El próximo 15 de septiembre, coincidiendo con el 40 aniversario del hermanamiento de las ciudades de Nueva York y Madrid, el Teatro Real organiza una gala conmemorativa en el Carnegie Hall de Nueva York, con un programa de música española interpretado por la Orquesta Titular del Teatro Real, bajo la batuta del director alavés Juanjo Mena. Les acompañarán en esta velada tan excepcional el pianista onubense Javier Perianes y la soprano zaragozana Sabina Puértolas.
Por Susana Castro
El pasado mes de junio realizó su debut en el Teatro Real, con un programa doble que incluyó La doncella bienaventurada de Claude Debussy y Juana de Arco en la hoguera de Arthur Honegger, con dirección escénica de Àlex Ollè, este último título protagonizado por la actriz francesa Marion Cotillard. ¿Cómo fue su primera experiencia en el Real?
Fantástica. Cuando se me propuso hacer repertorio francés, que yo hago mucho, y con La Fura dels Baus, me pareció un proyecto muy interesante. Había hecho anteriormente El rey David de Honegger en el año 1999, cuando comencé a ser titular de la Orquesta Sinfónica de Bilbao, y en ese momento ya me sorprendió el personaje de la bruja. Al revisar esta otra obra redescubrí una gran paleta de colores, de opciones, de diferentes personajes, me pareció muy rica, y sabía que La Fura iba a sacar de ahí una gran producción. Cuando hablas de La Fura también debes saber que sus grandes producciones cuestan mucho trabajo. Pero en esta ocasión hemos tenido la oportunidad de contar con el Real, que es uno de los teatros más profesionales del mundo. Àlex me decía que la actitud del Coro para poder llegar a todo lo que quería ha sido espectacular. En el departamento de regiduría hay unos profesionales increíbles que conocen muy bien cómo tiene que ser la ópera, la hacen suya, viven con ella, así que era un proyecto al que no se podía decir que no.
¿Cuál fue la acogida de esta producción por parte del público madrileño?
En las grandes ciudades siempre hay públicos muy diferentes. Por ejemplo en Madrid está muy establecido quién va al abono de los viernes de la Orquesta Nacional o quién acude al de la Orquesta RTVE. Entiendo que el público que acude a la premier del Teatro Real, que recibe las obras con sus criterios y sus ideas, tal vez es un tanto reaccionario a abrir muchas puertas que hace falta abrir en nuestra sociedad. Ha habido algunos aspectos de la obra que han sido criticados, porque para parte de nuestra sociedad hay temas que todavía sorprenden. Es el caso de los desnudos: mucha gente pensó que eran desnudos reales, y realmente eran prótesis para imaginar cómo sería una sociedad tan dura como la de la Edad Media. En este sentido las reacciones del público han sido muy diversas, algunas fantásticas, otras un poquito más críticas, pero en cualquier caso creo que todo el mundo ha sentido esa tensión enorme cuando Juana de Arco te coge por el cuello y te va llevando hasta el final y sabes que va a morir en la hoguera. Marion ha realizado un trabajo espectacular; aunque ya había hecho esta obra muchas veces, nunca en escena, y no tiene nada que ver; esto ha generado una energía en la obra que te lleva hasta el final de una manera apabullante. Estoy muy contento, a nivel musical, de concepto y de dirección de tensiones en la música; la obra es fantástica.
¿Cómo fue su entendimiento con Àlex Ollè, uno de los directores de escena más en boga actualmente?
Uno siempre piensa que va a ser difícil porque hace falta meterte en su mundo y en todo el trabajo que ha realizado, pero debo decir que fue muy fácil, muy cómodo, se hizo un trabajo muy detallista. Susana, su asistente, trabajó de forma muy dulce, y todo el Coro entró en la idea con fuerza y energía, con ganas de hacer algo diferente, y su resultado fue espectacular, creo que el Coro es el centro de todo el espectáculo, y también Marion, claro. El Coro consiguió crear la tensiones correctas para ir a diferentes puntos de la trama. Àlex tenía muy clara la obra, ya la había montado hace cinco años en Frankfurt, pero siempre intentaba mejorar algo, sobre todo debido a la flexibilidad que ha aportado el Teatro Real en cuanto al Coro, los tramoyistas y los regidores, son una maravilla que ha hecho posible montar este espectáculo en su mejor versión.
Precisamente el Teatro Real ha sido galardonado recientemente con el Internacional Opera Award 2021 al Mejor Teatro de Ópera. Ahora que ya ha tenido la oportunidad de trabajar en él, ¿cómo valora este premio, es justamente merecido?
Yo creo que sí, no hay duda. El equipo del Teatro Real es espectacular, siempre hay una energía muy positiva, y esto no ocurre en muchos teatros, suelen surgir problemas cuando quieres hacer algo muy bien o cuando tienes ideas, como es el caso de La Fura dels Baus, ideas no les faltan.
¿Qué percepción cree que tiene la lírica internacional de este teatro?
