La pianista Paula Coronas continúa con la investigación de raíces sonoras de Málaga y Andalucía, difundiendo páginas de los compositores Ocón, Lehmberg Ruiz y Rafael Mitjana, entre otros. El 22 de abril ofrecerá en el Centro Cultural de Fundación Unicaja en Cádiz un recital que incluye Seguidilla y Romanza de Mitjana y el 4 de junio se celebrará en Málaga un acto de homenaje a su memoria.
Por Paula Coronas
Introducción: contexto cultural de Málaga en la segunda mitad del siglo XIX
La historia viva de la música en Málaga nos habla de un brillante elenco de artistas que custodian las tradiciones y engrandecen las raíces sonoras malacitanas. Con orgullo defendemos el valor de esta tierra, convencidos con plena razón del talento y la inspiración de grandes creadores que nos precedieron. Eduardo Ocón y su escuela hegemónica de música y pedagogía legó a la ciudad un esplendor que otros continuaron desde compases decimonónicos: los maestros Antonio José Cappa, Eduardo Ocón, José Cabas Galván (y su posterior saga, continuada con José Cabas Quiles), Joaquín González Palomares, el pianista José Barranco y el protagonista de estas líneas, Rafael Mitjana y Gordon (1869-1921).
Su figura, tan desconocida como olvidada, es, sin embargo, de capital importancia para entender la musicología moderna de este país, aportando innumerables publicaciones, estudios y creaciones de relieve a través de una apasionante vida profesional triangulada en una triple vertiente dedicada a la investigación musical, la carrera diplomática y la composición. Hoy, tras conmemorar en 2021 el primer centenario de su fallecimiento, queremos rendirle homenaje y contribuir a difundir su interesante biografía y legado.
Orígenes familiares, infancia y juventud del músico
Su distinguida procedencia marca definitivamente la trayectoria vital del músico. Recordamos que nace el 6 de diciembre de 1869 en Málaga, en el seno de una familia perteneciente a la alta burguesía malagueña con profundas convicciones católicas. Fue el tercer hijo de cinco hermanos —María, Concepción, Rafael, Francisco y Evaristo— del matrimonio formado por el malagueño Francisco de Paula Mitjana (1828-1902) y la barcelonesa María Gordon y Salamanca (1843-1903), hija de un importante y acaudalado abogado y sobrina del relevante financiero y empresario malagueño José de Salamanca y Mayol (1811-1883), marqués de Salamanca.
Por su parte, el abuelo paterno del compositor, Rafael Mitjana Ardison, fue un destacado arquitecto municipal de Málaga, y redescubridor del yacimiento arqueológico de Menga en Antequera. Entre sus obras más notables recordamos su monumento en homenaje al general José María Torrijos que se erige en la malagueña plaza de la Merced, frente a la casa natal de Picasso. Además de su actividad profesional como arquitecto compaginó su vida laboral con la industria, fundando una empresa de abanicos ubicada en la actual plaza Mitjana, junto a la residencia familiar. Francisco de Paula, padre del músico, había heredado esta fábrica de abanicos, que más tarde fue reconvertida a los estampados. Llegó a ser una reconocida personalidad de Málaga en el último tercio del siglo XIX, hombre cultivado y amante de las artes, muy bien relacionado en los círculos artísticos y políticos del país, quien influyó directamente en el posterior desarrollo humano, social y musical de su hijo.
‘En varias cartas que escribió a Pedrell, Rafael Mitjana deja traslucir que su padre tenía contactos con círculos artísticos y políticos de Madrid. Por una de ellas sabemos que fue académico correspondiente de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, seguramente gracias a los méritos conseguidos como litógrafo. La familia Mitjana estaba muy bien relacionada en Madrid, como lo demuestra la lista de nombres y familiares, amigos y políticos que Rafael Mitjana escribió alrededor de 1890 en una libreta. Entre los familiares se encuentran el marqués de Salamanca, José y Manuel de Cárcer, José y Beatriz de Saavedra y Rafaela Mitjana; entre los políticos: Antonio Cánovas, Segismundo Moret y Francisco Silvela; y entre los amigos: Luis Landecho, Emilio Cánovas del Castillo (hermano del presidente), Juan Valera, algunos diplomáticos extranjeros y numerosos miembros de la nobleza. El reconocimiento social de Francisco Mitjana se ve reflejado en los cargos culturales con que fue distinguido: académico de San Telmo (1864), vocal de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos (1866) y vocal de la Comisión General de la Exposición Artística, Industrial y Agrícola (1877) que se organizó con motivo de la visita del rey Alfonso XII a Málaga’ (Alfonso Simón Montiel: Los orígenes del diseño gráfico en Málaga 1820-1931′. Nacimiento y evolución de una herramienta de comunicación social. Tesis doctoral, Universidad de Málaga, 2007. En Antonio A. Pardo Cayuela: Rafael Mitjana (1869-1921): Trayectoria de un musicólogo, compositor y diplomático regeneracionista. Tesis Doctoral, Universitat de Barcelona, 2013).
