‘Puede ser que las bandas de música juveniles pasen desapercibidas como instrumento de formación musical pero, en realidad, estamos ante una herramienta muy poderosa para la motivación y el desarrollo musical de los más jóvenes en sus primeras etapas como músicos. Un lugar en el que el tiempo se para, los objetivos cambian y el inicio del aprendizaje de un oficio se inicia de manera implícita desde la afición’.
Por Eduardo Gallego Ballesteros
Director y docente
Todo lo escrito aquí lo comprendí el día en el que, con la banda juvenil que tuve el privilegio de fundar y trabajar durante cuatro años, fuimos a un certamen de bandas juveniles. Ya estábamos en la sala de calentamiento esperando nuestro turno para participar, los nervios estaban a flor de piel. La tensión nos llevó al más absoluto silencio en la sala, era asombroso cómo músicos tan jóvenes eran capaces de estar tan concentrados mirando al suelo o directamente a la nada.
Los nervios eran de responsabilidad, del querer hacerlo bien, sabían que cada uno de ellos era importante para el grupo, querían conseguir un objetivo en común. Ante esta situación solo quedaba recordarles todo el trabajo realizado durante tanto tiempo desde que empezamos a trabajar todos juntos, fue un largo camino. Es muy difícil describir ese momento con palabras, pero puedo asegurar que por muchas experiencias que tenga como director y docente a lo largo de la carrera profesional, esta será una que no olvidaré. Solo por eso, todo el trabajo mereció la pena.
Las bandas de música entrañan una compleja red pedagógica y artística que funciona de manera paralela a la formación formal y reglada para aquellos jóvenes, y no tan jóvenes, que desean embarcarse en el mundo de la música. El trabajo por proyectos y el aprendizaje cooperativo intergeneracional e interdisciplinar son el día a día de estas agrupaciones.
Hoy en día es rara la banda de música que no aloja dentro de su estructura una banda juvenil, infantil o ambas. Esto radica en la necesidad de proporcionar una experiencia al alumno que requiere de una metodología de ensayo y un repertorio adaptado a un nivel determinado.
Para que la formación del alumno sea óptima es importante que su paso por las diferentes formaciones sea controlado y medido, de lo contrario se aumenta el porcentaje de abandonos en música por someter a los alumnos a niveles que no les corresponden. Para ello, es importante la colaboración entre bandas y escuelas de música, en caso de ser instituciones diferentes, así como entre los directores de las formaciones de distinto nivel.
¿Dónde radica la formación de una banda juvenil?
Cuando un alumno llega a la banda juvenil, en la mayoría de los casos llevará alrededor de cuatro años de formación, en los cuales, además de sus clases correspondientes de instrumento y lenguaje musical, ha participado en clases colectivas de aula y en la banda infantil o equivalente. Por lo tanto, cuando llega a esta formación ya tiene cierto bagaje en la práctica grupal e instrumental. Las características de cada formación, aunque se puedan asimilar, son diferentes. En cada uno de los niveles se busca un objetivo general, desde leer partituras sin perderse en sus inicios, hasta aprender el oficio de músico profesional en los niveles más altos de las enseñanzas artísticas.
¿Qué es una banda juvenil?
Las bandas juveniles son espacios de prácticas en los cuales se adquiere un compromiso social y artístico con el grupo. En este punto el nuevo integrante empezará a vislumbrar uno de los primeros objetivos que un joven músico de viento o percusión se plantea en los niveles elementales: conseguir ser miembro de la banda de música de su localidad. Por ello, se debe plantear la actividad de la banda juvenil como un campo de ensayo y error donde van a experimentar una simulación muy real de lo que será su participación como futuro miembro de la banda amateur.
En este punto es importante que la banda juvenil se integre con jóvenes que ya han conseguido este objetivo y que permanecen dentro del grupo para convertirse en guía y referencia de los nuevos integrantes. De esta manera, los recién llegados se sentirán arropados por los atriles más avanzados de su sección, teniendo una clara referencia tanto de comportamiento como de compromiso con el trabajo que se hace. Esto origina un trabajo intergeneracional con el cual el músico con más experiencia tutoriza al recién llegado, aunque esto cobrará su máxima expresión una vez se llegue a la banda amateur.
En la banda juvenil la referencia son los de atriles más avanzados. Los que tienen más experiencia intervendrán lo justo, ya que es importante que, aunque con una pequeña guía, el alumno desarrolle la autonomía en el ensayo, es el momento de perderse o inventarse notas con el fin de que, poco a poco y con esfuerzo, esto vaya cambiando por deseo propio del alumno. En cambio, en la banda amateur, la referencia será un compañero del mismo atril, normalmente un veterano de la formación que guiará al nuevo integrante en sus primeros años como miembro, puesto que, en este punto, los objetivos del alumno se reinician al aumentar considerablemente el nivel y ritmo de trabajo en los ensayos.
¿Qué aspectos de método hay que tener en cuenta?