En este tiempo de pandemia ha habido países, especialmente los anglófonos, que han hecho un trabajo un tanto discutible y pobre. Cuando uno piensa en todos los músicos freelance de Londres, instrumentistas increíbles que estaban en todas las listas de los teatros más top para ser llamados en cuanto hubiese necesidad, se da cuenta de que han desaparecido, empiezan a recuperarse tímidamente. Muchos me llamaban, debido a mi paso por la BBC Philharmonic, para preguntarme si sabía de algún sitio donde podría haber audiciones porque se veían obligados a vender sus instrumentos o a poner pintas en un pub. No se les ha tenido en consideración, no ha habido ningún tipo de tratamiento especial para ellos cuando para mí precisamente hacen de Inglaterra una referencia de nivel, lo han hecho muy mal. Sin embargo, aunque en nuestro país fuimos un poco echados para adelante, creo que el trabajo se hizo muy bien, con mucho respeto y atención para no sobrepasar las indicaciones médicas y de control. El esfuerzo de seguir dando a la sociedad lo que merece creo que nos ha puesto en un relieve mayor. El dinero público que manejamos ha tenido un valor y hemos sido generosos diciendo: ‘aquí estamos para lo que haga falta’.
¿Cómo se desarrollaron las sesiones de trabajo para la producción de junio con la Orquesta Titular del Teatro Real (la Orquesta Sinfónica de Madrid)?
La relación con ellos es muy larga, nuestro primero contacto fue gracias a que mi profesor de composición, Carmelo Bernaola, quiso que hiciera una de sus obras con ellos y fue todo muy bien. Desde siempre he tenido un contacto estrecho con la orquesta y trabaja enormemente bien; la orquesta es suya, quieren hacerla grande, y es grande musicalmente. Además, es una formación muy flexible y siempre estoy encantado de trabajar con ellos. La producción de Honegger no fue fácil, debido a la prosodia y a todo el movimiento escénico, pero creo que el resultado algunas noches fue espectacular.
Tendrá la ocasión de volver a dirigir a la Orquesta el próximo 15 de septiembre en la Gran Gala Española que el Teatro Real presentará en el Carnegie Hall de Nueva York, ¿cómo se enfrenta a este reto, en un país en el que le conocen tanto?
Precisamente el lazo de unión ha sido ese, que no soy un desconocido en EE. UU. Creo que este proyecto es un premio al trabajo de la Orquesta y del Teatro Real, un premio a los esfuerzos realizados, con una energía y una fuerza increíbles. Hemos escogido un programa claramente español, ya que vamos a Nueva York de la mano del Ayuntamiento de Madrid, entre otras entidades, a decir: ‘aquí estamos, Madrid es una ciudad interesante para que todo el mundo pueda venir’. Yo ya he estado dos veces en el Carnegie Hall y es una sala fantástica, creo que con el programa que estamos preparando tendremos un público muy interesante que seguro que vendrá a disfrutar. En definitiva, lo veo como un premio para todos, también como país, ya que se están haciendo las cosas muy bien.
Uno de sus sellos de identidad es que siempre lleva por bandera la música española, y en esta ocasión el programa estará compuesto íntegramente por grandes compositores de ópera y zarzuela españoles, ¿qué escucharán los neoyorkinos en esta gala?
Hemos seleccionado lo más importante del repertorio español en su conjunto. Sin duda tiene que estar Falla, con las dos suites de El sombrero de tres picos para abrir y cerrar, ya que tienen una potencia muy bonita en esos dos ámbitos. También Albéniz por su enorme peso, aunque al principio tuvimos dudas sobre qué orquestaciones utilizar. Finalmente pensamos que había que darle el lugar que se merece a Enrique Fernández Arbós, director de esta orquesta, que además fue concertino de la Filarmónica de Berlín, así que usaremos su orquestación de la Iberia, que precisamente interpretamos en mi primer concierto junto a la Orquesta Sinfónica de Madrid. Creo que es un detalle muy bonito poder poner a Arbós en su sitio.
Contaremos con dos grandes solistas: el pianista Javier Perianes, que acaba de tener un éxito tremendo en Salzburgo, interpretará junto a nosotros Noches en los jardines de España, y es uno de los mejores pianistas en este repertorio; y la soprano Sabina Puértolas, en un guiño hacia todos los grandes cantantes de este país que han dado a conocer nuestra música popular a través de la zarzuela, un género muy rico y colorista que nos muestra como sociedad y que creemos que puede ser interesante para el público norteamericano, ya que es muy inteligente y abierto a recibir cosas nuevas. Hemos preparado una serie de piezas a las que Sabina aportará mucha gracia y color, que se alternarán con algunos interludios musicales. Además hay compositores como Federico Chueca o Gerónimo Giménez, que con muchísima dignidad podremos defender en Nueva York.
¿Cree que es parte de la responsabilidad del Teatro Real llevar la música española fuera de nuestras fronteras?
