Se cumple el centenario del estreno de Katia Kabanová, que tuvo lugar en el 23 de noviembre de 1921 en el Teatro Nacional de Brno (República de Checoslovaquia). Se trata de una de las óperas más importantes del siglo XX.
Por Diego Manuel García
El gran legado de Leos Janacek
Leos Janacek (Huvaldy, Moravia-Silesia, antiguo Imperio Austro-Húngaro, 1854-Ostrava, República de Checoslovaquia, 1928) puede asociarse a la generación de Giacomo Puccini (1858-1924) y Gustav Mahler (1860-1911) e incluso con Richard Strauss (1864-1949), quienes eran ya muy famosos a comienzos del siglo XX. Janacek contaba más de 60 años cuando consiguió fama y reconocimiento. Su música es de gran originalidad y muy concatenada con el folclore checo, del cual fue un activo investigador. Este gran interés por la canción popular y sacar el máximo partido a la prosodia checa se hacen patentes en sus óperas, casi todas estrenadas en el Teatro Nacional de Brno. La primera de ellas, Sárka, fue compuesta en 1887 y estrenada en 1925. Su segunda ópera, Pocátek Románu (Comienzo de un romance), fue compuesta en 1891 y estrenada en 1894. Después de un largo período de gestación entre 1896 y 1903, concluyó Jenufa, una ópera de extrema calidad cuyo estreno tuvo lugar en 1904. Entre 1903 y 1907 compuso Osud (El destino),estrenada en 1958, treinta años después de su muerte. En 1916 se produjo un gran acontecimiento en la vida de Janacek, ya que logró estrenar Jenufa en Praga, con gran éxito, y seguidamente en Viena. Por fin, y después de muchos años, su gran talento era reconocido.
Otro acontecimiento de gran importancia en la vida de Janacek, se produjo en 1917, cuando en el balneario de Luhacovice (Moravia) conoció a Kamila Stosslová, una joven de apenas 25 años, casada y con dos hijos, de quien Janacek se enamoró, aunque la relación fue meramente platónica y epistolar. Stosslová se convirtió en la musa del compositor durante los últimos diez años de su vida.
En 1917 concluyó su quinta ópera, Vylety páne Brouckovy (Las excursiones del señor Broucek), estrenada en el Teatro Nacional de Praga en 1920, año en que comienza la composición de Katia Kabanová, estrenada en 1921, a la que seguirían Príhody lisky bystrousky (La zorrita astuta) y Vec Makropulos (El caso Makropulos),estrenadas respectivamente en 1924 y 1926. Concluyó su última ópera, Z mrtvého domu (Desde la casa de los muertos) en 1928 (el año de su muerte), que fue estrenada en 1930 y, como las tres anteriores, en el Teatro Nacional de Brno. Estas cuatro últimas óperas, junto con Jenufa, convierten a Janacek en uno de los más grandes compositores de este género en el siglo XX. Durante este gran período creativo también compondrá dos importantes obras: Sinfonietta y Glagolská mse (Misa glagolítica), ambas estrenadas en Praga en 1926.
Su muerte se produjo en Ostrava el 12 de agosto de 1928.
La creación de Katia Kabanová
Leos Janacek fue un gran admirador de Rusia, dominaba su idioma y a lo largo de su vida realizó visitas a diferentes ciudades rusas. En 1919 compró un ejemplar de la obra teatral Groza (La tempestad) del famoso dramaturgo ruso Alexander Ostrovski, en traducción al checo de Vincenc Cervinka, y rápidamente comprendió que podía ser el argumento de la nueva ópera que le había encargado el Teatro Nacional de Brno. En una carta remitida a Kamila Stosslová, el 9 de enero de 1920, le comunicaba: ‘He comenzado a escribir una ópera cuyo personaje principal es una mujer dulce y tan frágil que una leve brisa la podía hacer caer, y qué decir de la tempestad que se abate sobre ella’.
Tres meses después, el propio Janacek había concluido el libreto, realizando una adaptación de la obra de Ostrovski, reduciéndola de cinco a tres actos y centrando la historia en los personajes esenciales de la obra: Katérina (Katia); su amante Boris; su marido Tichon; la madre de este, apodada la Kabanicha, quien tiene una hija adoptada llamada Varvara, que mantiene una relación con un personaje ilustrado, profesor y amante de las ciencias, llamado Kudrjás. Otros personajes más secundarios son Dikoj, tío de Boris, y dos empleadas domésticas, Glasa y Feklusa, que trabajan en casa de la Kabanicha. Janacek trabajó durante un año en la composición musical. La ópera estuvo concluida en marzo de 1921.
Argumento
La acción se desarrolla en Rusia, hacia 1860, en una ciudad imaginaria llamada Kalinov, a orillas del río Volga.
