La caja de música de Erik Satie.
Josefina Martos Peregrín y otros.
Allanamiento de mirada.
Granada 2017.
158 páginas. 2 CDs.
«Todo el mundo les dirá que no soy músico: es exacto». La frase, del propio Satie (1866-1925), es solo parcialmente verdadera, porque fue más: un hombre especial, original, insólito, extraño, excéntrico, irónico, irreverente y hasta insolente; un artista cuya música sorprende por sus títulos (Fragmentos en forma de pera, Gimnopedias, Gnossiennes, Ojivas…) pero capta nuestra atención y nos hace disfrutar.
Este libro-disco, pequeño pero de contenido denso, aborda en cinco capítulos perspectivas diferenciadas del personaje. «Obertura y pasaporte musical» (Josefina Marcos), ofrece una biografía del músico de ideas y pensamientos; «Cinco piezas para Satie» (Mónica Doña), narración poética sobre el piano en los salones domésticos, precede a «Cielos» (Sol Nieto), catorce pequeños poemas sobre mundos soñados; «Pasaporte musical» es el catálogo del músico. «Guía musical para entender (un poco) a Satie» (Paco Espínola), aporta comentarios sobre el autor y alguna de sus obras.
El volumen incluye 2 CDs. El primero contiene 47 piezas para piano, interpretadas por Aldo Ciccolini, y una página orquestal, Parade, por la Orquesta del Capitolio de Toulouse, dirigida por Michel Plason. El segundo CD, «Chiquilladas pintorescas», son 11 composiciones para voz e instrumentales, de Sabina Witt (Barcelona, 1978) con textos de Satie y cantadas por ella misma. Es música de corte jazzístico, que resulta relajante y merece ser escuchada.
El libro está presentado como un cuaderno de apuntes, lo que le confiere un halo de intimidad, de confesión.
Por José Prieto Marugán
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