final que confiere brillantez y dinamismo a la composición. El lirismo de su contenido nos permite contemplar la libertad que el creador ofrece al intérprete. Apreciamos pasajes extensos, dotados de complejidad técnica y expresiva, cuyas grafías se desenvuelven con flexibilidad, por lo que se advierten numerosos compases escritos a modo de cadencia, donde el piano se convierte en absoluto protagonista.
Estéticamente, estas páginas incorporan nuevos aires de corte moderno, aspectos de fusión de tendencias artísticas. La vanguardia garciabriliana se nutre de todos los estilos posibles. El autor hace aquí una visión retrospectiva de sus propias exigencias compositivas, desnuda la naturaleza de sus fundamentos musicales para recubrirlos con la singularidad y la experiencia de un sello consagrado.
El principal mensaje que contiene Alba de los Caminos es la espiritualidad desde la cual García Abril emprende el alumbramiento. En esta partitura se refleja su interés por la filosofía del cosmos y por la relación del ser humano con el universo. Esta es una de las preocupaciones constantes en la temática del compositor. La obra es registrada en disco en julio de 2007 por el García Abril Quartett y la pianista Paula Coronas.
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