En este ambiente feliz transcurren los primeros años de vida del creador, configurándose así una infancia plena para el devenir del artista, en un contexto cultural muy próspero para Málaga: el nacimiento del Liceo —y la organización de importantes conciertos en sus salones—, la creación del Círculo Malagueño y el Círculo Mercantil y la aparición de nuevos teatros en la ciudad, como el de la Merced (1861) y el Cervantes (1870), amén del auge de la zarzuela que cobraba fuerza en todo el país. En este núcleo resplandeciente, Eduardo Ocón, fulgente personalidad artística del momento en aquella Málaga floreciente, abre el camino con la recién creada Sociedad Filarmónica malagueña (1869) y el posterior desarrollo del primer conservatorio de la ciudad, que crece paralelamente con éxito y con la contribución de una amplia nómina de profesores y artistas emergentes gracias al impuso definitivo de Ocón. Bajo su guía, comienza Mitjana los primeros estudios musicales que posteriormente perfecciona en Madrid con el ideólogo y musicólogo Felipe Pedrell, fuente de inspiración constante en el destino de nuestro protagonista.
Etapa de formación, estudios diplomáticos y vocación musicológica
Según arrojan los estudios doctorales del profesor Pardo Cayuela sobre la figura de Mitjana, el artista malagueño debió estudiar solo los dos primeros cursos de Bachiller en Málaga, trasladándose posteriormente a París, donde residió con sus padres desde 1880 a 1885 (de los 10 a los 15 años), formándose en un colegio regido por Jesuitas. Es probable que en la capital francesa conociera a Camille Saint-Saëns, uno de los pilares fundamentales en la trayectoria del malagueño, con quien mantendría una importante relación de amistad que perduró en el tiempo.
Como licenciado en Derecho y diplomático de carrera mantuvo una trayectoria profesional y vital intensa. Sus continuos viajes por todo el mundo nos dan razón de sus sucesivos destinos —sirviendo a España en sus embajadas de Turquía, Marruecos, Rusia, Suecia, Francia, Italia, Alemania— y en la misma España, a través de los cuales investigó sobre la música y los músicos españoles, revisando catálogos que le proporcionaron verdaderos hallazgos en materia folclorista.
Publicaciones, pensamiento crítico y legado
Su vocación y trascendencia como musicólogo merece mención especial. Como experto en investigación y crítica musical, la aportación de Mitjana es reconocida unánimemente junto a la de ilustres musicólogos y eruditos del panorama europeo. Sus primeras crónicas musicales aparecieron firmadas bajo el seudónimo de ‘Ariel’en los periódicos malagueños de Las Noticias y El Correo de Andalucía. También colaboró en La Actualidad,periódico fundado por el conocido periodista José Alius Ruiz, donde publicó algunos trabajos con el título de ‘Siluetas de músicos españoles’, posteriormente recogidos en diversos volúmenes en los que vuelca su pensamiento crítico, documentación y excelente factura literaria.
En la tipografía de Las Noticias de Málaga, en 1895, fue publicado el trabajo de Mitjana sobre Juan del Encina, músico y poeta, un estudio del poeta lírico y admirable músico salmantino del siglo XVI que fue arcediano de la Catedral de Málaga por renuncia del licenciado D. Rodrigo de Enciso. Tras este trabajo escribe un estudio sobre el drama lírico en tres actos, poema y música de Richard Wagner, El buque fantasma, una excelente muestra de su interés por el wagnerismo.
Particularmente interesante resulta la enumeración de sucesivas investigaciones y artículos que recopila, como los que aparecen en la primera serie de Ensayos de crítica musical,con trabajos dedicados a ‘Carlos Gounod’, ‘Ambrosio Thomas’, ‘La cítara’,’Wagner y los franceses’,’El canto de la montaña’, ‘Cristóbal Colón y la música’, ‘Federico Chueca’, ‘Il Barbieri di Siviglia‘, ‘Un amigo de España’ (sobre el musicólogo, escritor francés y divulgador del arte español Albert Soubies) o ‘Música mallorquina’ (elogio a la Memoria sobre los cantos, bailes y tocatas populares de la isla de Mallorca del pianista y crítico mallorquín Antonio Noguera, Memoria que obtuvo el primer premio en el concurso celebrado por la revista Ilustración Musical Hispano-Americana de Barcelona).
Atendiendo a su carrera diplomática aparece un nuevo destino en la vida del creador malagueño. Mitjana será destinado a Suecia, donde a finales de 1907 conoció a la joven Hilda Falk, con quien contrajo matrimonio en 1911, tras obtener la autorización real, dado que Hilda era protestante. ‘Hilda Falk de Mitjana se convirtió al catolicismo y guardó durante toda su vida el archivo de su marido, que subastó en parte poco antes de morir. Permaneció viuda durante 39 años, falleciendo en Estocolmo en 1960’ (Antonio A. Pardo Cayuela: Rafael Mitjana (1869-1921): Trayectoria de un musicólogo, compositor y diplomático regeneracionista. Tesis Doctoral, Universitat de Barcelona, 2013.)