Sí, hay que prestar mucha atención a esto. Evidentemente tenemos el Teatro de la Zarzuela, que hace un trabajo muy importante, he dirigido allí y seguiré haciéndolo con la música que conozco mejor, como Guridi o Usandizaga, pero el Teatro Real está haciendo un trabajo muy importante. En lo concerniente a los cantantes, facilita que la gente joven tenga opciones de venir a audicionar, ya que de esa forma se han dado a conocer muchísimos grandes. Creo que el Teatro Real, con su imagen internacional, tiene que ser una referencia sobre cómo tenemos que hacer las cosas. Las obras de encargo, como la recientemente estrenada de Luis de Pablo y otros compositores, son testimonio de que estamos donde tenemos que estar, se ha hecho un trabajo muy serio y hay un criterio muy sólido de lo que hay que hacer. Tenemos grandes productores de teatro, como Calixto Bieito o Àlex Ollé y otros muchos, que están por todo el mundo dando doctrina. No nos debemos achantar: somos españoles y tenemos una riqueza enorme.
Usted celebra este año 25 años de carrera profesional y es la tercera vez que le entrevistamos en Melómano. En 2014 fue Paz Ramos la encargada de hacerlo, y usted hizo unas declaraciones muy reveladoras: ‘Estoy tocando el cielo, pero por eso quiero ir despacio, hay que tener tranquilidad’. ¿Sigue imperando en su carrera ese sosiego?
Sí, aprendí mucho a ese respecto de los directores con los que conviví en mi época en Bilbao cuando tomé la titularidad de la BOS. Me encontré con directores que me transmitían sus problemas personales de convivencia con la familia, algo que está muy presente cuando uno no tiene muy claro qué debe ser el centro de su vida. Me marcó muchísimo y yo, no sé si es por ser vasco y tener un caserío en el centro del paraíso, siempre he tenido muy claro que mi familia tiene que ser lo principal. Viajo muchísimo, estoy mucho tiempo fuera, pero siempre tengo a mi familia en el centro, hemos conseguido maniobrar bien nuestra vida, y no ha sido fácil. He tenido la templanza de no caer en el error de aceptar todo lo que se me ha ofrecido, ya que hubiese destrozado a mi familia. A ese respecto, el ejemplo más claro fue cuando tomé posesión de la titularidad de la BBC Philharmonic, algo que sabía que iba a requerir de mí muchísimo tiempo de estudio al trabajar a un nivel altísimo, tripliqué mi repertorio y aprendí muchísimo. A la vez recibí la propuesta de dirigir la Cincinnati Symphony Orchestra, que me pagaba una barbaridad, pero comprendí que si decía que sí, el ritmo de trabajo requerido iba a provocar que mi familia se rompiese. Soy aquel que dijo que no a un contrato millonario y decidió ponerse a trabajar en algo que creía que era lo que más le iba a dar y a enseñar.
Son muchas las voces que apuntan que es usted nuestro director de orquesta más internacional, ¿le gustaría en este momento de su vida ostentar una titularidad en España?
Creo que hay más directores internacionales, gente que está trabajando muy bien, como Gustavo Gimeno o Pablo Heras-Casado, y otros muchos, con un gran nivel. Creo que tenemos carácter, criterio y seriedad para hacer un buen trabajo, buena música. Aprendí muchísimo en mis años en Bilbao, era mi oportunidad y la aproveché. En alguna temporada llegué a trabajar 25 semanas con la orquesta, cogía los conciertos en los pueblos, los didácticos, etc., y no era por una cuestión económica, sino porque quería cambiar el ritmo de trabajo la orquesta. Lo conseguí, la orquesta creció, tuvimos el Euskalduna, el Guggenheim, Bilbao cambió, era un momento óptimo.
Sé cómo se puede cambiar una orquesta, pero en nuestro país muchas veces la política no ayuda a que una orquesta cambie correctamente porque hay unas estructuras muy sólidas que nos atenazan por momentos, son muy difíciles de superar. Cuando decidí irme a la BBC Philharmonic fue con la idea de aprender. Me ofrecen dirigir muchas orquestas y me interesa hacerlo dos o tres semanas, pero en este momento necesito una orquesta que me vuelva a poner a trabajar a gran nivel para poder desarrollarme más y mejorar. Ahí está la duda de qué orquesta tiene que ser y dónde tiene que ser. Con la pandemia perdí algunas opciones muy interesantes, y estoy en otras listas, por lo que en cualquier momento puede sonar la flauta. Estoy en un momento de búsqueda de dónde debo estar. Uno siempre quiere la mejor orquesta posible, y para mí lo es aquella que me haga mejor, con la que voy a aprender y tener más ideas, obtener más resultados.
Al final se trata de buscar nuevos retos…
Sí, y Juana de Arco en la hoguera en el Teatro Real era uno de ellos. Ahora ir al Carnegie Hall con la Orquesta es un regalo para todos y estoy muy contento. He estado este verano en los Proms y me gustaría poder llevar a esta orquesta algún día, al igual que se presentan otras grandes del mundo allí.
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