Esta sección se elabora con la asesoría de la Dirección del Máster en Musicoterapia de UNIR
Por Marina E. Junquera
A pesar de que el ser humano ha utilizado las capacidades curativas de la música desde las primeras civilizaciones, la musicoterapia no ha sido reconocida como profesión hasta entrado el siglo XX. Los profesionales en España aún están trabajando para lograr su inscripción en el Ministerio de Trabajo y Economía Social, acción respaldada por diversas asociaciones. Antes de conocerlas, vamos a recorrer algunos de los hitos de la historia de la musicoterapia.
Música, afectos y temperamentos: de la Prehistoria al siglo XVIII
Debido a la creencia de las culturas preliterarias en las fuerzas de la naturaleza, el uso de la música (protomúsica) con fines curativos estaba relacionado con su supuesta conexión con ellas. Así, se estima que era uno de los elementos que empleaban los hechiceros para curar a las personas enfermas, mediante tambores, cascabeles y, sobre todo, el canto. Todas estas teorías sobre los usos curativos de la música en la Prehistoria solo son hipótesis. Ya en el Neolítico, la música se utilizaba en la denominada medicina racional, a la vez que desempeñaba un importante papel en las ceremonias. En el Antiguo Egipto, a pesar de que no se conoce cómo era la música —no desarrollaron un sistema para representarla—, se sabe de sus diversos usos, destacando entre ellos el terapéutico.
Tal y como explican los musicólogos Donald J. Grout y Claude V. Palisca en A history of western music (1988), en la Antigua Grecia, pensadores y filósofos —como Platón o Aristóteles— abordaron las capacidades curativas de la música. Asimismo, de esta época es la célebre teoría de los modos griegos, que estudia los efectos de los elementos de la música (melodía, armonía y ritmo, entre otros) sobre el ser humano. Hoy en día, se siguen considerando fundamentales en el proceso de terapia musical. En el 380 a. C. se describió la teoría de los cuatro humores cardinales, que basaba el funcionamiento del cuerpo humano en relación con cuatro fluidos —sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra—, relacionándolos con los cuatro elementos principales de la naturaleza —aire, agua, tierra y fuego— y los temperamentos —sanguíneo, melancólico, colérico y flemático—. Durante la Edad Media, esta teoría sirvió todavía de base para decidir el papel de la música en el tratamiento de la enfermedad.
Finalmente, tras muchos siglos, el Barroco supuso una visión refrescante en el uso de la música como tratamiento de la enfermedad. Gracias al apoyo de la teoría de los afectos de Kircher (1602-1680), se pudieron vincular las características de la personalidad con ciertos tipos de música.
La musicoterapia como ciencia: siglos XIX y XX
A pesar de que en Estados Unidos ya se publicaron algunos artículos sobre música y medicina a finales del siglo XVIII, el inicio del siglo XIX fue decisivo para la musicoterapia como disciplina clínica, ya que se escribieron las primeras tesis doctorales en las que se analizaba el uso de la música en la cura de enfermedades. Al tiempo, se comenzó a utilizar la musicoterapia en instituciones educativas y aparecieron los primeros artículos profesionales de carácter científico —ya escritos por nombres propios de la disciplina—, que concienciaron a un público cada vez más general.
Consolidación: WFMT, AMTA y AEMP
En 1985 se fundó la World Federation of Music Therapy (WFMT),promovida por los musicoterapeutas anglosajones pioneros de esta disciplina, en la ciudad italiana de Génova. Como se detalla en su página web, es la única organización profesional representante de la musicoterapia a nivel global y reúne asociaciones y profesionales de todo el mundo para trabajar en el desarrollo de la musicoterapia como ciencia y poder demostrar así sus amplias contribuciones a la humanidad.
En 1998, se creó la American Music Therapy Association (AMTA). Esto supuso una mejora de los estándares profesionales de la musicoterapia en Estados Unidos, convirtiéndose en un referente. Además, la creación de revistas especializadas en una disciplina es fundamental para recoger el conocimiento y fomentar su desarrollo y profesionalización. Así lo ha logrado con sus dos revistas oficiales: Journal Music of TherapyyMusic Therapy Perspectives.
Volviendo al contexto nacional, los musicoterapeutas españoles están representados por la Asociación Española de Musicoterapeutas Profesionales (AEMP), una organización independiente y registrada en el Ministerio de Trabajo y Economía Social. Sus funciones son bidireccionales: por un lado, defiende los intereses de los musicoterapeutas y, por otro, brinda un servicio de calidad a las entidades que deseen contar con musicoterapeutas. Actualmente, trabaja por aplicar la musicoterapia de manera institucionalizada.
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