La del clarinete es una de las familias de instrumentos más extensas que existen dentro de la orquesta sinfónica, con muy diferentes formas, tamaños y afinaciones. Todo esto nos lleva a reflexionar si realmente la del clarinete se puede considerar una sola familia o si podemos catalogarla en dos familias diferentes en relación a su forma, evolución histórica y repertorio.
Por Daniel Belloví
Profesor de clarinete bajo en la Banda Sinfónica Municipal de València
La familia del clarinete es muy amplia, y en ella se engloban clarinetes en muy variadas afinaciones y tesituras, agudas y graves. Los clarinetes que se usan habitualmente en la orquesta son los clarinetes sopranos en Si bemol y en La —los más conocidos de la familia—, el clarinete soprano agudo o requinto en Mi bemol y el clarinete bajo en Si bemol.
Compositores como Beethoven utilizan el clarinete en Do en varias de sus sinfonías, al igual que Mozart también escribe para corno di bassetto en Fa en varias de sus obras, como el Réquiem. En las bandas de música se pueden ver también el clarinete alto en Mi bemol y los clarinetes contrabajos afinados en Mi bemol y en Si bemol, siendo este último el más utilizado, y que suena una octava más grave que el clarinete bajo.
A todos los anteriores tenemos que añadir el requinto en La bemol agudo, que se utiliza en algunas bandas militares italianas; el requinto en Re, que es el instrumento al que Molter le dedicó sus famosos conciertos; el clarinete en Sol, típico de la música turca y klezmer; y los clarinetes octocontrabajos, que desarrolló experimentalmente la marca Leblanc y que sonaban una octava por debajo del clarinete contrabajo.
Atendiendo a la definición de clarinete, «instrumento de la familia de viento madera con forma recta en el que se introduce el aire a través de una boquilla en la que se coloca una lengüeta simple, acabando en una campana para proyectar mejor el sonido», nos daremos cuenta enseguida de que existen muchos instrumentos de la familia del clarinete que no podrían ser considerados clarinetes. Me estoy refiriendo a todos los clarinetes graves o clarinetes con tudel, como es el caso del clarinete bajo.
Desde el punto de vista visual, existen múltiples diferencias dentro de la familia del clarinete, pero desde el punto de vista histórico de la evolución del clarinete y del clarinete bajo existen muchas más diferencias, ya que la evolución del clarinete de manera muy simplificada sería la de ir añadiendo llaves al instrumento hasta llegar a tener las 17 o 18 llaves que posee en la actualidad, pero sin cambiar la forma recta del mismo.
Podemos encontrar antecesores del clarinete en las más antiguas civilizaciones, aunque el instrumento del que definitivamente evolucionó fue el chalumeau francés, entre finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII.
El constructor alemán Johann Christoph Denner ya fabricaba en 1687 el chalumeau en madera de boj, con un cuerpo idéntico a la flauta de pico, pero terminando su sección superior en una boquilla a la que se le ataba una lengüeta simple con un cordón. Será el mismo Denner el creador del clarinete al introducir en el año 1700 una serie de mejoras en el chalumeau, como la colocación de la llave de registro en un punto más cercano a la boquilla, obteniendo la tesitura aguda de la que carecía el chalumeau y una gran campana de madera para aumentar su proyección.
Durante el Clasicismo, las innovaciones proveen al clarinete de cinco llaves, llegando a tener una tesitura de tres octavas y media, similar al clarinete moderno, pero por la dificultad de su digitación se necesitaba usar varios instrumentos con distintas afinaciones para poder tocar en todas las tonalidades, siendo los más habituales los clarinetes en La, Si bemol y Do. En esta época se crea el clarinete di bassetto y los clarinetes graves, cornos di bassetto y clarinetes bajos.
