La mezzosoprano georgiana Ketevan Kemoklidze regresa en octubre al Teatro Real, donde realizó su debut en 2009, para interpretar a Amneris en un nuevo montaje de Aida de Giuseppe Verdi, realizado en coproducción con el Abu Dhabi Festival. En el mes de septiembre debutaba este rol en la Ópera de Montpellier de la mano del director Ainars Rubikis, que ya la acompañó en su estreno como Carmen (New National Theatre de Tokio, 2014), rol que ha interpretado en incontables ocasiones y por el que es reconocida en las grandes casas de ópera del mundo.
Por Susana Castro
El pasado mes de septiembre debutó el rol verdiano de Amneris en Montepellier. ¿Cómo se ha enfrentado a la preparación de este importante personaje?
El papel de Amneris es un punto de llegada para una mezzosoprano, y sobre todo para mí, ya que mi aproximación a él ha sido muy lenta, pensando qué otros roles debía abordar antes. Empecé como cantante de Rossini y Mozart, desarrollando mi voz, mi técnica y mi nivel artístico, lo cual me ha ayudado mucho para llegar a este momento. Es un papel muy importante del repertorio para mezzosoprano, ya que en él podemos encontrar muchas cosas, tanto vocal como técnicamente, y a nivel escénico.
La preparación ha sido muy larga, llevo años acercándome a él, estudiando con distintos maestros y pianistas; en Georgia aproveché para estudiar con mis maestros. He tenido la oportunidad de trabajar este rol con todas las personas con las que quería hacerlo; ahora necesito trabajarlo con directores de escena y directores de orquesta. Estoy muy contenta por poder trabajarlo en Madrid con Nicola Luisotti, Diego García Rodríguez y Daniel Oren, tras debutarlo con Ainars Rubikis en Montpellier, junto al que realicé mi debut como Carmen en Tokio. Una gran coincidencia que espero que me traiga la misma suerte de entonces.
Es usted una habitual del repertorio belcantista y mozartiano, ¿qué armas le ha aportado a nivel técnico este tipo de canto?
Verdi tiene muchos colores, como la música belcantista. Aida es un periodo muy distinto en su carrera, mucho más maduro, pero mantiene los principios belcantistas: la música son emociones humanas, descritas a través de los colores. Mi experiencia belcantista me ha ayudado mucho para Amneris. Me gusta comprarlo con el trabajo de un pintor: cuando pintas con colores de acuarela la técnica es una, pero al trabajar con óleo hay muchas cosas que cambian, a pesar de que sean los mismos colores. En el Verdi maduro las emociones son más monumentales, pero los sentimientos humanos son los mismos, aunque exprimidos de otra forma.
Como ya adelantaba, este mes de octubre subirá a Amneris a las tablas del Teatro Real, un teatro en el que ya ha cantado anteriormente, ¿cómo describiría el trabajo en este coliseo, en relación a otros grandes teatros líricos en los que ha trabajado?
El Teatro Real ha visto mi desarrollo completo. Debuté allí como Cherubino de Las bodas de fígaro de Mozart; después canté una ópera muy poco conocida de Martín y Soler, El árbol de Diana, se representa muy poco; después, Adalgisa de Norma de Bellini y la Princesa de Éboli de Don Carlo de Verdi. Ahora regreso con Amneris, así que en él he podido cantar todos los grandes roles de mi repertorio, se ve muy bien el desarrollo de mi carrera.
Para mí es un teatro muy querido desde que canté en 2009 por primera vez; cada dos años regreso a Madrid y siempre estoy feliz de hacerlo y encontrarme con sus trabajadores, ya que son gente de teatro verdaderamente, trabajan para obtener siempre el resultado mejor y a favor de los cantantes; se concentran en que los cantantes se sientan bien para que trabajen mejor y el resultado sea mejor. El Teatro Real genera siempre una atmósfera muy agradable para trabajar. Todos mis colegas acuden allí con gran alegría. La primera vez trabajé con Antonio Moral y después con Joan Matabosch, a quien ya conocía desde Barcelona, y pienso que es uno de los mejores directores artísticos del mundo en activo, que genera una situación muy buena para los cantantes y para el teatro.
