Juan Durán, Premio Reina Sofía de Composición 2018, y José Luis Méndez Romeu, doctor en Estudios Literarios especializado en la obra de Valle-Inclán, han finalizado recientemente el primer ‘esperpento lírico’, basado en la icónica obra Luces de Bohemia del dramaturgo gallego. Con la mirada puesta en el posible estreno de esta obra singular, hablamos con ellos sobre el proceso de creación del libreto y la música.
Por Susana Castro
Acaban de presentar en sociedad una adaptación a zarzuela de Luces de Bohemia, obra maestra del dramaturgo gallego Ramón María del Valle-Inclán. ¿De dónde surge la idea de poner en pie tan ambicioso proyecto?
Juan Durán: El año pasado tuvo lugar en Vilanova de Arousa, localidad natal de Valle-Inclán, la primera edición de un festival de teatro dedicado monográficamente a su obra, siendo además el primer festival de esas características en España. Fue la excusa para volver al estudio de las obras dramáticas de Valle-Inclán, el primer dramaturgo de la literatura hispánica contemporánea. Como compositor de música vocal, también de ópera, encontré inspiración para adaptar al teatro lírico una de sus obras más representativas, Luces de Bohemia, con la colaboración de quien ha sido director del citado festival e investigador de las óperas escritas sobre textos de dicho autor.
En lo que respecta al libreto, ¿cómo ha llevado a cabo la tarea para lograr mantener la esencia de una pieza teatral tan conocida por el público?
José Luis Méndez Romeu: Adaptar una obra de Valle-Inclán a libreto de ópera es relativamente sencillo. De un lado, por la extraordinaria calidad dramatúrgica del texto, una construcción que muestra a Valle como un orfebre del lenguaje y un profundo conocedor del idioma, además de un innovador teatral a la altura de los más relevantes de su época. Cuando se lee Luces de Bohemia se siente el ritmo de los cambios de escena, la intensidad de las intervenciones de los personajes, la belleza de las acotaciones, el diseño de ambientes, la profundidad de las alusiones culturales o históricas.
El libretista debe ser, en mi opinión, respetuoso con el texto original, aplicando su intervención a los parámetros que el compositor señala: reducción del número de personajes, medio centenar en el texto dramático, adaptar texto susceptible de transformarse en arias, afrontar la intervención del coro ausente en el texto dramático, etc. He compartido con Juan Durán, desde el primer momento, que el libreto debería ser totalmente fiel a Valle-Inclán, huyendo de revisiones del texto como ha sucedido en otras adaptaciones al lenguaje operístico.
Es usted un grandísimo conocer de la obra de Valle-Inclán. De hecho, en 2021 presentó en la Universidade da Coruña su tesis doctoral: ‘Valle-Inclán en la ópera: problemas de traducción intersemiótica’, que estudia los problemas de traducción de las obras del dramaturgo pontevedrés al lenguaje operístico. ¿De qué forma le ha ayudado su investigación a abordar esta adaptación?
José Luis: He podido estudiar la mayor parte de los libretos que se han escrito sobre óperas basadas en obras de Valle-Inclán y, en consecuencia, evitar los errores cometidos, a mi juicio, como son la inserción de texto ajeno a la obra original que desvirtúa el carácter de los personajes y de la intriga dramática, o las modificaciones escénicas que modifican el significado de las obras.
En Luces de Bohemia de Juan Durán he intentado evitar dichas desviaciones, facilitando al compositor un texto que es de Valle-Inclán en su totalidad, aunque adaptado, básicamente reducido, sin alterar ni el carácter de los personajes ni la intriga que se desarrolla en el drama.
En el caso de la música, ¿le ha resultado difícil encontrar espacios para poder introducir número musicales?
Juan: A priori, dadas las intrínsecas particularidades teatrales de Luces de Bohemia, todo parecería indicar que encontrar el aporte musical al texto iba a ser complejo. En qué momento el parlato va a dar entrada a la magia de la música. Es cierto que hay situaciones que parecen venir dadas (Valle nos habla de un ‘Coro de modernistas’; hay alguna copla con evidencia de ser cantada, etc.), pero la dificultad estaba ahí: encontrar el espacio para la música. Al final, cada una de las doce escenas en que se divide la obra tuvo su música: a veces cantada; a veces, como colchón sonoro a la acción teatral. No olvidemos que Luces de Bohemia es un paseo por distintos cuadros que, para mí, tienen, cada uno, su propio ambiente sonoro (al modo de una ‘revista callejera’ como es La Gran Vía de Chueca).
¿Cómo describiría la música que ha creado para este proyecto?