El repertorio será la piedra angular de nuestro proyecto con cualquier agrupación musical. Por suerte, en los últimos años, el número de obras originales para banda ha aumentado y con ello las obras con carácter pedagógico adaptadas a diferentes niveles. Esto permite introducir diferentes lenguajes a lo largo del curso. Conviene que conozcan todo tipo de repertorio que se pueden encontrar en su actividad como músico de banda: repertorio original, transcripciones, pasodobles, marchas, música popular, música contemporánea y nuevos lenguajes. Cuando antes conozcan todo el abanico de repertorio que se pueden encontrar en su futuro menos prejuicios tendrán a la hora de afrontar según qué tipo de obras a lo largo de su carrera.
La mayoría del repertorio dirigido para formaciones pedagógicas se basan en un lenguaje asequible, adaptado técnicamente al nivel y cargado de un contenido extramusical que suele funcionar bien a la hora de captar la atención de los alumnos a lo largo del ensayo y además les hace entender el funcionamiento intrínseco de la obra. Desde mi punto de vista, el objetivo general de esta formación radica en que los alumnos empiecen a entender las obras como un todo y no como una sucesión de notas que deben de solucionar técnicamente, es decir, ser consciente de la estructura.
Esto condiciona el siguiente aspecto fundamental a la hora de planificar el desarrollo de la banda juvenil: la técnica de ensayo. La rutina de ensayos semanales está muy lejos de buscar la realización periódica de conciertos, su objetivo es vivir el proceso de montaje de un programa a largo plazo. Esta será la principal diferencia con la banda amateur que, aun manteniendo un alto porcentaje de contenido pedagógico, a veces su carga de actos se aproxima a niveles profesionales.
En las bandas jóvenes nos tenemos que olvidar del concierto, aunque si el proceso se realiza bien, este será muy satisfactorio, pues los resultados se alcanzarán con creces. Al final el trabajo de las bandas no deja de ser un trabajo basado en proyectos, aunque se persiga un objetivo concreto final, lo importante es lo vivido durante todo el proceso y es aquí en lo que nos centraremos. Nos encontraremos diferentes enfoques a lo largo de nuestra programación, tendremos que trabajar por seccionales, parciales o, por ejemplo, trabajar con ensembles para poder acercar otro tipo de repertorio que pueda ser útil en su formación. Habrá conciertos mezclados con otras artes o conciertos temáticos basados en un lenguaje en concreto, todo en relación con lo que se quiera desarrollar en cada una de las etapas de la formación.
Para poder centrarnos en los objetivos que de verdad nos interesan el repertorio tiene que estar muy cuidado para que el nivel técnico no nos distraiga de los mismos. No podemos olvidar que estamos enseñando a ensayar y no ensayando, aunque parezca contradictorio, y esto debe de ser así durante todo el proceso educativo del músico a lo largo de toda su etapa académica. Todo este proceso tiene muchas similitudes con la banda amateur, pero con ciertos añadidos que la dejan entre medias de un nivel pedagógico y un nivel semiprofesional, aunque esto ya es otro tema.
Durante los ensayos es importante que en cada uno de ellos se dejen bien definidos todos los objetivos particulares, así podremos desarrollar un trabajo interdisciplinar en el que todos aporten su esfuerzo al grupo. Todos los miembros, con sus diferentes niveles, que se encuentran dentro de la formación tienen que ser conscientes de su objetivo a cumplir semana tras semana. En ocasiones será dominar el ‘solo’ de turno; resolver técnicamente el pasaje más complicado del papel; crear un desafío a una sección en concreto para mejorar su sonido o, por ejemplo, que el percusionista más avanzado lidere la organización y planificación de su sección. En resumen, es el momento de adquirir responsabilidades para que el grupo pueda avanzar. Cuando cada miembro de la formación tiene su objetivo, se sentirá integrado y por lo tanto motivado y el grupo empezará a mejorar a una velocidad que, a día de hoy, todavía me sorprende.
También es el momento de desarrollar valores de interpretación en grupo. Desde mi punto de vista la adquisición de la conciencia del sonido, el saber escuchar, el anticipar la estructura y el entender que no se puede tocar de cualquier manera es primordial en estos niveles artísticos. Esto hay que trabajarlo de forma activa y haciéndoles partícipes del trabajo, no se puede dejar como algo pasivo al simple montaje de una obra o concierto. Además, como todo está asociado a la estructura de la obra, y los jóvenes músicos son expertos en entender e inventar historias con el sonido, su participación activa a la hora de implementar estos valores es sobresaliente. Nuestro objetivo es enseñar una inercia de trabajo que se va a desarrollar durante toda la vida del músico.
Conclusión
En definitiva, todo el que haya experimentado el trabajo de una banda juvenil, orquesta joven, coro de voces blancas y un largo etcétera de agrupaciones jóvenes, habrá comprobado que se trata de un pilar fundamental en la formación del músico que, además de lo académico, que no son pocos años, también se le une las horas de dedicación como músico de banda, el desarrollo emocional de sentirse parte de un grupo, del querer trabajar para que el grupo funcione y de mantenerlo en el tiempo para que las futuras generaciones puedan disfrutar de lo mismo. Una de las mayores satisfacciones de este trabajo es ver cómo en un grupo los jóvenes trabajan juntos, compenetrados, hacia un mismo objetivo y con una ilusión común, hacer música.
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