Esta Aida, con la que se abre la temporada 2022-23 en el Real, es una coproducción con Abu Dhabi Festival, basada en la original del Teatro Real de 1998 de Hugo de Ana. Se define como ‘una reposición actualizada para demostrar una vez más su perenne actualidad’. ¿Usted también cree que un título de ópera como este sigue vigente?
Sí, pienso que todas las óperas famosas que la gente conoce y quiere ver y escuchar siempre están vigentes. Hay óperas de Donizetti o de Rossini que tienen una música excepcional; por ejemplo canté María Padilla, de Donizetti, que es muy poco conocida y con una música maravillosa, pero como no tiene una historia muy actual creo que al público no le gusta. Las tramas de las óperas que son actuales, claras y sencillas son las que la gente va a ir a escuchar, como sucede con Carmen, La traviata, L’elisir d’amore, El barbero de Sevilla, Cossì fan tutte, Aida… Todos estos títulos tienen un libreto fácil de entender, la gente siempre encuentra sus propios problemas y sentimientos en ellos. En el caso de Aida encontramos el poder, que puede conseguirlo todo menos el amor, la traición o la honestidad, etc., está vigente porque hay sentimientos actuales, historias que pasan hoy en día.
Uno de sus papeles más aclamados es Carmen, de Bizet, con el que, precisamente, usted cerraba la pasada temporada de la Orquesta y Coro RTVE, ¿cómo describía su Carmen?
Mi Carmen quiere vivir, no es una mujer provocadora, que quiera llamar la atención porque sí. Está llena de alegría y de vida, no tiene ningún interés en saber cómo es la muerte, no quiere mirarla a los ojos. Quiere ser feliz, cantar, bailar, disfrutar, pero se convierte en una víctima de una agresión masculina. Ella no tiene ninguna responsabilidad en el homicidio que comete Don José, toda la responsabilidad es suya, por sus problemas de carácter. Ella es una víctima, al igual que otras mujeres que, a día de hoy, siguen muriendo a manos de sus parejas.
Mi Carmen es alegre, ligera, no es una mujer monumental o enfadada, todo es alegría, es burbujeante como el champán, y tiene muchas caras que se pueden ver en cada número, en cada entrada; tiene muchos registros y colores.
Supongo que uno de los momentos más emocionantes de su carrera fue cuando pudo representar este papel en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, ciudad en la que se desarrolla la acción, ¿cuál fue la acogida?
Agradezco mucho que me invitasen a cantar Carmen en su casa, fue un momento muy especial en mi carrera. El público lo acogió con gran emoción y les gustó mucho, pero pienso que cualquier Carmen podría tener esta acogida ya que muchas mujeres que estaban en el público eran también un poco Carmen, en ellas también hay un poquito de la protagonista, y no era difícil obtener este caluroso recibimiento, para ellos esta ópera es muy importante.
Vivimos en un mundo en el que todo sucede muy rápido y los estímulos son muchos y dispares, ¿cómo cree que debe adaptarse la ópera?
Por desagracia, yo no creo que la ópera como objeto cultural sea actual, ya que en nuestra vida a día de hoy hay poco tiempo para disfrutar. La ópera necesita tiempo porque las representaciones duran mucho y, en algunos casos, hay argumentos que no puedes entender si no te has acercado a ellos con anterioridad, necesitan cierta preparación por parte del público, no solo por parte de los artistas y los trabajadores.
Hay mucha gente que viene a la ópera por primera vez y acaba decidiendo no regresar porque el proceso de disfrute es muy largo para los ritmos actuales. Estamos acostumbrados a saltar de un tema a otro con mucha rapidez, cambiar de asunto si no nos interesa, y cuando vas a la ópera eso no lo puedes hacer.
Para poder combatir esta situación, deberíamos crear al público desde la infancia, ya que si no cada vez será más difícil sacar estos proyectos adelante. Para que la ópera tenga una vida larga necesita público de todas las edades, no solamente el público mayor que tenemos ahora.