El maestro Mitjana trabaja en la Embajada de Estocolmo, centrado en las investigaciones musicológicas. En una de sus visitas a la Biblioteca Carolina Rediviva de la Universidad de Uppsala descubrirá un amplio volumen de villancicos renacentistas españoles, integrado por una colección de canciones a dos, tres, cuatro y cinco voces sobre temas amorosos y picarescos que habían sido editados en Venecia en 1556. Se trata de una compilación de cincuenta y cuatro canciones españolas del siglo XVI que pasará a la historia como el famoso Cancionero de Uppsala.
‘El interés del Cancionero es grande, tanto desde el punto de vista literario como del musical. D. Rafael Mitjana imprimió en un folleto (Uppsala, 1909) el texto de las cincuenta y cuatro canciones de la colección con notas y comentarios personales y lo dedicó al Sr. Erik Schöne Staaff con motivo de su toma de posesión de la cátedra de Lenguas y Literaturas romances de la Real Universidad de Uppsala. […] El Cancionero de Uppsala, del que se ocupó en su disertación doctoral —’La poesía del Cancionero de Uppsala‘ (Anales de la Universidad de Valencia, X, 1929-1930)— el catedrático de francés y concertista de piano Leopoldo Querol, puede y debe ser motivo de más detenida recordación’ (Manuel del Campo: ‘D. Rafael Mitjana y Gordon. Musicólogo y Diplomático malagueño’. Málaga, Boletín de Información Municipal, 4º trimestre 1969, p. 39).
Mitjana, compositor. Su música
La faceta compositiva del maestro ocupa un tercer plano en su actividad profesional, por detrás de la labor musicológica y de su carrera diplomática. Sin embargo, aunque su producción no es extensa, ni su oficio creador tuvo constancia a lo largo de su vida, debemos destacar sus aportaciones más sobresalientes en este campo:
– La música para piano solo, objeto de estudio especialmente en el presente artículo, aunque muy escasa posee dos títulos importantes: la Romanza (Málaga, 1895) y la Seguidille (Roma, 1898).
La Romanza, dedicada a su paisano malagueño el pianista José Barranco, exhibe virtuosismo y densidad polifónica. Esta hermosa pieza de salón, de estilo romántico centroeuropeo, destila al mismo tiempo algunos rasgos folclóricos en los motivos centrales y rítmicos de la partitura. Estructurada en forma de lied, la composición plantea grandes exigencias técnicas con la aparición de voces y motivos líricos que revisten al conjunto de un efecto muy brillante para su interpretación.
La Seguidille, escrita en forma rapsódica, presenta un carácter marcadamente folclorista, con el empleo de elementos nacionalistas y la alternancia de modos frigio y menor. Muy original en su tratamiento de las armonías, la hermosa pieza destila poesía y andalucismo en el recurrente uso de las fuentes autóctonas.
Un importante ciclo de canciones para voz y piano destaca en el conjunto de su catálogo, donde encontramos:
– Plaintes de la Princesse Fionnuala, basada en la poesía del irlandés Thomas Moore, en su acercamiento a la música popular irlandesa.
– Risveglio, compuesta probablemente en Tánger en 1899. La dedica a Eugenia Malmusi, hija del ministro italiano en aquella ciudad, de quien Mitjana fue amigo. La canción está basada en el texto del célebre Carmelo Errico.
– Sonnet, sobre el poema homónimo del escritor francés Félix Arvers.
– Nocturno, una de las últimas composiciones más conocidas del músico, realizada a partir del poema homónimo de Juan Ramón Jiménez, incluido en su libro Diario de un poeta recién casado, creado en 1916, el mismo año en que Mitjana le puso música.
– Exequias, sobre un breve texto del poeta murciano Federico Balart, perteneciente al libro titulado Dolores (Madrid 1895).
Entre su música de cámara mención especial recibe su bello Trío en Sol menor, integrado por cuatro movimientos y dedicado a Camile Saint-Saëns y su obra Nostalgia,para violonchelo y piano, realizada a modo de fantasía con elementos folcloristas, está compuesta en La Haya y dedicada al violonchelista Alfredo Wubbe.
Algunas incursiones en la música religiosa y orquestal completan su catálogo junto a sus óperas Loreley y La buena guarda.
Tras el detallado repaso a la fecunda creación musicológica de Mitjana, con mención especial al feliz alumbramiento de su libro ¡Para música vamos! —colección de diversos trabajos sobre música española— y a una conferencia que pronuncia en el Centro de Estudios Estéticos de Uppsala el 7 de diciembre de ese año, sobre la figura de Claudio Monteverdi —posteriormente impresa en el establecimiento tipográfico La Moderna, de Málaga, en 1911—, llegamos a una etapa final de vida y obra.
La edición de sus Estudios sobre algunos músicos españoles del siglo XVI,con ilustraciones de facsímiles, grabados y textos musicales (Madrid, 1918) y su Encyclopédie de la Musique et Dictionnaire du Conservatoire (París, 1920) completan parte de su investigación en estos últimos años. El maestro murió en Estocolmo el día 15 de agosto de 1921, a los 51 años de edad, habiendo sido nombrado ministro plenipotenciario. Unos meses más tarde sus restos mortales fueron trasladados a Málaga donde reposan en la actualidad. La historia de la música española continúa en deuda con este malagueño universal.
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