Texto: Sofía M. Gascón
Ilustración: Iciar L. Yllera
Hace muchos años que llueve en este pueblo. Constante, inclemente, sin pausa ni para tomar aliento, desde hace ya mucho tiempo. Hace muchos años ya que se mojan los cristales de mi casa, y las gotas caen plomizas golpeando las ventanas. Hace tiempo que llueven ríos de sapos y cucarachas por las calzadas de las calles, los caminos, los campos y los huertos. Los árboles rabian de verde y gris, nebulosos. Oscuros como las nubes que aúllan en la tormenta que habita en mi pecho. Ahí también llueve desde hace ya largo tiempo.
Mis manos, cubiertas de trazos temblorosos por las palmas, tientan a la gravedad y al equilibrio sosteniendo un vaso de whisky y un anillo. Un whisky de esos que amargan en la boca y escuecen en los labios. De esos que se beben sin sed, y de los que bebes un trago por cada día del calendario.
Y en mi chimenea solo quedan las cenizas, de lo que soy, de lo que fuiste, del fuego que en mí prendiste. Siempre apagado, sin brasas, llamas ni humo. ¿Será que de los dos ya solo queda uno? Y no hay fuego que me caliente estos viejos huesos tan llenos de lluvia y de musgo.
Y menos mal que ya no estás aquí para verlo, porque desde que te fuiste, la casa habita en una eterna noche sin luna, polvorienta y eterna. Vacía de estrellas y de luciérnagas. Menos mal que ya no estás aquí para ver cómo tu sofá se ha ensombrecido con el tiempo y cómo las telas de araña rasgan su tapiz. Menos mal que no ves mi nariz alérgica de polvo y mis ojos alérgicos de añoranza. Y menos mal que el tiempo te llevó antes que a mí, para que no sufrieses por mí lo que sufrimos yo y los cielos por ti, siempre lloviendo siempre tronando.
Pero ojalá pudieses ver algunas cosas. Ojalá vieses cómo tu gato sigue buscándote entre los cojines de tu butacón. Ojalá le oyeses maullar al ver tu ausencia. Ojalá pudiese enseñarte lo que han hecho las lluvias con nuestro jardín. Tanto llorar, tanto llorar ha llenado enteroel césped de flores. Ojalá pudiese decirte que desde que te fuiste, la cama no huele igual que antes, ni me calienta el alma lo que antes. Ojalá volvieses para ver al cielo teñirse de violeta y naranja un día más, de mi mano. Pero ojalá no me vieses a mí, todo teñido de gris, de azul y de negro.
Llueve mucho aquí, y hace mal tiempo. El viento sacude temerario las tejas de mi techo. Un rugido, un crujido, estallan de nuevo. Las luces tintinean figuras espectralesentre las nubes. Ruge de nuevo. Otra sacudida de viento, y estalla un trueno.
Dentro de casa también llueve. Pero… una cajita de luz. Un soniquete tintinea entre trueno y trueno. Una melodía tenue aletea en silencio. Entonces no se oye nada más que eso. Una luz naranja y violeta limpian de polvo yde sombra la sala y tú estás ahí de nuevo, en tu sofá recogidita, con las piernas dobladas, obnubilada como una niña con su cajita de música y la bailarina que gira, baila que baila.
Y se te ve tan nítida,te siento tan clara, que solo se me ocurre tomarte de la mano y bailar juntos de nuevo esa balada.
Deja una respuesta