Creada en 2014 y dirigida por Cristóbal Soler, la Joven Orquesta Sinfónica de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana está preparada para su gran salto. En septiembre triunfó con su concierto en el Teatro Monumental de Madrid.
Esta sección se elabora en colaboración con la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana (FSMCV)
Una tarde de este mes de enero, en el auditorio del Conservatorio Municipal de Música ‘José Iturbi’ de Valencia, un grupo de jóvenes deslumbró a toda una convención que reunía a prestigiosos directores de orquesta de todo el planeta. Los protagonistas del recital no alcanzan la treintena de edad, muchos de ellos se están asomando a la adolescencia. La juventud del grupo refulgió en la interpretación de la Sinfonía núm. 4, de Chaikovski, y Chants d’Auvergne, de Joseph Canteloube, un repertorio que han trabajado en jornadas intensivas de ensayos. Al frente de ellos, un maestro acostumbrado a detectar y guiar el talento precoz: Cristóbal Soler.
Meses atrás, el director había dejado estas palabras sobre sus pupilos: ‘Tenemos la cantera más grande de músicos del planeta y se refleja en esta selección’, al tiempo que trazaba los planes de futuro: ‘Hemos dado el paso para ser reconocidos en el ámbito nacional, después cruzaremos fronteras’.
¿Quién forma este grupo de intérpretes que ansía dar el salto al panorama internacional? ¿Dónde se gestó y por qué no debería de perdérselos si pasan cerca de su ciudad? Estas cuestiones nos obligan retroceder unos años atrás, hasta 2014.
El despegue
Lo primero fue el nombre: la Joven Orquesta Sinfónica de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana (FSMCV). La denominación es larga porque abarca una realidad bastísima: se trata de la primera orquesta formada por una selección de jóvenes músicos procedentes de sociedades musicales de Alicante, Castellón y Valencia. Hablamos de un colectivo que aúna a más de 47.000 intérpretes, 550 entidades y, en definitiva, representa a un territorio con una proporción de músico por habitante abrumadora. Un movimiento artístico, social y educativo considerado único en el mundo, reconocido como Bien de Interés Cultural Inmaterial y Manifestación representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial.
Esta joven orquesta nació de ese sustrato, como un proyecto artístico y pedagógico, una unidad artística de alto rendimiento integrada por intérpretes entre los 15 y los 28 años. El objetivo era que se desarrollaran en un entorno semiprofesional, que combinaran su talento en un escenario al tiempo que seguían formándose. Para guiarlos se eligió a la figura idónea: Cristóbal Soler, director reconocido en todo el mundo, profundo conocedor de la idiosincracia de las sociedades musicales valencianas —nacido en Alcàsser y formado en su sociedad— y contrastado educador de jóvenes promesas; no en vano es el director que más ha colaborado en los últimos años con la Joven Orquesta Nacional de España.
Aquella unidad debutó en casa, en el Palau de la Música, estrenando la obra Overture, de Francisco Coll. A partir de ese momento, se trazó una hoja de ruta, con concentraciones anuales coincidiendo con periodos no lectivos, que culminan con una pequeña gira por auditorios de todo el territorio valenciano. Desde 2014, y siempre bajo la batuta de Critóbal Soler, su director titular, la Joven Orquesta Sinfónica se ha convertido en uno de los proyectos estructurales de la Federación, muestra de la excelencia de los músicos valencianos.
El gran salto
‘Tenemos mucha ilusión por mostrar con orgullo, fuera de nuestro territorio, el altísimo nivel de nuestros jóvenes músicos’, declaraba en septiembre Daniela González, presidenta de la FSMCV, durante la gira que hizo saltar a esta Joven Orquesta a la escena nacional por primera vez. En su camino se vislumbraba entre otros conciertos, el Teatro Gayarre en Pamplona y el Teatro Monumental de Madrid.
Quienes asistieron al concierto como público, recuerdan el pellizco de emoción al escuchar el ‘IV movimiento’ de la Sinfonía núm. 4, de Chaikovski. ‘Son virtuosos, pero lo que les hace especiales es la pasión, su energía, el amor al compañero. Química es la palabra’, declaraba Soler tras el concierto. Como cada año, al terminar la gira el maestro se despidió de sus discípulos con una súplica: que nunca pierdan esa pasión.
El futuro
Este invierno, la Joven Orquesta Sinfónica de la FSMCV ha recuperado sensaciones. Y lo ha hecho en un doble concierto: primero en Paiporta y después en Valencia, en este último caso, clausurando el Congreso Internacional de Directores de Orquesta que organiza anualmente la International Conductors Guild, considerada como la asociación de directores de orquesta más importante del mundo. Este Congreso, que ha escogido la ciudad de Valencia para celebrar su primera convención en España, ha permitido a la formación valenciana presentarse ante un público plagado de batutas ilustres venidas de todo el planeta.
Ha sido otro pequeño paso hacia ese horizonte que brilla en el camino de la formación, que volverá a reunirse en los próximos meses para comenzar una nueva aventura. Será el momento de conocer qué retos aguardan a una generación de intérpretes ávida de nuevos escenarios y de mostrar al mundo por qué la Comunitat Valenciana es reconocida como una ‘Terra de música’ por excelencia.
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