Juan: Es música tonal, ecléctica y poliestilista. Música para ser cantada; música siempre al servicio del texto y del canto lírico. He tratado de crear un paisaje sonoro en un Madrid de los años 20, donde hay guiños al pasodoble, a la jota, a la habanera, al chotis… Aunque hay un par de momentos para el drama, el tono general es el del humor, donde esas danzas se presentan en ocasiones caricaturizadas en el espejo cóncavo del esperpento, lo que me parece que conecta muy bien con la esencia de la zarzuela más genuina.
La plantilla orquestal, de treinta y cinco músicos, está también en el orgánico más tradicional del género. Todo ello, insisto, para acompañar un canto nunca estático, siempre con el vuelo y la ambición que requiere la línea vocal. Observo tantas veces como en el teatro lírico actual se enfatiza el acompañamiento orquestal en detrimento de las voces, con la indeseada consecuencia de que se pierda el protagonismo que en todo momento debe tener la voz por encima de las texturas orquestales.
¿Qué sistema de trabajo conjunto han seguido para llevar a cabo esta obra de grandes dimensiones?
Cada uno tuvo su espacio y gozó de total libertad para hacer su parte. Como es habitual, y aquí no fue una excepción, el libretista se sometió en muchos momentos a las necesidades del compositor. Y todo tuvo su tiempo: primero hubo que esperar a la adaptación del texto, decidir el elenco, dimensionar las escenas, etc., y después vino la música, pero siempre con tomas de decisiones conjuntas respecto a encontrar el equilibrio de todas las partes. Y, por supuesto, durante la escritura de la música aún fueron surgiendo pequeños cambios no previstos en el plan inicial.
¿En algún momento se plantearon que el formato para la adaptación fuera otro género en lugar de la zarzuela?
Como es sabido en el teatro lírico español, a lo largo de los años, han tenido cabida todo tipo de formatos, desde la zarzuela grande al sainete lírico, de la opereta a la revista, y siempre con denominaciones tan específicas como absolutamente creativas y originales bajo el paraguas genérico de ‘zarzuela’. Que Luces de Bohemia está impregnada del sabor del género chico ya lo afirmaba rotundamente Alonso Zamora Vicente en su referencial estudio sobre la obra. El casticismo, a base de una jerga trufada de coloquialismos y vulgarismos; esos diálogos cortos y punzantes tan característicos del género chico; y ese barrio madrileño, como paisaje de la acción teatral, invitan a crear una atmósfera sonora próxima a lo que entendemos habitualmente por ‘zarzuela’.
Luces de Bohemia está subtitulada por Valle como ‘esperpento’, siendo, como sabemos, la pieza fundacional del género. Por tanto, estamos ante un ‘Esperpento lírico’, y la etiqueta de zarzuela ayuda a situarnos ante un espectáculo genuinamente español, de todos conocido, pero en constante renovación.
Se habla mucho sobre la revitalización de nuestro género musical por excelencia y en Melómano creemos que la labor desarrollada en el Teatro de la Zarzuela en los últimos años ha sido excelente, aunque queden muchos tópicos por desterrar todavía. ¿Por qué creen que puede interesar al público del siglo XXI un proyecto como el que presentan ustedes?
Juan: Yo he escrito un ‘esperpento lírico’, que es el primero en su género. Asumo que, al incluir recitados y cantábile, puede ser asimilado a formas musicales consagradas como la zarzuela, la opereta, el género chico… Sin embargo. como el subtítulo indica, mi obra rehúye los estereotipos de género para incidir en el teatro lírico genuino, con un diseño musical de personajes y situaciones que beben de la tradición popular pero también de la dramaturgia valleinclaniana. He intentado dar forma musical a la genial creación de D. Ramón, acudiendo a la más rica tradición musical española pero también desde la óptica de la composición musical contemporánea. Las etiquetas de género son equívocas, en especial en nuestra época caracterizada por el eclecticismo de las formas y también de los géneros.
¿Qué perspectivas tienen sobre la posibilidad de ver su zarzuela representada próximamente?
Juan: El Teatro de la Zarzuela ha estrenado recientemente sendas obras de dos compositores actuales. En septiembre se incorporará una nueva directora y deseo que se mantenga esa línea de apoyo a la composición de nuestro tiempo, imprescindible para que el género musical genuinamente español prosiga su evolución musical y estilística con el apoyo del público. Además, en 2024 será el centenario de la publicación de Luces de Bohemia. Espero entrevistarme en las próximas semanas con Isamay Benavente, la nueva directora, para ofrecerle una audición de mi obra, que confío ver estrenada en dicho teatro.
Por otra parte, algunas instituciones culturales de Galicia han mostrado ya su interés por la obra, de modo que espero lograr una confluencia de intereses y evitar lo ocurrido con las óperas escritas por otros compositores gallegos sobre obras de Valle-Inclán, que todavía no han conocido su estreno. Revitalizar el teatro lírico español exige prestar atención a la composición actual al mismo tiempo que a la revisión del repertorio histórico.
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