Acto I
Escena primera. Se inicia con una conversación entre Glasa y Kudrjás, quien le comenta su absoluta admiración por el caudaloso e inmenso Volga. Aparece en escena Boris (amigo de Kudrjás), perseguido e insultado por su tío Dikoj, quien pronto desaparece, quedando solos Kudrjás y Boris, quien comenta a su amigo la vida que ha llevado y las razones de tipo estrictamente económico (una futura herencia) por las que soporta el trato despótico de su tío y, además, que solamente de vista, ha conocido a una mujer casada, Katia Kabanová de la que se ha enamorado. Aparecen en escena la Kabanicha junto a su hijo Tichon, su nuera Katia y su hija Varvara. La Kabanicha muestra su desprecio por Katia, y el absoluto dominio que tiene sobre su débil hijo, a quien comunica, de manera autoritaria, que debe marcharse inmediatamente en viaje de negocios a Kazán.
Escena segunda. Se desarrolla en la casa donde habitan Kabanicha, sus hijos y su nuera. En una de las estancias se produce una amigable conversación llena de complicidad entre Varvara y Katia, quien comenta a su cuñada el desarrollo de su grata infancia, la gran religiosidad que profesa desde niña y, también —en un tono trágico—, que se ha enamorado de otro hombre llamado Boris, lo que considera abominable dada su condición de mujer casada, aunque Varvara le dice que no es nada malo enamorarse. Las confidencias entre Varvara y Katia se interrumpen ante la llegada de Tichon para despedirse de su esposa ante su inminente viaje; ella le pide encarecidamente acompañarle, Tichon no atiende sus deseos. Aparece también Kabanicha, quien de manera humillante y ante su pusilánime hijo, le dicta lo que debe hacer en su ausencia: encerrarse en casa y no mirar a otros hombres.
Acto II
Escena primera. Varvara le comenta a Katia que ha logrado cogerle a Kabanicha la llave del jardín de la casa, donde piensa encontrarse con su amado Kudrjás, y que puede concertarle también una cita con Boris, ofreciéndole la llave, que Katia rechaza y lanza al suelo. Al quedarse sola, la recoge y comienza a jugar con ella, mostrando su carácter indeciso y lleno de contradicciones; finalmente sucumbe a la tentación y desaparece de escena. Sin solución de continuidad vemos un encuentro entre Kabanicha y el comerciante Dikoj (tío de Boris), que muestra su relación de amantes.
Escena segunda. Se desarrolla en el jardín de la casa de Kabanicha, donde acuden unos ardientes y despreocupados Varvara y Kudrjás, en comparación con el apasionado encuentro entre Katia y Boris.
Acto III
Escena primera. Transcurre dos semanas después y se inicia con una gran tempestad que presencian todos los protagonistas —Tichon ha vuelto de su viaje— excepto Katia, que llega enloquecida y confiesa ante todos que ha sido infiel a su marido, y el nombre de su amante.
Escena segunda. Varvara y Kudrjás han decidido marcharse a Moscú para iniciar una nueva vida. Seguidamente aparece Katia, quien deambula de manera errática culpándose de todo lo sucedido, y con el deseo de volver a encontrarse con Boris, quien al fin aparece para comunicarle a Katia que tiene que marcharse a una ciudad de Siberia. Desesperada, se suicida lanzándose al Volga.
La ópera fue estrenada en el Teatro Nacional de Brno el 21 de noviembre de 1921. El 30 de noviembre de 1922 fue representada en Praga y, pocos días después, se produjo su estreno en Alemania, en la ciudad de Colonia. Desde entonces, tuvo un exitoso recorrido por tierras checas y alemanas durante los años 20, para caer posteriormente en el olvido.
Un jovencísimo estudiante de dirección orquestal australiano llamado Charles Mackerras acudió a Praga, en 1947, para completar su formación con el famoso director checo Vaclas Talich, y tuvo ocasión de asistir en Brno a una representación de Katia Kabanová, quedando entusiasmado. Consiguió hacerse con la partitura y que fuera representada en Londres, en 1951, convirtiéndose desde entonces en su gran divulgador.
El estreno en países europeos se produjo mucho más tarde: en Francia, en la Ópera de París (Palais Garnier), en 1968. En España, en el Gran Teatre del Liceu, en 1973, volviendo a representarse en 2002 y, más recientemente, en 2018. En Viena, en la Staatsoper, en 1974 y en el Teatro Real, en 2008. Su muy tardío estreno en el Metropolitan neoyorkino tuvo lugar en 1991, con dirección de Charles Mackerras.
Música y vocalidad
En Katia Kabanová la orquesta tiene un absoluto protagonismo. Una orquesta de considerables dimensiones que incluye en la sección de maderas: 4 flautas, 2 flautines, 2 oboes, corno inglés, 2 clarinetes, clarinete bajo, 3 fagotes, y contrafagot. Una amplia sección de cuerda: violines I, violines II, violas, violonchelos, contrabajos y arpa, junto a una viola d’amore (instrumento barroco muy utilizado en esta ópera). En la sección de metales: 4 trompetas, 3 trompas, 3 trombones y tuba. En la percusión: timbales, xilófono, campanas, cascabeles, plato suspendido, gran caja y celesta.
