Por Tomás Marco
Para una gran mayoría de aficionados a la llamada música clásica, la música por excelencia es la instrumental o al menos es la que con inmensa frecuencia está presente en los repertorios de conciertos. Pero eso es algo muy moderno, ya que históricamente la música es un fenómeno predominantemente vocal tal vez por los estrechos vínculos que desde su origen tiene con el lenguaje. Incluso se ha especulado con cuál de los de los dos elementos, música y lengua, es anterior aunque lo más probable es que surgieran juntos.
De cualquier forma, y dado que el origen de la música no es conjeturable a nivel histórico porque es anterior a la Historia, si nos atenemos a los orígenes de nuestra cultura, que solemos fechar en los griegos, no cabe duda de que entre ellos la música tuvo una preponderancia vocal enorme . Conocieron los instrumentos, está claro, pero la música puramente instrumental era algo residual ya que el instrumento tenía como función principal acompañar a la voz. Incluso hoy tenemos por cierto que lo que conocemos de poesía griega, tanto lírica como épica, era cantada como lo era también el teatro. De esta última presunción, y en un intento de recuperar tal idea, nacerá la ópera en el protobarroco.
Los orígenes más cercanos de nuestra música, la gran música religiosa medieval, el canto llano y el gregoriano fueron exclusivamente vocales y las revoluciones técnicas y estéticas que llevan a la polifonía y al Ars Nova se realizaron en torno a la música con voces. Y aunque la música instrumental, asociada o no a la danza, se empieza a desarrollar en el Renacimiento, no será hasta bien entrado el Barroco que aparezca una música instrumental liberada completamente de las técnicas y usos vocales. El concepto de música pura aplicado a la música instrumental se desarrolla con el Clasicismo pero no se formula teóricamente hasta bien avanzado el siglo XIX en la teorías de Hanslick. Clasicismo y Romanticismo desarrollaron una grandísima música instrumental autónoma pero nunca se dejó de componer para voces ya que el auge operístico es de la misma época y tampoco los coros ni la canción fueron abandonados.
Resulta paradójico que mientras la mayor parte de la experiencia del aficionado moderno sea instrumental, un inmenso porcentaje de la música realizada históricamente sea vocal, incluyendo casi todas las manifestaciones de música popular, rock, pop, etc., donde una pieza musical equivale a una ‘canción’. Y en el patrimonio musical la presencia vocal es inmensa .
Cuando se habla del auge de la música en la España moderna casi siempre hablamos de auditorios y orquestas, es decir de música instrumental, o de ópera, que es vocal a solo principalmente. La gran olvidada es la música coral que se ha convertido en una asignatura pendiente. No es que no haya coros en España, al contrario, sino que parece que no existen porque público, crítica y sociedad los minusvaloran y ello es malo para la vida musical y para el patrimonio propio.
En España se puede decir que hay un superávit de coros profesionales en relación a los países europeos. Claro que también la distinción entre profesional y amateur es distinta. En algunos países un coro amateur es el que no cobra; aquí suele querer decir además el que no sabe música. Sin embargo, y aparte de los teatros, en casi ningún país las orquestas suelen tener coros profesionales. Y lo malo es que entre nosotros se destinan predominantemente al repertorio sinfónico más que al polifónico. Y los coros amateurs cultivan mucho repertorio folklórico y polifonía corta y de fácil acceso a la ejecución y a la escucha.
El que nadie piense en las alturas que los coros en España es un tema que convendría impulsar ha sido muy grave para nuestro patrimonio pues la gran música española histórica es la coral. Pero, de verdad, ¿qué aficionado español medio está familiarizado con la música de Victoria, Encina, Morales, etc.? Y eso que son solo los punteros de una enorme pléyade de talentos. Así, desde luego, nadie fuera de la música puede saber que un Victoria es tan importante al menos como Murillo o Lope de Vega. Supongo que muchos de nuestros presuntos intelectuales sonreirán beatíficamente si leen eso sin creérselo pero es rigurosamente así. Lo malo es que si quieren comprarse un disco de una misa completa de Morales o Guerrero, lo más probable es que tengan que recurrir a una grabación inglesa que paradójicamente son quienes están conservando una buena parte de nuestro patrimonio sonoro. Y si lo quieren escuchar en concierto la búsqueda se puede hacer larga, pesada y absolutamente infructuosa en la mayor parte de los casos.
No me corresponde dar pautas de lo que habría que hacer con la música coral de este país pero es urgente hacer algo. Para empezar hay que ponerla en valor, apoyar sus conciertos, permitir el conocimiento de su mejor repertorio, tal vez favorecer la mejora de sus instalaciones, la formación directorial, el acceso a partituras, las posibilidades de expansión y de mejora. La cuestión es tomarse a los coros en serio y pensar que su función va más allá de un mero entretenimiento social o de un gueto donde ellos hacen sus certámenes y se intercambian endogámicamente sus experiencias. Lugares donde no hay orquestas, o aunque las tengan, podrían potenciar coros y un público que los siguiese; de esa manera no sólo se ampliaría el horizonte musical sino que podría hacerse un gran bien a un patrimonio musical espléndido que permanece ignoto para la mayoría de los españoles, sean o no aficionados a la música.