La solución es complicada, pero creo que en la educación debe incluirse el estudio de la ópera, empezando por títulos sencillos, después pasando a Rossini y Mozart, que son accesibles, e incluso llegar a Wagner y de ahí a la ópera contemporánea, ¡eso sería maravilloso! Pero es algo muy difícil de conseguir; hacen falta muchos cambios.
Además, la ópera es un arte muy caro, lo que limita el acceso de los jóvenes a las entradas, aunque los teatros ahora hacen funciones para jóvenes con grandes descuentos o se puede asistir al ensayo general. Espero que los resultados de todo lo que se está poniendo en práctica ahora se vea más adelante.
Por otra parte, cada vez es más exigente el trabajo que se le pide a los cantantes de ópera, ¿cómo se prepara usted día a día para poder estar a la altura de un trabajo tan difícil?
En la actualidad hay cantantes muy buenos y las condiciones actuales nos permiten estar muy bien preparados, ya que tenemos la posibilidad de escuchar y ver muchos referentes, de leer, etc., para poder comparar la información que tenemos, lo cual nos ayuda mucho a crecer y ser buenos profesionales. Admiro mucho a mis colegas por su talento.
Hay que estar siempre en forma, es difícil, pero nuestro trabajo es complicado, ya que un simple resfriado puede echar por tierra lo conseguido. Ser cantante es muy difícil, no basta con el talento, el trabajo y el esfuerzo, hay cierto componente de suerte que no se puede negar. Tenemos que estar muy atentos a nuestro aparato vocal, no somos instrumentistas que pueden tocar nueve o diez horas, tenemos límites y es importante conocerlos. Es un trabajo muy mental, ya que debemos digerir los papeles internamente; pero es importante estar físicamente bien, hacer deporte; y también estar bien psicológicamente, ya que cantar delante de tres mil personas te exige estar tranquila y centrarte en lo importante.
Siempre estoy cantando, ejercitándome, intentando estar en buena forma físicamente, pero también trato de estar siempre preparada a nivel intelectual. Es muy importante sentirse siempre feliz: cuando te sientes feliz, transmites felicidad. Trato de ser positiva, ya que trabajar con gente positiva es mucho más agradable para todos, hay que dejar fuera los problemas, ayuda a nuestro trabajo. Los cantantes somos muy individualistas, pero el trabajo es grupal, sin el equipo los resultados no funcionan.
Cuando echa la vista atrás y rememora sus veinte años de carrera (debutó en 2002 siendo estudiante como Maddalena en Rigoletto), ¿se había imaginado tener una carrera tan estable y exitosa?
No, en absoluto. Cuando estudiaba para Amneris me preguntaba a mí misma si realmente sabía que era capaz de llegar a este punto. Y, sí, creía en mí misma, pero es un regalo que haya podido cantar durante veinte años, y espero poder seguir haciéndolo, ya que todavía tengo mucho que decir y muchas cosas que aportar.
Soy una persona muy afortunada porque esta carrera no es fácil, además, en mi caso, con familia y dos hijos. Provengo de Georgia, he vivido una guerra, que ahora rememoro al ver la guerra de Ucrania, no lo he tenido tan fácil como otros colegas europeos. Aunque era pequeña, sé lo que es estar sin gas, sin luz, por semanas y meses. Así que tengo que agradecer a Dios, al mundo en general y a las personas que están a mi lado, mis logros de estos veinte años. Para los próximos veinte espero que haya cosas incluso mejores, pero de momento estoy muy agradecida.
¿Cuáles son sus próximos compromisos para la temporada 2022-23? ¿Tendremos ocasión de verla en España de nuevo?
Sí, tras permanecer en el Teatro Real hasta finales de noviembre, en diciembre regresaré a Zaragoza para ofrecer un concierto (Carmen), después visitaré Catania (Italiana) para interpretar el Réquiem de Verdi. Hay varios compromisos que aún no puedo desvelar, pero también en Italia presentaré Amneris y la Princesa de Éboli. Entre medias, cantaré Carmen en Francia. Ya en 2023, interpretaré La muerte de Cleopatra de Berlioz junto a la Orquesta de Extremadura, ya que mi amigo, el magnífico director Andrés Salado, me ha invitado a conocer su orquesta; estoy muy feliz.
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