En el Romanticismo se aumentan hasta doce el número de llaves para facilitar la digitación y así evitar algunas posiciones de horquilla, que resultaban oscuras y de difícil afinación, ganando en proyección al utilizar madera de ébano y agrandar el diámetro de algunos agujeros. Müller, Klosé y Auguste Buffet evolucionaron mucho la técnica del clarinete hasta llegar a tocar con un solo instrumento en todas las tonalidades. Al clarinete se le han seguido añadiendo llaves hasta llegar a las 17 o 18 que posee en la actualidad, pero siempre conservando su forma recta original.
Por el contrario, la familia del clarinete bajo o clarinetes graves ha evolucionado pasando por tener múltiples diseños como forma de plancha, de hoz, de fagot, recta, de serpiente, de oficleide, de medio fagot, hasta llegar al diseño actual, todo ello a la vez que se le iban añadiendo llaves al instrumento hasta llegar a las actuales treinta más o menos, dependiendo del fabricante y del modelo de clarinete bajo.
El clarinete bajo
El clarinete bajo fue creado a mediados del siglo XVIII, aproximadamente en 1750, como complemento a la familia de los clarinetes. La extensión sonora del instrumento es de hasta cinco octavas, aunque su registro sonoro óptimo se encuentra en torno a las tres y media, desde el Do2 al Sol5. Su sonido dulce, rico y más potente que el del clarinete soprano en Si bemol, suena una octava más grave que este, y posee una amplia gama dinámica, desde el mínimo pianissimo al máximo fortissimo. Evolucionó a la vez que el clarinete alto y el corno di bassetto, siendo más grande que estos, con un diámetro más ancho, una columna de aire de mayor longitud y una boquilla y lengüeta más grandes. Los clarinetes bajos fueron diseñados inicialmente para tocar en bandas de viento, con la idea de conseguir un bajo de la familia de la madera con una calidad de sonido más fuerte y uniforme que la disponible en los fagotes contemporáneos del siglo XVIII.
Los primeros instrumentos son prototipos sin marca en forma de tabla, fabricados en Alemania a partir de 1750, limitados en extensión y afinación, de los que no se conoce que se llegaran a tocar. Sobre el año 1765 Anton y Michael Mayrhofer construyeron un clarinete bajo curvo en forma de hoz, volviendo a construirse en 1780 dos clarinetes nuevamente en forma de tabla similares al del primer prototipo del instrumento.
El período comprendido entre 1750 y 1860 fue una época de experimentación por parte de numerosos fabricantes e inventores que iniciaron una búsqueda para crear un instrumento que produjera una buena calidad sonora y que, a la vez, pudiera tocarse cómodamente, teniendo mucho éxito los construidos en forma de fagot, como el creado en Dresde por Heinrich y August Grenser a principios de 1790, con la campana del instrumento hacia arriba y una afinación más que aceptable en sus más de tres octavas. Estos clarinetes bajos en forma de fagot fueron los más utilizados entre finales del siglo XVIII y principios del XIX.
Desfontelles vuelve a darle forma recta a principios del siglo XIX y Papalini crea un clarinete bajo en forma de serpiente con el objetivo de reducir la longitud del tubo, sin mucho éxito, debido a su pobre sonido y la incomodidad para poder tocarlo. A mediados del siglo XIX Giovanni Bimboni fabrica un clarinete bajo en forma de oficleide y, aunque la gran mayoría de los fabricantes de esta época le siguen dando al clarinete bajo la forma de fagot, es a mediados del siglo XIX cuando Louis Auguste Buffet desarrolla un clarinete bajo con la campana hacia abajo en colaboración con el clarinetista Isaac Dacosta. Adolphe Sax, afamado constructor de instrumentos belga, introdujo varias mejoras técnicas en el clarinete bajo y le dio la forma actual. A finales del siglo XIX se fabricaban clarinetes bajos en más de diez países diferentes, aunque no fue hasta principios del siglo XX cuando se produjo una estandarización en el diseño del instrumento.