Cabe destacar la magnífica obertura (verdadero resumen de la ópera) que, por su calidad orquestal, merece describirse en su conjunto. Comienza con el sonido en pianísimo de la cuerda grave punteada por suaves golpes de timbal. La intervención de todo el conjunto de cuerda y maderas, junto a los trombones y la tuba con sordina, hacen que el sonido vaya creciendo hasta adquirir grandes proporciones con toda la orquesta y el protagonismo de violonchelos y trombones junto a la tuba ya sin sordina y ocho fuertes golpes de timbal, que reproducen el llamado ‘tema del destino de Katia’, que reaparecerá de manera recurrente en el transcurso de toda la ópera.
Sin solución de continuidad escuchamos el tintineo producido por el sonido de los cascabeles, unido primeramente a flautas y oboes y después al de la trompa, que de manera muy descriptiva reproducen el movimiento de un carruaje tirado por caballos, asociado al ‘viaje de Tichon’ (verdadero desencadenante del drama), tema recurrente que se escuchará en numerosas ocasiones, sobre todo en la parte final del Acto I.
A continuación, todo un torbellino orquestal, con el fuerte sonido en trémolo de la cuerda junto a las trompetas con sordina y las maderas, conduce a un tema lírico recurrente que se asocia al impulso amoroso de Katia, con gran protagonismo de violas, oboes y clarinetes y la importante participación de la viola d’amore. Este tema vuelve a repetirse de manera suave y melancólica, esta vez con el sonido del corno inglés, junto a la viola d’amore y el arpa, que es interrumpido por toda la orquesta, emitiendo en fortísimo, de nuevo, el ‘tema del destino’, con el que concluye esta extraordinaria obertura.
En la breve introducción del Acto II escuchamos otro tema que puede denominarse ‘la tentación’, con el sonido de las maderas, en especial del oboe, después de los clarinetes junto a una envolvente y suntuosa cuerda, que volverá a escucharse de manera obsesiva durante la gran intervención solista de Katia en el Acto II, entrelazándose con otro tema recurrente, ejecutado en origen por los fagotes junto a flautas y celesta, que marca durante casi toda la ópera la presencia en escena de Varvara. De manera muy descriptiva la orquesta reproduce el sonido de una fuerte tormenta en el inicio del Acto III.
Junto a la orquesta, el personaje de Katia tiene un absoluto protagonismo y requiere una soprano lírica-spinta que domine todos los registros, con una poderosa franja aguda, ancho centro, capacidad para efectuar numerosos saltos del registro agudo al grave y, sobre todo, que sea una gran actriz para expresar continuos cambios anímicos. Tiene tres grandes intervenciones solistas: su gran escena junto a Varvara (mezzosoprano lírica de poderosa vocalidad y gran expresividad) del Acto I, introducida orquestalmente por arabescos de violines y flautas, donde se entrelazan el canto de conversación, el recitativo y el arioso, con momentos de gran expansión lírica. Imponente resulta su escena del Acto II, con continuos diálogos de la voz con el reiterativo tema orquestal de ‘la tentación’, presentado de muy diferentes maneras utilizando todas las posibilidades orquestales, incluso con sonidos ásperos y disonantes. En el Acto III puede escucharse su más extensa intervención solista donde, casi enloquecida, tiene que hacer uso de las medias voces, atacar notas en pianísimo e intercalar recitativos y ariosos con momentos de expansivo lirismo.
Cabe destacar en esta ópera la escena final del Acto I con los dramáticos dúos de Katia y su marido Tichon (tenor lírico-spinto), que se convierten en un trío con la presencia de la Kabanicha, personaje que requiere una mezzo dramática, capaz de ligar largas frases llenas de intencionalidad y con una sinuosa línea de canto para mostrar cinismo y crueldad; también debe tener un gran dominio escénico en sus muchas intervenciones, siempre marcadas por irregulares sonidos orquestales.
Otro de los grandes momentos de esta ópera es la llamada ‘Escena del jardín’, en el Acto II, donde intervienen Katia y Varvara junto a sus amantes: Boris (tenor lírico-spinto de atractiva vocalidad que luce en sus dúos con Katia) y Kudrjás (barítono lírico, de excelente línea de canto y gran capacidad expresiva), quien interpreta una canción folclórica de estilo ruso. El resto de la escena está dominada por dos dúos amorosos: primero entre Katia y Boris (pleno de lirismo y arrebatadora pasión) y, luego, el de Varvara y Kudrjás (distendido y lleno erotismo). Seguidamente ambos dúos llegan a entrelazarse en diferentes planos dramáticos. Esta gran escena concluye con una preciosa música nocturna introducida por los violonchelos.
Imponente resulta el final de la ópera con el cadáver yacente de Katia rescatado del Volga, y un dramático sonido orquestal junto a lejanas voces corales.
Ramon Vernis Cruañas dice
Muy interesante