Todo lo anterior nos hace pensar que la familia del clarinete no es una, sino que la podríamos configurar en dos diferentes con dos especializaciones distintas en los estudios: la familia de los clarinetes agudos o con barrilete y forma recta por una parte y, por otra, la familia de los clarinetes graves o con tudel y de forma curvada.
Los estudios de clarinete
Para poder estudiar oficialmente en un conservatorio cualquiera de estos tipos de clarinetes graves o con tudel, solamente podremos hacerlo después de acabar los estudios de clarinete soprano y nunca como instrumento principal.
Si hacemos una reflexión sobre el estudio de los instrumentos de la familia del clarinete en los conservatorios, comparándolo con los estudios de la familia de la cuerda, nos daremos cuenta de que cuando alguien quiere comenzar a estudiar en el conservatorio violonchelo, no tiene problemas, nadie le dice que primero tiene que estudiar la carrera de violín y que cuando esté acabando sus estudios de Grado en Enseñanzas Artísticas Superiores de Música de violín, podrá estudiar como instrumento afín el violonchelo, pero que las clases de ese instrumento afín se las impartiría el mismo profesor de violín que tiene, no un especialista de violonchelo. Todos pensamos que esta posibilidad en la familia de la cuerda es inviable y que cada uno tiene que comenzar a estudiar el instrumento de cuerda que desee directamente para poder especializarse desde un comienzo en ese instrumento, pero en los estudios de clarinete vemos normal no poder comenzar los estudios de clarinete bajo porque nos han habituado a ello, aunque existen grandes diferencias entre los instrumentos.
Cuando queremos comenzar a estudiar clarinete bajo, nos dicen que no es posible, primero tenemos que estudiar clarinete y cuando estemos acabando los estudios superiores de clarinete, podremos estudiar clarinete bajo como segundo instrumento.
Si esto hubiera ocurrido históricamente con la familia de la cuerda, si a todas las personas que quisieran estudiar un instrumento de cuerda las hubiesen obligado a estudiar solamente el violín, tendríamos que hacernos las siguientes reflexiones: ¿podríamos llegar a tener grandes intérpretes de viola, violonchelo o contrabajo o solamente tendríamos grandes violinistas? ¿Hubieran evolucionado la técnica de la viola, del violonchelo o del contrabajo tanto o solo habría evolucionado la técnica del violín? ¿Los compositores habrían escrito estudios, conciertos solistas, sonatas para viola, violonchelo y contrabajo o solamente las habrían escrito para violín? ¿Podemos imaginarnos a un violinista dentro de una orquesta sinfónica que después de tocar un solo con el violín, lo deje a un lado, lo cambie por un violonchelo e interprete un nuevo solo pero esta vez con el violonchelo?
Todas estas preguntas nos las podríamos aplicar a la enseñanza del clarinete. Al igual que un violinista sabe coger el arco y hacer sonar una viola, un violonchelo o un contrabajo, un clarinetista podrá hacer sonar un requinto, un clarinete bajo o un clarinete contrabajo, pero tiene que conocer y estudiar las técnicas diferentes y el repertorio particular de cada uno de ellos para poder llegar a ser un gran especialista en cada instrumento.
Pensemos en todas las horas que hemos dedicado al estudio del clarinete desde el inicio. Si todas esas horas las hubiéramos dedicado a estudiar clarinete bajo desde un primer momento, especializándonos en este instrumento, creo que la conclusión es clara: tendríamos a los mejores especialistas de clarinete bajo, aunque no supieran tocar el clarinete, como ocurre en la cuerda, que se puede ser un gran violonchelista sin llegar a saber tocar el violín.
Mi propuesta no es una especialización de instrumento por instrumento, pero sí una diferenciación en el plan de estudios de clarinete, dividiéndolo en dos grandes familias que, por sus características, historia y evolución están bien definidas. Por lo tanto, a la pregunta que da pie al artículo, «La familia del clarinete, ¿o las familias del clarinete?», mi respuesta está clara: existen la familia de los clarinetes agudos o con barrilete y forma recta y la familia de los clarinetes graves o con tudel y de forma curvada.
La familia de los clarinetes agudos o con barrilete y la familia de los clarinetes graves o con tudel
En la familia de los clarinetes agudos tendríamos desde el requinto en La bemol agudo hasta el clarinete en Sol, todos ellos clarinetes de forma recta y con barrilete. En la familia de los clarinetes graves o con tudel estarían todos los demás, desde el corno di bassetto en Fa hasta el clarinete contrabajo en Si bemol.
Los clarinetes bajos se diseñaron originalmente para reemplazar a los fagotes en las bandas militares o bandas de vientos, formaciones en las que siguen teniendo un papel protagonista. Gustav Holst, Alfred Reed, Frank Ticheli, David Maslanka, Jesús Santandreu o José Suñer son algunos de los grandes compositores que han escrito para clarinete bajo en estas formaciones.
Desde que en 1834 el compositor Saverio Mercadante introdujera el glicibarífono, antecesor del clarinete bajo, en la orquesta sinfónica con el estreno de su ópera Emma d’Antiochia, han sido muchos los compositores a lo largo de la historia de la música que lo han incluido con un papel relevante, destacando Giacomo Meyerbeer, Richard Wagner, Franz Liszt, Giacomo Puccini, Richard Strauss, Maurice Ravel, Dmitri Shostakóvich o Ígor Stravinski.
A mediados del siglo XX cambió su utilización como instrumento «secundario» y se afirmó como instrumento solista. La emergencia de nuevas tendencias y estilos musicales, así como la afirmación de unas características técnicas y constructivas estables, provocaron que numerosos compositores como Karlheinz Stockhausen, Bruno Maderna, Franco Donatoni, Iannis Xenakis o Isang Yun experimentaran nuevos recursos sonoros y contribuyeran a hacer de su sonoridad grave y rica un elemento clave de la música contemporánea.
El clarinete bajo, además de todo este importante repertorio sinfónico que tiene, posee también un infinito repertorio de conciertos como solista, dobles, triples e incluso cuádruples conciertos tanto con orquesta como con banda de vientos o con ensembles de todo índole, teniendo un papel importante en múltiples agrupaciones de música de cámara, no solo como base del cuarteto de clarinetes, sino como miembro en igualdad de condiciones e importancia que el resto de componentes en formaciones como clarinete bajo y piano; clarinete bajo y percusión; clarinete bajo, violín y piano; clarinete bajo y cuarteto de cuerdas; clarinete bajo y quinteto de vientos; e infinidad de diferentes posibilidades.
Gracias a todo este repertorio específico de conciertos, música de cámara, y a la cada vez más extensa metodología específica para el estudio del clarinete bajo, nos encontramos con un material que nos ofrece las posibilidades de estudiar el clarinete bajo como instrumento principal e independiente al clarinete en todos sus niveles. Hay que tener en cuenta que el repertorio de un instrumento se desarrolla alrededor de los grandes especialistas del mismo, o de los lugares en los que ese instrumento es considerado como instrumento principal en los conservatorios y universidades, como ocurre en países como Holanda, Bélgica, etcétera.
Repertorio y metodología específica para el estudio del clarinete bajo como instrumento principal
Sería interesante crear una especialidad de clarinetes graves encabezada por el clarinete bajo como instrumento principal. Para ello tendría que realizarse una remodelación en los planes de estudio de los conservatorios y así poder ir implantándola progresivamente, comenzando por crear una especialidad de clarinete bajo en el Grado en Enseñanzas Artísticas Superiores de Música. Como hemos visto a lo largo de la presente exposición, las dos familias de clarinetes poseen muchas cosas comunes, pero también muchas diferentes, como una personalidad propia, una evolución histórica diferente de los instrumentos que las configuran y un repertorio específico, conocido en el caso de la familia del clarinete, pero todavía muy desconocido en los clarinetes graves, sobre todo en aquellos lugares en los que no está considerada como especialidad independiente.
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